CRÍTICA: PLANETA PROHIBIDO – Forbidden Planet (1956) de Fred M. Wilcox

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Con la colaboración de

Género: Ciencia Ficción | Aventura
País: Estados Unidos
Año: 1956
Duración: 98 mins.

Dirección – Fred M. Wilcox | Guión – Cyril Hume | Producción – Nicholas Nayfack | Fotografía – George J. Folsey Montaje – Ferris Webster | Música – Bebe Barron, Louis Barron

Reparto: MWalter Pidgeon (Doctor Edward Morbius), Anne Francis (Altaira Morbius), Leslie Nielsen (Comandante J. J. Adams), Warren Stevens (Teniente ‘Doc’ Ostrow M.D.), Richard Anderson (Jefe Quinn)
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Tras dirigir las aventuras del perro más célebre de la historia del cine como fue Lassie en los títulos Lassie, la cadena invisible (1943) y El coraje de Lassie (1946), Fred M. Wilcox cambiaría de tercio para realizar este clásico esencial de la ciencia ficción y principal fuente de inspiración para realizadores de la talla de George Lucas o Gene Roddenberry (progenitor de la saga televisiva «Star Trek«).

Con un guión de Cyril Hume (Tarzán de los monos (1932)) e inspirándose en la obra de William Shakespeare, La tempestad, el film nos hablaba de las vivencias de una expedición de astronautas en el lejano planeta de Altair, un lugar hospedado por un filólogo llamado Dr. Morbius, su hija y un carismático y servicial robot llamado «Robby» (primera aparición de este simpático androide posteriormente visto en otras películas (El niño invisible (1957)) y series televisivas (En los límites de la realidad) del género fantástico).

Resulta llamativo ver a un joven y debutante Leslie Nielsen en el papel del comandante J. Adams, actor más conocido por su faceta de cómico en películas de humor absurdo tipo Agarralo como puedas (1988) y que aquí le veríamos en una interpretación alejada de ese rol chistoso. Le acompañarían el canadiense Walter Pigdeon (¡Qué verde era mi valle (1941) en la figura del científico loco y la atractiva Anne Francis (Funny girl (1968)) en la piel de la sensual Altaira Morbius, siendo ésta la única presencia femenina de un reparto netamente masculino.

El gran presupuesto invertido por la productora Metro-Goldwyn-Mayer haría de sus efectos especiales uno de los grandes pilares del film que a pesar de lo que mal que los han tratado los años, éstos competirían en su momento con la magna «Los diez mandamientos (1956)» en la lucha del preciado Oscar.

Como curiosidad, esta sería la primera película que veríamos en la gran pantalla a una actriz con una minifalda, todo un escándalo para el público más puritano de la época siendo motivo de censura en muchos países donde se estrenó.

Frase para recordar: «Qué ironía. Que un simple intelectual que no tiene más ambición que poder gozar de un modesto aislamiento se vea lejos de un cielo claro sitiado por un ejercito de seres humanos».

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