Género: Acción – Ciencia Ficción
País: USA
Año: 2011
Duración: 130 min

Dirección -Shawn Levy, Guion – John Gatins, Producción – Don Murphy, Fotografía – Mauro Fiore, Montaje -Dan Zimmerman, Música – Danny Elfman

Reparto: Hugh Jackman (Charlie Kenton), Dakota Goyo (Max), Evangeline Lilly

Actualizar un magnífico episodio de En los límites de la realidad y que te salga una versión con robots de Yo, el Halcón no tiene precio. Esto es más o menos lo que ha conseguido el director de Acero Puro, que tras cosechar un éxito reseñable con la saga Noche en el Museo, no abandona aquí el corte de edad de su público objetivo, convirtiendo lo que podría haber sido un espectáculo puñetazos hidráulicos y hierro retorcido en una interesante aunque ya vista historia de reencuentro paterno filial.

Hugh Jackman encarna a un exboxeador sin blanca que intenta abrirse paso en el complejo mundo de las peleas de Robots. Su lamentable estado económico le lleva a ver como un golpe de suerte tener que cargar con su hijo durante unos días a cambio de una cuantiosa suma de dinero. Sin embargo la pasión del chaval por las peleas de Robots conseguirán que vea con nuevos ojos su relación y su futuro como entrenador de maquinas luchadoras.

Con un metraje excesivo que sobrepasa las dos horas, vamos siendo testigos de la evolución entre padre e hijo mientras acumulan victorias con el robot que el chaval adopta bajo su mando. Mientras que la relación entre vástago y progenitor recorre el arco esperado por la audiencia, los intercambios entre el chaval y su robot no terminan de quedar claros para la audiencia ya que en algunos momentos parece que Atom, el nombre por el que se conoce a la máquina y el pequeño protagonista de la historia, pueden comunicarse y comprenderse mutuamente, y sin embargo esto no es algo que trascienda de una manera efectiva en la historia.

Visualmente el film es más que correcto y cuenta con unos efectos digitales más que impresionantes. Los momentos de combate son quizá lo mejor del film, aunque se echan en falta más robots y más peleas. También encontramos ciertas incoherencias en la manera en la que se desarrollan los combates, si nos paramos a analizar el papel que desempeña quien controla a la máquina y las reglas de la liga profesional, cuyo desarrollo se obvia en pos de un desenlace cantado.

Los chavales van a disfrutar la película ya que se verán reflejados en el personaje que está pensado para ellos, pero los que ya llevamos a las espaldas algunas películas de superación personal encontramos sin problema demasiados referentes en el pasado. Lo mejor sin duda, la banda sonora de Danny Elfman.