Crítica: ‘LOS NIÑOS DEL MAR’ (‘CHILDREN OF THE SEA’). Eco-Akira

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'Children of the Sea'
'Children of the Sea'

Entre otras grandes aportaciones de Hayao Miyazaki al mundo del anime está su compromiso ecologista. Desde sus primeras películas, la temática medioambiental estuvo muy presente, siendo pionero en este sentido. No es de extrañar, por lo tanto, que cineastas posteriores, claramente influenciados por la tradición de Ghibli, se acojan también a este discurso. Los Niños del Mar (Children of the Sea) es la nueva película de Ayumu Watanabe y parte, como suele ser habitual en el anime, de una versión primigenia en papel, en este caso, el manga homónimo de Igarashi Daisuke.

Con una base argumental sencilla, pero un desarrollo un tanto críptico y tracendental, la cinta nos recuerda a la referencial Akira, pero en clave ecologista. Aquí de nuevo lo que parece una trama juvenil deriva en una explosión de componentes metafísicos que dan pie al cineasta a desplegar un espectacular tratamiento visual, grandiosamente acompañado por la partitura del mítico Joe Hisaishi (no por nada, compositor habitual de Miyazaki).

Es cierto que, al menos para la mentalidad occidental, el guion cae en una cierta dispersión, de la misma manera que hay personajes cuyo desarrollo parece haberse quedado en el proceso de adaptación del manga o en la mesa de montaje.

Sin embargo, pese a esto, la cinta resulta una experiencia cinematográfica extraordinaria y una nueva muestra de la habilidad de la cinematografía japonesa de llevar la animación comercial por caminos aún escrutados por su homóloga occidental.