Durante la presentación de Los Caminantes: Hades Nebula en el festival de Sitges 2011 conversamos con su autor. Carlos Sisí desvela los secretos de la trílogía protagonizada por zombies hispanos publicada por Minotauro.
TA: ¿Cómo surge la saga Los caminantes?
Sobre todo, gracias a la aceptación de los lectores. Originalmente iba a ser un título único, y por eso tiene un final que satisface, que es coherente con la historia. Pero los lectores querían más, la editorial pensaba que sería una buena idea expandir el universo de Los Caminantes y a mi me apetecía también explorar la trama, así que Necropolis continúa la historia y culmina con la tercera y última parte, Hades Nebula. Estoy muy contento con el cierre. He podido introducir muchos elementos, un sentido a la pandemia, de los que luego gusta debatir con unos amigos alrededor de una cerveza. Que de eso va todo esto.
TA: Para aquellos lectores que se quieran iniciar en sus novelas ¿Qué encontrarán en su relato?
Los Caminantes plantea una situación fantástica que hemos visto ya en muchos escenarios, sobre todo cinematográficos: los muertos vuelven a la vida, cargados de odio y un desesperado afán por acabar con los vivos. A partir de aquí, dejamos completamente la ficción y nos centramos en situaciones de supervivencia extrema, de intenso drama, de acción y suspense, pero también de cariño y de humanidad. Hay mucho amor en Los Caminantes, aunque nadie me lo ha comentado nunca (risas).
TA: En un mercado repleto de productos «zombies» como es el actual ¿Qué rasgos diferenciadores encontrará el lector?
Muchos lectores me han dicho que lo que les gusta de la trilogía es su simpatía hacia los personajes, que se alegran y sufren con ellos, y aunque eso es fantástico, para mi, el ingrediente secreto es que tomé el fenómeno con mucha seriedad y respeto. No hay coches volando por encima de una llamarada de fuego… todo es lo más realista posible, hay un gran trabajo de documentación para las cosas más nimias, y las reacciones humanas son las esperables y naturales en todo momento.
Por ejemplo, el libro está lleno de planes fallidos… es algo que ocurre continuamente. Nunca he forzado nada en favor de añadir fuegos artificiales a un momento determinado; eso hace que la historia que estás leyendo sea plausible. Creo que ha sido clave en el éxito de la saga. Pero se podrían mencionar muchas cosas… no es algo que opine yo, es algo que he recogido de la gente que me escribe valorando la obra: el ritmo frenético, el lenguaje visual y directo que hace que te imagines perfectamente lo que lees. Es una receta complicada.
TA: Una vez cerrada la trilogía ¿Cuál ha sido la evolución de la saga desde el primer libro?
Estoy más contento con cada entrega. Creo que voy madurando, y cada vez me atrevo a más. En cada nueva entrega he ido haciendo cosas con las que no me hubiera metido en libros anteriores, porque son complicadas. Los personajes y las situaciones, las diferentes subtramas, se han ido viendo enriquecidas por esto. Es un orgullo cuando los lectores me comentan que cada libro es mejor que el anterior… no solo es lo que poéticamente debería ocurrir, es que te enfrentas al impacto incial de un primer título y, de alguna forma, acabas luchando contra ti mismo. Ya se sabe el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas, pero luché con una tercera y estoy más que satisfecho de haber salido victorioso.
TA: ¿Cuál es el perfil de muertos viviente que se muestra en Los caminantes?
En las más de mil páginas que compone la saga hay de todo. Los caminantes lentos funcionan muy bien… son los romerianos originales: llenan todas las calles y están por todas partes. Pero los rápidos son muy interesantes. El zombi, como todo, tuvo que evolucionar para sobrevivir, y aparecieron los infectados. Se me ocurrió hacer que los zombis lentos fueran excitándose progresivamente a medida que los supervivientes se mueven entre ellos, lo que daba una nueva perspectiva de urgencia. También hay hordas y no falta el zombi solitario, algo que quise recuperar después del primer libro y por eso introduje los personajes de los niños. Desde su perspectiva, pude recuperar el terror por la figura de un único zombi solitario.
TA: ¿Y cuál es el perfil de los supervivientes?
Son gente común, y si me apuras, la mayoría es gente que se ha esforzado mucho por sobrevivir en la vida. Algunos están acostumbrados al día a día, a moverse rápido para conseguir el sustento diario. Creo que son los que tendrían más posibilidades si llegara a producirse la pandemia zombi.
TA: ¿Comparte el término»Zombi» para sus criaturas o prefiere bautizarlas con alguna otra etiqueta?
Utilizo zombi también, aunque prefiero evitarlo. Es una palabra extraña, y no estoy muy contento con su asociación con el esclavo en vida africano. Eso me parece peor que la muerte. Incluso en La Noche de Romero que tanto nos ha inspirado a todos, la palabra no aparecía demasiado… en el título se mencionan los «Muertos Vivientes», algo mucho más sugerente. En general utilizo la palabra «espectro», que aunque parece que designa a algo incorpóreo, me gusta mucho más. Y, por supuesto, caminantes
TA: El fenómeno zombi está muy de moda no sólo entre los aficionados al fantástico y llega con fuerza al gran público ¿Cual crees que son las razones?
Sospecho que, secretamente, muchos ansiamos algún cataclismo que nos libere de todo este follón que nos hemos montado (risas) El zombi, además, nos representa de alguna forma… representa la decadencia del cuerpo, la enfermedad, la violencia que llevamos dentro, y eso nos atrae, como si nos reconociéramos asa enfervorizada masa que persigue únicamente la satisfacción de sus propios deseos, como hacemos nosotros.
TA: ¿Hay adaptación al cine o la televisión a la vista?
Sí. Está en ese punto en el que ni siquiera puedo decir nada… habrá que esperar todavía un poco.
TA: ¿En qué nuevos proyectos trabaja?
Sigo empeñado en poner en jaque a la humanidad. Con La Hora del Mar, mi próximo título, tomo prestada la teoría de Gaia como planeta vivo que se cansa de nosotros y decide reaccionar. Estoy disfrutando mucho con ella… me está dando pie a meter muchas reflexiones sin olvidarme del ritmo trepidante al que he acostumbrado a mis lectores.
Fotografía de Carlos Sisí por Iñaki Campos – Shoot’em all Photography