Para muchos la polémica en torno a la última película de Olivia Wilde, Don’t Worry Darling, les ha llegado antes que la crítica o algún elemento publicitario. Quizás, vista la repercusión que ha tenido la relación en el set entre sus actores (con su directora/ actriz dentro de la misma, por supuesto) podrían recortar el presupuesto de publicidad, o ahorrárselo por completo. Pero, sí, hay un “pero”, resulta que la película está muy bien. Es tan buena, que supera o al menos superará su propia polémica, eso espero.

El pase que se pudo disfrutar en el Festival de Venecia le propició un sonoro aplauso a la vez que llenó los pasillos de salida de la sala de comentarios y caras incrédulas. Todo eran sorpresas, cuchicheos, caras de extrañeza y sorpresa. Porque a esta película se le podrán colocar etiquetas derivadas de la susodicha polémica, pero para nada la de una mala película. A un film que quiera adentrarse en el thriller moderno poco más se le puede pedir. Y sin querer adelantar nada del mismo, podemos hablar de sus virtudes, dejaremos sus pequeños fallos para los que quieran continuar con la polémica y se les acabe el hilo de los tabloides baratos.

Don't worry darling en el Festival de Cine de Venecia.
Don’t worry darling en el Festival de Cine de Venecia.

Creo que a un filme que te vende de entrada una idea preconcebida, en la que caes por la inercia propia del consumo de productos de Hollywood, y que luego te la deforma y fagocita de una manera sorprendente, hay que aplaudirle. Don’t Worry Darling una película atrevida, con frescura diría yo. Es como lanzarte por un tobogán de sensaciones que crees conocidas, por el que vas descendiendo mientras su directora y guionistas te están esperando para moverte el culo de un lado a otro.

La dirección

Empezamos por la dirección, que es impecable. Esta directora ya demostró talento en su primera película Súper empollonas (por favor que alguien hable seriamente con la persona que puso el título en castellano), y aquellos indicios de buena realizadora creo que hoy quedan contrastados. Su dirección es sutil por momentos, en otros es intensa, también ágil al adaptarse a los momentos más importantes del guion. Sus planos juegan a un encierro geométrico en el que caemos junto con los protagonistas. A destacar también el uso que hace de la luz y sus sutiles movimientos de cámara jugando con ésta. Wilde demuestra que sabe colocar la cámara, que conoce el oficio y es capaz de aportar frescura reutilizando a su estilo a otros maestros de la dirección.

El reparto

Al reparto no se le puede pedir más, están perfectos. Sorprende enormemente Harry Styles, ha demostrado que sabe actuar, y para aquellos que se quieran subir a la rama de la polémica, les pediría que separen su trabajo de la misma. Styles aguanta el plano de una forma fantástica, y sus dotes interpretativas son mejores que muchos de los actores más cotizados del momento. H.S. tiene futuro en el cine, siempre que quiera y la polémica no le frene su más que posible carrera cinematográfica.

Pero si hay que hablar de alguien por encima de todos, esta es Florence Pugh, y si ya lo intuías o lo tenías previsto antes de ver la película, no te defraudará, porque es lo mejor del film. Esta actriz soporta con notable profesionalidad un personaje que a priori ya hemos creído ver en otros thrillers con giros inesperados. Sin embargo, aporta un uso del físico particular, propio, que sabe aprovechar enormemente. A destacar el último tercio del filme en el que es la dueña y señora de la historia, con permiso de algunos momentos destacables de Harry Styles.

El resto del reparto está en lo que se le pide, Olivia Wilde bien, como no puede ser de otra manera (¿hay alguna mala actuación de esta actriz?). Chris Pine está correcto, como pide su papel, y eso que podría haber caído en el histrionismo de un personaje que ya conocemos en el mundo cinéfilo, contenerse (o si fue contenido) es su mayor virtud en el film.

El guion

Para acabar, dejo la mejor parte del pastel, el guion. Decir que es de actualidad, pese a tener una trama que se desarrolla en los 50, es quedarse cortos. Pero es ahí donde sus guionistas vienen a jugar con nosotros, con nuestros estereotipos y prejuicios para hacernos reflexionar ante los roles tradicionales de la mujer y el hombre en décadas pasadas, para luego actualizar el discurso de una manera magistral, inesperada en la trama.

Y más allá de encajar en las tesis feministas actuales, la película nos remueve el uso torticero de los mismos, el discurso simple, aquellos que solo se quedan en la superficie de los problemas machistas y no son capaces de adentrarse en el meollo de la cuestión. Porque ¿Se puede perdonar a un machista? ¿Los machistas son también víctimas? ¿Una persona puede caer en una actitud machista al querer mejora la vida de su pareja? La película te lanza estas preguntas a la cara, para que luego salgas de la sala pensando, con las pulsaciones por las nubes.

PD:

Espero que la polémica deje paso al público y que la película triunfe en la gran pantalla. Pocas veces hemos podido ver, casi a diario, una trama palaciega de set como ésta y da pena ver como grandes revistas de cine en nuestro país caen en estas cosas poniéndolas por encima del producto cinematográfico. Una pena.

Vayan a ver la película.

Don't worry darling, de Olivia Wilde.
Don’t worry darling, de Olivia Wilde.