Partamos del hecho de que, en estos tiempos, es todo un acontecimiento disfrutar de una película de Hollywood, con grandes estrellas y en pantalla grande. Parece que poco a poco las compuertas que retienen estas producciones empiezan a permeabilizarse y a liberar algunos de los trabajos ahí confinados. Pequeños Detalles llega a nuestras carteleras además con el aval de sus buenos resultados en taquilla en Estados Unidos, aunque, en este caso, sin duda, el nombre de Denzel Washington no necesita de más subterfugios.
La cinta es un thriller en el que se establece un duelo psicológico entre los dos policías protagonistas con un supuesto asesino en serie que se dedica a secuestrar y torturar a mujeres jóvenes.
Tras la cámara tenemos a John Lee Hancock, quien también firma el guion, un efectivo artesano de Hollywood.
Con una estupenda fotografía de John Schwartzman, la cinta se suma de manera tardía a la moda implantada por Se7en y, previamente, por El Silencio de los Corderos, evidenciando la influencia de estos dos títulos, no sólo a nivel argumental o de definición de personajes, sino también en tono.
Hancock se toma la narración con calma, no se precipita, todo sucede a un ritmo casi contemplativo. Esto hace que la cinta tarde en arrancar y tampoco es que su desarrollo sea especialmente sorprendente. Pese a sus buenas intenciones, la cinta no supera la sensación de ya visto y sus aspiraciones de debate moral por el comportamiento de los protagonistas tampoco resulta especialmente memorable.
Al menos, la puesta en escena de Hancock resulta visualmente atractiva y los actores se comen la pantalla, especialmente un Jared Leto, repulsivo y aterrador. Por lo demás, una película que ni ofende, ni molesta, pero tampoco destaca.