«Ey, tu no inventes«. Eso le decía Jesús Franco a la encantadora actriz, durante el rodaje de la recientemente estrenada Al Pereira vs. the Alligator Ladies. La cosa es que Jesús recitaba los diálogos a los actores, pero no dejaba, ni de lejos, que estos improvisasen más allá de la cuenta. Eso demostraba lo vivo que estaba, el hoy difunto Jesús Franco.
Cuando este verano Hugo Stuven Casasnovas y un servidor nos acercamos para entrevistar a Jesús Franco en el rodaje, no nos encontramos a un decrépito anciano de 82 años en una silla de ruedas. Frente a nosotros estaba un auténtico titán, que manejaba con mano firme el rodaje más precario que yo haya vivido nunca. Pero quizá también el más fascinante. Y así nació Tio Jess, porque lo que vivimos, lo que charlamos, y lo que grabamos, era digno de contarlo en un cortometraje.
Uno había escuchado y leído mil cosas de la forma de rodar de Jesús. Y aunque yo conocía a Jesús hace algo más de una década, nunca había podido verle en acción directa. «Mientras no te pongas delante de la cámara, puedes grabar lo que te salga de los cojones» me decía. Genio y figura.
Y allí estaba la psicotronía, lo psicotrópico y la deconstrucción en el contenido, y el estajanovismo en el método. La libertad absoluta en el rodaje, pero siempre con mano férrea de director experimentado.
Ahí descubrí que ese hombre no era más que cine, le importaba poco que lo que estuviese haciendo fuese bueno o malo («Esto es una mierda, yo prefiero ver en mi casa a John Ford…«) tan sólo que estaba haciendo cine. Bueno, cine no, «experimentos audiovisuales» como él decía. «Olvidaros del cine, coño«.
¿Cine bueno?, ¿Cine malo?, pues de todo habrá habido, qué más da, pero ahí quedan doscientas películas. Y lo más importante, de lo que doy fe, Jesús generaba una fascinación hipnótica, cual encantador de serpientes. Eso no se lo quita nadie.
Es de admirar a los amigos, sobre todo los malagueños, que le han acompañado en estos últimos tiempos. Y a la iniciativa de rodar las últimas películas, que le dieron aire tras la desaparición de Lina, hecho del que nunca hablaba. Y a la cabeza de todas las ayudas, ese grande que es Antonio Mayans.
Adiós Tio Jess. Grande. Qué bien has vivido.