El realizador vasco Juanma Bajo Ulloa emergió como todo un “niño prodigio” del cine en la década de los 90 del pasado siglo XX. Con 14 años rodaba su primer cortometraje. Con 22 años obtenía el primer premio concedido por la Academia de Cine Española a un cortometraje: El Reino de Víctor (España, 1989). En él ya despuntaba la pasión del cineasta por la orientación adulta de los cuentos clásicos. Su debut en el largometraje vino con un filme absolutamente conmovedor, escrito y dirigido con tan sólo 23 años: Alas de Mariposa (España, 1991), que no pasó indiferente entre los espectadores de aquel momento.

Su siguiente largometraje, La Madre Muerta (España, 1993), un filme gótico, oscuro y nada complaciente, rodado con exquisita mano maestra, dejó perfectamente claro que el cineasta venía para quedarse. Juanma nunca ha sido, empleando sus propias palabras, un “cineasta dócil”. Para el director de Airbag (España, 1997), lo fácil resulta “no ser dócil”, como le comentó a Ramón González, codirector del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera, que lo entrevistó en un jugoso encuentro con el director el 13 de diciembre de 2020. Su carácter reivindicativo y rebelde le han acarreado no pocos desencuentros con una industria demasiado mainstream.

Hasta Baby, Bajo Ulloa, después de 1997, tan sólo ha sacado adelante dos filmes más: Frágil (España, 2004), un filme sobre la búsqueda del primer amor y de la perseverancia en la persecución de los sueños personales, y Rey Gitano (España, 2015), donde asistimos a la extraña misión de dos detectives en paro, con referencias a “las dos Españas” la crisis económica de 2009 y la corrupción política reinante como telón de fondo, todo ello siempre bajo el prisma de las personales maneras del realizador.

Bajo Ulloa realiza para sobrevivir encargos profesionales concretos (ha dirigido videoclips para gente como Joaquín Sabina o Barricada, y también teatro y zarzuela), trabajos para la “corriente mayoritaria”. Ahora bien, cuando se coloca detrás de las cámaras para filmar largometrajes, o lo hace para contar sus propias historias, es decir, aquello que quiere y de la manera que lo quiere contar, o, sencillamente, no lo hace. O es capaz de esperar pacientemente el tiempo que requiera realizar un filme a su manera. El precio pagado es alto: tan sólo seis películas en 29 años, rehipotecar su casa en varias ocasiones, veto en la industria, etc.

Baby, sexto largometraje de Juanma Bajo Ulloa

Pocos realizadores existen tan consecuentes y tal comprometidos con su arte y con su específica manera de ver el cine. Juanma sólo tiene una expectativa para el estreno de Baby en salas comerciales de toda España el 18 de diciembre de 2020. No pretende que tenga una taquilla masiva, porque sabe que eso no ocurrirá. Juanma Bajo Ulloa desea “que llegue al público adecuado” es decir que puedan verla aquellas personas que realmente van a conmoverse, emocionarse y adentrarse en el maravilloso juego que el filme propone.

Baby ha sido vista en la 42º Edición del Festival Internacional de Cine de El Cairo (FICC), En el Festival de Cine de Estonia, en la 54 Edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges, y en la cuarta edición del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera, donde tuvimos el privilegio de visualizarla en las dos salas asignadas al festival en Multicines Tenerife, con sendas presentaciones del mismo realizador en cada una de las salas. El guionista y realizador dedicó unas emotivas palabras sobre la importancia de ver las películas en la gran pantalla, entre otros aspectos.

Las imágenes de este magnífico filme se nos muestran descontaminadas, al no estar ubicadas en un lugar geográfico concreto, ni contener vocablos que puedan ser atribuidos a una idiosincrasia social específica. Baby es una obra de arte a contracorriente de la industria, de la corrección política en el cine y del conformismo reinante en nuestra sociedad. Juanma Bajo Ulloa tiene un objetivo meridianamente claro: crear sensaciones imborrables en la memoria del espectador mediante el lenguaje del cine en estado puro, despojado de aquellos elementos que distorsionan ese candor. Cada encuadre, cada color, cada elemento que aparece en pantalla está meticulosamente seleccionado y filmado al servicio de este cuento para adultos que constituye el núcleo narrativo del filme. Cada mirada, cada gesto de las eficaces actrices, cada acto y sus terribles consecuencias, dialoga directamente con el público en una sinergia fascinante donde sobran las palabras. Es la manera en que se forjan los filmes eternos, aquellos filmes destinados a brillar incluso entre generaciones venideras.

Imágenes icónicas para la historia del cine

En un mundo donde la imagen lo dice prácticamente todo de nosotros, donde compartimos millones de imágenes al día, los cineastas tienen el deber (y la responsabilidad) de esforzarse y obtener las mejores y más gráficas estampas para ilustrar aquello que narran. Juanma Bajo Ulloa no se conforma y su perseverancia tiene premio. Ha creado imágenes absolutamente icónicas para la historia del cine, y si no al tiempo. Secuencias como el parto inicial de la protagonista, absolutamente sobrecogedora, que el realizador resuelve ejemplarmente con una apertura del plano, para que, avanzada la secuencia, veamos donde está la joven dando a luz, o aquella en la que la protagonista decide amamantar al niño en la siniestra mansión donde residen las tres mujeres que trafican con bebes (que incluye una muy sutil entrada de la música, un trabajo excelente de Bingen Mendizábal y Koldo Uriarte), o el escalofriante instante en el que la joven toxicómana protagonista no es ni siquiera capaz de dar el biberón a su bebé en su desastroso apartamento, lleno de botellas vacías y envoltorios de tóxicos, certifican la pasión de un cineasta, que domina el lenguaje, los espacios, los mecanismos del suspense, y la dirección de actores. La iconografía de los objetos, el attrezzo, por otra parte, constituye un auténtico tratado de diseño de producción, en el sentido de que otorgan, no sólo autenticidad, sino personalidad al filme. En este sentido, el chupete del bebé, tan personal en su diseño, la especie de (siniestro) “nido”, confeccionado con siniestras espinas, donde vive en bebé, o la mansión campestre donde transcurre gran parte de la acción, entre la cocina, algunos escondrijos, armarios y angostos pasillos, muy bien iluminados, son tan solo botones de muestra de la infinita creatividad del realizador, que tiene la honorabilidad de compartir los méritos con su personal equipo de producción.

Un formidable reparto

Del resultado final, de 106 minutos absolutamente estimulantes para el intelecto y para los sentidos, tienen mucho que decir el formidable reparto del filme, esas cinco mujeres que componen las cinco aristas de este complejo relato visual. Además de la protagonista Rosie Day, vista en Blackwood (Down a Black Hall, España-EEUU, 2018) de Rodrigo Cortés, cuyo personaje realiza un portentoso descenso a los infiernos inicial y su espinoso y particular via crucis redentor; componen el elenco Harriet Samson Harris, veterana actriz estadounidense vista en La Familia Adams: La Tradición continúa (Adams Family Values, EEUU, 1993), de Barry Sonnenfeld, Memento (EEUU, 2000), de Christopher Nolan, o la serie Mujeres Desesperadas (Desperate Housewives, 2004-2012), entre otros trabajos; Natalia Tena, actriz nacida en Inglaterra de padres españoles, vista en algunos filmes de la saga fílmica Harry Potter; la joven actriz Mafalda Carbonell, a quien podemos ver también en la serie de televisión 30 monedas (HBO, 2020), de Alex de la Iglesia; o la veterana Charo López, como la madre de la protagonista, que ya había sido filmada por el director en la mencionada Rey Gitano. Cada plano de estas cinco mujeres es una obra de arte en sí mismo.

El público del Festival Isla Calavera, edición 2020, quedó absolutamente prendado del aroma fílmico de las imágenes que recorren esta obra de arte. En los interludios entre sesión y sesión, dentro de lo que las restricciones permitieron, fue muy comentada. La idea inicial era organizar un debate después de la primera proyección, pero las medidas Covid-19 y la compresión del formato de esta Misión 2 (la agenda prevista para el certamen en noviembre de 2020 se tuvo que aplazar) lo hicieron inviable. Los directores del festival optaron por, una vez exhibido el filme, organizar y anunciar un pequeño ajuste de la agenda festivalera el domingo por la mañana. Así, entre las 11 y las 12 horas del 13 de diciembre de 2020, último día del Festival, en la sala 17 tuvo lugar el esperado encuentro mencionado con el cineasta Juanma Bajo Ulloa.

El cineasta, muy cómodo, pero también muy contumaz y crítico con el estado actual del cine español, así como con el adoctrinamiento de la sociedad actual, interactuó con su entrevistador, pero también con un público muy receptivo y participativo.