Género: Terror | Acción
País: USA
Año: 2012
Duración: 105 mins.
Fecha de estreno Estados Unidos: 22 de Junio de 1983
Fecha de estreno España: 31 de Agosto de 2012

Dirección – Timur Bekmambetov | Guión – Seth Grahame-Smith | Producción – Tim Burton | Montaje – William Hoy | Fotografía– Caleb Deschanel | Música – Henry Jackman

Reparto: Benjamin Walker (Abraham Lincoln), Dominic Cooper (Henry Sturges), Anthony Mackie (Will Johnson), Mary Elizabeth Winstead (Mary Todd Lincoln), Rufus Sewell (Adam)

Hay un extraño dúo de moda en Hollywood que no ha empezado nada bien su andadura por el sinuoso camino a la conquista de la taquilla. Tim Burton ya se alió con Seth Grahame-Smith para dar forma al libreto de la fallida Sombras Tenebrosas y ahora vuelven a la carga, el primero como productor y el segundo adaptando su propia novela de éxito, dejandole a Timur Bekmambetov, director de la saga Guardianes de la Noche o de la vertiginosa Wanted, la complicada tarea de llevar este proyecto a buen puerto.

Abraham Lincoln cazador de vampiros como muchos ya sabréis, ficciona la vida del venerado presidente de los Estados Unidos convirtiéndole en lo que el título del film ya adelanta. Un pasado marcado por un ataque vampiro a su familia y una juventud dedicada al exterminio de los no muertos, confluye en algunos momentos más y en algunos momentos menos, con lo que fue el devenir real de los hechos. Estos contactos tangenciales con la historia, le permiten al autor tirar de enciclopedia en aquellos pasajes en los que aparentemente no sabe que contar. Tal es así, que el espectador asiste aturdido a unos cambios tan radicales en el alcance de lo que se le está contando, que cuando llega el final de la cinta ha abandonado el poco interés que pudiera tener por la misma. Como siempre, el punto de vista en una narración es fundamental.

Como digo el director hace lo que puede, pero quizá por guardar las formas ante lo que no deja de ser una propuesta de época, pierde ese nervio al que ya nos tenia acostumbrados en sus anteriores trabajos. A pesar de incluir aquí muchas y bien construidas escenas de acción, el material no le ofrece las posibilidades plásticas que si aprovechó al adaptar a Mark Millar o a Serguei Lukyanenko.

Otro problema que hace desmerecer la cinta es el apretado presupuesto destinado a uno de los set pieces más delirantes a los que hemos sido expuestos en los últimos años. Una estampida de caballos sirve como telón de fondo a una pelea cuerpo a cuerpo en la que al final, hasta los propios caballos se convierten en armas arrojadizas. Si bien el planteamiento es más que correcto, la pobre ejecución técnica convierte a esta pieza central en un constante rechinar de dientes por parte de un publico más que entrenado ya en el terreno audiovisual. Toda la leña se ha quemado sin duda en la escena del tren, que hace las veces de emocionante climax de esta historia.

Toda una decepción para los seguidores de Bekmambetov, que no solo esperábamos un festín visual en toda regla si no que además confiábamos en que el material proporcionado por la novela original estuviera a la altura de su reputación. Tendremos que esperar a la película histórica de Spielberg para olvidarnos del dolor que ha supuesto este mordisco a nuestra yugular.