Cuando una película tarda más de tres años en llegar a las pantallas, es que algo huele a podrido en Dinamarca. Underwater es pastiche de Alien, el Octavo Pasajero y Abyss, con guiños lovecraftianos, que aúna discurso ecologista con empoderamiento femenino (algo que manda al garete al poner a sus protagonistas femeninas a corretear en ropa interior a la mínima de cambio).
La cinta formaba parte del catálogo de Fox antes de ser absorbida por Disney, pero el retraso en su estreno daba a entender que el estudio no estaba satisfecho con el resultado.
Si tenemos que aceptar a Kristen Stewart como nueva Ripley, vamos mal. Si se supone que todos esos traumas psicológicos metidos con calzador hay que entenderlos como desarrollo de personajes, la cosa no mejora, sobre todo cuando la mayor parte de los personajes arrastran un tufo a carne de cañón.
El guion saquea cual corsario de los mares del sur los aspectos definitorios del clásico de Ridley Scott de 1979 (protagonistas proletarios, ambientes claustrofóbicos, criaturas abisales irracionales), pero con una deriva argumental absurda y unos diálogos sacados de una película de Transformers.
Sí hay que reconocerle al director, William Eubank, cierta capacidad para general tensión y desasosiego al espectador con su puesta en escena, y sobre todo, cierta sorpresa que desata el clímax final.
Por lo demás, material de derribo totalmente prescindible.