Cuando Michael Crichton publicó en 1990 Parque Jurásico fue toda una sensación. El éxito editorial no era algo nuevo para el escritor de La Amenaza de Andrómeda o El Hombre Terminal. Crichton había desarrollado una capacidad especial para desarrollar novelas de ciencia ficción apoyándose en contextos anticipatorios y científicamente factibles. Es más, su resurrección de los dinosaurios a través de los avances en genética y la teoría de la clonación se anticipó seis años a la creación de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de una célula adulta, lo que inmediatamente dio a su novela una mayor plausibilidad.

El inmediato interés de Steven Spielberg por adaptar la novela y convertirla también en un fenómeno cinematográfico, además del revolucionario salto tecnológico que supuso la película, hicieron que Parque Jurásico se convirtiera en todo un fenómeno cultural que nos ha acompañado en los últimos 35 años, más allá de las expectativas de Crichton o el propio Spielberg, Quizás la proliferación de las películas ha devorado su origen literario, pero siempre viene bien recordar de donde parte todo.

Ha nacido una nueva era

Con Jurassic World: El Renacer arranca una nueva andadura de la franquicia, tras el éxito de las dos trilogías previas. Como síntoma de los tiempo, podemos apreciar que en esta ocasión no ha hecho falta el impasse de 15 años que separó el estreno de Parque Jurásico 3 y Jurassic World.

Ya tras el estreno de Jurassic Wold. Dominion en 2022 estaba en preproducción este nuevo relanzamiento, que no pretende, como ya sucediera con Jurassic World en 2015, ser un reboot completo, sino que se trata de una continuación del mismo universo, pero situado en este ocasión cinco años después de los acontecimientos de Dominion y efectuando una renovación completa de personajes.

La película vuelve a hacer una corrección con respecto a lo planteado en la anterior trilogía, haciendo tabula rasa en lo referente a la propagación de los dinosaurios fuera de Isla Nublar o de Isla Sorna. La franquicia no parece aún preparada para llevar la relación de humanos y dinosaurios a mayor escala, como también quedó claro con Jurassic World. Dominion, y que ya era una idea apuntada al final de la primera entrega cinematográfica.

Aquí se elimina de un plumazo aquellos dinosaurios dispersos por el mundo con una excusa medioambiental. Los cambios en el ecosistema hacen que la vida de los dinosaurios en el entorno actual no sea posible, salvando determinados territorios por su clima tropical.

Liberados de esta presión, Jurassic Wold. El Renacer tiene los componentes habituales de la saga, es decir, humanos inconscientes que se adentran en un territorio plagado de diferentes especies de estas criaturas y donde, parafraseando al Doctor Ian Malcolm, enseguida vienen las carreras y los gritos.

A partir de un guion de David Koepp, guionista original de Parque Jurásico

Hay en esta nueva entrega un componente más tribal, heredado de Jurassic Park. EL Mundo Perdido, pero los componentes básicos son los mismos. Las grandes corporaciones como los villanos de la historia que promueven la tragedia por mera ambición, los científicos fascinados por estas criaturas que se prestan a participar en la operación comercial, y los cazadores que prometen una falsa seguridad ante estas criaturas.

Como ya sucediera con Jurassic World, más allá del catálogo de especies, se continua con la creación de nuevos tipos de dinosaurios con los que se ha jugado a la mezcla genética, y hay también aquí componente familiar, con una familia que se ve accidentalmente involucrada en la situación y con la que se busca aportar el componente más emocional de la trama.

Tras la cámara tenemos a Gareth Edwards, ya experimentado con grandes criaturas tras Monsters y Godzilla, quien aporta una buena factura en cuanto a puesta en escena. Cada set piece está construida para generar momentos espectaculares e impactantes, desde el ataque en alta mar hasta un clímax final al más puro sello de la franquicia. Por supuesto, lo efectos especiales vuelven a ser los reyes de la función, con una nueva escala generacional a la hora de la creación de los dinosaurios.

Scarlett Johansson como estrella principal de la función lidera con entereza esta nueva entrega, aunque quien se lleva el gato al agua es Jonathan Bailey, en el papel del Doctor Henry Loomis (discípulo de Alan Grant, por mantener una continuidad en la serie), quien, a la postre, se convierte en el verdadero protagonista de la historia.

Es cierto que los niveles de suspensión de la incredulidad que se le pide al espectador son cada vez más altos, sobre todo en lo referente a la subtrama familiar, metida con calzador y que provoca una cierta bicefalia a la película, siendo por un lado una entrega más cruda y violenta, y por otro recuperando el tono más cursi del legado Spielberg (ay, esa amistad entre un cachorro de dinosaurio y una niña que parece Dora la Exploradora).

Jurassic World. El Renacer aporta aquello que le pedimos a una película de Parque Jurásico, ni más, ni menos. Como renacer no aporta nada nuevo y, más bien, resulta formulaica y repetitiva, con muchas situaciones que son ecos de algunos de los momentos icónicos de la saga, pero a nivel de factura resulta impecable.

Esperamos que, de completarse la nueva trilogía (como así parece que va a ser dados los números que la cinta está haciendo en taquilla), se animen a aportar algo de originalidad y nuevas ideas a las nuevas entregas. Por de pronto, ésta no va más allá de una nueva incorporación, por debajo de los principales títulos de la franquicia, pero sin ser tampoco la peor entrega de la saga.