En un momento determinado de Revenge (Francia, 2017) Jennifer (Mathilda Lutz) pasea su escultural cuerpo por el salón de una lujosa casa terrera provista de enormes cristaleras al agreste desierto. Coge una jugosa manzana y la muerde. Se le cae al suelo. La joven se asusta por algo que ve en el exterior. La mirada lasciva de dos varones desde fuera, Stan (Vincent Colombe) y Dimitri (Guillame Bouchède), socios de Richard (Kevin Janssens), de quien Jen es amante. La cámara acude repetidamente la pieza de fruta. Stan la revisa lascivamente por el lugar mordido por la joven y la gira en el suelo sobre su eje. El oxígeno la va ennegreciendo progresivamente y una hormiga come por la parte mordida. Las hormigas reaparecerán, bañadas en la sangre que gotea el cuerpo de la joven. El ambiente en la casa se va enrareciendo, como la manzana. Jennifer es violada por Stan, aprovechando la salida de Richard. Dimitri sale de la habitación donde el falaz acto tiene lugar y cierra la puerta. Cuando llega Richard, tras el inicial enfado, ampara la situación. Le transfiere 10.000 dólares a la joven y se le propone un trabajo en Canadá, a cambio de que se marche calladita. La joven no está dispuesta y huye. La situación termina con la joven empujada al fondo de una montaña y empalada en un árbol reseco de ramas afiladas. Lo que sigue es el renacer del “ave fénix” y la conversión de Jen de una joven sexy y vulnerable, en un macabro ángel vengador, una letal cazadora, que sobrevive a bárbaras adversidades, entre gritos de dolor, peyote y carne desgarrada y quemada, para desgracia de los tres socios, amigos y compañeros de cacería y felonías, que no darán crédito a la que se les viene encima.

La realizadora francesa Coraline Fargeat debuta en la dirección del largometraje con este filme rodado en tiempo récord y con un presupuesto de absoluta supervivencia. La filmación fue una aventura tan intensa como el propio filme. Fargeat declaró en Sitges en 2017 que sus influencias cinematográficas son David Cronenberg, David Lynch o Paul Verhoeven y que su película de terror preferida es La Cosa, El enigma de otro mundo (The Thing, EEUU, 1982), de John Carpenter. Cineastas expertos en la transformación de la carne, rasgada, sesgada, amputada, fusionada con la tecnología, en dolorosos procesos de gritos y sonidos de huesos al crujir y desgarros. El personaje central sufre, en definitiva, una mutación, digna de las vistas en los filmes referentes de Fargeat.

Revenge, de Coralie Fargeat
Revenge, de Coralie Fargeat

La transformación de Jennifer

El cine, la literatura y la mitología griega están plagadas de historias que contemplan la paradoja del cazador cazado o de la presa convertida en cazador. En la mitología griega, Artemisa era la diosa de la caza. Fue sorprendida bañándose desnuda por Acteón, joven y esbelto mortal adiestrado en el arte de la caza por el centauro Quirón. Debido a su entrenamiento, Acteón era un cazador muy preciso. Dominaba el arte de perseguir, asediar y exterminar a una presa. Aquel día cometió un error. No debió observar, además lo hizo prolongada y lascivamente a la divinidad desnuda, confiada en sus dominios. Como castigo por la osadía, la divinidad convirtió al mortal en un ciervo, devorado por la jauría de sus propios perros de caza. La historia de Acteón y Artemisa funciona como un metafórico detonante a la cacería propuesta por Fargeat.

Por otra parte, toda aquella franqueza visual que define La Sustancia (The Substance, Reino Unido, 2024), una atinada reflexión sobre el consumismo desbocado y los nocivos efectos de la fama y los cánones sobre la belleza y la explotación de la misma, aparece ya esbozada en el filme de 2017.

Revenge forma parte de la programación del Isla Calavera, Festival de Cine Fantástico de Canarias Ciudad de La Laguna. El pase de este rugiente debut tendrá lugar el próximo viernes 15 de noviembre a las 23:00 horas en la sala 17 de Multicines Tenerife.