Hasta los Huesos no es, desde luego, un plato fácil de digerir. A priori puede parecer que hay demasiados ingredientes en la receta y que no todos ellos marinan bien entre sí, pero, en ocasiones, hasta la mezcla más extraña puede dar como resultado un plato exquisito.

El nuevo trabajo de Luca Guadagnino es una adaptación de la novela homónima de Camille DeAngelis, publicada bajo la etiqueta de literatura juvenil y que podría entenderse como tal por su carácter de narrativa coming-to-age o la trama de amor entre la protagonistas, Maren, y otro joven caníbal, Lee. Hay en la historia un componente de rebeldía, de buscar su lugar en el mundo y, al mismo tiempo, no entender la sociedad en la que se vive, así como sentirse un ser extraño, anómalo, que se puede vincular al existencialismo juvenil.

DeAngelis usa el canibalismo como una excusa para desarrollar estos temas, además de otros más cercanos a la propia sensibilidad de la escritora, vegana confesa, quien espera que el choque del lector ante los pasajes acerca del consumo de carne humana sirvan de argumento para su propia decisión de alejarse del consumo de cualquier producto de origen animal.

Bones and all
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Taylor Russell es Maren

El elemento pivotal de toda la historia es esa búsqueda de su identidad por parte del personaje de Maren, espléndidamente interpretada por Taylor Russell, quien tras trabajos como la nueva versión de Perdidos en el Espacio, encuentra aquí un personaje que verdaderamente marca las posibilidades de la intérprete. El personaje de Maren es un cúmulo de contradicciones, inseguridades y necesidad de afecto. El inicio de una búsqueda, la de su madre, se convierte en un viaje iniciático en el que tendrá que ir aprendiendo a conocerse mejor y el mundo que le rodea.

Ante su desubicación en la sociedad, su encuentro con otros caníbales irá ayudándole a establecer su propia personalidad. Mientras Sully representa la faceta más primitiva, desarraigada, en Lee encuentra no sólo alguien más acorde a su edad, sino también a alguien con inseguridades similares y que aún pretende mantener un vínculo con la sociedad, especialmente con su familia, de la que, al mismo tiempo, se ve irreversiblemente desligado por su naturaleza.

Desde el momento en el que Lee entra en acción, la trama amorosa cobra protagonismo, sin desatender la idea de la búsqueda, pero marcando en ese amor juvenil la verdadera esperanza de futuro de los dos personajes, su único ancla con el mundo real. Aquí juega un papel fundamental la química entre Russell y Timothée Chalamet. Guadagnino rueda a estos dos actores, prestándoles toda la intimidad que requieren sus personajes y dando espacio para expresar sus contradicciones en medio de este viaje iniciático donde deberán resolver sus problemas de crisis de identidad.

Si bien la historia no entra a juzgar a los personajes (su canibalismo es presentado no como una elección, ni siquiera una enfermedad, sino como una parte ineludible de su naturaleza), lo cierto es que los personajes no dejan de tener una brújula moral, que se rompe cuando el hambre acaba imponiéndose en esa batalla entre naturaleza y civilización. Ahí está el ejemplo de Sully, quien inicialmente se presenta como mentor de Maren, pero que rápidamente pasa a convertirse en el reflejo más oscuro al que puede derivar la naturaleza de la protagonista si se deja llevar por su hambre y desatiende su vínculo con el mundo que la rodea.

Taylor Russell y Timothée Chalamet, en la primera imagen promocional de Bones & all.
Taylor Russell y Timothée Chalamet, en la primera imagen promocional de Bones & all.

Canibalismo

El canibalismo en la película puede interpretarse como muchas cosas, siendo fácil vincularlo con el vampirismo o la licantropía, por ese carácter violento y terrorífico a la par que alienante de la sociedad, pero también como una metáfora de toda aquella otredad que busca salir del nicho segregacionista de lo normativo. En la cinta adquiere un valor puramente fantástico. Si bien el canibalismo existe en la vida real, aquí adquiere un alcance distinto, al ser algo innato y de lo que los personajes no se pueden desprender, por mucho que intenten aplacar sus instintos. En el fondo, podemos interpretar que el desarraigo de los personajes es ineludible, ya que, pese a su búsqueda de su humanidad, su naturaleza les sitúa en un espacio diferente al de la raza humana.

No resulta difícil entender la fascinación de Luca Guadagnino por esta historia, ya que sus protagonistas y sus conflictos de identidad no distan mucho de los presentados en otros trabajos del cineasta, como el ansia sexual de Melissa P., la crítica social de Yo Soy el Amor, la deriva autodestructiva de Cegados por el Sol, la búsqueda de la identidad de Call Me by Your Name o el concepto de monstruosidad de Suspiria.

Estos dos jóvenes se vuelven unos nuevos Kit y Holly, los protagonistas de Malas Tierras de Terrence Malick. Aquella búsqueda de la arcadia de la cinta de 1973 es retomada aquí por Guadagnino, quien hace que el espacio se convierta en el hormigón que fija la relación entre los dos jóvenes.

Junto al trabajo de espléndidos actores, la mirada pausada y contemplativa del mundo que ofrece el cineasta se transforma en el discurso principal de la cinta, elevando lo visual por encima de lo literario. La referencia a Malick no es baladí. Guadagnino hace uso de un extraordinario preciosismo visual, apoyado en la portentosa fotografía de una maestro como Arseni Khachaturan, especializado precisamente en grandes espacios abiertos.

Esta belleza puede contrastar con la truculencia de la trama y de las secuencias concretas de canibalismo, sin embargo, esta confrontación son la base misma del discurso normalizador de Guadagnino, quien, de esta manera, integra y naturaliza la otredad dentro de un territorio global, cancelando juicios de valor sobre los tabúes de la sociedad.

Con Hasta los Huesos, Luca Guadagnino sigue con su reconocimiento de las diferentes naturalezas del ser humano, sus instintos y sus convencionalismos sociales, ofreciendo con ello nuevamente una prodigio de belleza y reflexión filosófica que se eleva por encima del cliché de literatura juvenil del que parte. Es con este discurso y esta mirada que consigue que los elementos anómalos y hasta contradictorios de la película alcancen una congruencia y una cohesión deslumbrante.