Después de The Cured y Dating Amber, el director irlandés David Freyne da el salto a Hollywood de la mano de la productora A24 con Eternity, una comedia romántica con trasfondo metafísico protagonizada por Elizabeth Olsen, Miles Teller y Callum Turner. A grosso modo, podemos definirla como una de las producciones de gama media de A24. Cuenta con una propuesta atractiva, un buen reparto y una mirada aparentemente menos convencional sobre un tema tan manido como los triángulos amorosos; sin embargo, carece de ambiciones de trascendencia.

La trama principal parte de la promesa de un Más Allá donde nos reuniremos con nuestros seres queridos, asumiendo la problemática que esto puede contraer. En el caso de la protagonista de la película, tener que escoger entre dos compañeros de eternidad. Uno representa el ideal romántico idealizado por una muerte temprana; el otro, la persona con la que se compartió la mayor parte de la vida, con lo que ello supone de desgaste del romanticismo y la caída en la rutina.

Un limbo con aroma kafkiano

La cinta nos propone una especie de terminal de salida al Más Allá muy administrativa, casi a modo de terminal de aeropuerto, donde las almas de los recién fallecidos deciden qué tipo de eternidad desean, sirviendo también de limbo estacional para aquellos que no lo tengan claro. Se trata de uno de los apuntes diferenciadores de la película, aunque nos recuerde casos como El Cielo… Próximamente, cinta de Albert Brooks de 1991. Ese escenario kafkiano, a medio camino entre impersonal motel de aeropuerto y catálogo de agencia de viajes, tiene también ecos de la spielbergiana La Terminal.

La labor de los tres actores es espléndida. Elizabeth Olsen no sólo irradia belleza y sencillez, sino que refleja a la perfección la dificultad de tener que acometer esa elección. Callum Turner construye su personaje a partir del ideal romántico, para poco a poco ir dejando mostrar las costuras y las fugas de esa perfección, mientras que Miles Teller, se divierte con el personaje antipático e irritante. Pesa a las luces y las sombras de los tres personajes, no se trata de una cinta con héroes o villanos, sino que habla de la idealización del pasado y el menosprecio por el día a día. El guion da para una ligera reflexión y hasta un animado coloquio tras la proyección, si vamos acompañados al cine, pero está más cerca del concepto de autoayuda que de alta filosofía.

Sencillez visual y factura efectiva

La puesta en escena de Freyne es sencilla, pero juguetona, especialmente a la hora de trabajar con los contrastes de escenarios y su irreverencia hacia una mirada elevada de la vida (curioso viniendo de una productora como A24). El cineasta sabe que el mejor funcionamiento de la película radica es sacar provecho de los aciertos de un guion que, pese a sus ínfulas de originalidad, acaba siendo más rudimentario de lo prometido, y del trabajo con los actores, que, al final del trayecto, son el principal activo de la película.

Irónicamente, teniendo en cuenta el título de la película, Eternity se salda como un producto entretenido, bien facturado, muy bien intencionado y con un visionado entretenido y buenrollero, pero con escasas probabilidades de alcanzar la eternidad.