El nuevo cine indie ha iniciado un curioso itinerario nostálgico y referencial al cine de terror, con especial predilección por el slasher. Vamos a esperar a que nos llegue MaXXXine, la esperada tercera entrega de la trilogía de Ti West que arrancaba con un cruce entre La Matanza de Texas y el nuevo cine porno de la década de los 70 como dos propuestas cinematográficas contraculturales; sin embargo, hasta entonces, el estreno de De Naturaleza violenta es otro ejemplo de relectura de las claves del género desde una visión autoral e independiente del siglo XXI.
Chris Nash es un cineasta que debuta en el terreno del largo con esta película, aunque le precede una prolífica carrera como cortometrajista y especialista en efectos especiales, además de haber dirigido uno de los fragmentos de la cinta colectiva The ABC of Death 2.
Resulta curioso que el lugar de presentación de una película como De Naturaleza violenta haya sido el Festival de Sundance, evento dedicado al cine indie más selecto y con aspiraciones artísticas; sin embargo, viendo la propuesta narrativa de Nash no es de extrañar que la cinta haya sorprendido en este festival.
Rodada con tomas largas, de tono contemplativo, con el personaje principal deambulando por el bosque, sin respaldo musical, con un ritmo parsimonioso como el propio andar del protagonista, la cinta nos ofrece un mensaje sobre el papel invasivo del ser humano en la naturaleza, actuando nuestra criatura casi como un vengador del entorno natural. Esa podría ser una lectura más intelectual, aunque en la base su trama es extremadamente escueta y simple. Tenemos un ente sobrenatural, tiempo atrás el cuerpo de una persona con problemas mentales que cometió una masacre en venganza de los abusos físicos y humillaciones sufridas, y que ahora resucita cuando un grupo de jóvenes de paso por el bosque cogen un medallón que le servía de vínculo con una madre que fue la única persona que le mostró cariño.
Nuevo fenómeno de terror
Aparte de la puesta en escena, que por momentos recuerda al estilo sórdido, sucio e hiperrealista de Tobe Hooper en La Matanza de Texas, el principal elemento distintivo de este neoslasher frente a todas las entregas de la saga de Viernes 13, es que el punto de vista narrativo es el del monstruo, no el de las víctimas. Por lo general, en la estructura clásica del slasher vemos como un grupo de adolescentes buscan defenderse del ataque de un asesino que les va aniquilando uno a uno. En este caso, Nash cambia la perspectiva y seguimos al asesino en su lento deambular persiguiendo a los que le han robado el colgante de su madre.
Como buen slasher, la parte gore es imaginativa, elaborada y muy explícita. Para los amantes del terror, las diferentes secuencias de asesinatos resultan muy disfrutables por su nivel de violencia y salvajismo. Además, cada asesinato cuenta con su propia escenificación, lo que permite al director jugar con la puesta en escena, y sobre todo con la manera en que muestra los momentos más truculentos.
De Naturaleza violenta desafía las convenciones del género de terror
Nash es muy consecuente con lo que quiere contar. Desde un primer momento deja claro que la cámara va a seguir a la criatura y el modo en que se va a hacer este seguimiento, a riesgo de que el ritmo pueda resultar demasiado cansino para el espectador. Lo mismo con las secuencias de violencia, donde pone toda la carne en el asador y convierte esos momentos en auténticos espectáculos de degüello y vísceras, con la misma parsimonia con la que nos muestra al protagonista caminando por el bosque.
A nosotros, De Naturaleza violenta nos ha parecido una espléndida propuesta, a nivel formal, por su relectura de las claves del slasher o por la poderosa presencia de su personaje protagonista. Entendemos que pueda ser una propuesta atípica y menos atractiva para quien busque una cinta de terror al uso, pero, precisamente por eso, nos parece una de las relecturas del slasher más frescas vistas en mucho tiempo.