Dreamworks Animation es un estudio que nunca les ha tenido miedo a las secuelas y ha sustentando gran parte de su filmografía en franquicias de aquellos títulos que mejor le han funcionado, como Shrek, Madagascar, Cómo Entrenar a tu Dragón o Kung Fu Panda. Es cierto que estas franquicias tuvieron su momento en las dos primeras décadas del presente siglo, cerrando su círculo con su tercera entrega (cuarta en el caso de Shrek); sin embargo, el éxito de esa joya que es el segundo spin off de El Gato con Botas en 2022, no sólo reflotó la franquicia del ogro (con nueva película en preproducción para 2025), sino que hizo replantear al estudio que quizás sus viejas franquicias no estaban tan agotadas.
LA HISTORIA DE PO
Kung Fu Panda 4 nos llega ocho años después de la anterior entrega, en la cual ya parecía que el estudio daba un cierre a la historia. La tercera parte daba ya muestras de cansancio, pero con su trama habían logrado dar un cierre a la trilogía, lo que permitía dejar a Po descansar en paz, dejando un buen listón. Es cierto que la posibilidad de una cuarta entrega ya se había plantado tras el estreno de la tercera película, el paso del tiempo parecía haber dejado las aguas en calma.
Para esta nueva aventura, a nuestro héroe se le plantean dos retos. Por un lado, pasar el testigo, dejando de ser el Caballero del Dragón para convertirse en el líder espiritual del Valle de la Paz y tomando un aprendiz que ocupe su lugar; y, por otro, una nueva villana, la Camaleona, que busca apropiarse del espíritu del kung fu de los anteriores enemigos de Po, volviéndose una rival imbatible.
UNA AVENTURA VIBRANTE
A rasgos generales, salvo algún que otro gag menos afortunado, podemos decir que la película en sí, y entendida como título independiente, resulta un entretenimiento de factura más que afortunada, ritmo frenético, gags divertidos y personajes entrañables. Los guiños al cine de artes marciales de los años 60 y 70, principalmente (pasados por la mirada postmoderna de Quentin Tarantino) tienen su encanto, especialmente en el uso de las pantallas partidas tan icónico de aquellas producciones. La acción de la película es vibrante y la plasticidad de las peleas y persecuciones le da una gran prestancia visual. La música de Hans Zimmer y Steve Mazzaro es divertida y dinámica, sirviendo de preciso hilo conductor de la narración y la acción, con frescura y humor.
DÉJÀ VU
El problema. Que todos estos méritos no son nuevos. Todos estaban ya en las entregas anteriores y, en nuestra opinión, mucho más logrados, especialmente en las dos primeras películas. De ahí que, aunque objetivamente el resultado es espléndido y divertido, la sensación constante de Déjà vu, de repetición de esquemas y chistes, de reciclaje del mismo patrón, hace que todo lo positivo de la película mengüe, que la cinta se vuelva predecible y que no termine de aportar nada a sus predecesoras. Al contrario, hay una sensación de pérdida de elementos. La ausencia de Los Cinco Furiosos, la anecdótica presencia del Maestro Shifu no se compensa con los personajes nuevos. Ni Zhen, la más que presumible aspirante a ser la sustituta de Po, ni Camaleona, están a la altura de personajes clásicos como Tigresa o villanos como Tai Lung o Lord Shen. Tampoco el dúo formado por los dos padres de Po, el Sr. Ping y Li, termina de cuajar o tener el peso necesario en la trama.
BALANCE
Kung Fu Panda 4 nos recuerda a Toy Story 4, aquella secuela de factura impecable, pero que dejaba de lado a la mayor parte de los personajes clásicos para centrarse en Woody como protagonista y que, tras el cierre perfecto de la entrega anterior, resultaba ya redundante y rutinaria.
Seguramente, los seguidores de Po disfrutarán de esta cuarta entrega y para una sesión de cine familiar es espléndida, pero en el conjunto de la franquicia queda muy por debajo de sus predecesoras. Mientras que las entregas anteriores aportaban algo a la historia del protagonista, ésta se queda en una mera anécdota divertida.