En la 78 edición del Festival de Cine de Locarno tuvo lugar el domingo 10 de agosto el estreno de este maravilloso germen de una serie de televisión que todo apunta ha venido para quedarse, expandirse y arrasar entre la audiencia.
La serie se llama Silencio. El género es claramente “el de vampiros”. Su abordaje es claramente especial y posee personalidad. A lo largo de dos “pandemias” que han asolado a la humanidad: la peste en el Siglo XIV y la crisis del sida en los años 80 del siglo XX donde, especialmente en Estados Unidos, falleció muchísima gente, la teleserie narra cómo se las arreglan un grupo de vampiras para subsistir lo más anónimamente que puedan y conseguir la sangre más acorde con sus intereses.
Un viaje al abismo de la condición humana
Así, en el siglo XIV, cuatro hermanas vampiras hablan y reflexionan sobre la humanidad, su propio porvenir y toman importantes decisiones respecto a cómo compensar su cada vez más menguante suministro de hemoglobina en tiempos claramente inciertos donde la humanidad está al borde de la extinción. En 1989, una vampira se enamora de una drogadicta humana que da positivo en VIH. En ese tedio que constituye la eternidad vampírica, en 2030, una pareja formada por un vampiro y una humana reflexiona implacablemente sobre el estado de su mundo tras un sorprendente avance médico.
El cine de vampiros siempre ha servido a cineastas avispados para hacer valer inteligentes metáforas y paradojas sobre el sida en los 80, o de ciertas correcciones políticas, morales y geopolíticas del mundo actual. Para el realizador y guionista Eduardo Casanova, el director de La Piedad (España, 2022), está claro que la identidad de los personajes vampíricos y el cambio generacional es esencial. También lo está el hecho contrastado de que el silencio frente a ciertos temas, realmente mata mucho más que el sida, la peste o el ataque vampírico.
Primera serie creada por el director y guionista Eduardo Casanova
El paso de una sociedad silente, adormecida en torno a ciertos temas antes considerados tabú, frente a una sociedad más dispuesta hoy a dialogar, argumentar y a pronunciarse, constituye el hilo conductor de su magnífica y novedosa serie. El prisma-crisol por el que se filtra la narración es diverso: los ricos puntos de vista de varias generaciones de una misma familia de vampiros, la sensual inmersión en el mundo cotidiano de criaturas centenarias, que hablan de manera distinguida, beben en delicadas tazas de té levantando el dedo meñique, toman Lorazepam y esperan con ansia la llegada del periodo de sus humanas amantes, que absorben como si de delicatessen se tratase.
En el reparto tenemos a un ramillete de actrices excepcional. Leticia Dolera que dice haberse quitado (solo parcialmente) una “espinita” en su carrera de actriz: la de colocarse en la piel de una vampira; Mariola Fuentes, muy satisfecha con la recepción del festival de Locarno; la joven actriz Lucía Díaz, consciente de todo lo que le queda por descubrir en una profesión que adora; y María León, en el papel de Triana, la única humana de las cuatro actrices, cuyo arco argumental en la serie es prodigioso, y todo un desafío para una actriz de talento inconmensurable como ella.
En Locarno también estaba en la representación española Joan Vilá el compositor de la banda sonora, todo un enamorado del cine y sus mecanismos, partidario de crear melodías para acompañar las películas o las series de televisión, de acuerdo con las específicas necesidades de cada proyecto.
Todos ellos refieren una fe ciega y confianza absoluta en su director Eduardo Casanova, autor igualmente del guion, que «siempre venía con las ideas muy claras y con la dirección que la serie debe llevar».
A la gloria de Locarno seguirá el pase en el Austin Fantastic Film Festival, en Texas, Estados Unidos, que se celebrará entre el 18 y el 25 de septiembre, y por supuesto su selección para el Festival de Cine Fantástico de Sitges 2025, que tendrá lugar entre el 9 y el 19 de octubre. En ambos ecosistemas de referencia, las vampiras milenarias encontrarán su legítimo espacio. También lo harán en el corazón de los espectadores.