Tras la presentación de Hereditary en Sundance, las expectativas hacia esta cinta de terror de producción independiente se elevaron como la espuma. Las comparaciones con títulos como El Exorcista o La Semilla del Diablo la situaban como heredera de un legado excepcional, aunque las dudas sobre si una cinta de terror actual sería capaz de alcanzar ese listón no eran baladíes. No creemos que ese objetivo se haya cumplido, no por falta de méritos, sino porque, pese a la originalidad de la propuesta, sus deudas a estos dos títulos paradigmáticos del género hacen que el resultado no resulte tan novedoso como nos quieren hacer creer.

A pesar de esto, Hereditary nos ha parecido una de las mejores cintas de terror en mucho tiempo. Abocados a una deriva del género donde se confunde la tensión por el sobresalto, o el terror por el golpe de efecto, resulta maravilloso encontrarse por fin con una cinta que se toma en serio su discurso fantástico, con una inquietante construcción de atmósferas que parte desde el mismo inicio de la película y no cede hasta alcanzar el clímax final.

La construcción del relato se toma su tiempo para ir planteando los ingredientes que requiere su receta, manteniendo durante gran parte del metraje al espectador en la duda sobre hacia dónde quiere dirigirse la película, pero al mismo tiempo fascinado por lo sugerente de las imágenes.

La puesta en escena de Hereditary, el uso cromático de la fotografía, el ritmo pausado del montaje y el inteligente empleo del sonido predisponen al espectador ante la llegada de lo sobrenatural y cuando ésta se produce, no decepciona.

Nuestra recomendación es que corran a ver la película, no dejen que se las cuenten, porque si no pierde parte de su magia y fascinación.

Póster 'Hereditary'. | DeAPlaneta
Póster ‘Hereditary’. | DeAPlaneta