Guste más o guste menos, para bien o para mal, es innegable que la saga de John Wick se ha convertido en un referente fundamental del cine moderno y del género de acción. Si bien existen otros títulos que representan a día de hoy ese tipo de cine de acción que ha venido a recuperar aspectos tradicionales como las escenas de peleas cuerpo a cuerpo, las persecuciones automovilísticas, el uso de todo tipo de armamento, todo ello contando con la implicación total de los actores en las escenas de acción, pero también de un espléndido equipo de especialistas, lo cierto es que la saga creada por Chad Stahelski y David Leitch, a partir del guion original de Derek Kolstad, ha ido evolucionando con secuencias cada vez más elaboradas y más alambicadas, ha generado su propia franquicia a ampliar con la llegada de los nuevos spin offs, ha influido en otras franquicias de mayor peso y presupuesto, y, además, ha provocado una oleada de imitadores (algunos nada desdeñables como Atómica o Nadie).

DAR AL PÚBLICO LO QUE QUIERE

Después de un arranque modesto, pero efectivo, la franquicia se ha ido construyendo en base a la vieja dinámica de “rizar el rizo”. En cada película la acción debe ser más y más sofisticada, más explosiva y más improbable. Ahí, el trabajo para crear un concepto propio e identificable en cuanto a innovación en la acción cinematográfica ha sido fundamental.

Esta cuarta entrega reduce a la mínima expresión el peso argumental para ofrecer una orgía de violencia desmedida que alcanza casi las tres horas de metraje. Es cierto que, en el canon actual, tres horas se ha ido convirtiendo casi en lo habitual, pero, en el caso de las películas de John Wick, a mayor metraje, menos número de líneas de diálogos tiene el protagonista. También es cierto que, a estas alturas, quien vaya al cine a ver una nueva entrega de la saga esperando un apartado literario bien armado, no es que se haya equivocado de sala, es que debe vivir en un multiverso paralelo. Tampoco son estas películas que se sostengan sobre la cualidad dramática de Keanu Reeves, sino más bien sus aportaciones físicas.

NO SE VAYAN TODAVÍA, AÚN HAY MÁS

Aún más que en anteriores episodios, John Wick 4 se estructura en base a un conjunto de extensas y elefantíasicas set pieces, donde podemos destacar todo el bloque de Osaka (casi una película en sí misma), la rotonda del Arco del Triunfo en París y la escalinata que sube al Sagrado Corazón. El efecto duracell de la acción, donde la violencia sigue y sigue más allá de lo humanamente posible, añadiendo más y más componentes para hacerla aún más barroca es ya marca de la casa y aquí el director Chad Stahelski parece no querer dejar prisioneros de cara a futuras secuelas. Y es que esta cuarta entrega tiene espíritu de cierre. Se pone toda la carne en el asado y se lanza a la pantalla todo lo que este tipo de acción y película podía ofrecer. A pesar de que ya hace tiempo que la saga cayó en el terreno del cartoon, resulta ahora mismo inimaginable por dónde podría ir la franquicia con el fin de superar la saturación de acción que despliega esta cuarta parte. Eso sí, si bien toda la saga se podría cerrar aquí y tendría una conclusión digna, mercado manda y, con los índices de taquilla y popularidad del personaje, nadie puede creerse, ni por un momento, que ése sea el fin para John Wick o que sea otro actor quien le encarne.

DECORACIÓN DE INTERIORES

Pese a la ya indisimulada pleitesía a la acción por encima de historia, esta cuarta entrega aún cede algo de terreno para seguir construyendo la mitología de esta sociedad secreta (y alternativa, visto lo visto, está claro que los protagonista viven en una realidad paralela a la del común de los mortales).

Entrega a entrega, con monodosis, se ha ido aportando elementos icónicos, casi fetichistas, de esta realidad. Aquí ahondamos un poco más en el sentido de familias que componen este microcosmos, pero se mantiene un gran secretismo y misterio entorno a la Alta Mesa. De ella descubrimos algunos detalles, todos dirigidos a ese concepto de honor entre asesinos, pero los grandes villanos de la saga siguen siendo el comodín que se mantiene en la manga de los creadores de la franquicia.

A esto ayuda también un buen casting (tanto de reincidentes como de nuevas incorporaciones), donde personajes de escaso contenido, se ven notablemente enriquecidos por actores que les proporcionan una presencia física, un carisma y una elegancia que hace trascender la historia por encima de sus limitaciones argumentales.

SOY LO QUE SOY

John Wick 4 está pensada como un producto ideado para satisfacer y exceder las expectativas de sus fans. Para disfrutar de la película hay que saber entrar en este mundo carente de leyes de la física o la biología, donde todo es posible (como trajes de Armani de Kevlar) y nuestro héroe parece tener los poderes curativos y la resistencia del mismísimo Lobezno.

Esta cuarta entrega es el epítome de las tres entregas anteriores, ya sin efecto sorpresa, pero abonados al sentido de la maravilla por la forma en que está rodada, planificada y postproducida la acción. Pedir más es pedir peras al olmo.