El debut en la dirección de Jordan Peele ha supuesto todo un revuelo en Hollywood tras conseguir, con un presupuesto exiguo, uno de los éxitos de taquilla de la temporada, acaparando además excelentes críticas que ensalzan, sobre todo, su discurso social y una manera original y alternativa de tratar el tema del racismo en Estados Unidos. Déjame salir evita la mirada arquetípica al racista, para poner su punto de mira en los sectores supuestamente progresistas, cuya condescendencia pro-Obama y Anti-Trump no hace más que esconder los mismos recelos y discriminación, pero escondidos bajo una cara amable.

A nosotros la supuesta originalidad de Peele no nos parece tal, sino más bien un inteligente batido de referentes selectos y en algunos casos un tanto olvidados. Déjame salir tiene algo de Adivina Quién Viene a Cenar, algo de la paranoia burguesa de un David Lynch o un John Carpenter y mucho de Ira Levin y sus Poseídas de Stepford, sustituyendo la denuncia del machismo de esta novela por el racismo soterrado.

Eso sí, esa mezcla se ve beneficiada por una lograda e inquietante puesta en escena, donde el cineasta es capaz de generar una atmósfera enrarecida e inquietante.

El uso del humor, especialmente la ironía es amplio y notable, aunque particularmente hubiésemos preferido que los trazos más gruesos, representados por el personaje de Rod (interpretado por LilRel Howery), hubiesen quedado en la mesa de montaje.

A nuestro parecer es el único componente discordante de una cinta bien construida y que cuenta además con un notable reparto, donde destacan el protagonista, David Kaluuya, Allison Williams y la siempre fantástica Catherine Keener.

Póster de 'Déjame salir', de Jordan Peele.
Póster de ‘Déjame salir’, de Jordan Peele.