Los relatos de la corte del Rey Arturo nos han acompañado durante cerca de mil años (más si nos retrotraemos a la tradición oral) y aún siguen generando curiosidad y fascinación. Incontables leyendas, de orígenes de lo más diverso, fueron confluyendo hacia la Tabla Redonda y creando un corpus mítico conocido como la Materia Artúrica o Materia de Bretaña.

Materia artúrica

Durante la Era Oscura y el desarrollo de la Edad Media, las leyendas del Rey Arturo y sus Nobles Caballeros fueron evolucionando desde un sustrato pagano hasta la cristianización de sus elementos, sin perder por ello sus valores mágicos. El caldero que devolvía la vida en las leyendas celtas pasó a convertirse en el Santo Grial que recogió la sangre de Cristo y lo que en los mitos originales eran descendientes de dioses o seres mitológicos fueron adoptando características más humanas, aunque sublimadas por el honor y la destreza de la orden de caballería.

Uno de estos caballeros, el favorito del rey hasta la llegada de Lanzarote del Lago, era su sobrino Gawain (Galván en las traducciones al español), cuyo origen se ha vinculado con el héroe del folclore irlandés Cú Chulain y que sería el protagonista de muchas aventuras, entre las que destaca con valor especial Sir Galván y El Caballero Verde. Este poema datado aproximadamente en 1374 es uno de los textos artúricos más relevantes junto con “La Muerte de Arturo” de Sir Thomas Malory dentro de la tradición británica (pese a la nacionalidad de sus héroes, lo cierto es que las obras que definieron verdaderamente la Materia Artúrica entre los siglos XII y XIV son predominantemente de origen francés).

ORIGEN LITERARIO

De autor anónimo, lo cierto es que tradicionalmente se le ha denominado a su escritor como el Poeta de Gawain o el Poeta de la Perla, ya que el manuscrito en el que fue descubierto incluye también el poema La Perla, una obra alegórica considerada una de las más importantes de la literatura medieval británica.

Sir Galván y el Caballero Verde es un ejemplo de la convivencia en los relatos de su herencia pagana con la influencia cristiana, donde la magia juega un papel decisivo en la trama y en la que se hacen múltiples referencias a elementos mitológicos sin que ello suponga un conflicto con la tradición cristiana, como por ejemplo el hecho de que toda la aventura tenga lugar durante la Navidad y el Año Nuevo.

Dividido en tres partes, el poema arranca con la visita del Caballero Verde a la corte de Camelot, desarrolla todo el periplo de Galván para llegar a la morada de este ser un año más tarde y tiene su narración principal con la llegada del héroe al Castillo de Bertilak o Castillo Verde y la manera en que su honor es desafiado por las diferentes pruebas de caballerosidad y honor que debe pasar antes de su encuentro definitivo con su antagonista en la Capilla Verde. La influencia francesa elevaría a Lanzarote del Lago, Perceval o Galahad como caballeros más importantes en el devenir de la corte de Camelot y, con el paso del tiempo, la figura de Galván fue cayendo en el olvido, salvada gracias a la relevancia histórica y literaria que mantiene este poema. Revisiones posteriores, como las realizadas por Alfred Tennyson o T.H. White lo siguieron relevando a un papel casi testimonial.

ANTECEDENTES CINEMATOGRÁFICOS

En lo que se refiere a adaptaciones cinematográficas, la figura de Galván, hasta ahora, no ha salido tampoco muy bien parada. En muchas películas su presencia es casi inexistente o incluso negativa (en Excalibur, interpretado por Liam Neeson, es quien acusa a la Reina de mantener una relación adúltera con Lanzarote). La aventura del Caballero Verde había sido llevada al cine en dos ocasiones previas, ambas de la mano del director Stephen Weeks, en 1973 con Murray Head en el papel del sobrino de Arturo y Nigel Green como el Caballero Verde, y en 1984, con Miles O’Keeffe como Galván y Sean Connery como el antagonista.

Ninguna de las dos versiones es merecedora de más comentario y sólo la presencia de Connery en la segunda le ha aportado una cierta relevancia, siendo, eso sí, probablemente, el título más infecto de la filmografía del actor escocés. Con este breve repaso, podemos llegar a la conclusión de que, históricamente, hay una deuda pendiente, tanto por parte de la literatura como del cine, con este personaje para devolverle la dimensión de la que llegó a gozar en sus orígenes.

El Caballero Verde, de David Lowery.
El Caballero Verde, de David Lowery.

EL OTRO GAWAIN

David Lowery ha sido, hasta ahora, un cineasta irregular, pero estimable y con grandes promesas. Películas como En un Lugar sin Ley o The Old Man & the Gun son proyectos nada desdeñables y su incursión más comercial con Pedro y el Dragón, con sus defectos, resulta una remake bastante digno de la original Pedro y el Dragón Elliot.

Hasta ahora su principal carta de presentación había sido A Ghost Story, probablemente su película más personal y en la que se desprendía de un lenguaje más tradicional y se atrevía a experimentar con el formato, con la simbología de la imagen, o con las capas de lectura de la historia. Su adaptación de Sir Galván y el Caballero Verde sigue esta misma línea.

Como adaptación, El Caballero Verde resulta bastante particular. Si bien todos los elementos originales del poema están presentes de una manera u otra en la película (junto con elementos añadidos para la ocasión), lo cierto es que Lowery los lleva por un camino distinto, en especial en lo que se refiere al retrato que hace de Gawain (en el doblaje español de la película se mantiene el nombre original del personaje). Si en el poema, Sir Galván era, efectivamente, uno de los principales caballeros de la corte, representante de todos los valores de la orden de caballería, modelo a seguir por sus compañeros de armas en la Tabla Redonda, en la película, ni siquiera es caballero. Aquí mantiene su posición en la corte (una corte a la que nunca se menciona como Camelot) como sobrino del Rey (al que tampoco se identifica como Arturo).

Gawain disfruta de todos los placeres de la corte, pero muestra nulo respeto por su responsabilidad como noble, presentándose como un personaje egoísta, licencioso e, incluso, repudiado socialmente por su linaje con su madre bruja (Morgause en la tradición literaria, anónima en la película).

En este sentido, llama la atención que para el personaje protagonista y su madre se haya escogido a dos intérpretes británicos (Dev Patel y Sarita Choudhury), pero de ascendencia india, algo históricamente anacrónico dentro de la historia, pero que marca ese rechazo social. Este desplazamiento social entre el Galván literario y el Gawain cinematográfico establece que ambos hacen un mismo recorrido, pero desde casillas de salida diferentes.

Poema y película hablan las dos del valor del honor y el sacrificio que ello conlleva y ambos personajes deben demostrar su valía, pero mientras que Galván veía puesta a prueba su reputación y acababa cayendo ligeramente en la tentación, este Gawain deberá demostrar que, bajo su carencia de valores caballerescos, hay en él un elemento de nobleza más determinante que el hacha del Caballero Verde. Hay en esto otro agravante argumental y es que la película nos presenta a un monarca avejentado que ha perdido a su heredero, por lo que la línea sucesoria pasa a su inmaduro e irresponsable sobrino, de ahí también la imperiosa necesidad de que el personaje demuestre su valía.

Al igual que el poema, Lowery sitúa la acción en una sociedad que oscila entre un cristianismo penetrante y los restos míticos de un pasado que se extingue. El Caballero Verde, por ejemplo, es representado aquí directamente como un ser elemental de la naturaleza, algo que sin duda permanecía aún en la descripción del poema, aunque ya reconvertido más a la apariencia de un caballero medieval. Esto genera otra diferencia con respecto al poema. Mientras que en la obra literaria se desvelaba que el Caballero Verde era Bertilak, bajo un encantamiento de Morgana Le Fay, aquí el señor del castillo y el caballero verde son entidades diferentes, subrayando el valor de este último como juez moral del protagonista. Al mismo tiempo, Lowery desarrolla partes del relato que el poeta original simplemente dejaba en elipsis, como los diferentes encuentros del caballero en su búsqueda de la capilla verde y que en la película le llevan a transitar por un mundo mágico, con criaturas que aluden a ese pasado en declive. Toda esta parte permite al director hacer un mayor despliegue visual del mundo en el que se desarrolla la historia y del contraste entre lo ordinario del protagonista y lo sublime del mundo que le rodea.

El Caballero Verde, de David Lowery.
El Caballero Verde, de David Lowery.

LOCUS ADVERSUS

Hay dos formas de aproximarnos a una obra como Sir Galván y el Caballero Verde. La podemos ver como una aventura de caballerías, con elementos de magia y enfrentamientos violentos, un entretenimiento para enaltecer aquella cultura feudal; o podemos entenderla como una obra reflexiva, con un mensaje crítico sobre las estructuras y comportamientos sociales. Lowery lleva su enfoque más hacia lo segundo. La película es una exploración visual del misticismo, pero también un discurso sobre la falta de valores de nuestra sociedad actual, el acomodamiento en la vida despreocupada, sin un compromiso con nuestras responsabilidades como ciudadanos.

Si bien el Galván del poema estaba siempre rodeado de componentes corteses, en los que se sentía integrado, siendo la amenaza un componente externo y extraño; Gawain está continuamente sitiado por elementos adversos, que le resultan amenazadores, pero no tanto por lo peligroso de estos ambientes, sino por la falta de implicación del personaje con lo que le rodea. Él es el componente anómalo, el que no encaja con el orden social que le rodea y su conflicto no es tanto externo, como intrínseco.

Lowery hace una apuesta muy fuerte en lo visual, dando una importancia al simbolismo igual de determinante que en el poema, colocando al protagonista siempre en medio de imágenes que resultan tétricas y ominosas, con una planificación en la que predomina el uso de la simetría, para que el protagonista se vea igualmente rodeado por esa naturaleza agresiva, aunque sublime.

El Caballero Verde, de David Lowery.
El Caballero Verde, de David Lowery.

Pese a lo chocante de su elección como protagonista, hay que reconocer que Patel ofrece una espléndida interpretación en la película, desplegando con naturalidad todas las fallas de su personaje, su conflicto interior y su asombro y temor ante los elementos fantásticos ante los que se enfrenta. El suyo es un protagonismo absoluto, recayendo en el resto de los personajes un valor episódico y muy secundario. Aún así, todos cumplen a la perfección su función en especial el doble papel de Alicia Vikander, como encarnación de la tentación sexual y el juicio moral del personaje, y Joel Edgerton (actor fuera ya Gawain en la versión de El Rey Arturo dirigida por Antoine Fuqua en 2004) como el señor del castillo.

En cualquier caso, otros intérpretes como Sean Harris, Kate Dickie, Barry Keoghan o Erin Kellyman, tienen apariciones muy breves, pero lo suficientemente sólidas como para mantenerse en la memoria del espectador.

La fotografía de Andrew Droz Palermo es fundamental a la hora de crear ese realismo mágico, con una estética sucia y feista, pero al mismo jugando con los valores cromáticos para definir la carga emocional de las escenas. Al mismo tiempo, la música juega un valor predominante.

La música de Daniel Hart combina componentes sacros y populares, con un juego de instrumentación folclórica para sitúa musicalmente la acción en un tiempo determinado, pero, además, la música, especialmente el uso del coro, resulta tremendamente invasivo y desasosegante. Esto carga a la narrativa con una sensación más opresiva y angustiosa, que puede resultar excesiva en determinados momentos, pero que, sin duda, hacen que el espectador acompañe al protagonista en todo su viaje iniciático y existencial.

SIEMPRE NOS QUEDARÁ CAMELOT

La diferencia entre Galván y Gawain habla mucho de cómo han cambiado los tiempos. El autor del poema era fundamental defender la integridad del orden social, por mucho que éste pudiera tener alguna pequeña falla. A día de hoy, presentar un héroe tan intachable como Galván resulta inverosímil e ineficaz para la audiencia.

Es por esto que el enfoque de Lowery resulta perfectamente coherente para con el público actual, aunque, como comentábamos antes, sigamos esperando la oportunidad de redimir y devolver al personaje su gloria pasada.

El Caballero Verde es una espléndida película, áspera, críptica, de ritmo parsimonioso y con una fuerte carga simbólica y filosófica. No es cine lúdico e intrascendente, sino una apuesta comprometida con el cine de mensaje y con resonancias culturales. En nuestra opinión, una de las propuestas más estimulantes de este 2021.

El Caballero Verde, de David Lowery.
El Caballero Verde, de David Lowery.