“Walter was one of my biggest heroes growing up. I had only read two scripts and they were so effing dry. But, when I read Hard Times, it was just description. It wasn’t just a blue print for how to do the movie. I was supposed to make the movie in my mind.
When the script was over and I put it down, I saw the movie.”

“Walter fue uno de mis mayores héroes durante mi crecimiento. Sólo había leído dos guiones y eran demasiado secos. Pero, cuando leí El Luchador, era pura descripción. No era solamente un esbozo acerca de cómo hacer la película.
Yo supuestamente estaba haciendo la película en mi mente.
Cuando el guion terminó y lo dejé, vi la película.”

Quentin Tarantino
21 de enero de 2020
15ª edición de los Final Draft Awards
Cita del discurso de recepción del Final Draft
Hall of Fame Award a Quentin Tarantino
Paramount Theatre, Hollywood, California,
Premio entregado por Walter Hill

SINOPSIS

Dead For a Dollar honors traditional westerns while simultaneously dealing with issues of race relations and the modern empowerment of women”.
Dead For a Dollar honra los westerns tradicionales y al mismo tiempo trata los temas de relaciones raciales y el moderno empoderamiento de la mujer”.

Walter Hill. Enero de 2022

Paisaje desértico. Dos figuras avanzan a caballo bajo un sol inexorable. Un hombre negro y una mujer blanca, cada uno en su caballo. La mujer se cubre bajo una sombrilla.
Albuquerque, Nuevo México. Junio de 1897. El cazador de recompensas Max Borlund (Christophe Waltz), accede a un hotel en plena noche. La cámara permanece en el exterior. Hay un tiroteo de unos segundos. Los destellos de los disparos iluminan a ráfagas la oscuridad de la noche y del lugar. Pleno día. Borlund acude a la Prisión Territorial de Nuevo México. Pregunta por el forajido Joe Cribbens (Willem Dafoe). Se le conduce a su celda. Aquél acude para dejarle claro al fuera de la ley que cuando sea puesto en libertad se mantenga alejado de él. El sentimiento parece ser mutuo. Las advertencias se cruzan. El presidiario tan sólo quiere “bajar” a México para jugar a las cartas, divertirse y ver unas cuantas “señoritas”. Disfrutar de su libertad, en definitiva, y alejarse de los problemas. Ambos hablan de Frank, el hombre que el cazador aniquiló la noche anterior. Joe no lo conocía, pero se muestra de su parte, quizá por aquello de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Joe utiliza la expresión “another fella dead for a dollar”, otra persona muerta por dinero. Otra muerte de un hombre en manos de un profesional de la muerte. La palabra “dollar” constituye en el contexto de la referida expresión, una genérica referencia al dinero.

Octubre de 1897. Una extraña reunión tiene lugar en pleno desierto de Nuevo México. A ella llega Borlund a lomos de su caballo. Un regimiento del ejército de EEUU, compuesto por soldados de color, está en sus labores, con los caballos. El capitán Orville Brand (Herman Johansen), sentado en una silla plegable, es el anfitrión. El encuentro es definido como “en medio de ninguna parte” y que “no ha tenido lugar”. El capitán les deja algo de privacidad a los intervinientes, no sin antes proceder a presentar a Nathan Price (Hamish Linklater), como “un buen amigo del ejército”. Es el esposo de Rachel Price (Rachel Brosnahan). El hombre de negocios quiere recuperar a su mujer que, según él, ha sido raptada por Elijah Jones (Brandon Scott), un soldado de color que ha desertado. Se le ha pedido 10.000 dólares al empresario, pero éste no está dispuesto a pagar el rescate. Él no recompensa a forajidos. Sin embargo, sí está dispuesto a pagarle al cazarrecompensas 2.000 dólares, 500 por adelantado, para que le traiga a su esposa. El cazador acepta. Se le entrega un salvoconducto para que quede claro en Méjico que va en misión oficial, a los efectos de mitigar posibles problemas burocráticos. Se le asigna a Alonzo Poe (Warren Burke), otro joven soldado de color del regimiento, que detenta cierta simpatía por Elijah, a quien no cree capaz de secuestrar a nadie. A Max se le entrega igualmente un retrato de la joven. El esposo le recuerda que está en juego la reputación de la mujer, pero también la suya propia, pues desea emprender carrera política.

Max observa el retrato de la joven con detalle y pronuncia una frase literaria “¿Esta es la mujer que lanzó 1.000 barcos a la mar?” en referencia a Helena de Troya, y al verso de “Shakespeare o de Marlowe”, según dice a Poe. Verso bastante apropiado, no sólo en una filmografía como la de Hill, proclive a referencias directas del mundo griego antiguo. Ahí está Jenofonte y su Anábasis, espina dorsal narrativa de The Warriors, los amos de la noche (The Warriors, EEUU, 1979) o el poema épico Cowboy Illiad, inspirado en su estructura por el poema de Virgilio. Es que además el personaje de Rachel no oculta sus similitudes con la joven troyana, aparentemente raptada por Paris (aquí Elijah), que quiso escapar de su marido Menelao (Nathan en el film de Hill), y cuyo rescate fue el pretexto perfecto para desencadenar la guerra de Troya. En el film de Hill tan solo el ajuste de cuentas.

Poe está en posesión de un mapa rudimentario, pero revelador, que le proporcionó el propio Jones y, por tanto, sabe con precisión dónde se esconderá éste con la Sra. Price.
La acción se traslada a Roca Roja, Estado de Chihuahua, México. La joven Rachel y el joven desertor huyen juntos. Se han asociado con un orondo facineroso llamado Jack Hannon (Jackamoe Buzzell). Aparece en escena Esteban Romero (Luis Chávez), abogado que estudió derecho en Monterrey hace 10 años, gracias al cacique Tiberio Vargas (Benjamin Bratt), su cliente. Hannon le debe miles de dólares a Vargas en deudas de juego. Ha ofrecido 5000 de los 10.000 dólares del rescate exigido al Sr. Price, a cuenta de esa deuda, para retirarla. De esa manera, Rachel y Elijah se quedarían con 5.000 dólares, pero con la garantía de poder viajar con total seguridad a Veracruz y luego a Cuba y escapar del área de influencia de Nathan Price, y de la justicia del país. Un ajuste tiene lugar, tras cierto intento de “justificación” por parte de Jack Hannon de esa traición para con Rachel y Elijah, argumentos que pasan por insultar a la mujer. La joven, lejos de amilanarse, se aproxima al hombre, le garantiza que no es una puta, no sin antes abofetearlo con fuerza. Cuando el facineroso instintivamente hace un gesto reactivo, el joven afroamericano le deja claro que el gesto no se va a concretar en absoluto… a punta de revólver.

Tiberio Vargas y sus secuaces, entre ellos el letrado Esteban Romero, tienen un encuentro casual en el desierto con Max y con Alonzo. Entre los hombres de Vargas, también hay un inglés, a quien llaman English Bill (Guy Burnet). Tras unas solemnes palabras, donde Vargas pretende cobrarles el agua utilizada por ellos y sus caballos, Borlund deja claro que eso no va a ocurrir. Les dice que tan solo están de paso, en misión del Gobierno de EEUU.

Se le replica que en México “no mandan los gringos”, “manda Tiberio Vargas”. Todos muestran sus armas. Poe cubre desde los caballos con su Winchester. Al mismo tiempo espanta con su revólver en la mano izquierda, sin soltar su rifle con la derecha, a Jack Tyree (Scott Peat), uno de los matones de Vargas. Mientras apunta con su pistola afirma “soy el tipo que tiene un arma”. Borlund preguntará al terrateniente azteca: ¿Cómo va a ser? ¿Cómo quiere usted jugar? Vargas y los suyos se retiran, no sin antes advertirles de que, si buscan oro, hay que compartirlo con Vargas. No es el caso.

Pueblo de Guadalupe, México. Joe Cribbens llega con su clara intención de jugar a las cartas y de alojarse en un Hotel. Juega al póker demasiado bien. Entre los jugadores de la mesa está English Bill, que no lleva nada bien eso de perder una mano tras otra. Advierte que él no está dispuesto a ser el blanco de ningún expolio económico con trampas en el juego. El exconvicto gana limpiamente. El inglés no tiene arma en ese momento y se retira, no sin antes expresar su ira. volverá con un revólver. Será abatido por el forastero, en lo que es un acto de defensa propia.

El cazarrecompensas y su acompañante llegan a la cabaña que comparten Rachel, Elijah y Hannon gracias al mencionado mapa detallado. Los objetivos son los dos primeros, pero quien se pone nervioso es este último, que cree que aquéllos van a matarlo. Toma a la joven como rehén. Max abate a Jack Hannon, pese a su proximidad con Rachel. La joven le pregunta si confía tanto en su puntería como para lo que acaba de hacer. El pistolero responde en modo afirmativo. La joven tanteando al cazarrecompensas le pregunta si vive bajo un código de honor. El hombre responde que por supuesto. El honor y las decisiones acerca de lo correcto, según los propios códigos de conducta, marcan la senda de la vida de hombres como él. Cuando la mujer ahonda en si el hombre ha estado casado, éste se blinda y decide poner fin a la conversación.

La mujer le deja claro a su hipotético rescatador que no desea volver con su esposo, que la ha maltratado y humillado desde el comienzo de su matrimonio. En la película Los Profesionales (The Professionals, EEUU, 1966), de Richard Brooks, Fardan (Lee Marvin) y Dolworth (Burt Lancaster) descubren en un momento crucial del filme que la joven María (Claudia Cardinale) nunca ha sido raptada por Raza (Jack Palance) y que, al contrario, está con él por su propia voluntad. Por lo que el esposo de María, el terrateniente Sr. Grant (Ralph Bellamy) les engañó cuando los contrató para el supuesto rescate. De existir secuestradores, serán ellos. Misma sensación es la de Max Borlund. La joven Rachel no quiere ser rescatada y se ha ido con Elijah por su propia voluntad. ¿Tiene usted la sensación de que está rescatándome, Sr. Borlund? esgrimirá la señora Price con completa seguridad en la mirada. La expresión y el lenguaje corporal hablan por sí solos.

Entra en escena el Capitán Miguel Aragón (Fidel Gómez), Sherif Magistrado de Trinidad María. Hay un pacto entre la ciudad y el cacique Tiberio Vargas. Éste reina sobre el resto del Territorio. La verdadera justicia, representada por Aragón, trata de velar sobre la ciudad y sus habitantes. Aragón es un hombre recto superado por ciertas cacicadas que no comparte. En un momento dado, ante la flaqueza de uno de sus hombres, hará lo correcto en un acto de absoluta integridad.

Un reencuentro tiene lugar: el de Alonzo Poe con Jack Tyree. Los dos hombres dialogan, se atacan y defienden, cada uno provisto de un látigo que ambos saben manejar con soltura. La lucha recuerda mucho el estilo de otras confrontaciones previas en el cine de su director. Michael Paré (Tom Cody) y Willem Dafoe (Raven), cada uno provisto con un mazo, en el segmento final de Calles de Fuego (Streets of Fire, EEUU, 1984); el enfrentamiento entre Bonomo (Sylvester Stallone) y Keagan (Jason Momoa), cada uno, a su vez, con un pico en la parte final de Una Bala en la Cabeza (Bullet to the Head, EEUU, 2012).
Borlund telegrafía al Sr. Price para que venga a Trinidad María. Mientras tanto tratará de velar por la integridad de Rachel. Nathan Price acude pasados unos días. La llegada del terrateniente estadounidense precipita la partida final a varias bandas. El tablero de ajedrez que compone el resto del filme será testigo del movimiento de los personajes que quedan en pie. Vargas, Nathan, Elijah, Poe, Cribbens, Rachel y Borlund. Las armas vomitarán fuego a raudales en tierra de Méjico, donde la redención, la toma de decisiones para hacer lo correcto, la defensa a ultranza de la integridad y el necesario ajuste de cuentas para reestablecer el orden natural de las cosas, tendrá lugar de manera implacable…no sin ciertos sacrificios por el camino.

Dead for a dollar, de Walter Hill.
Dead for a dollar, de Walter Hill.

¿TERRITORIO SERGIO LEONE O BUDD BOETTICHER?

“Budd Boetticher and I were friends, I much admire his movies, and I was finishing this movie, in postproduction, I thought, you know, I think Budd would’ve liked this movie and the reason I think he would’ve liked it, is a kind like he is (laughs) so, I thought… I would… I also get angry that I thing but he is not mentioned enough when people talk about the history of good westerns or great westerns and he when out there with tiny schedules and low budgets,
and he made some really terrific films, you know…
so as I said, I was privileged knowing him and he was very friendly with me… “.

“Budd Boetticher y yo fuimos amigos, Yo admiro mucho sus películas, y estaba terminado este film, en postproducción, y pensé, sabes, creo que a Budd le habría gustado esta película, y la razón por la que creo que le habría gustado es por la clase de tipo que él es (risas) así, pensé que… yo… también me enfado por el hecho de que no es lo suficientemente mencionado cuando la gente habla acerca de la historia de los buenos westerns o los grandes westerns y él trabajó con agendas diminutas, bajos presupuestos e hizo algunos films francamente magníficos, sabes… así que, como dije, fui un privilegiado al conocerle y fue muy buen amigo conmigo…”.

Walter Hill. 6 de abril de 2022
Rueda de Prensa de Dead For a Dollar
79 edición del Festival Internacional de Cine de Venecia

El film número 21 del californiano Walter Hill puede llevar a la autosugestión de que constituya un sucedáneo de la denominada “trilogía del dólar” del realizador italiano Sergio Leone. La presencia de la palabra “dollar” en el título, la puesta en circulación días previos a la premiére mundial, de un “tráiler” orientado a la Mostra de Venecia (logo incluido), y el particular empeño por resaltar algún que otro aspecto sonoro y visual que pudiera recordar al cine de Sergio Leone, acordes musicales creados a tal efecto (y que no aparecen en las imágenes del film), pueden inducir a tal consideración. A esa particular sugestión hacia las maneras italianas, ayudaría que la 79 edición del Festival de Cine de Venecia albergase una exposición en las calles del centro de la Isla de Lido Di Venezia dedicada en cuerpo y alma al compositor Ennio Morricone. La exhibición de fotos recorre toda la trayectoria del notable músico, pero existe una manifiesta preponderancia por las menciones a Sergio, con llamativas fotografías, imágenes de sus films, etc.

Por otra parte, entre la programación cinematográfica del festival, especialmente en la de la prensa acreditada, se estrenaba en primicia mundial el documental con el pretencioso título Sergio Leone- L’Italiano che inventò L’America (Italia, 2022) dirigido por Francesco Zippel.

Todos estos “árboles”, en la humilde opinión de quien esto escribe, pueden no permitir “ver el bosque”. Dead For a Dollar no nos conduce por “territorio Leone”, por más que el protagonista, Max Borlund, sea un cazarrecompensas, como ocurre, por ejemplo, en los dos personajes principales de La Muerte Tenía Un Precio (Per Qualche Dollaro in più, Italia, 1965), el hombre sin nombre (Clint Eastwood) y el coronel Mortimer (Lee Van Cleef), donde éste último buscaba venganza en la persona de “Indio”, el villano interpretado por Gian María Volonté. La referencia más directa en Hill en su primer western de ficción para la gran pantalla, aparece de manera expresa en los créditos finales del filme. En la dedicatoria a la memoria de Budd Boetticher.

Rueda de prensa Dead for a dollar, en el Festival de Cine de Venecia 2022.
Rueda de prensa Dead for a dollar, en el Festival de Cine de Venecia 2022.

Quizá toda esta especie de inducción mencionada, hizo que una periodista italiana le preguntase a Hill en la rueda de prensa del 6 de septiembre a las 14.30 horas, por la posible influencia de Sergio Leone a la hora de filmar Dead For a Dollar. El realizador respondió que hay cineastas que forman parte de nuestro imaginario colectivo, de tal manera que es imposible no tenerlos presentes a la hora de filmar. Y puso el ejemplo de que Sam Peckinpah está influido por Kurosawa. Que éste, a su vez, lo está por John Ford. Ford en su caso, reverbera cierta influencia de D.W. Griffith. Y finalmente, éste se nutre de la narración literaria del escritor Charles Dickens.

Hill miró para la periodista y le dejó claro que, en su opinión, Leone pertenece a este grupo de realizadores cuyo cine es patrimonio universal y forma parte indisoluble de nuestro imaginario colectivo. No hay más que comparar cualquiera de los duelos que componen los westerns de Sergio Leone, filmados de la manera más grandilocuente posible, y los de Dead For a Dollar, que son precisamente, todo lo contrario. Se resuelven en un parpadeo de ojos.

Budd Boetticher fue, junto a realizadores como Anthony Mann, Samuel Fuller, Don Siegel, Nicholas Ray o Robert Aldrich, quienes sacaron al género de cierta zona de confort, y, en plenos años 50, lo instalaron en la antesala de la violencia que vendría a finales de los 60 con la caída de los grandes estudios, del Código Hays de la Censura, y con la aparición del “Nuevo Hollywood. En concreto el director de El Desertor del Álamo (The Man From The Alamo, EEUU, 1953), utilizó al estoico actor Randolph Scott, con su rostro pétreo, casi esculpido a piedra, en 7 westerns, y lo convirtió en el epicentro de su manera de entender el género. Estos films son películas de venganza, de ajuste de cuentas, de cazadores de recompensas, de cierta camaradería, de personajes con principios frente a auténticos desalmados (pero también tremendamente carismáticos), a quienes no le importa acabar con mujeres y niños la mayoría de las veces ansiosos de dinero fácil.

Estas películas contienen diálogos secos, lacónicos e ingeniosos (mención especial para los cinco escritos por Burt Kennedy). Son, en definitiva, filmes de itinerarios, emboscadas, asaltos, diligencias desbocadas, de acción que adolece de gran fisicidad, provistos de una enorme carga de violencia y de erotismo sugerente (al ser filmes pequeños, los estudios apenas se fijaban en ellos y dejaron hacer). La explosión de cierta barbarie reverbera desde en el pasado de los personajes, o se manifiesta fuera del encuadre, casi siempre a la imaginación de la audiencia, pero sugerida con tal habilidad, que produce un severo impacto, con la mínima expresión. Westerns de 75 minutos, muy directos, sin florituras, que resuelven el conflicto que esboza el film en apenas unos planos.

Así, en Cabalgar en Solitario (Ride Lonesome, EEUU, 1959), su protagonista, Ben Brigade (Scott), era un cazador de recompensas que busca venganza por el despiadado ahorcamiento de su mujer años atrás por parte del Frank (Lee Van Cleef), hermano del joven Billy John (James Best). La ejecución se produjo en un árbol, desnudo de vegetación, robusto, reseco, sin vida, de sólidas y retorcidas ramas, capaz de cargar un cuerpo que se balancea al tiempo que la vida se desvanece. El perfecto lugar, en definitiva, para tender una cuerda. Ese árbol está en el camino hacia la ciudad de Santa Cruz. Brigade conduce al Billy John a esa ciudad para entregarlo a la justicia (está acusado de asesinato).

Por su captura va a cobrar la recompensa ofrecida. Sin embargo, el joven Billy John, no es el objetivo principal de Ben. El cazarrecompensas sabe a ciencia cierta que Frank lo perseguirá para liberar a su hermano. Todos saben dónde va a tener lugar el definitivo encuentro entre Brigade y Frank.

En Seven Men From Now (EEUU, 1956), Scott es Ben Stride, un cazarrecompensas que busca a siete hombres peligrosos que han robado 20.000 dólares de la oficina de Wells Fargo, una de las entidades bancarias más importantes de EEUU. En la ejecución del atraco, los forajidos han asesinado a la dependiente de la oficina. Stride también tiene una cuenta pendiente con ellos. Ha sido a su esposa a quien los siete peligrosos forajidos asesinaron en el robo.

La secuencia donde Masters (Lee Marvin) le cuenta a la señora Greer (Gail Russell) esta cuestión, es un ejemplo de la solidez de los guiones de este filme, y de su relación con el laconismo de Walter Hill.

– Masters (mientras juega con su revólver): Asaltaron la oficina de Silver Express. Robaron la caja de Wells Fargo. Hubo un tiroteo. Alguien tenía que salir herido. Es una pena que tuviera que ser ella.
– Anne Greer: ¿Ella?
– Masters: Si, la mataron. A la mujer del Sheriff.

El anunciado duelo entre Borlund y Cribbens, los dos personajes masculinos protagonistas del film de Hill, se materializa en unos segundos, sin rodeos, sin cámara lenta, sin dilaciones, interrupciones, cambio de angulación de cámara, o de color. Sin golpes de efecto, en definitiva. De la misma manera que el anunciado enfrentamiento final entre Stride y Masters en la mencionada Seven Men From Now. Ambos personajes tienen una relación similar a la de aquéllos. Los dos se encuentran en opuestos lados de la ley. Uno encerró al otro en prisión largo tiempo en el pasado. Ambos están destinados a batirse tarde o temprano.

Continuando con cierta comparativa entre Boetticher y Hill, pensemos en un film de uno y de otro. El personaje que interpreta Randolph Scott en Estación Comanche (Comanche Station, EEUU, 1960), se llama Jefferson Cody. Es un “Comanchero”, un hombre que trata con los indios. En ocasiones negocia el rescate de personas que han sido secuestradas por los Comanches. Al comienzo del film, Cody libera a Nancy Lowe (Nancy Gates), que ha sido secuestrada y separada de su esposo e hijo pequeño. El esposo ofrece una recompensa de 5.000 dólares por el rescate. Cody, que acabó desencantado del ejército, rescata a la mujer y regresa a entregarla a su esposo, pese a cierta llama afectiva entre ambos. ¿Posee Brigade algún interés en los 5.000 dólares ofrecidos? ¿o actúa por puro altruismo? La realidad es que su mujer también fue abducida por los indios y recorre el territorio una y otra vez tratando de rescatarla, cuando a estas alturas sabe que ya debe estar muerta.

El héroe de Calles de Fuego (Streets of Fire, EEUU, 1984) se llama Tom, pero se apellida Cody. Ha estado en el ejército donde le gustaba disparar, pero jamás obtuvo una medalla. Cody se adentra en territorio hostil, territorio de “Los Bombarderos”, para rescatar a la cantante Ellen Aim (Diane Lane), secuestrada por la banda de moteros liderada por Raven (Willem Dafoe). El novio de Ellen, Billy Fish (Rick Moranis) ofrece un buen fajo de billetes a Cody por el rescate de la cantante. También en el emblemático filme de Hill hay un viaje de regreso y una entrega de la mujer a su pareja, que ha ofrecido dinero por su rescate, pese al interés amoroso que ha revivido entre ellos.

Siguiendo el razonamiento de influencias que establecía Hill en la rueda de prensa, acerca de la interconexión existente entre numerosos cineastas, resulta a todas luces evidente que los 7 westerns del realizador Budd Boetticher y el actor Randolph Scott, y en concreto, el estilo de su realizador, la inexpresividad buscada del actor, la forma de filmar los enfrentamientos, los tiroteos, los diálogos secos y directos, gustaron y mucho a Sergio Leone. La influencia del realizador aventurero oriundo de Virginia (antiguo torero) puede sin duda rastrearse sin dificultades en los westerns del cineasta italiano. Pero ese es otro ensayo.

El canto de amor de Walter Hill hacia el director de Los Cautivos (The Tall T, EEUU, 1956), queda expuesto con la contundencia y el laconismo habituales, en la cita a sus palabras que precede el presente apartado. Palabras que constituyen respuesta a una de las preguntas formuladas por quien este ensayo escribe en la rueda de prensa celebrada en la tercera planta del Palazzio Di Casino.

Dead for a dollar, de Walter Hill.
Dead for a dollar, de Walter Hill.

DEAD FOR A DOLLAR EN LA CARRERA DE SU DIRECTOR Y EN EL CONTEXTO DEL CINE ACTUAL

«I’m not even against superheroes. It’s not my cup of tea. But there’s just this endless stream of them and they are so repetitious and suspend certain rules in a way that I don’t find dramatically helpful. The imperviousness can be too much.»
«No estoy en contra de los superhéroes. No son de mi agrado. Pero hay algo en esta tendencia sin fin y son tan redundantes y de alguna manera cancelan ciertas reglas, que no encuentro que sean útiles a nivel dramático. La impermeabilidad puede ser excesiva.»
Walter Hill
Noviembre de 2020

Dead For a Dollar se caracteriza desde los primeros instantes, por la predominancia de contención y sencillez, que no simpleza. Estas cualidades cobran un particular valor en un presente donde el cine tiene una enorme tendencia hacia el “parque temático”. Los productores se hacen un planteamiento que puede ser similar al siguiente: ya que cuesta tanto arrastrar al espectador a una sala de cine (los equipos de cine en casa y las plataformas están complicando la supervivencia de la gran pantalla), hay que darle a la audiencia un espectáculo prolongado en el tiempo, cargado de “giros” para sacarlo de su letargo, y dotar a los productos de un prefabricado espectáculo pirotécnico de culto al CGI.

Hay que insuflar (aunque sea artificialmente) al filme comercial de acción imparable y de golpes de efecto, repitiendo las claves una y otra vez, para que el espectador medio pueda, incluso, chatear por el móvil al tiempo que ve el filme sin perderse demasiado. En este sentido, algunos westerns realizados en el presente milenio entran a esta dinámica. No hay más que ver, por ejemplo, El tren de las 3:10 (3:10 to Yuma, EEUU, 2007) de James Mangold, remake de alrededor de 140 minutos, del filme del mismo título de Delmer Daves, de 1957, de apenas 90 minutos de duración.

Si acudimos a los escasos thrillers que se acomete en la actualidad en la filmografía estadounidense, nos topamos con ejemplos que nos llevan a la conclusión de que se conciben con el mismo espíritu mencionado. Sirva como ejemplo Ambulance (EEUU, 2022), el mediocre filme del esteticista Michael Bay, dura alrededor de… ¡dos horas y media! Un thriller de acción, que, de haberse filmado en los 80, no habría pasado de los 90 minutos que corresponden. Inconvenientes, en definitiva, de la concepción del cine en los tiempos de la agotadora hegemonía de los super héroes, donde la mediocridad más absoluta parece haberse instalado. El espectador, abandona la sala de proyección extenuado, tras más de dos horas y media de estruendo y pirotecnia tan artificial como impersonal que habrá olvidado en menos de dos semanas.

Con Dead For a Dollar, Walter Hill entrega un western con una trama sin apenas giros, que resuelve en poco más de unos ajustados 100 minutos, con un presupuesto muy pequeño y un plan de rodaje de tan sólo 25 días. Un film conciso, directo, que va al grano de modo súbito, repentino. En él los dilemas, la toma de decisiones, la aplicabilidad del código de honor bajo el que viven los personajes, y los enfrentamientos, ya sean a látigo, puños, o armas de fuego, se resuelven en un parpadeo de ojos, sin florituras. A la manera de Boetticher, Daves y otros cultivadores del Western de los años 50 del pasado siglo XX.

Es en esos parámetros añejos donde han de encontrarse los cimientos fundacionales de este vigoroso western de 2022, que no aspira, ni mucho menos, a convertirse en parte de la exhibición pirotécnica imperante. Al contrario, Hill devuelve al espectador a casa entreteniéndole el tiempo justo para contar su historia.

Al film se le está criticando y mucho acusándole de cierta corrección política. El protagonismo de un prototipo de mujer que mira hacia el presente, resulta a todas luces evidente. Rachel Price (excelente Rachel Brosnahan) es una mujer independiente, que no está dispuesta a mantenerse bajo el yugo de su esposo, el tirano Nathan Price, que la maltrata hasta la extenuación. La joven, liberada sexualmente, tiene una más que improbable relación afectiva interracial con el mencionado joven afroamericano Elijah Jones. Improbable en la época y lugares donde transcurre la acción, bajo los férreos códigos de conducta de aquellos años, y lo que una relación interracial supondría para una mujer en tan puritanas comunidades. Referencias a la modernidad obligan.

El personaje de Rachel está muy bien trazado, definida como una mujer de carácter, rebelde y con gran personalidad, lo cual se evidencia en secuencias como aquella en la que recibe a Borlund desnuda en una bañera de su habitación del hotel para tener una conversación de relevancia para la narración, o cuando la vemos en una secuencia donde es capaz de abofetear a un hombre fiero que le saca una cabeza, como se ha explicado. Podemos apreciar su firme determinación, en el enfrentamiento que tiene lugar en el hotel, donde la joven está provista de su minúsculo Derringer y de un colt. El personaje hace gala de una completa entereza, como también lo hicieron Altar Keane (Marlene Dietrich) en Encubridora (Rancho Notorious, EEUU, 1952), de Fritz Lang o Vienna (Joan Crawford) en Johnny Guitar (EEUU, 1955), de Nicholas Ray.

Hill se defiende diciendo que Dead For a Dollar no podía anclarse en la concepción del western en los años 50, donde la mujer, salvo excepciones tangibles, estaba relegada en un segundo plano y donde la actitud de los personajes masculinos respecto a los femeninos es siempre o casi siempre de condescendencia.

Sin embargo, todo hay que decirlo, las mujeres interpretadas por Gail Russell, Karen Steele o Maureen O’ Sullivan el cine de Budd Boetticher son claras excepciones de esa regla. En esa línea, Hill establece que tenía que dotar a su filme de cierta modernidad, que daría paso a las nuevas audiencias para ver el filme. Con independencia de que modas obligan y de la realidad que hay que vender las películas, abriendo el mercado al femenino y al afroamericano, no se puede ser más honesto en los planteamientos. En los créditos finales del filme donde se explica el destino del personaje de Rachel Price, se dice que la mujer no se volvería a casar jamás, y que se convertiría en una sufragista, es decir, por una mujer consagrada a la lucha por el derecho al voto para la mujer, cosa que lograrían bajo el mandato del presidente Woodrow Wilson en 1918.Tiene todo el sentido que un personaje definido como el de Rachel termine en una causa política de auténtico compromiso y calado como esa. Es, por tanto, coherente, y contribuye al diseño realista de Rachel como un personaje moderno, al mismo tiempo que integrado en 1897.

Por otra parte, la presencia de los dos personajes, y dos actores, afroamericanos en la trama del filme, el desertor Elijah Jones y el soldado Alonzo Poe, muy bien defendidos por los actores, Brandon Scott y Warren Burke, respectivamente, se justifica sin fisuras en la realidad histórica de EEUU. Desde la guerra de secesión americana, donde era una excepción, el ejército de los EEUU viene utilizando soldados de color a los que incluso asciende a rangos de oficiales. Ahí están los filmes Sargento Negro (Sargeant Ruthledge, EEUU, 1960), de John Ford, y Tiempos de Gloria (Glory, EEUU, 1989), de Edward Zwick, para cubrir dicha realidad histórica, entre otros ejemplos.

De los westerns que Hill ha dirigido para el cine, estamos ante el cuarto film anclado en ese género, como hemos dicho. El género predilecto del artista. Todo su cine, pertenezca al género que sea, no puede ni quiere evitar su mirada hacia el cine del oeste. Es el primero, como ya apuntamos, de ficción en su integridad, es decir, el primero que no tiene a un personaje real como epicentro de la acción. Recordemos que Forajidos de Leyenda(The Long Riders, EEUU, 1980) se centra en la banda de Jesse James y los hermanos Younger; Geronimo (EEUU, 1993) en el histórico caudillo apache y en particular durante los últimos momentos de las guerras indias; Wild Bill (EEUU, 1994), por su parte, a su vez, gira en torno a la figura de James Butler Hickok (y en concreto, los últimos días de su vida), interpretado de modo memorable por Jeff Bridges, arropado por Ellen Barkin (como Calamity Jane), además de John Hurt, Bruce Dern, David Arquette, o Diane Lane entre otros.

Tendríamos que acudir a su miniserie de televisión Los Protectores (Broken Trail, AMC, 2007), protagonizada por Robert Duvall y Thomas Hayden Church, para hallar otro western de ficción en la carrera de su director. El episodio piloto de la serie Deadwood (HBO, tres temporadas entre 2004-2006, y un cierre con una película de 2019), dirigido por Hill, también gira en torno a personajes históricos como el mencionado Hickok (esta vez interpretado por Keith Carradine) o Calamity Jane, esta vez interpretada por Robin Weigert.

Dependiendo de las expectativas con las que acudamos a la proyección, Dead For a Dollar puede decepcionar o no. Como película “pequeña” sin grandes ambiciones es como hay que aproximarse a ella si se quiere disfrutar de su visionado. No es ni mucho menos el mejor western de su realizador. Tampoco podemos considerarla, ni por asomo, entre los mejores films de una carrera como realizador que comenzó en 1975. Sin embargo, Dead For a Dollar constituye un film bastante correcto y muy consecuente, en una carrera fílmica que de por sí es insólita por lo consecuente a lo largo del tiempo. No es un film que pasará a la historia del cine, ni se hará con grandes premios. Sin embargo, un Festival tan prestigioso como el de Venecia ha decidido incluirla en su programación de primicias mundiales. Además, el principal patrocinador, la marca de relojes Cartier ha decidido concederle a Walter Hill un premio como realizador, el Cartier Filmaker, segundo que se concede, como reconocimiento por su carrera y su manera de contribuir a la evolución del cine.

Walter Hill, en Festival de Cine de Venecia 2022.
Walter Hill, en Festival de Cine de Venecia 2022.

El film posee el enorme valor añadido de ver a Willem Dafoe repetir con el cineasta de Long Beach, casi cuarenta años después de la mencionada Calles de Fuego. Dafoe interpreta el jugoso personaje de Joe Cribbens, némesis de Borlund, a quien Hill, le proporciona una de las frases más jugosas del filme:

El pistolero levanta su mano derecha y dice a Esteban, el letrado: ¿Ves esto, Esteban? (La mano derecha está elevada y extendida)
Si colocas un revólver en ella (hace como que apunta a su interlocutor) Tendrás la mano derecha del diablo.

Por su parte el actor austríaco Christophe Waltz hace toda una demostración de versatilidad, pues su personaje nada tiene que ver con el Doctor King Shultz, el cazador de recompensas que interpretó 10 años atrás en el western de Quentin Tarantino, Django Desencadenado (Django Unchained, EEUU, 2012).

Dead for a dollar, de Walter Hill.
Dead for a dollar, de Walter Hill.

Y ¿qué decir de la elegancia y el porte de Benjamin Bratt como el cacique Tiberio Vargas?, o ¿del cinismo que esgrime Hank Linklater para componer a su siniestro personaje?, y ¿del despliegue de personalidad de Rachel Brosnahan en un papel-regalo para una actriz como ella, donde comparte en un mismo plano vulnerabilidad y entereza?

El formidable casting de este film es una muestra clara de la presencia de un realizador tras la cámara a quien le importan, y mucho, los actores y el rumbo que tomen en sus imágenes. Pongamos un ejemplo: El Gran Despilfarro (Brewster’s Millions, EEUU, 1985). Veremos que Richard Pryor y John Candy, habitualmente desatados e ingobernables en manos de otros directores (muecas, sobre actuaciones y tics), no sólo están contenidos, es que interpretan, y muestran registros dramáticos, bajo la batuta de Walter Hill. Un realizador, en definitiva, a la antigua usanza, que rueda lo que necesita y se va.

Walter Hill es un cineasta que ama el cine, desde el proceso de escritura de guion, proceso que adora, hasta el montaje. Sus libretos revelan cierta vocación artística en el uso de las palabras. Sus descripciones, su claridad expositiva envuelven al lector en las pretensiones fílmicas del cineasta. No se limitan a ser meros indicadores, se erigen en auténticas cartas de navegación donde tras una lectura, ya visualizas los filmes, tal y como apunta Quentin Tarantino en la cita del comienzo de la presente reseña. En este sentido, desde estas páginas invitamos a la lectura de sus guiones. A partir de la postproducción y de que el film está listo para el mundo, para el realizador los films deben poder hablar por sí solos.

Quentin Tarantino y Walter Hill.
Quentin Tarantino y Walter Hill.

Pero es que, además, escuchar al cineasta reflexionar sobre sus films, sus intenciones sobre tal o cual filme de su carrera, sobre otros directores, sobre las influencias, o las interconexiones entre los cineastas, sobre el imaginario colectivo fílmico, revelan que Walter Hill es todo un intelectual del cine. En este sentido, Venecia va a significar el redescubrir para el mundo a un cineasta de gran interés. Como pensador del cine, Hill es miembro indisoluble de esa generación de cineastas que cambiaron Hollywood en los años 70 del Siglo XX. Cineastas que se formaron de una u otra manera estudiando cine, pero también viendo películas americanas, europeas o asiáticas. Películas que cambiaron sus vidas, les hicieron convertirse en guionistas y directores, y de esta forma, cambiaron nuestras existencias para siempre.

Se habla mucho de los directores del llamado Nuevo Hollywood y de esa generación irrepetible de directores que eclosionaron en los años 70 del pasado Siglo XX. A los críticos, historiadores y cinéfilos se les suele llenar la boca, valga la expresión, hablando de Coppola, Lucas, Scorsese, De Palma, Spielberg… pero se habla poco de aquellos guionistas que también tendrían grandes carreras como realizadores, y pasaron años escribiendo o reforzando guiones para otros que se llevaron la gloria más inmediata. Hill, junto a John Milius y a Paul Schrader son algunos de los ejemplos más palpables de esta tendencia soterrada pero imprescindible.

Schrader también acudió, a la Biennale de Venezia 2022. También recibió su merecido premio por toda una carrera. También se vino con su más reciente filme bajo el brazo. Muchas películas de los 70 que hoy adoramos, no habrían sido los grandes e inspiradores filmes que constituyen en la actualidad sin estos maravillosos guionistas. Basten tres ejemplos: Taxi Driver (EEUU, 1976), de Martin Scorsese escrita, por Paul Schrader), Apocalypse Now (EEUU, 1979), de Francis Ford Coppola (libreto de John Milius) y La Huida (The Getaway, EEUU, 1972), de Sam Peckinpah (guion de Walter Hill).

Dead For a Dollar es un western donde Hill ha invertido y volcado mucho en lo personal. Es igualmente guionista (la historia la ha concebido con Matt Harris). Al igual que Paul Schrader, con su filme The Master Gardener (EEUU, 2022), también presentado en la Biennale 79, Hill ha podido afrontar Dead For a Dollar con muchísima libertad creativa, teniendo en cuenta los pequeños parámetros en los que se mueve este solvente film. Ha convocado a Lloyd Ahern II (hijo del legendario cinematographer Lloyd Ahern Sr.), su director de fotografía desde El Tiempo de los Intrusos (Trespass, EEUU, 1992).

La sugerente banda sonora, que tan sólo esboza y ambienta la acción, sin subrayados ni estridencias, ha correspondido al principiante Xander Rodzinski, que posee cierta experiencia en departamentos musicales de algunas producciones importantes. Rodzinski ha entregado una bella partitura.

El montaje del filme lo ha realizado Hill con Phillip Norden. Norden ya ha estado en el departamento de montaje como Asistente en algunos films suyos, donde destacan la mencionada Wild Bill, o El Último Hombre (Last Man Standing, EEUU, 1996).

El rodaje tuvo lugar en Santa Fe, Nuevo México, principalmente, bajo producción de Myriad Pictures, Cinephile Production y Chaos Film Company Inc. La distribución la ha llevado a cabo Quiver Distribution, pactada en algunos países como Italia, con Universal Pictures. En España la distribución fue adquirida por A Contracorriente Films.

La recompensa para el cinéfilo y el amante del western al más puro estilo serie B estadounidense, en definitiva, se llama Dead for a Dollar. Un habilidoso y entretenido western, sin grandes aspiraciones, honesto con el espectador, y con las reglas del género. Si eres admirador del género y de su director, tendrás lo que buscas. Justicia cinéfila al mejor precio posible. Cien minutos chispeantes, bien invertidos, en la oscuridad de una sala de cine. En caso de quien esto escribe, el precio ha sido un inolvidable viaje a Venecia.

Tres sesiones de este estupendo filme en la isla Lido Di Venezia, todas ellas durante el mismo día de su estreno mundial: el 6 de septiembre de 2022. ningún visionado estuvo de más. Mismo día de la Rueda de Prensa del filme. Mismo día de la Gala de entrega del (merecido) premio Cartier Filmaker a Walter Hill por toda una vida dedicada a la séptima de las artes.

Todo un privilegio y un honor haber sido testigo de todo ello.

Dead for a dollar, de Walter Hill.
Dead for a dollar, de Walter Hill.