Algunas películas del género fantástico que deberías conocer: ALIENÍGENAS

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La industria del cine es muy similar a ese despiadado dios Saturno que tan bien plasmara Francisco de Goya en su serie de Pinturas negras. De ahí que el cine, al igual que la despiadada deidad pintada por el artista español, devore a muchos de sus hijos sin darle, siquiera, la oportunidad de crecer. Cierto es que esta costumbre suele estar secundada por una crítica demasiado impermeable a todo aquello que tenga que ver con el fantástico –antes y ahora – pero ése es un tema en que no nos detendremos.

Mi intención es hacer un pequeño recorrido por una larga lista de “buenas” películas que, por diferentes razones –y a mi  juicio, todo sea dicho- pasaron desapercibidas en el momento de su estreno o no llegaron a estrenarse en las salas comerciales.

De una lista muy larga –cien años de cine de género dan para mucho- he escogido 12 títulos los cuales merecen o una segunda oportunidad, o lo que es lo mismo, dos horas del tiempo de cualquier buen aficionado al género fantástico.

Para entendernos mejor, las películas están agrupadas por las temáticas que tratan o por los personajes principales que las protagonizan, sobre todo si éstas tienen que ver con seres venidos de otros planetas.

Además del entrañable ET de Spielberg, hay muchas otras versiones de un alienígena que pudiera o pudiese llegar hasta el planeta Tierra. Como en otros casos, hay alienígenas buenos y no tan buenos, sobre todo aquellos que consideran nuestro planeta como un patio de recreo o un lugar para la colonización, más o menos descaradas.

De entre todas las opciones hay varias versiones dignas de reseñar. La primera, The Hidden (1987), corrió a cargo del director Jack Sholder, conocido por la segunda parte de la saga Pesadilla en Elm Street y por lo desigual de sus últimos trabajos. Las dos siguientes, They live (1988) y Starman (1984) son obra de John Carpenter, uno de los mejores artesanos del género fantástico en cuanto a cine se refiere.

La cuarta, Enemigo mío (1985) , corrió a cargo del director germano Wolfgang Petersen, más conocido por su opresiva Das Boot –una de las mejores películas relacionadas con la guerra submarina, en pleno auge del expansionismo nazi- o la épica, pero desigual Troya.

The Last starfighter (1984) –Starfighter: la aventura comienza, en España- fue dirigida por Nick Castle hace más de dos décadas y pasa por ser una de las mejores simbiosis entre el cine y los videojuegos, tendiendo en cuenta el momento en el que se rodó.

La última, El Caballero del dragón, fue dirigida en 1985 por Fernando Colomo y su fracaso bien pudiera resumir la estrechez de miras de nuestro país, siempre que se habla del cine de género.
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The Hidden (Lo oculto), 1987

The Hidden (Lo oculto)
The Hidden arranca con un sangriento robo en un banco y una trepidante persecución, a lomos de un Ferrari, conducido por un ser llegado de otro planeta, detalle que conoceremos después y que no duda en robar, matar o destrozar con tal de salirse con la suya.
Tras sus pasos, aparecerá un agente del FBI, Lloyd Gallagher (Kyle MacLachlan), quien deberá unir sus fuerzas con el duro y  resolutivo policía Tom Beck (Michael Nouri) en su afán por detener a una serie de peligrosos criminales.
Lo que no acaba de entender Beck es la razón por la que personas normales y corrientes se transforman en asesinos psicópatas de la noche a la mañana. Gallager lo entiende a la perfección y no duda de hacer uso de toda la fuerza que tiene a su alcance para derrotar al ser que se esconde dentro de los cuerpos de las personas que cometen dichos crímenes. Todo aquello sólo sirve para que Beck acabe por comprender que no está ante uno de sus casos normales.

Sholder rueda The Hidden al mismo ritmo que discurren sus personajes, sin prisa, pero sin pausa. Así encontramos momentos de tranquilidad, como cuando Beck lleva a Gallager a su casa para cenar con su familia, y otros que recuerdan a películas como Terminator.
El mayor acierto reside en construir a unos personajes creíbles, enfrentados a sus propios miedos, sin importar su procedencia, ya sea humana o alienígena. Puede que lo peor de todo sea el final, demasiado atropellado. El resto, en cambio, merece la pena, sobre todo por ver a Claudia Christian, unos años antes de enfundarse el uniforme de Susan Ivanova en Babylon 5.
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Están vivos (They Live), 1988

Están vivos
John Carpenter, por su parte, nos ofrece las dos caras de lo que pudiera ser la llegada de los extraterrestres al planeta Tierra.

En They Live, basada en un relato corto del escritor Ray Nelson, los extraterrestres han llegado para quedarse y, de paso, dominarnos. Y para ello, no se les ocurre nada mejor que crear un artilugio malvado que aliena a las personas. Su nombre… TELEVISIÓN. ¿Les suena de algo esta situación? Sólo un grupo de resistentes humanos saben lo que, de verdad, se esconde detrás de todo y para ello crearán unas gafas que desvelan la verdadera realidad a la que están sometidos los de su especie.

Una realidad dominada por el pensamiento único, la sumisión, la obediencia a las normas y el feroz consumo. ¿Tampoco les suena de nada esta situación?

Lo mejor de todo es que Carpenter logra que un ex-luchador de lucha libre, Roddy Piper, termine por actuar de modo más que convincente en su anodino papel de Nada, personaje que deberá aceptar que el mundo no es, ni mucho menos, como él pensaba.
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Starman: El hombre de las estrellas (Starman), 1984

Starman: El hombre de las estrellas
En Starman, Carpenter nos pone a los humanos como auténticos dementes, en especial al estamento militar, si se llegara a producir un encuentro con un ser llegado desde el espacio exterior.
El protagonista, magníficamente interpretado por el versátil actor Jeff Bridges, responde a la invitación enviada por la NASA dentro de la nave de exploración Vogayer II. Con lo que no contaba es que, desde su llegada, los militares no dudarán en hacer uso de la fuerza para tratar de destruirle. Starman logrará sobrevivir  a los primeros ataques, pero deberá convencer a una humana, Jenny Hayden (Karen Allen), para que le ayude a volver a casa.
Con ella entablará una relación cuyo desenlace conoceremos en los momentos finales de la narración.

Entre medias hay momentos realmente memorables, tales como cuando el agente Mark Shermin (Charles Martin Smith) de la NSA, exclama “¡Bienvenido al planeta Tierra!” al ver una mesa de operaciones en la que hay unas cuerdas preparadas para hacer una autopsia de urgencia al “paciente”. Se puede decir más alto, pero no más claro, y siembra la duda de la conveniencia de un contacto entre una raza de seres avanzados y nosotros, los ¿civilizados? seres humanos.

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Enemigo mío (Enemy Mine), 1985

Enemigo mío (Enemy Mine)
En cuanto a la película dirigida por Wolfgang Petersen, empezaré diciendo que no desvelaré nada nuevo si digo que las guerras las declaran los políticos y las libran, luego, los soldados. Esta verdad irrefutable de nuestra sociedad civilizada es el punto de partida para Enemigo mío, una película que ofrece un punto de vista sustancialmente distinto en las relaciones entre humanos y alienígenas.

Tras años de expansión incontrolada por el espacio, los seres humanos se han encontrado con un duro competidor. Se trata de los Drac, una raza de reptiles con características antropomórficas y con un nivel de tecnología que está colocando en un brete a las tropas terrestres.
En una de las muchas escaramuzas libradas por ambos bandos, dos pilotos acaban dando con sus huesos en un inhóspito y alejado planeta. Tal y como era de esperar, el humano, un piloto de combate llamado Willis Davidge (Dennis Quaid) hará todo lo que esté en su mano para acabar con la vida de su oponente Drac (Louis Gossett Jr).

Con lo que no contaba Davidge es con la inteligencia y capacidad de su antagonista.
Una vez que el enfrentamiento queda en tablas, sólo les queda entenderse. Están condenados a ello desde que caen en el planeta -aunque ellos no lo sepan- si quieren sobrevivir. Una vez juntos, y superados todos los obstáculos, la mayoría impuestos por sus respectivas razas, ambos se darán cuenta de que no son tan distintos y que su motivaciones existenciales nada tienen que ver con la guerra que están obligados a librar.

Como remate final, el Drac le confiesa al humano que está embarazado –son una raza hermafrodita- lo que obligará a Davidge a asumir el papel de padre de un bebé Drac y a ver la realidad de su propia raza, a través de los ojos del recién llegado.

Enemigo mío, cuyos exteriores naturales fueron rodados en la isla de Lanzarote, es una de esas películas que mejor refleja la irracionalidad del ser humano y su afán destructivo. Los diálogos entre los dos antagonistas están bien resueltos y mejor interpretados por los dos actores principales – Dennis Quaid y un irreconocible Louis Gossett Jr- los cuales dan lo mejor de sí para hacer creíble todo el proceso que lleva desde el odio más irracional a la amistad que pondrá en peligro sus propias vidas.

Además, los efectos especiales corrieron a cargo de la ILM., elevando con ello el nivel de la cinta. Si se suman todos estos elementos, no se explica lo desapercibida que pasó en su estreno cinematográfico, más si se tiene en cuenta que parte de la producción se desarrolló en nuestro país. Sea como fuere, la película ha logrado un cierto nivel de reconocimiento, aunque no tanto como debería.
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Starfighter: La aventura comienza (The last Starfighter), 1984

Starfighter: La aventura comienza
The Last Starfighter fue una de esas películas que combinaba al alienígena que llega hasta nuestro planeta con los sueño de muchos de niños y jóvenes que pasaban horas jugando con las máquinas de marcianitos que, en esos momentos, hacía furor en los locales de juegos recreativos.
Alex Rogan (Lance Guest) era un chico común y corriente, viviendo una vida anodina y cuya única satisfacción era pasar horas tratando de batir a una máquina llamada The Last Starfighter y defender la frontera contra Xur y la armada Ko-Dan, tal y como narraba una voz al empezar cada partida.
Lo que Alex no podía imaginar es que la misma noche que logra ganarle a la máquina y ve cómo su futuro se ha ido pique, un misterioso personaje llamado Centarui (Robert Preston) “el  alienígena” llegado desde un remoto planeta, cambiará su rutinaria existencia.
En un abrir y cerrar de ojos, Alex descubrirá que la máquina era un test para buscar verdaderos pilotos estelares y que él ha sido uno de los pocos en lograr ganarle a la máquina, de entre todos los mundos que pueblan el universo.

Al principio, Alex no sabe qué hacer. Incluso renuncia a tal privilegio, pero, ante el inminente ataque de la frota Ko-Dan y el malvado lord Kril, a Alex no le quedará más remedio que aceptar su destino, pilotando una nave Starfighter de verdad.

The Last Starfighter, además de ser un gran videojuego, tiene el honor de ser la primera película que utilizo el diseño generado por ordenador para crear los escenarios, las naves y los combates en donde se desarrolla la acción. Visto ahora pueden parecer simples y anticuados, pero en su momento demostraron las enormes posibilidades que atesoraba la nueva técnica.

Para las nuevas generaciones, hablar de la marca Atari suena a historia antigua, pero en su momento era una puerta a un mundo totalmente nuevo y en eso The Last Starfighter fue toda una pionera.
La frase que acompañaba al cartel de la película Él no encontró sus sueños. Sus sueños le encontraron a él, bien pudiera ser un dicho para todos los amantes del género fantástico, en especial para aquellos que no hemos perdido la capacidad de soñar y descubrir cosas nuevas en la pantalla de un cine.
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El caballero del dragón (Star Knight), 1985

El caballero del Dragón
Con El Caballero del Dragón se cumple la máxima que dice “nadie es profeta en su tierra”. Lo que no dicen es que, en algunos casos, hay que sumar el hecho de que buena parte del público y la crítica suelen estar aquejados de dolencias crónicas e irreversibles, como la ceguera. De otra forma no se explica como una idea tan original y bien resuelta –a pesar de las limitaciones propias de la época, en temas como los efectos especiales- como lo es El caballero del Dragón acabó fracasando en las taquillas nacionales.Para empezar, la premisa de salida traslada la llegada de seres de otros planetas, tan de moda en los 80, hasta el Medievo. Con ello, el choque entre la ignorancia y la superchería de la época enfrentadas con el ser llegado del espacio es aún mayor que pudiera ser en la actualidad.

La historia huye, además, de muchos de los tópicos de la época, sobre todo en la forma en la que plantea a la protagonista femenina, Alba, y en cómo trata el señor feudal del lugar –interpretado por José Vivo– a su fiel alquimista Boecius, muy bien defendido por Klaus Kinski.

Claro está que no podía faltar la omnipresente voz de la Iglesia, representada por Fray Lupo -un exagerado Fernando Rey, tan en forma como solía ser habitual en él- ni el estamento militar, representado por Klever, interpretado por un todavía desconocido Harvey Keitel. Ambos terminan siendo los bufones de la trama, a pesar de sus intentos por tomar el control de la situación. Por último, y no por ello menos importante, está la actuación de Miguel Bosé en el papel de IX, el extraterrestre que sólo puede comunicarse con sus gestos y de manera telepática con los humanos. Su mirada inocente y sus gestos de desesperación ante los ruegos de Alba logran que su personaje no desentone entre el resto de los actores.

La puesta en escena, rodada en escenarios naturales y unos decorados muy bien construidos, en especial los de la orgánica nave espacial de IX –a la cual todos confunden con un dragón- demuestran el buen hacer de los técnicos españoles. Además, logran que, junto con los ya mencionados efectos especiales, la película se disfrute tan bien como otros ejemplos llegados desde el exterior, muchos de los cuales, eran de menor calidad.

No es de extrañar, por lo tanto, que la película se vendiera mejor en el extranjero o que luego fuera más fácil encontrar copias anglosajonas de la película en DVD que para el mercado nacional. Aunque, debo admitir que este tipo de situaciones ya no me sorprende lo más mínimo.