Siempre se agradece que una película intente abrir nuevas líneas narrativas y contar historias de manera original y rompiendo patrones. Lamentablemente, Un Gran Viaje Atrevido y Maravilloso, la nueva película del cineasta coreano Kogonada es un quiero y no puedo.
Una emotiva aventura llena de fantasía
El planteamiento es arriesgado, ya que evita un enfoque narrativo tradicional para adentrarse en el terreno de la metafísica y, en muchas ocasiones, en lugar de regirse por las reglas de tiempo y espacio, prefiere apostar por el no tiempo y el no espacio. Ese discurso introspectivo de los personajes, la naturalidad con la que suceden los acontecimientos fuera de lo ordinario o la falta de elementos explicativos que justifiquen la trama resultan interesantes en sí mismos. Desgraciadamente, el guion de Seth Reiss cae en un tono pomposo y pretensioso que lastra lo anterior.
La puesta en escena de Kogonada, la dirección de fotografía de Benjamin Loeb (quien ya había demostrado sus virtudes en Mandy, Fragmentos de Mujer o Dream Scenario, además de la película anterior de Kogonada, Despidiendo a Yang) son delicadas y preciosistas. Precisamente con Columbus y Despidiendo a Yang, Kogonada había demostrado un gran uso del tempo y los silencios, algo que, con otro guion, aquí hubiese sido lo más adecuado. Por desgracia, Reiss carga la película de diálogos que pretenden ser elevados, pero que resultan simplistas y hasta pueriles en muchas ocasiones.
Dos extraños y el increíble viaje que los une
Por otro lado, la película se basa en la química entre Colin Farrell y Margot Robbie, química que no negamos. Ambos actores compaginan bien en pantalla. Sin embargo, sí nos parece que Robbie, haciendo un buen trabajo, resulta una elección demasiado joven para un personaje que requería de una actriz más madura.
A esto se suma la diferencia de edad entre los dos actores. Es cierto que Hollywood nos tiene acostumbrados a emparejar a actrices jóvenes con actores más veteranos, pero eso es algo que nos parece un reducto de tiempos más machistas. Si Robbie (35) ya nos parecía muy joven para el papel, al compartir pantalla con Farrell (49), la juventud de la actriz queda aún más remarcada.
De la pléyade de secundarios, nos quedamos con el breve papel de Hamish Linklater como el padre del protagonista, mientras que la recuperación de un actor mítico como Kevin Kline para un papel tan nimio y supeditado a la presencia de Phoebe Waller-Bridge nos parece desperdiciar el talento del intérprete.
Lo mismo con respecto a la música. Contar con un titán como Joe Hisaishi en su primera película americana, para subordinar tanto la partitura a la presencia de canciones preexistentes es otro cartucho perdido de esta película.
Un Gran Viaje Atrevido y Maravilloso nos parece, por lo tanto, una idea prometedora, mal ejecutada, que deriva en una película cursi y pedante plagada de buenos elementos muy desaprovechados.