La tercera entrega de las aventuras de Hércules Poirot de la mano de Kenneth Branagh se separa bastante de sus dos predecesoras. Por de pronto no parte de una de las novelas más célebres del detective, sino de una de las últimas, Las Manzanas.
No es tampoco una adaptación fiel a la letra de Agatha Christie. Tampoco las anteriores lo habían sido, pero, en este caso, el guion presenta una historia completamente nueva, que de la novela original sólo toma algunos nombres y algún guiño camuflado.
Tampoco es una película auténticamente detectivesca, aunque hay crimen y hay investigación, a Branagh le interesan más otras cosas, desviándose más al terreno del terror y lo fantasmagórico.
Misterio en Venecia está más cerca de Morir Todavía (aquel reivindicable segundo largometraje del director) que de sus dos predecesoras.
Como en aquella, aquí la huella de Orson Welles es premeditada y evidente. No sólo por la fascinación del director de Ciudadano Kane por la magia y la prestidigitación (importantísima aquí en la trama), sino por el prolífico uso de planos aberrantes en la puesta en escena. Branagh juega con la atmósfera fantasmagórica de la mansión donde se desarrolla la historia, contando no sólo una (posible) historia de fantasmas, sino introduciendo un discurso acerca de la Europa rota después de dos guerras mundiales.
Reparto de MISTERIO EN VENECIA
El reparto coral nos parece más compacto que en las dos anteriores, a destacar la presencia de la siempre espléndida Michelle Yeoh, Riccardo Scarmacio y Camille Cottin.
Curiosamente, pese a sus infidelidades a Christie, ésta nos parece la película más sólida y mejor resuelta de la trilogía.