Crítica: ‘THE PRODIGY’. Ángel o demonio

Estreno en cines (España): 8 de febrero de 2019

2422
'The prodigy'
'The prodigy'

En 1956, el director Melvyn LeRoy nos presentó en su película La Mala Semilla a Rhoda, una niña de 8 años que, bajo su apariencia angelical, escondía una psicópata en potencia. Después de eso llegaron otros niños malévolos, poseídos o demoníacos, con Regan y Damien a la cabeza. Con estos modelos, este subgénero ha quedado francamente encasillado. Son pocas las películas que realmente resultan novedosas y originales. The Prodigy, dirigida por Nicholas McCarthy y protagonizada por Taylor Schilling y el niño Jackson Robert Scott, no va a ser la encargada de romper esta maldición.

No le negamos elementos muy atractivos. La puesta en escena de McCarthy está lograda, con algunas secuencias espléndidamente resueltas y de manera muy intensa. El cineasta sabe sacar partido a la apariencia inocente del protagonista para construir imágenes inquietantes.

Aquí ayuda mucho la cuidada fotografía de Bridger Nielson; sin olvidar la partitura musical de Joseph Bishara, quien, con sus construcciones atonales, se está convirtiendo en un referente fundamental para el género.

Los intérpretes cumplen perfectamente su cometido. Schilling sabe llevar el peso de la historia y siempre es una satisfacción reencontrarse con actores tan pulcros y eficaces como Colm Feore.

Sin embargo, pese a que la idea de partida no está carente de interés (la lucha interna entre el alma del niño y la del asesino que busca apropiarse de su cuerpo), todo el desarrollo de la acción supone repetir cliché tras cliché, desde los primeros conatos de violencia del niño, pasando por la obligada secuencia con perro, la eterna repetición del complejo de Edipo, hasta llegar a un final totalmente previsible.

The Prodigy contiene buenos momentos de tensión y terror y la factura es esmerada, pero no aporta nada que no hayamos visto, y mejor resuelto, con anterioridad.

Póster de 'The Prodigy'. Filmax
Póster de ‘The Prodigy’. Filmax