En el oscuro verano del 2001, cuando Buenos Aires sufría el estallido de una crisis que desbordaba calles y almas, tres amigas inseparables se ven atrapadas en un torbellino de deseos, celos y magia ancestral. La virgen de la tosquera de Laura Casabé no es solo una historia de adolescencia y brujería, sino un hechizo visual que transforma la periferia urbana en un reino donde lo cotidiano se vuelve inquietante, y donde la fotografía de Diego Tenorio pinta con luz febril un universo donde el terror y lo místico se funden en un paisaje de sombras y secretos.
Tras su paso por el Festival de Sundance 2025, la película ha continuado su recorrido y celebró recientemente una importante presentación en Sitges con la presencia de su directora, junto a los actores Agustín Sosa e Isabel Bracamonte, y sus productores.
Laura Casabé definió su película como “un cuento gótico sobre el deseo, la violencia y la creencia”. Con La virgen de la tosquera, la directora de Los que vuelven (2019) confirma su lugar como una de las voces más singulares del nuevo fantástico latinoamericano, capaz de convertir las ruinas del suburbio en escenario de una belleza febril, donde el miedo y la melancolía se funden.
De adolescentes y brujas
La virgen de la tosquera sitúa su relato en los márgenes de Buenos Aires, en ese territorio mestizo y magnético conocido como el conurbano, donde conviven las supersticiones y las sombras del desencanto social. Laura Casabé se confiesa “una ávida lectora y había leído los cuentos de Mariana Enríquez por 2017. “Me quedé fascinada por El carrito y La virgen de la tosquera, pertenecientes al libro Los peligros de fumar en la cama, y en seguida me imaginé una película; creo que sus relatos son muy cinematográficos”, apuntó.
El resultado es una película de atmósfera densa y hechizante, atravesada por las tensiones políticas y emocionales de la Argentina del año del colapso económico y de las primeras adolescencias de toda una generación.
El elenco fue seleccionado mediante audiciones abiertas en la periferia bonaerense, lo que permitió a Laura Casabé encontrar rostros nuevos y verdaderos, lejos de los circuitos teatrales convencionales. Entre ellos destaca la debutante Dolores Oliverio, quien interpreta a una especie de “Carrie postmoderna”, junto a las jóvenes promesas Agustín Sosa e Isabel Bracamonte.

Casabé subrayó durante su presentación que “estos actores no vienen de academias, vienen del mismo barrio que la historia”, y sus interpretaciones se basan en lo cotidiano y en la naturalidad.
La relación entre Laura Casabé y Mariana Enríquez fue fundamental para el proyecto. La escritora participó activamente durante la escritura y el montaje del guion, aportando comentarios y sugerencias que ayudaron a mantener la esencia de su universo literario. Enríquez, según comentó la cineasta, se mostró sorprendida al ver en la actriz protagonista una encarnación perfecta del personaje que ella misma había creado.
La trama sigue a Natalia, Mariela y Josefina, tres amigas que viven en las afueras de Buenos Aires y están enamoradas del mismo chico, Diego, su amigo de infancia. En medio del calor del verano y del caos urbano, aparece Silvia, una joven mayor y enigmática que desata los celos de Natalia. Impulsada por el deseo y la rabia, ésta recurre a su abuela Rita, quien la introduce en un oscuro ritual de magia negra en una tosquera —zonas inundadas que funcionan como un espacio de tránsito entre mundos—.
La película, tras lograr el Premio a la Mejor Fotografía en Sitges y antes de su estreno en cines, continúa su viaje por festivales especializados, como la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, el TerrorMolins o el Fancine de Málaga.














