Como nos recordaba Quentin Tarantino en la espléndida Érase Una Vez en Hollywood, a finales de los 60, principios de los 70, algunas estrellas maduras del cine estadounidense encontraron una salida a su menguante carrera en Europa, especialmente en Italia. Algunos tuvieron la fortuna de encontrar a grandes directores que relanzaron sus carreras, ofreciéndoles un notable regreso a Hollywood; otras simplemente acabaron sus días rodando títulos de escaso presupuesto y poco prestigio.

En 2008, el éxito de la película Venganza abrió las puertas a que, de nuevo, estrellas de capa caída y cuya edad ya les alejaba de papeles principales en títulos comerciales probaran fortuna en el cine de acción europeo. Liam Neeson vio su carrera reflotada gracias a esta película y fueron múltiples las películas de formato similar que quisieron seguir esta estela. Algo similar podemos encontrar en el relanzamiento de la carrera de Keanu Reeves gracias a John Wick. Desgraciadamente, como sucediera en los 60 y 70, por cada Neeson o Reeves han muchos actores estimables, pero olvidados, que intentan reverdecer su estrellato probando fortuna en este tipo de producciones.

ACTOR EN DESGRACIA

Si miramos al inicio de su carrera, Aaron Eckhart no se presentaba como protagonista de ningún actioner, sino como actor de carácter, con buenas dotes interpretativas y físico atractivo que le abrió las puertas de Hollywood. Su primer valedor fue Neil LaBute con En Compañía de Hombres y Amigos y Vecinos. A partir de ahí fue ganándose un puesto como secundario de peso en producciones como Erin Brockovich, Persiguiendo a Betty o Posesión.

Jason Reitman volvería a darle peso protagónico con Gracias por Fumar y Christopher Nolan lo convirtió en el ángel caído de su Caballero Oscuro. Curiosamente, esta película, lejos de servirle de trampolín, marca un punto de inflexión en su carrera en el que empieza a decaer. Aún su paso por la franquicia de Objetivo La Casa Blanca, aunque en un papel secundario, le sigue respetando cierto estrellato, y en televisión ha contado con algunos proyectos que le han permitido mantener su perfil de actor de carácter, como Los Romanov o The First Lady; sin embargo, su carrera empieza a acumular proyectos alimenticios de bajo presupuesto hasta llegar a Agente X. Última Misión.

DIRECTOR EN BARRENA

Una trayectoria similar la podemos encontrar en el director de la cinta, Renny Harlin, quien en los 90 se convirtió en uno de los directores de cine de acción más taquilleros, anticipándose por pocos años a la llegada de Michael Bay. Tras dos películas modestas, Infierno en el Ártico y Prisión, Harlin llamó la atención por primera vez cuando se encargó de la cuarta entrega de la franquicia de Freddy Krueger, Pesadilla en Elm Street. El Amo del Sueño.

En 1990 compaginó dos películas de acción de diferente pelaje, Las Aventuras de Ford Fairlane y La Jungla 2. Alerta Roja, con la que entró en los proyectos de clase A. La habilidad de Harlin para escenificar explosivas secuencias de acción que iban más allá de lo verosímil le abrió las puertas de la élite de Hollywood. Máximo Riesgo se convirtió en la culminación de todo ese trabajo y su mejor película.

En plena cresta de la ola, apostó por reflotar le cine de piratas con una cinta protagonizada por Geena Davis, con la que a continuación rodó Memoria Letal. Costosas y aparatosas, las dos películas quedaron lejos de los resultados esperados. Deep Blue Sea le proporcionó algo de aire, pero a partir de ahí la carrera de Harlin inicia su descenso. Driven (de nuevo con Stallone), Cazadores de Mentes y El Exorcista. El Comienzo fueron sus últimas oportunidades comerciales.

A partir de ahí la deriva le va llevando más y más lejos del lugar de privilegio con el que gozó en la primera mitad de los 90. Las últimas dos décadas le han supuesto un itinerario por diferentes cinematografías en busca de proyectos comerciales con los que poder reencaminar su carrera. Películas como Hércules. El Origen de la Leyenda, Atrapa a un Ladrón, Bodies at Rest o Ladrones de Élite son carne de cañón para mercado doméstico. Y así llegamos también a Agente X. Última Misión.

BUSCANDO VENGANZA

El exagente del FBI (reconvertido en exagente de la CIA para la película) Steve Vail es el protagonista una trilogía de novelas escritas por Noah Boyd (también antiguo agente del FBI) y aunque el título en español de la película Agente X hace referencia a la segunda novela, el título original (The Bricklayer) y la trama corresponden al primer libro de la trilogía (es probable que a los responsables del marketing en nuestro país El Albañil no les pareciera un título atractivo).

Las novelas de Boyd y el personaje de Steve Vail han servido aquí para inspirar una película que nos retrotrae al actioner de los 70 y 80, con personajes de ambigua moral y violencia física escenificada en pantalla. Sin haber podido leer las novelas, no podemos calibrar la fidelidad de la película con respecto a la obra literaria, pero esperamos que Boyd sea mejor escritor que los guionistas asignados a esta adaptación, porque la trama de la película va de lo inverosímil a lo incongruente. No sólo quedan muchos cabos sueltos (que bien podrían ser productos de recortes en el montaje) sino que el propio personaje se contradice de una escena a otra. En un momento es un Bryan Mills o un John Wick al uso, capaz de enfrentarse a un grupo de agresores de manera implacable, pero en la secuencia siguiente apenas puede derrotar a uno sólo de aquellos agresores al que previamente había tumbado de un único golpe efectivo.

PROBLEMAS DE CONSTRUCCIÓN

Esa trama de medias verdades, antiguas traiciones, viejas amistades, encuentros y desencuentros entre el héroe y el villano busca sin éxito ser ingeniosa y sofisticada, mientras que Aaron Eckhart trata de darle consistencia a un personaje sin ingredientes suficientes. Harlin, por su parte, tira de oficio y procura que su parte sea efectiva y, todo hay que decirlo, la acción está pulcramente rodada, tirando de efectos prácticos y especialistas de acción, sin recurrir en exceso al CGI y dejando un sabor añejo. Por desgracia, esto no es suficiente cuando todo el andamiaje dramático es tan endeble. Resulta irónico que una película titulada El Albañil tenga una estructura de ladrillos tan inconsistente. A esto se suma, un abuso del apartado musical, con una partitura desmedidamente enfática y que subraya momentos donde no era necesario ese ímpetu.

MISIÓN INCUMPLIDA

Agente X. Última Misión es un producto mediocre, que raspa lo mínimo para entretener, pero que desaprovecha las posibilidades que tenía. Desde el principio, todo evidencia serie B desgana, un directo al mercado doméstico o plataformas que, por alguna razón, ha conseguido abrirse camino hasta las salas de cine. Puede servir para matar una tarde tonta en casa, pero verla en cines resulta un desperdicio de tiempo y dinero.