Asentado ya como uno de los cineastas de referencia del género fantástico en los 80, a partir de los 90, Sam Raimi empezó a usar su posición en la industria para producir películas de cineastas que consideraba interesantes o de artistas extranjeros a los que poder importar a Hollywood.
En 2002, junto con su socio Robert Tapert, fundó Ghost House Pictures. Bajo esta labor han abierto las puertas de la industria a cineastas como John Woo, Takashi Shimizu, David Slade o Fede Alvarez.
Su nuevo pupilo es Evan Spiliotopoulos, quien tiene en su haber unos 25 años como guionista, pero que debuta como director con Ruega por Nosotros, adaptando el libro de 1983 de James Herbert, Santuario.
El punto de partida es de lo más atractivo, una joven asegura tener apariciones marianas y empieza a llevar a cabo una serie de milagros, sin saber que la figura que se le aparece no corresponde a la Virgen María. La trama juega con el concepto de la Fe, el engaño y la necesidad de creer de la sociedad.
La puesta en escena de Spiliotopoulos es esforzada y correcta, pero sin brillantez, puesta al servicio de un guion que no sale del tópico. Más allá del punto de partida de la historia, el resto de la historia transita acomodadamente por los senderos de los tópicos más trillados, los giros menos sorprendentes y las propuestas visuales más gastadas.
El espectador puede anticiparse en todo momento a lo que va a pasar en pantalla, destacando únicamente la siempre carismática presencia en pantalla de Jeffrey Dean Morgan y William Sadler. Por el resto, estamos ante una cinta de terror insulsa, acomodaticia y perfectamente olvidable en cuanto salimos de la sala.