Entre las joyas de cine fantástico que pudieron verse en flamante primicia en la cuarta edición del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera, se encuentra The Reckoning, el quinto largometraje del realizador, guionista y montador Neil Marshall, destinado a contribuir a la creación de iconos del cine fantástico en la “mitología calavera”. Nacido en Newcastle, Inglaterra, el 25 de mayo de 1970, tuvo ocasión en su niñez de ver westerns o filmes de terror de Universal en compañía de su padre. Fue el visionado de En Busca del Arca Perdida (Riders of the Lost Ark, EEUU, 1981), el mítico filme de Steven Spielberg, el que realmente despertó su pasión por hacer películas.

El cineasta se formó y se graduó en la NewCastle Film School. Tras dirigir los cortometrajes Brain Death (1992) y Combat (1999), debutó en el largometraje el año 2002 con el filme Dog Soldiers, “un filme de asedio, un filme de soldados con hombres lobo y no al revés”, como el propio Marshall ha sostenido.

The Descent, su mejor filme

A este filme sucedió The Descent, estrenada en 2005, otro filme de supervivencia, despiadado, magníficamente filmado, con un grupo de mujeres tratando de sobrevivir a unas letales criaturas que habitan en las entrañas de una cueva sin explorar en la cordillera de los Apalaches, en EEUU. A partir de este modélico e impactante filme, Marshall se aseguró el tener un personaje femenino de protagonista o antagonista siempre en su cartelera particular.

El siguiente filme, Doomsday: El Día del Juicio, es un remake encubierto de 1997: Rescate en Nueva York, el mítico filme de John Carpenter, que le dio la oportunidad de rendir homenaje a uno de sus realizadores más admirados. Curiosamente, el filme Península, visto en el Festival, también bebe muchísimo de la mítica película, cuya banda sonora escuchábamos en salas entre sesión y sesión.

En 2010, Marshall estrena Centurión, un filme histórico, filmado con estructura de película de terror, con aderezos de western itinerante, así como de influencias históricas, estilo el regreso a casa del guerrero acosado por sus enemigos. El regreso de Ulises a su reino de Ítaca, tras la guerra de Troya, o el de Jenofonte a Grecia con sus diez mil guerreros atenienses a través de territorio duramente hostil, y, por supuesto, el tamizado de esta historia realizado por el californiano Walter Hill en su mítica The Warriors (EEUU, 1979), son algunos referentes directos a nivel temático y formal del filme de Marshall.

Tras pasar la mayor parte de la década de 2010 filmando episodios para series de televisión como Juego de Tronos, Constantine, Westworld, Hannibal o Lost in Space y después de haber sido considerado para dirigir filmes como Predators, Drive, Orgullo y Perjuicio y Zombies, en 2019, Marshall regresó al largometraje, y a la gran pantalla, con el estreno en cine del fallido reboot de Hellboy, demasiado mecánico, previsible e impersonal, pese a contar con un actor perfecto, David Harbour, para encarnar el personaje de cómic creado por Mike Mignola.

Neil Marshall, uno de los miembros del «Splat Pack»

El caso de Marshall es el de un artesano muy correcto, experto en hacer un cine de supervivencia, plagado de violencia áspera, seca, salvaje y sin concesiones. El historiador de cine Alan Jones en la revista británica Total Film acuñó la expresión “Splat Pack” (cuya traducción en español puede ser algo así como el atajo de salpicadores), para hacer referencia a una suerte de “Nueva Ola” de realizadores que hacen filmes de horror particularmente violentos y brutales aproximadamente desde 2002. En ese grupo de cineastas, Jones introduce a Neil Marshall, junto a directores como Alexandre Aja, Eli Roth, James Wan, Rob Zombie, Leigh Whannell o Darren Lynn Bousmann.

Reseña de The Reckoning

The Reckoning, rodado en 2019 en Hungría, nos traslada a algún lugar de Inglaterra en el siglo XVII, concretamente en 1665, una época en la que la plaga de la peste la pandemia de entonces hace estragos. Las claras referencias al “fin del mundo biológico particular” propiciado por la Covid-19, y a la mezquindad del ser humano en unos tiempos donde la solidaridad es requerida, pero la gran olvidada, donde se acusa indiscriminadamente a inocentes, son coyunturas oportunísimas en las fechas de estreno del filme, pero no de su rodaje y concepción. Poco imaginaban Marshall y su equipo las circunstancias del mundo en el 2020 cuando el año anterior filmaban esta película.

El filme constituye un reencuentro del realizador con uno de los protagonistas de Dog Soldiers, Sean Pertwee (el Alfred de la serie de televisión Gotham), rodado de manera absolutamente precaria y en régimen de auténtica supervivencia (Marshall asume labores de producción ejecutiva, escritura y montaje).

The Reckoning, cuya traducción es en el contexto del filme “ajuste de cuentas”, posee estupendas imágenes. La historia está muy bien contextualizada, y el filme se esfuerza en situar la historia en la época concreta en que transcurre y en otorgarle una fuerza inusitada al personaje principal, Grace Haverstock, interpretado por Charlotte Kirk (Ocean’s 8, Vice), que también ejerce de coguionista del filme.

Marshall ejerce, además de realizador, como editor, productor ejecutivo y coguionista. El tercer guionista del filme es Edward Evers-Swindell, que fue parte del departamento de sonido de la mencionada The Descent, la mejor película de su director hasta la fecha. Evers-Swindell es también director y guionista del atractivo filme de misterio Dark Signal (Reino Unido, 2016).

ATENCIÓN: SPOILERS A CONTINUACIÓN

Los 11 primeros minutos introductorios, combinan un flashback en la infancia de Grace (su madre se sacrifica por ella, reforzando la fortaleza de temperamento y espíritu de la joven, y siendo condenada por brujería y quemada en la hoguera ante la forzada mirada de la pequeña), con imágenes en el presente de la acción, donde la joven entierra con sus propias manos bajo una lluvia torrencial a su amado Joseph (Joe Anderson), que se ha ahorcado porque se contagió de la peste. Las imágenes poseen una gran fuerza narrativa.

Grace se verá viuda, con una hija recién nacida, en una tierra arrendada que produce trigo, y que tiene que pagar una renta a Pendelton (Steven Waddington), el Squire (arrendador, propietario de tierras) de la región. Las complicaciones surgen para Grace y su pequeña, cuando habiendo llegado a un acuerdo para el pago de la renta de los siguientes seis meses (los dos anillos de boda, el suyo y el de su esposo muerto, son la moneda de pago), el terrateniente pretende seducirla y en un acto de violencia, es completamente rechazado y golpeado por la joven.

Despechado por el rechazo, el terrateniente inicia una campaña de brujería contra la joven. Se hace traer a la ciudad a un juez inquisidor, Moorcroft (Sam Pertwee), que viaja con guardaespaldas, una mujer de aspecto siniestro, desfigurada, pues sobrevivió a la quema en la hoguera por bruja. Una mujer peligrosa y determinada a proteger al juez. Lo siguiente serán severas sesiones de tortura para doblegar la voluntad de la joven y arrancar su confesión, en un proceso judicial sin la menor garantía, donde las evidencias son meramente indiciarias carentes de peso. Todo ello durante los cuatro días protocolarios para arrancar la ansiada confesión.

Una «caza de brujas»

La metáfora de esta “caza de brujas” con los tiempos inquisidores que vivimos actualmente, donde la veracidad de lo dicho en redes sociales no es contrastada, no es baladí ni casual.

El guion del filme aparece astutamente reforzado con el empleo de palabras muy sonoras en la fonética inglesa, que, además, aparecen oportunamente remarcadas por los intérpretes: términos como Isolate, solitude, pay the rent or lose everything, If you are alive pay the rent, Town is dangerous, Times are though, confess all charges, who you love the most?, Judgement is coming! Evidences are clare and you persist in your innocence, Dévil´s mark, fornicating with the beast, o sentence you to death, son algunos botones de muestra sonoros que resonaron por las salas 17 y 6 de multicines Tenerife como auténticos puñetazos al imaginario de los espectadores-calavera.

A lo largo del metraje de este filme, próximo a los 110 minutos de duración, Marshall nos proporciona imágenes tan impactantes como la de los dos perros devorando a un hombre sentado en el pueblo asolado por la peste, o la de los hombres del pueblo ataviados con máscaras con pico puntiagudo y curvilíneo que acuden a la casa de la joven a capturarla, para juzgarla como bruja, emponzoñados por las palabras del pérfido terrateniente. La casa arde, hay una tormenta con aparato eléctrico y vemos un majestuoso encuadre del caballo de la joven relinchando y a dos patas. En el filme se intercalan imágenes oníricas de carácter fantástico. En un momento del filme entra en el imaginario de la joven, como un fauno, una criatura alada articulada, con cornamenta, a quien parece entregarse sexualmente.

The Reckoning se erige como un irregular pero definitivamente estimulante filme para los aficionados al género y que nos devuelve a un atractivo realizador, muy necesario en el panorama actual del fantástico.