La Momia nace como (segundo) episodio piloto del Universo Oscuro que quiere desarrollar los Estudios Universal con su catálogo de monstruos clásicos, pero manteniendo el modelo Marvel de franquicia; sin embargo, en su necesidad de asegurarse un éxito en taquilla y crear el clima adecuado para las entregas posteriores se han olvidado del fundamento básico de la película, que, en nuestra opinión, debería ser contar una historia.

Cierto que la factura técnica es correcta y la película mantiene un ritmo sin tiempos muertos para el espectador.

El debut en la dirección del guionista y productor Alex Kurtzman tiene el sello de blockbuster veraniego de Hollywood, pero lo que ahí encontramos es un batiburrillo de referencias, con ausencia de originalidad y de personalidad. Hay secuencias de acción propias de Ethan Hunt y su Fuerza Misión Imposible, muros de arena como los que invocaba Imhotep en las versiones dirigidas por Stephen Sommers, y hasta un putrefacto amigo muerto que va dando instrucciones al protagonista como aquel Griffin Dunne de Un Hombre Lobo Americano en Londres.

Tom Cruise hace su show habitual, con los mismos resultados habituales, Sofia Boutella ofrece una interesante encarnación de Ahmanet, aunque a mitad de metraje cae en el olvido, relegada a secundaria de su propia fiesta, y no es rescatada hasta el clímax final, y Russell Crowe se come la función, aunque su personaje acabe teniendo más presencia de la que necesitaba.

Si este es el camino que los señores del departamento de marketing de Universal han decidido que debe seguir su Universo Oscuro, les vaticino mayores descalabros que al Universo DC (al menos a éste, parece, que Wonder Woman les puede salvar las vergüenzas).