La nueva película del spin off del universo The Conjuring, nuevamente con la siniestra muñeca Annabelle como protagonista, se configura como una precuela de la anterior entrega dedicada a ahondar en el origen de la creación del mal alrededor del torturado juguete. Ante tal afirmación el espectador avezado se preguntará si tales situaciones no habían tenido cabida en Annabelle (John R. Leonetti, 2014) y la respuesta no deja de ser un tanto compleja ya que esta saga parece construirse a tiempo inverso creando tramas anteriores a los hechos sucedidos en Expediente Warren (James Wan, 2013) como punto de partida.

Sin embargo las comparaciones son odiosas y, hasta la fecha, las escisiones de Annabelle no llegan a la altura de su primera aparición en la vitrina del despacho de Ed y Lorraine Warren (interpretados para la ocasión por Vera Farmiga y Patrick Wilson). No está de más recordar que este juguete diabólico existió realmente bajo una apariencia más convencional de un juguete Raggedy Ann. En la actualidad aún permanece en su vitrina bajo la advertencia “Positively do not open (No abrir bajo ninguna circunstancia)”.

En cualquier caso, el espectador buscará en esta nueva entrega una nueva oportunidad de revivir los esquemas de juguetes vivientes vistos en películas como El Muñeco diabólico” (Child’s Play, Tom Holland, 1988), Jugando a Matar (Dolly Dearest, Maria Lease 1991 ) o Silencio desde el mail (Dead silence, James Wan, 2007), pero nada más allá de la realidad.

En Annabelle: Creation, Samuel Mullins, el juguetero encargado de crear a la muñeca protagonista, (interpretado por Anthony LaPaglia) acoge a un grupo de huérfanos tratando de superar la muerte de su hija… claro está que ese espíritu errante no les pondrá las cosas fáciles a la hora de vivir una existencia tranquila.