Últimamente, Netflix parece haber encontrado su fórmula ideal dentro de las producciones propias en materia de largometrajes. Se parte de una producción ambiciosa, se reúne a un conjunto de actores de cierto renombre, se añade a la mezcla un cierto componente de acción y fantasía y se deja la elaboración del plato en manos de algún realizador mínimamente competente y con estética rápida y efectista. El resultado son películas vistosas, que llaman la atención de sus subscriptores, que rápidamente se convierten en la producción más vista del momento en la plataforma, que dan de qué hablar durante un par de semanas y rápidamente caen en el olvido. Ese es el caso de Tyler Rake, Los Últimos Días del Crimen, La Vieja Guardia y, ahora, Proyecto Power.
Nadie puede negar que estas películas resultan entretenidas y cumplen su función, pero también ha generado una dinámica dentro de la plataforma que genera películas demasiado irrelevantes y desaprovechadas para el volumen de producción que requieren.
Proyecto Power parte de una buena premisa. A partir de ahí se embarca en una huida hacia adelante, cargada de acción, de efectos especiales y ritmo frenético, con dos actores veteranos como Joseph Gordon-Levitt y Jamie Foxx, cumpliendo con su cometido sin grandes aspavientos y con una puerta abierta por si la plataforma considera oportuno dar mayor recorrido a la historia. El resultado final, como con las anteriores, entretenido, pero ni chicha, ni limonada.
Bastante mejor que Los Últimos Días del Crimen, pero por debajo de La Vieja Guardia y, Tyler Drake, que sigue siendo el referente a seguir.