El regreso a los debates en el seno del Aula de Cine de la Universidad de La Laguna (ULL) no pudo ser más apoteósico. Fin de ciclo y comienzo de charlas. Había tantas ganas de hablar después de ver la película, que, aquello que en principio no iba a superar los 50 minutos, duró finalmente unos 80. El ciclo del mes de abril de 2021 se cerró con todos los honores.
Cronológicamente, Ultimátum a la tierra (The Day that Earth Stood Still) es la primera de las cuatro películas que se vieron en la sala 1 de Multicines Tenerife. Es la primera película que un gran estudio, en este caso Twentieth Century Fox dirigida por el tycoon Daryl F. Zanuck, dedicó un presupuesto “A” para un filme de Ciencia Ficción.
La importancia de este filme es tal, que despertó auténtica hambre por la ciencia ficción en el cine. Cierto es que ya Fritz Lang había dirigido Una Mujer en La Luna (1929) y seguro que encontramos algún otro ejemplo previo. Sin embargo el impacto de este filme fue mayúsculo. Abre todo un universo a las invasiones de criaturas provenientes de otros planetas. No sólo en la propia década, con filmes como La Tierra contra los Platillos Volantes (1956), Regreso a la Tierra (1955) o Los Invasores de Marte (1953).
Los niños que descubrieron este filme en sus días infantiles y con el tiempo se convirtieron en cineastas, llevaban en su ADN creativo las influyentes imágenes de Ultimátum a la Tierra. Y así, Steven Spielberg con E.T. El Extraterrestre, James Cameron con Abyss o Roland Emmerich con Independence Day, que, por cierto, comienza de manera muy similar, rinden absoluto culto al modélico filme de Robert Wise. Cineastas claves del género fantástico como John Carpenter, Joe Dante o Nicholas Meyer, han hablado y mucho en diversos foros, acerca de la trascendencia de este filme en su conversión en realizadores y por supuesto a lo largo de sus carreras.
Un filme con un mensaje claro
Ultimátum a la Tierra es una película de mensaje meridianamente claro, muy bien dosificado e intercalado desde el guion, y es un filme sobre la humanidad, la vida en la Tierra, sobre el miedo a la Bomba Atómica y la destrucción planetaria, pero también constituye un inteligente retrato del tenso clima político de su tiempo.
El productor Julian Blaustein, desarrollador de proyectos para Zanuck, leyó un reportaje periodístico denominado “Paz Beligerante” que le pareció sutilmente contradictorio, y decidió desarrollar un filme de corte fantástico en torno a esa idea. Se revisaron cientos de relatos y novelas, pues el género de literatura fantástica era muy rico y abundante.
Enseguida apareció el relato de Harry Bates Farewell to the Master, que proporcionó el revestimiento preciso para la historia que Blaustein quería narrar. El desarrollo del libreto se le encargó a uno de esos guionistas eficientes del Hollywood clásico, Edmund H. North, y el primer borrador se le entregó directamente a Robert Wise, uno de esos realizadores en el que los productores confían ciegamente, pues saben que sacarán el proyecto en el tiempo y con el presupuesto estipulados. Wise, además, es un profesional muy lúcido, que conoce muy bien la industria, pues no en vano comenzó como montador, nada menos que para Orson Welles en Ciudadano Kane o El Cuarto Mandamiento.

Un extraordinario debate
De Robert Wise, de la música del filme y de Bernard Herrmann, de la famosa frase que ya forma parte del imaginario colectivo, «Klaatu Barada Nikto«, de los actores y actrices principales, del mensaje del filme, del género, de política, de los medios de comunicación en el filme y de mucho más, hablamos en el debate, 88 minutos después del comienzo del largometraje. La mesa de debate estuvo constituida por cuatro excelentes contertulios y contertulias.
Carmen Izquierdo, periodista, y colaboradora del Aula y del espacio Charlas de cine, que llamó la atención en torno al papel de los medios de comunicación en el filme: prensa, radio, televisión como mecanismos de comunicación exclusivos de la época, y su incapacidad para expresar libremente las noticias, siempre a la espera de recibir autorizaciones oficiales. La película constituye igualmente una crítica a cierto ejercicio del periodismo, que puede verse en la secuencia donde el locutor deja escapar la “noticia del siglo”, es decir, la posibilidad de entrevistar al propio Klaaut, camuflado entre los curiosos, que en cuanto empieza a reflexionar sobre la sustitución del miedo por la razón, le quitan el micrófono delante, y el periodista se va a realizar otras entrevistas más banales y mundanas.
Tomás Hernández, teólogo, miembro del Centro de Estudios Teológicos de Tenerife, compartió con nosotros reflexiones cargadas de humanidad, destacando precisamente que el filme de Robert Wise es un filme sobre la Humanidad, más que un filme de Ciencia Ficción, que también lo es. Se le preguntó por ciertas referencias religiosas del filme, como alegorías a la resurrección (Carmen Izquierdo) o al hecho de que Klaatu adopte el nombre de Carpenter, que agudamente Manu Díaz Noda, director del programa Días de Cine, Noches de Radio y colaborador de TUMBAABIERTA.COM, tradujo como “Carpintero” en clara referencia a Jesús. Tomás nos contó igualmente algunos detalles del mencionado relato Adiós al Amo que inspira el filme.
Fernando de Iturrate Cárdenes, Profesor de Audiovisuales de la Facultad de Periodismo de la ULL, que en la sesión inaugural del ciclo, con el pase de El Increíble Hombre Menguante había contextualizado el género y su reflejo en la sociedad, o cómo lo que acontecía en la sociedad fue el ecosistema perfecto para la edad de oro del género en la década de los 50, destacó que Ultimátum a la Tierra causó el impacto de que los extraterrestres no necesariamente tenían que tener un objetivo marcadamente hostil, como sí ocurría en otros filmes del género y de la época. Destacó las cualidades de la banda sonora, y su compositor que tiene trabajos maravillosos para Alfred Hitchcock, por ejemplo. Fernando alabó igualmente la labor interpretativa de Patricia Neal, una actriz maravillosa, que destacó en el filme El Manantial, de King Vidor en la década anterior. Fernando destacó también los filmes de Wise de género, como fueron La Amenaza de Andrómeda (1971), o el primer filme de la saga Star Trek (Star Trek: La película, 1979).
Por su parte, Cristo Gil, que estuvo entre nosotros durante todo el mes de abril, contribuyendo de modo notable a la contextualización de los filmes del ciclo, junto a su acompañante Martín, trajo un Theremin, ese instrumento de aspecto y sonido futurista, que parece emitir música de otro mundo, y que tuvimos el privilegio en sala de escucharlo al comienzo y al final del debate. Cristo explicó la arriesgada apuesta de Herrmann con el instrumento, y como se convirtió en el sonido de referencia para los platillos volantes en todas las películas que vinieron en los años venideros, y cuyo sonido fue oportunamente rescatado por Danny Elfman en Mars Attack y por Howard Shore en Ed Wood, ambas películas dirigidas por Tim Burton. Cristo contó algunas anécdotas de la producción, como que Daryl Zanuck propuso a Spencer Tracy para interpretar a Klaatu, pero que ello restaría el efecto sorpresa, y sobre todo el poder de convicción que otorga al personaje el finalmente elegido Michael Lennie, que fue contratado por Zanuck después de verlo en una obra teatral en Londres.
Se le dio la palabra a Fabián Orán, profesor de filología inglesa de la ULL y auténtica autoridad en la historia de EEUU, y comentó cómo el filme contiene detalles históricos muy bien cuidados. La proximidad de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, la amenaza de la China comunista y por supuesto el uso de la bomba atómica y su aplicación a los misiles de armamento por diversas potencias constituye el clima político de producción de este filme. Fabián puso de relieve que el filme constituye un fresco histórico notable, plagado de referencias, como la dedicada a Abraham Lincoln y a su discurso de Gettysburg transcrito en el monumento que el presidente tiene junto al Capitolio. Que los populismos y la polarización política no son monopolios de nuestro tiempo, es algo que el filme deja perfectamente claro, en secuencias como la del debate en el desayuno en el hostal donde Klaatu se instala furtivamente.
Icónico e influyente
Un filme, en definitiva, icónico, muy influyente, y que puede ser, y de hecho ha sido, muy estudiado desde diversos ámbitos y puntos de vista. Como todas las películas “eternas” vence lo caduco de sus rutinarios efectos especiales, y obra el milagro de que, pese a la goma espuma del traje del robot Gort, y cómo el mismo se pliega descaradamente por las rodillas, no nos importe, pues el filme es de una calidad majestuosamente inmortal.