El primer largometraje de Miguel Mejías es una obra críptica, intimista y donde lo real y lo inmaterial transcurren por una fina línea que los delimita, pero que los mantiene irreversiblemente enlazados. Como toda road movie, La Viajante nos presenta una historia en aparente movimiento, donde el recorrido geográfico de los protagonistas se convierte en una metáfora de su propio viaje interior y de su crisis existencial. Ángela, la protagonista, hereda de su madre su interés por la entomología, por el estudio de los insectos. En un itinerario sin rumbo definido empieza a recorrer los espacios por los que pasó previamente su madre.

Bajo el objetivo de su cámara de Super-8, analiza aquellos insectos que va recogiendo, en un intento de encontrar en ellos una respuesta existencial tras la muerte de su madre, que llene el vacío afectivo que deja sufría relación, pero también que dé un sentido al futuro que queda por delante. Por su parte, Miquel surge de la nada, mortificado también por sus demonios internos.

La Viajante es una película que elude conscientemente el diálogo, el expresar de manera evidente aquello a lo que quiere que el espectador llegue por su propio pie, pero no lo deja desprovisto de herramientas.

Mejías traza así un mapa emocional que materializa aquellas emociones que tienen bloqueadas los personajes. Es por esto que la película hace una apuesta tan importante en el componente visual. La planificación y la fotografía se construyen en base a lo geográfico y de ahí recalan en los personajes.

Reparto

Los dos actores principales, Ángela Boix y Miquel Insua, afrontan la dificultad de encarnar dos personajes esquivos, difíciles, poco agraciados para el espectador, pero lo hacen con entereza y dejando traslucir la humanidad suficiente como para que, al final, exista esa conexión empática, no sólo entre ellos, sino también con la audiencia.

No estamos, desde luego, ante una película de fácil digestión, todo lo contrario, se esfuerza en dificultar el acceso del espectador, pero recompensa a quienes se suben a ese Toyota Starlet serie 60 con un trayecto poético y conceptual fascinante y atípico.