El 13 de agosto de 2025 la plataforma Disney+ ha liberado los dos primeros episodios de una nueva aproximación al universo Alien. Desde el 20 de agosto ya está disponible el tercer episodio. Alien: Planeta Tierra proporciona novedades estructurales, narrativas y logísticas importantes respecto a los largometrajes previos.
En primer lugar y la más evidente: 8 episodios de una hora de duración, a diferencia de una película de dos horas, permiten narraciones más amplias y complejas.
En segundo lugar, por fin podemos observar a los Xenomorfos en entornos cotidianos de nuestro planeta. Después de que nos colocasen la miel en los labios al final de Alien: Resurrección (Alien Resurrection, EE. UU. 1997) con la llegada del clon número 8 de Ripley a un apocalíptico Planeta Tierra. Parecía presagiar que el siguiente filme de la saga contemplase la guerra en nuestro planeta contra la raza alienígena. Tal contingencia había tenido lugar en algunos cómics posteriores a Aliens: El regreso (Aliens, EE. UU. 1986) y anteriores a Alien 3 (EE. UU. 1992). Hemos tenido que esperar hasta 2025.
En tercer lugar, la serie creada por Noah Hawley no pretende concentrarse en una o varias criaturas Alien como epicentro de la acción ni del terror. Ese cefalópodo con una órbita de ojos, que descubrimos dentro de un gato muerto, resulta otra criatura extraterrestre de lo más perturbadora. Por primera vez, la trama de Alien: Planeta Tierra no va a consistir exclusivamente en una historia de supervivencia. Se abarcan aspectos que preocupan a las sociedades de nuestro tiempo: la filosofía corporativa y su despiadada capacidad competitiva, el empleo de la inteligencia artificial, la bioética a la hora de manipular a los seres humanos para transformarlos en personalidades artificiales y el empleo de recursos a la hora de proteger a la población de posibles amenazas catastróficas.
En el año 2120, la Tierra está gobernada por cinco corporaciones
Nuestro planeta está explotado por cinco corporaciones que luchan por control de recursos planetarios y de zonas de explotación y venta de sus productos. La apuesta particular de Prodigy, una de las corporaciones hegemónicas, son los “Híbridos”, seres sintéticos construidos a partir de niños con enfermedades terminales. Restos de su cuerpo y sus cerebros reciben el adecuado software y una coraza sintética conservando su apariencia humana.
Wendy (Sidney Chandler) la líder de este grupo de “niños perdidos”, se erige en un claro guiño al personaje de Peter Pan (el hecho de que se vean imágenes del clásico de Disney sobre la obra de J. M. Barrie no es baladí). La secuencia relativa a la fiesta en el edificio en cuya base se ha estrellado la nave, con sus invitados ataviados como si viviesen en el siglo XVIII, y el desenfoque hacia atrás de la cámara en un zoom de retorno en un momento dado, remiten claramente al cine de Stanley Kubrick.
Asistimos, por otra parte, a instantes de intentos de captura y estudio del Xenomorfo en sus diferentes formas. El comienzo de la serie, desde el despertar de la tripulación hasta el descontrol en la nave USS Maginot, propiedad de Weyland-Yutani (la descripción de la rutina de la tripulación, la revisión de su carga, su ruta, etc.) ha cuidado la estética y tecnología entre retro futurista y realista, muy próxima a la del filme de 1979. La nave, que regresa tras una labor de recogida de especímenes, se estrella en la ciudad de Nueva Siam, en la isla de Prodigy, controlada por la referida corporación del mismo nombre. Comienzan dos carreras corporativas que van a colisionar: la de Weyland-Yutani para recuperar sus activos y la de Prodigy por enviar a sus híbridos para apoderarse de la carga de la Maginot, que, al fin y al cabo, ha caído en “su” ciudad. Las muertes de sus habitantes no parecen importar.
Alien: Planeta Tierra es una producción de FX Productions
El cuarto factor que llama la atención en Alien: Planeta Tierra es la ausencia en los créditos, por vez primera en la saga Alien, del nombre de la empresa Brandywine. No olvidemos que es la corporación de la cual surgió la saga, vinculada a la franquicia. David Giler, Gordon Carroll y Walter Hill fueron sus socios fundadores. El primero y el tercero, guionistas competentes, impulsaron el filme original, así como los dos filmes siguientes. Hill es el único superviviente. Su nombre figuraba como productor hasta Alien: Romulus (EE. UU. 2024). Teniendo en cuenta la predilección del californiano por las tramas sencillas y de corta duración, no es descabellado presumir que no ha deseado estar en esta ocasión.
Provisto de excelentes credenciales al mando de las series Legión (EE. UU. 2017-2019) que abordaba un personaje de cómic de los X-Men, y Fargo (EE. UU. 2014-2023), que realiza ingeniosas derivaciones del filme del mismo título de 1996, Noah Hawley llevaba desarrollando desde 2020 la expansión del universo alienígena.
Su serie constituye un canto de amor a los dos primeros filmes, los de 1979 y 1986. Una segunda temporada de otros 8 episodios parece estar garantizada. A partir de ahí todo dependerá del éxito de una propuesta, que tiene un reto importante: hacer creíble una invasión de nuestro planeta, que transcurre con anterioridad a todos los filmes de la saga.