En 1995, Jumanji ofrecía cine de aventuras, mezclado con humor, en un momento en el que las imágenes generadas por ordenador estaban en pleno desarrollo. Sin ánimos de trascendencia, se limitaba a ofrecer un entretenimiento ligero a su público, aprovechando para ello además el carisma de algunos de sus actores, especialmente Robin Williams.

22 años más tarde, Hollywood recupera el concepto y lo actualiza para las nuevas generaciones, sin perder el componente nostálgico para enganchar a los veteranos.

Aquí ya no hace tanta falta recrearse en la magia de los efectos especiales. Abundan en el metraje, por supuesto, y están perfectamente realizados, pero, a estas alturas del juego, ya la audiencia está habituada a las imágenes digitales.

Tampoco pretende la película hacerle mella a franquicias multimillonarias como las últimas entregas de DC, Marvel o Star Wars. Más bien al contrario, esta nueva versión saca pecho de su modestia y falta de pretensiones y ahí es donde gana enteros.

Como su referente, Jumanji: Bienvenidos a la Jungla no aspira a ser la película más taquillera, ni dejar huella en la historia del cine. Quiere ser simplemente buen cine de entretenimiento y, particularmente, creemos que lo consigue. La realización es dinámica y correcta, el humor mantiene al espectador distraído, el reparto cumple en su mayoría (Nick Jonas no), y algunos hasta con nota (Dwayne Johnson exuda carisma, pero Jack Black se adueña de la función), el guion tiene la profundidad de un arcade clásico (que es exactamente lo que pretende) y el montaje y la música conducen con viveza la narración sin que apreciemos caídas graves de ritmo.

Como despedida de un 2017 donde el cine pecó de ansias de trascendencia, resulta agradable cerrarlo con una aventura frívola y ligera.