La toma de decisiones correctas en el mundo de la exhibición del cine no es fácil. La gran pantalla (claramente en vías de extinción) actualmente compite directamente con plataformas, dispositivos electrónicos, etc. Muchas personas consumen los filmes reducidos a la mínima expresión. En este sentido, una óptima decisión acerca de dónde exhibir un filme se va convirtiendo en una necesidad acuciante en estos “días extraños” que diría Jim Morrison en aquella mítica canción. Peter Bogdanovich, fallecido a comienzos del 2022, decía que cuando ves en televisión una película, no estás viendo esa película sino una versión de ella. No me quiero ni imaginar qué diría Bogdanovich de los nuevos hábitos de consumos, especialmente por parte de la gente joven.

El irreverente Michael Hazanavicius tuvo ocasión de estrenar su más reciente filme Coupez! (Final Cut, Francia, 2022) en el entorno del Festival de Cine de Sundance, en enero de 2022. Al ser reconvertido en el último momento, debido a la pandemia, a un festival celebrado exclusivamente de manera virtual, no presencial, la decisión de estrenar en un entorno más veraniego y mediterráneo, en días de sol y mejora epidemiológica, se tornó sin duda en la mejor decisión posible.

Coupez!, de Michel Hazanavicius.
Coupez!, de Michel Hazanavicius.

«Una de zombis» para inaugurar Cannes 2022

El filme, efectivamente, ha podido verse en las diferentes salas del Festival de Cine de Cannes 2022. La primera sesión tuvo lugar justo después de la gala de apertura el 17 de mayo. Ayer por la mañana el mismo Grand Théâtre Lumière en un pase de prensa, tuvimos la ocasión, entre carcajadas y aplausos, de ver esta divertidísima película, enésima vuelta de tuerca al género zombie, filtrado por la comedia.

Coupez!, como es sabido, constituye el remake del filme japonés One Cut of The Dead (Japón, 2017), de Shin’ichirô Ueda. En él la filmación de un filme sobre muertos vivientes de bajo presupuesto, se ve interrumpido por una horda zombies real ¿? ¿o no?. El mecanismo de muñeca rusa, de una opción dentro de otra, en este caso, de un filme dentro de un filme, o una película que alberga otras, o de un largometraje que realmente es otro (táchese lo que proceda) permanece intacta, de modo que el filme no depara grandes sorpresas argumentales respecto del original.

El director de la obra maestra The Artist (Francia, 2011), se encuentra bastante cómodo en el universo del homenaje a otras eras, a otras cinematografías y al abordaje de nuevos géneros. No podemos olvidar que uno de sus primeros trabajos construía una trama propia en base a glamuroso material de filmes clásicos americanos reconocibles (películas de John Wayne, Paul Newman, Dustin Hoffman, Robert Redford…). El filme se llamó La Classe Amèricaine (Francia, 1993). La película multipremiada de 2011, es un filme mudo ambientado en la era dorada del cine silente de Hollywood y filmado con aquellas técnicas. Mal Genio (Le Redoutable, Francia, 2017) se detenía en un momento concreto de la vida del cineasta de la Nouvelle Vague Jean Luc Godard. Efectivamente, el filme se detenía en los tiempos de filmación de La Chinoise (Francia, 1967). Godard ya estaba divorciado de Ana Karina, y la protagonista es su nuevo amor Anne Wiazemsky. Hablamos de los años más radicales de Godard, aquellos en los que abrazó el comunismo más radical, en unos momentos particularmente convulsos a nivel reivindicativo, que colapsarían en el mayo francés de 1968.

El homenaje de Michel Hazanavicius al cine zombi y al metacine

Con Coupez!, Hazanavicius hace su aportación al género de los muertos vivientes. El realizador de las más recientes películas de la saga OSS 117, se aparta del tono serio de George A. Romero, buscando el lado más cómico, gamberro y políticamente incorrecto. Hablamos del tono inaugurado por Dan O’Bannon y su El Regreso de los Muertos Vivientes (The Return of the living dead, EEUU, 1985), que no sólo es el origen de una trilogía, sino el inicio de la fórmula que combina el humor más grueso con el gore más chorreante. Probablemente Dan O’Bannon sea el culpable de que los caminantes se rían de sí mismos y de paso nos saquen unas carcajadas a los espectadores. De aquellos polvos, vienen lodazales del tipo de la saga Zombieland, de momento con dos filmes.

Pero también como la insólita aproximación al género por parte de un cineasta tan personal e independiente como Jim Jarmusch con Los Muertos No Mueren (Dead Don´t Die, EEUU, 2019), su segunda incursión en el fantástico tras Sólo Los Amantes Sobreviven (Only Lovers Left Alive, EEUU, 2013), incardinada en el cine “de Vampiros”. La mirada de O’Bannon, también se puede rastrear en propuestas tan divertidas como Little Monsters (Australia, 2019), de Abe Forsythe, con una carismática Lupita Nyong’o, en excelente forma física tocando el ukelele, para tratar de proteger la inocencia de sus jóvenes alumnos cuando sufren una horda zombie, estando de visita a una granja-parque infantil, mientras trata de evitar que los adultos utilicen lenguaje inapropiado para sus alumnos.

Por este flanco de incorrección política es por donde ataca sin piedad Michel Hazanavicius con su filme zombie-gore. La película dentro de la trama, es encargada a Remi, un realizador en horas bajas (Romain Duris), que filma con presupuesto de supervivencia, y en un único plano secuencia, ante la atenta mirada de una carismática productora japonesa. Remi cuenta con un elenco y equipo técnico bastante familiar donde está su pareja, Nadia (Bérénice Bejo), que es a la postre la maquilladora del filme y experta en artes marciales. También transitarán la filmación la hija del realizador, Johànna (Luána Bajrami), estudiante de cine, cámara del filme, que idea una manera majestuosa de realizar un importante plano. Todo ello ante los gritos incesantes de la actriz principal, Ava (Matilda Lutz), cada vez más cubierta de sangre.

La manera gamberra de filmar recuerda el tono casposo de la contribución de Robert Rodríguez de ese díptico Grindhouse que fue Planet Terror (EEUU, 2007), con colores chillones y un poco quemados, para resaltar las oleadas de sangre, vísceras, vómitos y amputaciones que recorren con testosterona el filme.

El resultado final, más allá de algunas genialidades, siendo discreto, es un muy divertido entretenimiento, más propios de festivales de género fantástico, como el de Sitges, o el Isla Calavera de Tenerife. Sin embargo, su pase tras la gala de apertura, no deja de ser un acto de respeto a un director relevante en el panorama mundial, y en el galo en particular. Un director que parece haber nacido dispuesto a no repetirse, así como a filmar con ausencia de prejuicios.

Póster de Coupez!, de Michel Hazanavicius.
Póster de Coupez!, de Michel Hazanavicius.