Roald Dahl es uno de los grandes escritores de literatura infantil del siglo XX, entre cuyas obras se encuentran clásicos como Charlie y la Fábrica de Chocolate, James y el Melocotón Gigante, Matilda, El Gran Gigante Bonachón o Las Brujas que también han dado lugar a destacadas y exitosas adaptaciones cinematográficas. Precisamente de este último libro nos ha llegado recientemente a las salas una nueva versión de la mano del director Robert Zemeckis.
Las Brujas ya contaba con una adaptación en 1990 por parte del director Nicholas Roeg, donde destacaba no sólo la enigmática presencia de Anjelica Huston como la Gran Bruja, sino también unos excelsos efectos prácticos y maquillajes de la mano de The Jim Henson Creature Shop. Zemeckis, adalid de los avances tecnológicos en el cine, ha llevado a cabo una correcta adaptación de la novela, trayéndola a los tiempos modernos (con revisión en clave racial para evitar acusaciones de racismo), y donde lo que en 1990 era todo látex y animatrónicos, ahora son efectos infográficos.
La partitura musical la firma el habitual Alan Silvestri, ofreciendo un excelente trabajo, dinámico y lleno de colorido.
Como película, Las Brujas es apropiado producto familiar, donde podemos destacar el virtuosismo visual de la puesta en escena del cineasta, aunque en este caso al servicio de una película que está por debajo en el escalafón frente a los grandes títulos de su director.
Octavia Spencer y Anne Hathaway, estrellas de la función, cumplen con las necesidades de sus personajes, aunque, especialmente la segunda, no están a la altura del listón marcado en la versión del 90. El resultado final es un entretenimiento amable y ameno, pero carente de la trascendencia que se merecen tanto el novelista como el director de la adaptación.