En esta época de franquicias y reboots, regresar a El Planeta de los Simios es recuperar una de las sagas más longevas de la historia del cine.

Poco podría imaginar el escritor Pierre Boulle que su novela de 1963, El Planeta de los Simios, iba a inspirar una franquicia tan lucrativa y longeva. Adaptada al cine en 1968 por Franklin Schaffner, no sólo dejó para la historia uno de los grandes finales del séptimo arte, sino que supuso toda una revolución en apartados como el maquillaje y los prostéticos. Aquella película inicial contó con cuatro secuelas producidas entre 1970 y 1973 (Regreso al Planeta de los Simios, Huida del Planeta de los Simios, Conquista del Planeta de los Simios y Batalla por Planeta de los Simios), cada vez más apresuradas y con mejor presupuesto, pero con ideas interesantes y un gusto por una cuidada narración artesanal. Hubo también dos series de televisión, una de imagen real y otra de animación de 1974 y 1975.

En 2001 Tim Burton dirigió un remake muy poco afortunado, aunque de nuevo el apartado de maquillaje a cargo del mítico Rick Baker era excepcional.

Resurgir de la saga

El verdadero resurgir de la saga llegó en 2011 con El Origen del Planeta de los Simios, dirigida por Rupert Wyatt, curiosamente, una cinta que se adelantaba en su argumento a la pandemia que viviría el planeta pocos años más tarde. Esta nueva andadura de la serie apostó por el uso de personajes digitales, en lugar de actores maquillados, tecnología que heredaba de El Señor de los Anillos, al igual que a su actor de captura de movimiento, Andy Serkis en el papel de Cesar.

Tras el éxito de esta primera entrega, el director Matt Reeves siguió desarrollando esta idea de precuela en las dos siguientes entregas, El Amanecer del Planeta de los Simios y La Guerra del Planeta de los Simios, cerrando una trilogía exitosa no sólo en taquilla, sino también de cara a la crítica.

Wes Ball da nueva vida a la saga

Con dos bloques cerrados y bien diferenciados, y con la 20th Century Fox adquirida por la Disney, los nuevos dueños de la franquicia anunciaron que continuarían explotando la gallina de los huevos de oro, generando temor entre los fans acerca de la trayectoria que iban a tomar las nuevas películas. La elección del director Wes Ball para liderar la primera producción no ayudó a aplacar la incertidumbre. Ball es el autor de la trilogía de El Corredor del Laberinto, no la peor adaptación de literatura fantástica juvenil reciente, pero desde luego tampoco una obra a inspirar confianza.

La trama de El Reino del Planeta de los Simios da un importante salto temporal con respecto a La Guerra del Planeta de los Simios, asegurándose así eliminar de la ecuación a los personajes de la trilogía anterior. Si bien el legado de Cesar sigue manteniéndose en esta nueva estirpe de simios, su mensaje se ha convertido, al igual que él, más en una leyenda.

Ambientada en varias generaciones del futuro tras el reinado de César

Nos encontramos en un momento más cercano al que retrató la película de 1968, aunque no se precisa cuánto tiempo antes de la llegada de Taylor (Charlton Heston). Esta ambigüedad nos parece normal, ya que nos aventuramos a decir que en el momento en el que las películas modernas alcancen a la cinta de 1968 la franquicia (o al menos, esta línea narrativa) habrá llegado a su fin. No hay que olvidar que, salvo la película de Tim Burton, el resto de las películas se suponen que se desarrollan en el mismo realidad.

El Reino del Planeta de los Simios tiene la responsabilidad de marcar las bases para las nuevas películas producidas por Disney (a priori, una nueva trilogía). Por de pronto, lo que llama la atención es su naturaleza continuista. Pese a todos los cambios, a todos los niveles (estética, narrativa, diseño de personajes) la película se mantiene deudoras de las anteriores. Es cierto que la puesta en escena de Ball no es tan robusta como la de Matt Reeves, pero viniendo de donde viene, resulta mucho más esforzada de lo esperado y temido. El despliegue visual y narrativo defiende con coherencia y respeto la continuidad de la historia.

Podemos acusar a la cinta de ser imitativa de las anteriores, pero determinadas set pieces, como el mismo prólogo, el ataque al poblado de noche o todo el tramo final se defienden por si solos, así como el desarrollo de personajes, como el nuevo protagonista, Noa, líder a su pesar y todavía inmadurez. Estamos en una etapa intermedia de la evolución donde la mayor parte de los seres humanos han caído ya en un estado irracional, pero todavía queda un reducto de representantes de la antigua estirpe, lo que abre una línea argumental interesante, esperemos que a desarrollar en futuras entregas.

Un guion basado en personajes creados por Rick Jaffa y Amanda Silver

En la trama resulta interesante las difusas líneas morales que separa a ambas especies y el desarrollo por parte de los simios de conductas humanas a medida que su civilización avanza. En este sentido, nos resulta muy sugestivo el personaje de Proximus Caesar, denominado villano de la función, pero cuyo discurso no resulta maniqueo y su confrontación con el personaje de la humana Nova evidencia las contradicciones de ambos bandos. En este sentido, aunque sin las cargas de profundidad que aportaban las dos películas de Reeves, nos congratula que el guion haya mantenido una línea reflexiva, más allá de la parte de acción y espectáculo que ofrece la película.

El apartado tecnológico, la creación de personajes por captura de movimiento, evidencia también un salto temporal, los siete años que separan esta película de su predecesora. Las mejoras a la hora de dar realismo y veracidad a los personajes simios se extiende también a la creación de entornos geográficos, donde cada vez más se va imponiendo también el uso de imágenes generadas por ordenador. En este sentido, la cinta está a la altura de las expectativas y ofrece un cuidado trabajo de animación digital.

Hablábamos de la sensación de nexo de continuidad que esta película aporta entre los dos bloques principales de la saga. Si bien estéticamente recuerda a las últimas entregas, vemos ya la aparición de algunas construcciones más cercanas a las de la civilización de los simios de 1968.

Apartado musical

Esto se amplía también al apartado musical. John Paesano no es de los compositores más reputados del Hollywood actual. Su presencia en la cinta viene de sus colaboraciones anteriores con el director Wes Ball. Por su parte, nos atrevemos a decir que la partitura de La Guerra del Planeta de los Simios está entre los mejores trabajos musicales de Michael Giacchino. Paesano no sólo sabe recoger el legado de Giacchino y desarrollar una partitura melódica y elegíaca, sino que da una nueva identidad musical a la saga. Con respecto a ese nexo con las películas clásicas, el compositor ofrece también un avance hacia el futuro, introduciendo citas a la partitura de Jerry Goldsmith de 1968 diseminadas a lo largo del metraje. De esta manera, también a través de la música sentimos cómo la cinta sirve de eslabón entre las dos grandes etapas de la franquicia.

Podemos concluir, por lo tanto, que El Reino del Planeta de los Simios, inferior como es a su más inmediatas predecesoras y a la película de 1968, es una digna heredera de este legado; es más, no sólo nos parece, de manera independiente, una estupenda película, sino una garantía del futuro de la franquicia si mantienen este nivel de integridad y respecto.

El reino del Planeta de los Simios. © 2024 20th Century Studios
El reino del Planeta de los Simios. © 2024 20th Century Studios