Tras su presentación en Sitges y su paso por otros festivales internacionales, llega a los cines españoles la película documental Call me Paul, el acercamiento de Víctor Matellano a la figura de Paul Naschy.

¿Qué supone devolver a un mito del cine como Paul Naschy a la gran pantalla?

Sobre todo, supone un viaje, primero en pantalla grande, y luego en el resto de formatos, por los aspectos más íntimos de Jacinto Molina/ Paul Naschy, y sobre todo alrededor de su aportación como autor, a partir de sus vivencias personales. Y, en imagen, fragmentos de muchas de sus películas, lo cual es muy atractivo.

El documental se centra en un momento dramático que sufrió Jacinto Molina en 1991. ¿Por qué elegiste este punto de partida?

Poco después le conocí yo, tras aquel infarto que le tenía sumido en una depresión. Y me encontré con un luchador que no dejaba de intentar seguir aportando nuevas obras a su pasión, pero que en ese momento no solo no era considerado en su país por parte de la opinión y de la industria, si no que, aunque seguía escribiendo, se planteaba tirar la toalla. Ese es un punto muy interesante para alguien que se pregunta si el esfuerzo ha merecido la pena. Desde ahí, lentamente, pero afortunadamente, de forma irreversible, vino su renacer en su país, que llegó a disfrutar en sus últimos momentos, y que ahora es mayor aún. Eso sí, fuera de España siempre fue un icono. Y aquí tuvo el favor del público en los años setenta, los de eclosión de género, y ahora es reivindicado.

¿Cómo fue trabajar con Ángel Sala en el guion? ¿Qué aportó su conocimiento y experiencia, como historiador cinematográfico y director del Festival de Sitges, al proyecto?

Primero, junto a Sergio Molina, con Ángel se sientan las bases de partida del documental. Qué estaba ya hecho y por dónde debíamos transitar ahora. Y decidimos, junto a los elementos de la autoría y de la influencia de la infancia, casi desde un punto psicoanalítico, que se debía de escuchar la voz de Paul, las reflexiones que dejó escritas en sus memorias. Ángel es un erudito, y su libro Profanando el sueño de los muertos ha sido una de las bases fundamentales para elaborar el guion. Un placer trabajar con él, además de que tenemos visiones del cine muy próximas y que somos amigos.

El documental ha pasado por festivales como Sitges y el Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna Isla Calavera, entre otros. ¿Qué recepción ha tenido entre los críticos y el público especializado?

Pues la recepción está siendo buena, estamos satisfechos. El objetivo es que quien no conoce a Naschy, descubra un personaje fascinante, y que quien le sigue se le ofrezca un punto de vista aún más íntimo de Paul.

Sergio Molina, hijo de Paul Naschy, participa como coproductor, ¿cómo fue su implicación en el proyecto?

La implicación de Sergio fue fundamental. Ahí nace todo. Es a quien primero le cuento la idea, somos amigos y nos conocemos muy bien, y decidió que tiráramos hacia adelante. Después con Ángel Sala vemos las líneas y ya se trabaja la estructura del producto, que finalmente producen Womack y 39 Escalones Films. Y entre todos los que participan, es decisivo el trabajo de montaje de Abián Molina. Y, volviendo a Sergio, ha gestionado cuestiones muy importantes y decisivas de la producción.

En la película aparecen tres generaciones de los Molina: Jacinto, Sergio e Iván. ¿Qué simbolismo tiene esta conexión familiar dentro del relato?

Sobre todo, en la última secuencia de la película donde confluyen virtualmente los tres. Piensa que muchos de los elementos que forjaron a Jacinto, se producen a la edad de su nieto. Y que Sergio, primero actuó en las películas de su padre, y después fue quien frecuentemente le acompañaba en sus últimos años de vida a los eventos. Y además, Iván es muy cinéfilo y le encanta el trabajo de su abuelo.

Call me Paul, nuevo documental de Víctor Matellano.
Call me Paul, nuevo documental de Víctor Matellano.

Iván Molina, nieto de Paul Naschy, tiene un papel destacado en una escena clave. ¿Cómo surgió la idea de incluirlo y cómo fue dirigirlo?

Paul hablaba de que en una ocasión se encontró frente a frente con un lobo. Situar un niño de la edad del pequeño Jacinto Molina en un bosque, y frente a un lobo, tiene muchos significados y simbología. Entronca con los temores, con los cuentos de brujas, con la dualidad del licántropo. Y quién mejor que Iván para interpretar a su abuelo.

La película combina recuerdos personales con elementos oníricos, como el niño perseguido por un lobo en el bosque. ¿Qué buscabas transmitir con esta mezcla de realidad y ensoñación?

Eso es el cine fantástico. Todo aquello que nos saca de lo ordinario y de lo racional. Y es algo que no solo tienen los sueños, si no también los recuerdos, que se transforman y reinventan.

Caroline Munro, Jack Taylor y el actor de doblaje Héctor Cantolla son figuras fundamentales en el documental. ¿Cómo fue volver a colaborar con ellos para contar esta historia?

Son tres grandes y eran fundamentales para contar la historia ya que trabajaron con Paul. Caroline en El aullido del diablo y Jack en tres películas. Son grandes intérpretes, y muy grandes amigos. Y Héctor puso en muchas ocasiones voz a Paul en los doblajes al castellano. También querido, un gran profesional.

La música de Javier de la Morena y la fotografía de David Cortázar aportan una atmósfera única al filme. ¿Qué importancia tuvieron estos elementos en la narrativa?

Trabajo muy bien con Javier y con David. Y ambos son amigos. Supongo que hago mucha incidencia en que todos son amigos, pero es que para este tipo de proyectos, es necesario que haya mucha complicidad. Se cuáles son sus potencialidades, muy altas, y ellos saben lo que les pido. Y, sobre todo, saben adaptarse al lenguaje de cada proyecto, porque cada película es diferente, tanto en intención como en estética.

Paul Naschy es una figura icónica del cine fantástico mundial, pero también un autor profundamente personal. ¿Cómo crees que este documental redefine su legado?

En la tónica, tan maniquea, y para mi viejuna, de diferenciar cine de autor y comercial, tradicionalmente, y salvo con algunos cineastas, se ha tratado al cine de género como de industrial o de artesanos. Y un cineasta que hace género, en bastantes ocasiones, puede demostrar estilo en el fondo y en la forma. Este es el caso del cine de Paul, donde se encuentran constantes, estilo y un pensamiento unitario.

Actualmente, estás “embarcado” en un nuevo documental dedicado a la película de Enzo G. Castellari L’ultimo squalo, ¿qué nos podrías avanzar del proyecto?

Pues ha sido una consecuencia de este proyecto, y de mi relación de trabajo con Ángel Sala, y aquí codirigimos los dos, aparte de, de nuevo, escribir juntos el guion, en este caso junto a Vanesa Bocanegra. Lo hemos rodado en Roma y participan, aparte del propio Enzo, Gianni Garko, Luigi Cozzi, Fabiola Toledo, Andrea Bronston… y dibujando, Santiago García- Clairac. Relatamos la ocasión en que en Hollywood se pusieron nerviosos con una exploit italiana, estrenada como Tiburón 3 en varios países, y la reacción de la todopoderosa compañía estadounidense contra los italianos… Muy a propósito, en este 2025 en el que se celebran los 50 años de Tiburón.

Cartel de la película documental Call me Paul, de Víctor Matellano.
Cartel de la película documental Call me Paul, de Víctor Matellano.