No es una historia nueva, la hemos escuchado multitud de veces. Jóvenes aficionados al cine que dan el salto de la realización amateur a su primera película profesional y dan la campanada. En el género de terror tenemos varios ejemplos, algunos revalidaron la apuesta y se hicieron un nombre dentro de la industria; otros no pasaron de ser One Hits Wonders. En cualquier caso, Danny y Michael Philippou, directores de Háblame, han pasado a integrar esta lista que abre esperanzas a cualquier cineasta en ciernes, la posibilidad de triunfar con tu primera película y demostrar que todo aquel tiempo invertido en lo que para los demás era un hobby puede ser el pasaporte a la gloria.

El caso de los gemelos Philippou es interesante por sus antecedentes, no sólo el hecho de haber alcanzado su sueño desde la lejana Australia, sino el ser un ejemplo de la llamada generación youtube. Bajo el nombre de RackaRacka, estos dos hermanos llevan desde muy corta edad (11 años) realizando sus propios vídeos para la plataforma streaming, donde ya quedaba clara su tendencia al terror y el fantástico, su gusto por el anime japonés y las coreografías de peleas, todo aderezado con efectos del After Effects y con mucho sentido del humor, ritmo frenético y música. En 2014 tuvieron su primera experiencia profesional como parte del equipo técnico de Babadook, cuya productora, Causeway Films, ha sido la encargada de producirles su opera prima.

MANO A MANO CON EL TERROR

Hay dos cosas que llaman la atención a primera vista con respecto a Háblame. La primera es que la cinta está en el polo opuesto del tipo de trabajos audiovisuales que habíamos podido ver previamente de los hermanos Philippou en su canal de Youtube. La segunda es que se trata de una película con una madurez narrativa y una complejidad que resulta sorprendente que se trate de una opera prima dirigida por dos cineastas de escasos 30 años con pinta de skaters y amantes del hip hop.

Es cierto que la trama se desarrolla en un entorno juvenil y que los personajes reflejan a la perfección algunos de los obstáculos y situaciones que el público juvenil de la cinta puede perfectamente identificar, desde la necesidad de integrarse y ser aceptados por el entorno, las barreras sociales para aquellos que no se ajustan al modelo social, el dejarse llevar por situaciones inciertas o peligrosas con el fin de encajar. En la película se trata de una mano embalsamada que permite el contacto con el más allá, pero los hermanos Philippou lo presentan como si se tratara de algún otro tipo de exceso de cualquier fiesta juvenil (alcohol, drogas).

Háblame nos presenta una historia de fantasmas, un género por lo general ya bastante visitado y que suele ajustarse a unos esquemas bien fijados. Aquí podemos ver algunos de estos esquemas y la deriva trágica que suele acompañar a este tipo de historias; sin embargo, los hermanos Philippou han conseguido darle otra vuelta de tuerca a los patrones del género, consiguiendo que su aproximación al género resulte fresca, sorprendente, aterradora y genuina. Parte de esto lo consigue gracias a la espléndida construcción de personajes, especialmente los interpretados por Sophia Wilde y Joe Bird.

LA CONEXIÓN CON EL MÁS ALLÁ

Con una puesta en escena pausada y contenida (quién lo iba a decir de la generación youtube), los directores evitan recurrir al típico sobresalto, enfatizando más la construcción de atmósfera y la anticipación de lo sobrenatural, jugando además con el sentido de la percepción de la realidad y la confianza que el espectador pueda tener en la protagonista como conductora de la narración. Esto permite que la película resulte en ocasiones más aterradora cuando no hay presencia sobrenatural, incluso cuando los Philippou no se andan con chiquitas a la hora de escenificar los momentos de conexión fantasmal. No sólo por la terrorífica caracterización de los espectros, sino también por la contundencia y la visceralidad del gore para las secuencias más violentas.

Háblame se distancia aquí de muchas películas de terror juvenil recientes que rebajan ostensiblemente la violencia explícita en favor de la calificación por edades. Los Philippou se desenvuelven con igual diligencia en las escenas de suspense y tensión que con las de violencia física.

La trama se sostiene también sobre otros conceptos dramáticos que enriquecen a los personajes y dan un mayor poso y complejidad al terror. No sólo la lectura que comentábamos antes acerca de la curiosidad o el modo en el que los jóvenes se ven arrojados por el entorno social al consumo de sustancias como el alcohol o las drogas, sino también el distanciamiento generacional entre padres e hijos, la desatención de los padres abrumados por cuestiones laborales y económicas, o la gestión de la pérdida y el luto a muy pronta edad.

Háblame no es sólo la película de moda del momento; se trata de una cinta de terror inesperada, sorprendente y madura que no sólo satisfará a quien busque adentrarse en una auténtica historia de terror, sino para aquellos que aspire a ver una historia que deje un poso en el espectador, más allá del también gozoso momento de miedo durante el visionado.