En un caso de cinefilia ficción, podríamos preguntarnos si hubiese habido un renacimiento de la temática zombi en el siglo XXI y, en caso positivo, cómo hubiese sido, de no hacer existido 28 Días Después. En 2002, Danny Boyle y Alex Garland recogieron el legado de George A. Romero y provocaron un apocalipsis zombi que sigue resonando hoy, 23 años después. El Amanecer de los Muertos, Zombies Party, la saga Rec, Guerra Mundial Z, The Walking Dead, Bienvenidos a Zombieland o Train to Busan son herederas de esa moda por los muertos vivientes y/o infectados creada tras el estreno de la película de Boyle, ya fuera de manera continuista (compartiendo las nuevas normas de Doyle, como los zombis corredores) o reaccionaria (manteniendo la tradición, con los muertos vivientes).

DOBLE PARENTESCO

Tras ceder la silla de dirección a Juan Carlos Fresnadillo en 2007 para (la estupenda) 28 Semanas Después, la pregunta siempre había sido cuándo se iba a producir el cierre de la trilogía y si Boyle regresaría detrás de la cámara. El debut en la dirección del coprogenitor de la criatura, Alex Garland, en 2014 con Ex Machina también planteaba dudas. Por un lado, si el guionista estaría interesado en regresar a su universo zombi, después de su ausencia en la segunda entrega; y, por otro lado, si de regresar, lo haría sólo como guionista o también como director, asumiendo el control de la tercera parte.

ROMPIENDO (DE NUEVO) LAS REGLAS

El regreso de Danny Boyle y Alex Garland al apocalipsis zombi implicaba también la necesidad de ofrecer un discurso nuevo. Ninguno de los dos cineastas se ha caracterizado por la apetencia de repetirse a sí mismos. Con 28 Años Después han conseguido el doble reto de ser coherentes consigo mismos, no sólo a nivel particular, sino repartiéndose la autoría de la nueva entrega. La película tiene ADN de ambos y se puede identificar rasgos identitarios de los dos, de manera que el resultado es un híbrido perfecto entre el discurso ominoso de Garland y la narrativa postmoderna de Boyle. Por otro lado, tal y como sucediera en 2002, esta tercera entrega plantea nuevas reglas del juego que pretenden hacer evolucionar la temática zombi, en lugar de reiterar esos lugares comunes mantenidos en los últimos 23 años y que han sido la base de las películas (y series) de zombis del siglo XXI.

DÍAS Y AÑOS, SIN SEMANAS

Hay muchas lecturas que podemos hacer del estreno de 28 Años Después. En primer lugar, la sintonía existente entre Garland y Boyle, ya que el resultado de la película es claramente un híbrido entre sus dos mundos creativos. En segundo lugar, cierta desafección por la segunda entrega, que, con lo presentado en esta tercera entrega y el planteamiento de una nueva trilogía de infectados, tal y como ha anunciado Boyle, deja descolgados los acontecimientos de 28 Semanas Después. Sinceramente, esto último es de las pocas críticas negativas que podemos hacerle a esta tercera entrega, y nos encantaría que con esos futuribles episodios sean capaces de reconstruir puentes con esa parte de la trama y los acontecimientos abiertos en Francia.

DESPUÉS DEL APOCALIPSIS

El salto temporal que presenta esta tercera entrega permite no sólo desvincularse de tramas y personajes anteriores, sino que habilita el espacio para un entorno completamente distinto, desvinculado del carácter urbano de las dos anteriores y acotando la acción en un mundo asalvajado, no sólo por el primitivismo de los infectados, involucionados a un estado animal y brutal, sino los propios humanos resilientes en la zona de cuarentena, que también han retornado a un estado tribal, más cercano la luchas de reinos de la Alta Edad Media en los siglos V al VIII. El choque de realidades, con la presencia también de grupos militares, con armamento moderno que contrasta con el arco y las flechas de los protagonistas, nos sitúa en esa tierra de nadie donde Garland y Boyle ambientan la historia.

En este sentido, como ya sucedía en 28 Días Después, el espacio (la isla de Lindisfarne, llamada también la Isla Sagrada, con castillo y monasterio incluido y precisamente uno de los primeros territorios de Bretaña atacados por los vikingos a finales del siglo VIII) es esencial y un personaje más de la historia.

SUPERVIVENCIA HUMANA

Algo que respetan Garland y Boyle de la temática zombi es que el centro no son los zombis o infectados, sino los humanos supervivientes, su capacidad de lucha unidos contra la adversidad, pero también las luchas internas y las ansias de poder que acaban destruyendo los avances conjuntos y lanzando la civilización a los pies de los infectados.

Garland rescata un concepto medieval para vertebral emocionalmente la película, “Memento Mori”, una máxima que nos recordaba que todos vamos a morir y que vamos a tener que presentar nuestros pecados ante Dios; sin embargo, Garland contrarresta con “Memento Amori”, convirtiendo en el motor de la historia el amor de un hijo hacia su madre, en una búsqueda de una cura para ella.

LA MATERIA ARTÚRICA

En este sentido, a nivel conceptual, la película es puramente una historia de caballería que se asemeja a la Materia Artúrica medieval, es decir, los romances del Rey Arturo. El personaje de Spike (“lanza”, “pica”, interpretado por un prometedor Alfie Williams) a modo de moderno Galahad. En este sentido, el concepto de “búsqueda” es esencial y conecta la película con las aventuras de caballerías.

Jodie Comer interpreta a la madre, Isla, una mujer que vive entre dos mundos, el real y las alucinaciones que le provoca su enfermedad. En la tradición artúrica, la Isla es Avalón, refugio del Rey Arturo, donde cura sus heridas y mantiene la promesa bretona de su regreso para volver a dirigir a su pueblo.

Photocall de la presentación en Madrid de '28 años después'. Foto: Nicolás Fumero
Photocall de la presentación en Madrid de ’28 años después’. Foto: Nicolás Fumero

Aaron Taylor-Johnson como Jamie es el equivalente a Lancelot, el primer caballero de su reino, caído en desgracia por su falta de lealtad a su rey.

Finalmente tenemos a Ralph Fiennes como el Doctor Kelson, al que podemos ver como una relectura de Kurtz de El Corazón de las Tinieblas (y, por extensión, Apocalypse Now), pero que, en nuestra lectura artúrica, equivale a Merlín.

Ralph Fiennes es el Dr. Kelson en 28 años después. (c) Columbia Pictures
Ralph Fiennes es el Dr. Kelson en 28 años después. (c) Columbia Pictures

GRAMÁTICA POSTMODERNA

Danny Boyle es un cineasta que, desde sus orígenes en la década de los 90, ha apostado por la búsqueda de un nuevo lenguaje cinematográficos, apoyado en la tecnología, tanto a la hora de capturar las imágenes, como en las herramientas de postproducción, en el montaje o el uso del sonido y la música.

28 Semanas Después es otra apuesta por innovar. No sólo el salto evolutivo de las primeras cámaras digitales con las que se grabó 28 Días Después al IPhone 15 Pro Max que ha servido para rodar esta tercera entrega, sino también el uso de elementos como una plataforma circular, con hasta 20 iPhones en línea, para generar efectos visuales rupturistas. En este sentido, la principal aportación de Boyle es a través de la narrativa. La cinta es todo un hallazgo visual, que nos devuelve a un Boyle experimental que no veíamos desde 127 Horas o Trance.

INFECCIÓN

28 Años Después no sólo es un gozoso regreso a la saga que revitalizó el cine de zombis a principios del siglo XXI, también es, como película independiente, uno de los hallazgos cinematográficos de este 2025. Danny Boyle y Alex Garland han conseguido una película fresca, innovadora, brutal, que se desliga de los lugares comunes del cine de zombis y abre nuevos espacios de desarrollo para este subgénero, no sólo a nivel argumental, sino también visual y narrativo. Estamos ansiosos ya por recibir la próxima entrega de la saga y ver de qué manera Boyle y Garland siguen desarrollando su historia de caballería con un elemento tan desafiante y grotesco como son los Jimmys.

Póster de 28 años después, de Danny Boyle.
Póster de 28 años después, de Danny Boyle.