En inglés, el término “debris” significa “escombro”, pero desde un punto de vista técnico, es el vocablo que se emplea para hablar de la basura espacial, es decir, todo aquello que hemos mandado al espacio y que, tras cumplir su función, quedan orbitando como materia muerta incapaz de ser recuperada. Pues, cuando hablamos de todas esas producciones que abarrotan las plataformas a las que se les da pábulo en su estreno a través del algoritmo, pero que a las pocas semanas quedan flotando insustanciales en ese espacio virtual, las deberíamos también denominar de esta manera. A Descubierto es debris o lo que hace 10 años hubiésemos denominado un “directo a DVD”.
La línea de acción y fantasía de Netflix arrancó con cierto talante con Tyler Drake, pero tras La Última Guardia, Los Últimos Días del crimen, Proyecto Power y ahora este nuevo estreno, la caída en barrena es abrumadora.
Con una producción aparente, un director (Mikael Håfström) cumplidor, pero anodino y una estrella de cine de segundo rango (Anthony Mackie), la película propone efectos especiales, acción a raudales e incluso pretende colar un cierto discurso crítico.
Desgraciadamente, no alcanza ni sus ambiciones más modestas. Es cierto que las secuencias de acción están resultas con habilidad, pero el conjunto es tan delirante y falto de coherencia, los diálogos y las situaciones tan ridículas e inverosímiles, el casting tan errado y ese supuesto mensaje crítico tan inconexo e incongruente que, a cada minuto que pasa, el visionado de la película se hace más y más insufrible.
Como aspecto positivo, nos quedamos con el diseño de los Gumps (los robots de combate) y la secuencia en la que se enfrentan a sus homólogos rusos. Por lo demás una nadería a olvidar.