La carrera como productora y directora de Mar Targarona es heterogénea, con películas de lo más diverso, aunque si atendemos un poco al detalle, especialmente cuando dirige, apreciamos una mayor cercanía con el thriller o el terror. Títulos como Secuestro o Dos (además de su experiencia como productora en El Orfanato o Los Ojos de Julia) han servido de laboratorio de experimentación para realizar con El Cuco la que consideramos su mejor película hasta la fecha, entendiéndola aún como parte de proceso de construcción de su discurso cinematográfico.

El Cuco nos presenta una trama ambiciosa, con múltiples ramificaciones y con jugosas lecturas que ahondan en las raíces de la cultura europea y la pervivencia de nuestro legado medieval. Es también un ejercicio cinéfilo, donde el principal referente es La Semilla del Diablo, aunque podemos apreciar la diseminación de guiños a otros títulos clásicos.

Liderada por una espléndida Belén Cuesta, que aquí sigue revelándose como una actriz con mimbres mucho más ricos que su habitual vinculación con la comedia, la película nos adentra en un microcosmos viciado y morboso, donde la directora se explaya en algunas secuencias de intenso calibre.

Es cierto que, en la valoración general, nos parece una película desigual, con elementos que hubiesen necesitado un mayor desarrollo desde guion, pero que, gracias al apoyo fundamental de la espléndida fotografía de Rafa Lluch y la complejidad de la partitura de Diego Navarro, adquieren una mayor dimensión y profundidad.

El Cuco es una de esas películas que, sin duda, se enriquecen con la reflexión posterior.