El origen de Enola Holmes lo encontramos en la serie de novelas escritas por Nancy Springer (seis en total escritas entre 2006 y 2010) para las que la autora inventó el personaje de una hermana desconocida del legendario detective de Baker Street creado por Sir Arthur Conan Doyle, con las mismas capacidades deductivas que su hermano, pero con la variante de ser una mujer en la Inglaterra victoriana.

Nueva tentativa de Netflix por crear una franquicia cinematográfica dirigida al público juvenil, el salto a plataformas se ha convertido también en un vehículo para intentar afianzar la fama de Millie Bobby Brown más allá de Stranger Things.

Acompañada por Henry Cavill, Helena Bonham Carter y Sam Claflin, la cinta gira continuamente en torno a ella, con continuas rupturas de la cuarta pared, donde la protagonista nos va narrando sus impresiones y avances (aquí no hay un Dr. Watson). Es cierto que el personaje resulta un tanto cargante, pero, al fin y al cabo, forma parte de la propuesta.

Dirigida por Harry Bradbeer, la película es un ejercicio efectivo, dinámico, colorido, repleto de humor, reivindicaciones feministas y algo de suspense y acción. Como producto cinematográfico, acaba siendo una cinta entretenida, pero insustancial; de cuidada producción y atractivo diseño, con un buen vestuario, buena fotografía, bien dosificados efectos digitales y una partitura musical ligera y bien sustentada en un conjunto de retentivos temas melódicos.

Los fans más puristas de Sherlock Holmes encontrarán elementos que les sacarán de sus casillas, pero, pese a su simpleza, la cinta evidencia cariño por el legado. Y esa puede ser la descripción final de la película: Entretiene, resulta simpática, pero ni aporta nada, ni ofende al espectador.