El Universo Cinematográfico Marvel arrancó en 2008 con Iron Man. A partir de ahí se fue construyendo toda una franquicia presentando a los principales héroes de la editorial hasta llegar a Los Vengadores en 2012. A lo largo de las diferentes fases, muchos son los personajes que se han ido incorporando, tanto en primera fila, como generando un catálogo de secundarios a espera de encontrar su momento de gloria. Tal y como sucedió con Guardianes de la Galaxia, Thunderbolts* no se fija en los superhéroes más populares, sino que recurre a personajes de segunda división dentro de la franquicia. De esos que no van a tener película con nombre propio (bueno, al menos el Soldado de Invierno sí encabezó título con el Capitán América y luego tuvo serie coprotagonizada con El Halcón). Teniendo en cuenta la deriva de las últimas películas y series del UCM, ¿logrará esta película devolver la fe a los espectadores?
¿HÉROES O ANTIHÉROES?
La asociación con Guardianes de la Galaxia no es baladí. Igual que en la película de James Gunn, aquí la menor popularidad de los personajes, lejos de un hándicap, se vuelve virtud de la mano del humor. Thunderbolts* no es una película de superhéroes, sino de perdedores, con una mirada irónica y que utiliza en favor propio la falta de expectativas del público. Si llevar a la pantalla unos personajes icónicos como Los 4 Fantásticos siempre es un riesgo (hasta ahora con resultados fallidos en cada uno de los intentos), porque el valor de los personajes dentro de la continuidad marvelita es estratosférico (cósmico podríamos decir); el devenir de personajes como Yelena Belova, Bucky Barnes, Guardián Rojo, Ghost, Taskmaster o John Walker no hiere sensibilidades. El tono más caricaturesco y paródico tampoco resulta ofensivo, ni insultante para los fans, ya que hace a los personajes conscientes de su posición en el ranking fandom de Marvel (más allá, de nuevo, que Sebastian Stan haya elevado la popularidad a nivel general de Bucky con su interpretación del personaje).
La nueva Viuda Negra, y por asociación el Guardián Rojo, pueden tener un poco más de peso, pero nombres como Ghost o Taskmaster habían tenido escasa relevancia a nivel cinematográfico (basta con ver el tratamiento de Taskmaster en esta película para ser conscientes del escaso interés que tiene el personaje para Marvel Studios). Es precisamente esta falta de pretensiones lo que permite que el baremo lo pongamos a otro nivel. Por otro lado, dentro de esa alternancia de películas y series en que se ha convertido el UCM, a nivel de producción, personajes, historia y puesta en escena, “Thunderbolts*” se posiciona más cerca de la ficción Disney+, que de eventos cinematográficos tipo Avengers. Infinity War.
EL VACÍO
Lo que llama la atención es que, bajo su envoltorio de cine de superhéroes, la película busca otros derroteros argumentales, convirtiéndose en una metáfora de la soledad y la depresión como amenazas de la salud mental en nuestra sociedad. El sentirse rechazados, abandonados, sin un objetivo claro, prescindibles marca la psicología de los personajes y su relación con el mundo, así como el tono agridulce de la película a medida que avanza. Esto no es nuevo en el comic de superhéroes, que ya ha tenido etapas oscuras donde la personalidad atormentada de los héroes marcaba un tipo de historias de corte más abstracto y psicológico.
Desgraciadamente, los guionistas Eric Pearson y Joanna Calo no son Warren Ellis, Jim Starlin o Chris Claremont, mucho menos Grant Morrison, Alan Moore o Neil Gaiman, más habituados a desenvolverse en terrenos complejos e introspectivos. Tampoco era la intención de Marvel Studios. Thunderbolts* quiere ser ligera y divertida, gamberra e irreverente, espectacular y rocambolesca, inteligente y profunda, pero sin cargar demasiado las tintas en ninguno de estos conceptos, quedándose en una tierra de nadie.
LOS PRESCINDIBLES
Esa falta de personalidad es un factor común en la película. Lejos quedan aquellos tiempos en los que se buscaba cineastas con cierta creatividad para las películas Marvel. Ahora ese puesto está cubierto por realizadores discretos, forjados en el terreno de la televisión, pero que les falta empaque para llevar visualmente la película a un puesto de verdadero evento cinematográfico.
Jake Schreier se dio a conocer en 2012 con una cinta estimable y discreta llamada Un Amigo para Frank. Tras adaptar el drama juvenil Ciudades de Papel en 2015, su carrera ha estado forjada en series de televisión de las que no tenía control creativo. Lo mismo que sucede con Marvel. Eso, sumado a ese guion a medio gas que comentábamos, da como resultado una película que no consigue hacer despegar sus ideas más brillantes (que las tiene).
Con este panorama, el principal aval de la película reside en su reparto. Florence Pugh, Sebastian Stan, David Harbour y Wyatt Russell hacen amplios esfuerzos por mantener la película a flote, dándole entidad a sus personajes y desplegando carisma. Lewis Pullman en su papel de Bob/ El Vigía consigue moldearse con un personaje que se mueve en un terreno delicado, entre lo ridículo y la amenaza. Más insípidos nos parecen otros personajes, como Ghost (Hannah John-Kamen) o una caricaturesca Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus).
MEDIOCRE ELOGIO DE LA MEDIOCRIDAD
Thunderbolts* es una película a la que le faltan aspiraciones y trascendencia, que funciona como pieza que ayuda a ensamblar un puzzle mayor, pero que carece de la personalidad suficiente como para tener entidad independiente. Resulta irónico que una película que intenta dar valor y protagonismo a personajes minusvalorados dentro del UCM, acabe resultando una película también insuficiente. La falta de pretensiones y el tono paródico consiguen disfrazar los defectos de virtud, pero la final del día, la película es un entretenimiento insustancial por el que deambulan algunas buenas ideas mal ejecutadas y un conjunto de personajes con posibilidades, pero poco aprovechados. Esperemos que en futuras entregas caigan en mejores manos.