Capítulo XXV
Creo que fue en un documental de la dos, donde hablaron sobre un tipo de insectos, que de un modo que desafiaba a la ciencia, parecían mantener algún tipo de comunicación telepática. Si esos lentos y torpes sacos infecciosos, no utilizan un sistema similar, no se me ocurre como pueden cercarnos de forma tan efectiva y coordinada.
?Lo que está claro, es que seguro que no se comunican mediante bailecitos como las abejas. Por cierto, ¿crees que el calvorota querrá follarse a la preñada?. Seguro que si se lo comentas al cojo pinpin, este se lanza contra ellos y nos consigue un hueco?.
Aunque esos muertos andantes no me parecen demasiado temibles individualmente, el grupo que nos cerca, empieza a ser respetable y lo que es peor? no paran de aparecer mas y mas siluetas.
?Podría ser peor, al menos no veo infectados?.
El cabrón paranoico tiene razón y lo cierto es que no termino de entenderlo. Me consta que también se mueven de noche (la muchacha que me libró del enano cabrón es un claro ejemplo) y dudo mucho que ninguno haya podido librarse de la explosión, aparte de que no creo, que todos los de los alrededores, se concentrasen allí.
?Están escondidos?.
- ¿Escondidos?, ¿de que o de quien?. Esos hijos de puta no parecen tener el suficiente sentido común como para temerle a nada o a nadie.
- ¿Cómo dices?.
Me callo al comprobar que una vez mas, estoy hablando en voz alta con el cabrón paranoico. Alejandro me mira como si esperase que le aclarase algo. Lo siento por él, pero no esta el horno para bollos. Ya hay una cantidad absurda de muertos vivientes en la zona. Empiezo a estar seriamente preocupado.
?Yo no me procuraría por lo que piense cojito. No va a salir de esta?.
El cabrón paranoico tiene toda la razón. No se de donde rayos habrán salido, pero ya hay demasiados. Con la pierna en su estado, Alejandro no tiene ninguna posibilidad? y yo?
?Si tienes una? pero no te va a gustar?.
Como de costumbre tiene razón. No me gusta un pelo.
?Puedes usar al cojo de cebo para escapar?.
¿Tan bajo he caído ya?. La idea, es un poco repugnante, pero por otro lado, dudo que con la pierna herida pueda salvarse y después de todo? no tiene sentido que los dos dejemos el pellejo aquí. Lo medito durante un par de preciosos segundos, mientras Alejandro, se impacienta por momentos.
¡ No!. De ninguna forma. Supongo que hasta los peores tipos, debemos tener un límite. Admito que cuando la situación lo a requerido, he jugado sucio.
?¿Jugado sucio?, menudo puto eufemismo para decir que cuando a convenido has mentido, manipulado, asesinado y torturado entre otras cosas?.
Cierto. No soy un héroe. No soy una buena persona. Pero no soy un traidor.
?¿Tienes un plan mejor??
- Lo tengo.
Alejandro me mira con ojos que parecen a punto de desencajarme. Le señalo la caída pasarela que el cabrón de calvorota arrojo desde lo alto.
- Date prisa, tenemos que desclavarla.
El tipo no hace preguntas, utiliza la macheta con desesperación mientras que yo con le cuchillo y algunas patadas, hago lo propio. Logramos separar la puerta de la parte superior de la mesa cuando apenas un par de metros nos separan de los primeros cadáveres. Escojo la puerta y agarrándola con dos manos improviso una suerte de escudo sobredimensionado, que todo sea dicho, no es ni pizca de cómodo de coger.
?Creo que mi plan era mejor?.
Alejandro, trata de imitarme con la sólida mesa, pero él no es lo suficientemente fuerte ni está lo suficientemente loco. Gritando como un hooligan en un partido de final de temporada, cargo totalmente a ciegas con la puerta por delante contra las primeras siluetas. El primer topetazo es tan brutal, que la puerta se agrieta y me frena hasta casi detenerme, pero no estoy dispuesto a parar? si pierdo la inercia o choco contra que no pueda derribar, estaré jodido.
?También como te tropieces?.
Como si el cabrón hubiese llamado al mal tiempo, piso algo blando y resbaladizo, maldigo a los reputos perros mientras mi nariz se estrella contra la puerta.
?Te dije que mi plan era mejor?.
Oigo a mis espaldas, lo que en una sauna gay podría pasar por un grito de guerra y supongo que Alejandro también estará en dificultades. Ruedo por el suelo. Unas manos me agarran las piernas, una cabeza hinchada y repulsiva, se dirige hacia mi abriendo una boca deforme que me recuerda a la de un pejesapo.
- No tan deprisa ? mi mano derecha le aferra del cabello... pero la cabeza sigue su curso mientras yo me quedo con un bisoñé en la mano -, pero? ¿que mierda?.
?¡Un pelucón!. Los calvos son tu Némesis".
- ¡Hoy no!.
Dando un giro de tronco, mi codo izquierdo le golpea en el ojo. Consigo soltarme, otras manos se cierran en torno a mi mochila, echando el cuerpo hacia delante la libero y ruedo lateralmente por el suelo, me llevo un pisotón. Pateo, algo cruje. Ruedo, me cogen, forcejeo, me suelto, unas manos me agarran un tobillo y tratan de morder la bota de agua, con el otro pie le propino un puntapié que le parte varias dientes. Me suelto y sigo rodando lateralmente? si en lugar de lentos y torpes, cadáveres, fuesen feroces infectados, ahora mismo seria su cena, pero estos fiambres, aunque bien coordinados en conjunto, individualmente son lentos.
Sudando, consigo por fin ponerme en pie. He cruzado el cerco, ha faltado muy poco, pero solo veo a un par de cadáveres lentos e hinchados que vienen hacia mi. Podría vencerles mientras me hago una paja, pero es mejor no tentar a la suerte, aparte, son bastante repulsivos y no me apetece tocarlos.
Busco con la mirada a Alejandro y veo que no va a conseguirlo. Con la macheta, reparte tajos con mas desesperación que habilidad, pero no se está moviendo.
- ¡ No te enzarces ! ? le grito -, solo empújales y cruza. ¡Muévete joder!
Quizás esté desorientado, Puede que no me oiga, pero el caso es que si no se mueve, no va a poder conseguirlo. Son lentos, son torpes? pero son muchos.
El cuerpo animado de lo que parece una grotesca parodia de la abuela de la Fabada Litoral, le coge por los pelos. Dando un grito, Alejandro golpea con la macheta en el cuello de la abuela. El arma atraviesa carne, cartílago y músculo, pero queda encajada entre dos vértebras. La ?abuela? que no parece mas afectada que por la picadura de un mosquito, tira de su cabellera como si quisiera arrancársela, Alejandro con una mano mantiene las ancianas mandíbulas lejos de su cara y con la otra tira de su atrapado arma. Un tipo sin piernas le agarra los tobillos y trata de morderle a través de la gruesa tela de sus pantalones tejanos.
?Es muñones 2.0?
El cerco termina de cerrarse. Un hinchadísimo cuerpo que solo viste unos pantalones cortos y unas chancletas le coge de un brazo. Un mutilado cuerpo que parece rebozado en granos de arroz, parece que quiera darle un beso de buenas noches? pero al retirarse, se lleva en la boca gran parte de su cara.
?No son granos de arroz. Se mueven. Son gusanos?.
Lo mismo da, Alejandro está acabado.
?¿Ves como mi plan era mejor??.
No tiene sentido, quedarse aquí. Los gritos de Alejandro atraen a mas y mas cadáveres. Empiezo a correr, con todos los que son, ese pobre desgraciado no les durará mucho y sin duda estarán interesados en un segundo plato. Entre los gritos de horror y dolor, el desgraciado llama a gritos a Lucia, luego a su madre y gracias a dios dejó de gritar, aunque la noche distó mucho de quedar en silencio. Entre los escalofriantes Gemidos y lamentos de los no muertos, el torturador sonido de su puerca alimentación y casi ahogado por la distancia, aun era capaz de oír el angustioso y familiar grito de una mujer.
El Camino de la Cabra (serie regular/apuesta)
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Korvec
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Capítulo XXVI
Recuerdo que en mi niñez, un barbero me comentó mientras me cortaba el pelo, que las dos cosas mas frías que había en el mundo, eran el hocico de un perro y las manos de un barbero. En su momento, pensé que los polos Popeye estaban mucho mas fríos, pero no dije nada. Varios años mas tarde, un asesino me dijo que las dos cosas mas frías que hay en este puerco mundo, son el hocico de un perro y las manos de un asesino. Entonces pensé, que las cosas cambian, pero los hocicos de los perros siempre permanecen iguales. Supongo que de tener ahora a alguien dispuesto a escuchar mis desvaríos, le diría que las dos cosas mas frías de este infeccioso mundo, son el hocico de un cadáver andante y el filo de un cuchillo muela antes de destripar a un calvorota.
?Eres todo un filósofo. Podrías haber echo fortuna, rellenando los papelitos de las galletas chinas?.
La noche debe ser fría, aunque yo sudo por el esfuerzo. El griterío de Lucia, me orienta en medio de esta oscuridad. Supongo que no pueden haberse alejado mucho, pero el sonido se propaga a grandes distancias en la noche y tampoco me atrevo a correr demasiado rápido. Mi vista ya se a adaptado a la oscuridad y los andantes putrefactos deben estar ocupados con la cena, pero no quiero llevarme sorpresas y puede que todo sea una trampa de calvorota. Por la intensidad de los gritos, no me extrañaría que le haya partido una pierna a Lucia para que esta no deje de gritar mientras el me espera emboscado en cualquier lado.
?O eso o se la está tirando en medio del camino?.
Los gritos suenan cada vez mas fuerte y mas cerca. Sin duda me acerco.
?No olvides que no eres el único que puede oírlos?.
Cierto, de haber un infectado a quilómetros a la redonda, seguro que estará en camino hacia aquí. Pero sorprendentemente, no he topado con ninguno. Es raro... casi tan raro como esa misteriosa proliferación de purulentos. ¿De donde cojones habrán salido?. Porque, joder, los fiambres no salen de la nada y asumámoslo: esta no es una zona densamente poblada...
?Bueno, ten en cuenta que últimamente tienen la fea costumbre de andar y hay una carretera no muy lejos. Quien sabe, lo mismo proceden de un accidente masivo de tráfico.?
Quien sabe. Pero no lo creo...
?O puede que los infectados, hayan aprendido a alimentarse de los cementerios. ¿Recuerdas a granos de arroz???.
- ¿Qué pasa con el puto agusanado?.
?Ese fiambre no era precisamente reciente... y ya sabemos que son capaces de infectar de alguna forma a organismos muertos?.
Joder, de ser eso cierto y por lo que sé, bien podía serlo, las cosas iban a ponerse feas... muy feas. Espero que los cerebritos den pronto con una vacuna o algo.
?Aunque den con ella ¿ que van a hacer vacunar a todos los fiambres?. Míralo por el lado bueno. El mundo se va al carajo y tu vas a estar en primera fila para verlo.?
Bueno, sea eso cierto o no, ahora lo que importa es ajustarle las cuentas al jodido alopécico. El mundo lleva mucho yéndose al carajo y aun seguimos aquí.
Mas gritos rasgan la noche, pero esta vez, también soy capaz de llegar a oír la voz de calvorota. Estoy cerca. Si la vida es una caja de bombones, mas le vale no acostumbrarse al dulce, porque está a punto de despedirse de ella.
- Respira, tranquila lo estás haciendo bien.
?Vaya, vaya, vaya... uno que viene y otra que se va?.
De repente los gritos de Lucia cobran sentido. Supongo que tantas emociones, no son lo mas recomendable para una embarazada. Calvorota, se sobresalta (y con razón) al verme emerger de entre las sombras.
- Va a dar a luz ? su voz no muestra alarma ni resignación. Pero no hay que ser muy listo para captar el mensaje ?si me matas este marrón será cosa tuya?.
Hace apenas unos segundos, la suerte del calvo, estaba mas que echada. No había súplica, ruego o soborno capaz de salvar su puerca vida. Mi única preocupación, era el intentar no mancharme las botas cuando le destripase.
Lucia no parece capaz de hablar, pero su mirada es suplicante.
?¿Crees que este es un buen momento para preguntarle si su marido tenia un buen seguro de vida?. ¡ Raja a ese cabrón y acabemos de una vez !... ¿o no eres capaz de dejarla tirada como hiciste con su cuchi-cuchi?.
- Ya veo la cabeza. ¡ Empuja!.
Los gritos de la mujer vuelven a ganar intensidad. Me descuelgo la mochila y tras sacudirle algunas esquirlas de madera y cristal que aun tiene clavadas, rebusco en su interior hasta dar con el improvisado botiquín de primeros auxilios, aunque a decir verdad, me siento como si estuviese buscando un sifón para apagar un incendio.
No se si calvorota hizo un curso de primeros auxilios en el talego o alternaba sus saqueos con la profesión de veterinario, pero, el caso, es que parece saber lo que se hace. Con un último grito, el bebé termina de emerger a un mundo mucho mas frió que el que acaba de abandonar. Mi navaja multiuso que esterilizo lo mejor que puedo con el contenido del neceser, corta el cordón umbilical.
?Veremos lo que tarda en arrepentirse de su prisa por llegar?.
- Es una niña.
Quizás sea fruto de mi oído aun en proceso de recuperación, pero los últimos gritos de Lucia, aun parecen producir ecos extraños dentro de mi cabeza.
?No son ecos anormal y no es dentro de tu melón. ¿No preguntabas por los infectados??.
Siento una característica y desagradable sensación en el estómago. Aguzo el oído, pero calvorota hace llorar a la niña para poner en marcha sus pulmones.
?¡Excelente!. Ya podemos irnos. La pequeña putilla atraerá a los infectados hasta aquí como una mierdecilla a un nubarrón de moscardas verdes?.
Me pongo en pie y fuerzo la vista. Sigo sin ver nada. Puede que todo sean imaginaciones mías. A mi espalda oigo la agotada voz de Lucia.
- Se llama Esperanza.
?Que enternecedor?
Entonces lo oigo, un grito largo y desgarrador, nada que ver con los débiles gemidos de los purulentos. Estos son infectados, de los rápidos, de los peligrosos y vienen en cantidad.
?No tenemos mucho tiempo, será mejor que empieces a mover el culo?.
El cabrón paranoico tiene razón. No puedo evitar esbozar una sonrisa, ya que esta vez, las cosas no van a ir como el se cree. Me vuelvo hacia Lucia y el calvo.
- Ya vienen ? no creo que haga falta decir quienes -, si seguis este camino durante unos ocho quilómetros, llegareis a un ruinoso edificio. Intentad llegar allí.
?¿Pero que carajo??.
- Tu ? apunto con el dedo al calvorota que está superando todas mis expectativas de supervivencia después de todo -, ayúdalas a llegar aunque tengas que llevarlas a cuestas.
El hombre asiente y en un gesto que me sorprende, me ofrece la descargada escopeta. La tomo y se la cambio por la mochila. El griterio de los infectados suena realmente cerca.
- Quedaos quietos hasta que empiece a alejarles.
Tomo un par de cartuchos del bolsillo de mi pantalón y cargo el arma, mientras comienzo a caminar hacia el estruendoso ruido.
?¿Esto de que va?. ¿De repente te has despertado y te has dado cuenta de que eres un puto heroe?.
- Va de equilibrio kármico.
?¿ Es por falta de medicación o es que simplemente tiras la toalla?".
El cabrón paranoico sin duda es mucho mas inteligente y observador de lo que soy yo. Pero algunas cosas escapan y supongo que siempre escaparan a su comprensión. Es inútil explicarle que por muy hijo de perra que uno crea ser, no es tan fácil darse la vuelta sin mas y dejar que devoren a una madre y a su hija recién nacida. Para él es como ver uno de esos documentales de Somalia que muestran a gente muriendo de desnutrición. Pero yo conozco a esa mujer. Hace menos de una hora, dejé morir a su marido de forma atroz.
Cierro la escopeta, apenas empiezo a distinguir siluetas. Se mueven deprisa.
?Vamos hombre, comprendo que ella te cae bien y que te culpes por la muerte del mostachos, pero míralo por el lado bueno. Así podrías tener otra pesadilla para alternar con la del vampiro. En la variedad está el gusto tío?.
Apunto vagamente hacia la primera de las siluetas. De noche y a esta distancia no tengo la menor posibilidad de acertar, pero tampoco lo pretendo. Disparo. La detonación suena como un cañonazo y los gritos de los infectados se convierten en rugidos. Empiezo a correr con la certeza de que me siguen. De buena gana cambiaria ahora la escopeta, los pocos cartuchos que me quedan y las botas de agua, por calzado deportivo de mi talla.
Recuerdo que en mi niñez, un barbero me comentó mientras me cortaba el pelo, que las dos cosas mas frías que había en el mundo, eran el hocico de un perro y las manos de un barbero. En su momento, pensé que los polos Popeye estaban mucho mas fríos, pero no dije nada. Varios años mas tarde, un asesino me dijo que las dos cosas mas frías que hay en este puerco mundo, son el hocico de un perro y las manos de un asesino. Entonces pensé, que las cosas cambian, pero los hocicos de los perros siempre permanecen iguales. Supongo que de tener ahora a alguien dispuesto a escuchar mis desvaríos, le diría que las dos cosas mas frías de este infeccioso mundo, son el hocico de un cadáver andante y el filo de un cuchillo muela antes de destripar a un calvorota.
?Eres todo un filósofo. Podrías haber echo fortuna, rellenando los papelitos de las galletas chinas?.
La noche debe ser fría, aunque yo sudo por el esfuerzo. El griterío de Lucia, me orienta en medio de esta oscuridad. Supongo que no pueden haberse alejado mucho, pero el sonido se propaga a grandes distancias en la noche y tampoco me atrevo a correr demasiado rápido. Mi vista ya se a adaptado a la oscuridad y los andantes putrefactos deben estar ocupados con la cena, pero no quiero llevarme sorpresas y puede que todo sea una trampa de calvorota. Por la intensidad de los gritos, no me extrañaría que le haya partido una pierna a Lucia para que esta no deje de gritar mientras el me espera emboscado en cualquier lado.
?O eso o se la está tirando en medio del camino?.
Los gritos suenan cada vez mas fuerte y mas cerca. Sin duda me acerco.
?No olvides que no eres el único que puede oírlos?.
Cierto, de haber un infectado a quilómetros a la redonda, seguro que estará en camino hacia aquí. Pero sorprendentemente, no he topado con ninguno. Es raro... casi tan raro como esa misteriosa proliferación de purulentos. ¿De donde cojones habrán salido?. Porque, joder, los fiambres no salen de la nada y asumámoslo: esta no es una zona densamente poblada...
?Bueno, ten en cuenta que últimamente tienen la fea costumbre de andar y hay una carretera no muy lejos. Quien sabe, lo mismo proceden de un accidente masivo de tráfico.?
Quien sabe. Pero no lo creo...
?O puede que los infectados, hayan aprendido a alimentarse de los cementerios. ¿Recuerdas a granos de arroz???.
- ¿Qué pasa con el puto agusanado?.
?Ese fiambre no era precisamente reciente... y ya sabemos que son capaces de infectar de alguna forma a organismos muertos?.
Joder, de ser eso cierto y por lo que sé, bien podía serlo, las cosas iban a ponerse feas... muy feas. Espero que los cerebritos den pronto con una vacuna o algo.
?Aunque den con ella ¿ que van a hacer vacunar a todos los fiambres?. Míralo por el lado bueno. El mundo se va al carajo y tu vas a estar en primera fila para verlo.?
Bueno, sea eso cierto o no, ahora lo que importa es ajustarle las cuentas al jodido alopécico. El mundo lleva mucho yéndose al carajo y aun seguimos aquí.
Mas gritos rasgan la noche, pero esta vez, también soy capaz de llegar a oír la voz de calvorota. Estoy cerca. Si la vida es una caja de bombones, mas le vale no acostumbrarse al dulce, porque está a punto de despedirse de ella.
- Respira, tranquila lo estás haciendo bien.
?Vaya, vaya, vaya... uno que viene y otra que se va?.
De repente los gritos de Lucia cobran sentido. Supongo que tantas emociones, no son lo mas recomendable para una embarazada. Calvorota, se sobresalta (y con razón) al verme emerger de entre las sombras.
- Va a dar a luz ? su voz no muestra alarma ni resignación. Pero no hay que ser muy listo para captar el mensaje ?si me matas este marrón será cosa tuya?.
Hace apenas unos segundos, la suerte del calvo, estaba mas que echada. No había súplica, ruego o soborno capaz de salvar su puerca vida. Mi única preocupación, era el intentar no mancharme las botas cuando le destripase.
Lucia no parece capaz de hablar, pero su mirada es suplicante.
?¿Crees que este es un buen momento para preguntarle si su marido tenia un buen seguro de vida?. ¡ Raja a ese cabrón y acabemos de una vez !... ¿o no eres capaz de dejarla tirada como hiciste con su cuchi-cuchi?.
- Ya veo la cabeza. ¡ Empuja!.
Los gritos de la mujer vuelven a ganar intensidad. Me descuelgo la mochila y tras sacudirle algunas esquirlas de madera y cristal que aun tiene clavadas, rebusco en su interior hasta dar con el improvisado botiquín de primeros auxilios, aunque a decir verdad, me siento como si estuviese buscando un sifón para apagar un incendio.
No se si calvorota hizo un curso de primeros auxilios en el talego o alternaba sus saqueos con la profesión de veterinario, pero, el caso, es que parece saber lo que se hace. Con un último grito, el bebé termina de emerger a un mundo mucho mas frió que el que acaba de abandonar. Mi navaja multiuso que esterilizo lo mejor que puedo con el contenido del neceser, corta el cordón umbilical.
?Veremos lo que tarda en arrepentirse de su prisa por llegar?.
- Es una niña.
Quizás sea fruto de mi oído aun en proceso de recuperación, pero los últimos gritos de Lucia, aun parecen producir ecos extraños dentro de mi cabeza.
?No son ecos anormal y no es dentro de tu melón. ¿No preguntabas por los infectados??.
Siento una característica y desagradable sensación en el estómago. Aguzo el oído, pero calvorota hace llorar a la niña para poner en marcha sus pulmones.
?¡Excelente!. Ya podemos irnos. La pequeña putilla atraerá a los infectados hasta aquí como una mierdecilla a un nubarrón de moscardas verdes?.
Me pongo en pie y fuerzo la vista. Sigo sin ver nada. Puede que todo sean imaginaciones mías. A mi espalda oigo la agotada voz de Lucia.
- Se llama Esperanza.
?Que enternecedor?
Entonces lo oigo, un grito largo y desgarrador, nada que ver con los débiles gemidos de los purulentos. Estos son infectados, de los rápidos, de los peligrosos y vienen en cantidad.
?No tenemos mucho tiempo, será mejor que empieces a mover el culo?.
El cabrón paranoico tiene razón. No puedo evitar esbozar una sonrisa, ya que esta vez, las cosas no van a ir como el se cree. Me vuelvo hacia Lucia y el calvo.
- Ya vienen ? no creo que haga falta decir quienes -, si seguis este camino durante unos ocho quilómetros, llegareis a un ruinoso edificio. Intentad llegar allí.
?¿Pero que carajo??.
- Tu ? apunto con el dedo al calvorota que está superando todas mis expectativas de supervivencia después de todo -, ayúdalas a llegar aunque tengas que llevarlas a cuestas.
El hombre asiente y en un gesto que me sorprende, me ofrece la descargada escopeta. La tomo y se la cambio por la mochila. El griterio de los infectados suena realmente cerca.
- Quedaos quietos hasta que empiece a alejarles.
Tomo un par de cartuchos del bolsillo de mi pantalón y cargo el arma, mientras comienzo a caminar hacia el estruendoso ruido.
?¿Esto de que va?. ¿De repente te has despertado y te has dado cuenta de que eres un puto heroe?.
- Va de equilibrio kármico.
?¿ Es por falta de medicación o es que simplemente tiras la toalla?".
El cabrón paranoico sin duda es mucho mas inteligente y observador de lo que soy yo. Pero algunas cosas escapan y supongo que siempre escaparan a su comprensión. Es inútil explicarle que por muy hijo de perra que uno crea ser, no es tan fácil darse la vuelta sin mas y dejar que devoren a una madre y a su hija recién nacida. Para él es como ver uno de esos documentales de Somalia que muestran a gente muriendo de desnutrición. Pero yo conozco a esa mujer. Hace menos de una hora, dejé morir a su marido de forma atroz.
Cierro la escopeta, apenas empiezo a distinguir siluetas. Se mueven deprisa.
?Vamos hombre, comprendo que ella te cae bien y que te culpes por la muerte del mostachos, pero míralo por el lado bueno. Así podrías tener otra pesadilla para alternar con la del vampiro. En la variedad está el gusto tío?.
Apunto vagamente hacia la primera de las siluetas. De noche y a esta distancia no tengo la menor posibilidad de acertar, pero tampoco lo pretendo. Disparo. La detonación suena como un cañonazo y los gritos de los infectados se convierten en rugidos. Empiezo a correr con la certeza de que me siguen. De buena gana cambiaria ahora la escopeta, los pocos cartuchos que me quedan y las botas de agua, por calzado deportivo de mi talla.
"Del truyo, se termina saliendo... de la tumba no."
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A ver si va a resultar que nuestro querido protagonista tiene un corazoncito... 
Muy bien tío, no puedo esperar a leer el próximo capítulo.
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"El perdón es entre Dios y ellos, yo solo les facilito la entrevista" El Fuego de la Venganza.
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Bueno, al final renunciando a la siesta me a dado a tener listo el capítulo XXVII, espero que los sufridos seguidores de la serie lo disfruten 
Capítulo XXVII
El que dijo aquello de que ?si el deporte es salud, que corran los enfermos? no creo que imaginase lo profética que iba a resultar esa frase.
No es que yo me considere precisamente Carl Lewis (dopado o no), pero para estar enfermos, los bastardos que me persiguen corren que se las pelan.
?¿Sabes?, esto me recuerda a la película de Indiana Jones... ya sabes, casi al principio. Cuando al prota le persiguen chorrocientos macumbos. Claro que al menos, a él le perseguían por intentar hacerse con un ídolo. Tu estás perdiendo el culo por salvarle el pellejo al tío que se supone ibas a rajar. Bien pensado, esta situación me recuerda mas a la Superchicken Big RACE. Esa carrera suicida e ilegal, que practican algunos tontopollas en el metro de Tokio ...?
No se que es peor, si el dolor de mis pies embutidos en unas botas de agua demasiado pequeñas o el cabrón paranoico dándome la murga.
¡Ya está bien!. Lo único que necesito es alejarles un par de quilómetros. Luego aprovecharé la oscuridad para esconderme y en cuanto se alejen un poco, de vuelta tranquilamente hasta el autobús.
?¿Fácil?, si sigues corriendo como lo haces te mataran. Tu pellejo no me importaría, sino fuese porque yo también vivo aquí?.
El griterío a mis espaldas es ya terroríficamente próximo. Bueno, por lo menos por un lado parece que ya oigo casi perfectamente.
?Genial, así no te perderás tus propios gritos cuando te atrapen?.
Freno un poco la carrera y arriesgo una mirada sobre mi hombro. Una muchacha de aspecto pálido y feroz, ya está a menos de diez metros de mi.
Me detengo, apunto y acciono el segundo disparador de la escopeta. La distancia es demasiado corta como para que pueda fallar, tengo una fugaz visión del cuerpo cambiando bruscamente de dirección, pero no me quedo a ver los efectos. Muchos otros vienen detrás.
Mientras vuelvo a correr, abro la escopeta y me las apaño para sacar los casquillos vacíos. Meto la mano en el bolsillo y agarro un puñado de cartuchos. Tropiezo con una piedra y trastabillo. El corazón amenaza con subírseme a la boca, los cartuchos caen de mi mano. Evito llegar a caer, por muy poco. Pero mi torpeza, provoca un aumento de los rugidos a mi espalda.
?Ya deben estar salivando?.
Supongo que ahora ya se como se siente un cervatillo perseguido por una manada de hienas. Vuelvo a rebuscar en mi bolsillo. Ya solo me quedan tres cartuchos, supongo que menos da una piedra.
?Siempre que no sea una piedra preciosa?.
Recargo la escopeta y me las arreglo para no pillarme los dedos al cerrarla. Apenas llevo un par de minutos corriendo y ya empieza a faltarme el aire. Esto no es normal, no hace tanto era capaz de correr diez quilómetros en menos de cincuenta minutos.
?De eso, hace casi diez años y quince quilos?.
Joder. Si corro mas rápido no veré ni donde piso, pero por lo que oigo a mis espaldas, me pisan los talones. Arriesgo otra mirada, esta vez no es uno, sino media docena los que están a punto de darme alcance. Es muy peligroso, pero no tengo opción, son mucho mas rápidos que yo. Me detengo y me doy la vuelta.
?Dispara al bajo viente?.
Obedezco y dispararo casi a quema ropa contra abdomen de los dos mas próximos. Los tipos aúllan como fieras heridas mientras se retuercen rabiosamente por el suelo.
?Crea confusión, haz que oigan chillidos por todas partes?.
No tengo tiempo para recargar el arma, así que con un fluido movimiento ascendente, golpeo la mandíbula de un tercer infectado que ya tengo encima. Creo que se la he partido, pero en lugar de derrumbarse, se aferra al arma, como otros tres estan encima y oigo a muchos mas por detrás, no forcejeo por recuperarla, en su lugar, le empujo contra los siguientes.
?¡Corre, corre, corre!?.
Sin el peso y el estorbo del arma (y espoleado por el miedo), corro todo lo que puedo sin preocuparme por el echo de que apenas distingo donde piso. Si ellos pueden hacerlo, yo también. Consigo ganar algunos metros de ventaja, no muchos, pero empiezo a estar realmente cansado. De no ser por los monstruos que me persiguen, me detendría ahora mismo a descansar.
?Si vuelves a pararte, será para siempre?.
El estruendo de mis espaldas es escalofriantemente próximo. ¿Cuánto debo haberme alejado?. ¿Cuánto tiempo llevo corriendo?.
?¡No mires atrás!?.
Obedezco y contengo mi impulso. Mierda, necesito sacarles la suficiente ventaja como para poder esconderme en alguna parte sin que me vean.
?Gira a la derecha?.
No se como el cabrón paranoico, puede tener idea de a donde vamos, pero después de todo, él es como un ordenador capaz de recordar los detalles que a mi se me escapan. Giro y veo que el terreno se eleva.
Mierda, pero si es cuesta arriba.
?También es pedregoso?.
Pronto capto la idea. Los infectados corren con la vista fija en mi, por lo que cuanto mas difícil sea el terreno, mas probabilidades hay de que se rompan la crisma. Lo malo, es que empiezan a arderme los pulmones y esta cuesta no parece lo mas indicado para que recupere el aire.
?El camino lateral, ¡tómalo!?.
Llamar camino a esa especie de senda, es casi como llamar crucero a una patera, pero es lo que hay.
?Con un poco de suerte, estará cerrado con una cadena, estate atento?.
Una mano me golpea, ¡estoy jodido!.
?¡Solo es una rama melón!".
Durante apenas dos segundos, estuve seguro de que todo había terminado para mi, pero el mortal sobresalto, consigue hacerme acelerar.
?Cuidado ¡salta!?.
El cabrón que puso la cadena para cerrar la senda (supongo que al paso de vehículos todo terreno) tuvo muy mala idea. La salto in extremis gracias a la adrenalina. Apenas un par de segundos después, oigo como al menos uno o dos de mis perseguidores, se la comen con patatas.
?Bienvenidos a la carrera de obstáculos de la cabra. Ahora gira a la derecha?.
Giro y me encuentro de frente con un barranco.
Pero ? jadeo -,que cojones...
?Te toca hacer la croqueta?.
Forzando la vista, a duras penas consigo distinguir el negro fondo. En circunstancias normales, ni me lo plantearía. Lo mas probable es que me parta la crisma. Me dejo caer al suelo, me hago un ovillo y ruedo lateralmente barranco abajo.
Al principio, estoy seguro de que voy a partirme la crisma. Poco a poco gano velocidad y ruedo pendiente abajo golpeándome con piedras y dios sabrá con que mas. Luego, a pesar de mantener los ojos cerrados, me vencen las nauseas y alterno los golpes con vómitos y justo cuando creo que voy a romperme el cuello, me doy cuenta de que me he parado.
?Se que a sido divertido, pero si quieres salvar el pellejo, es hora de levantarse. Ya lo repetiremos otro día?.
Lo intento, pero me caigo al suelo. Por segunda vez en esta noche, mi equilibrio me abandona. Vociferantes alaridos, me informan de que acabo de inaugurar un parque de atracciones para infectados. Espero que se abran su infecciosa cabeza?.
?Será mejor que te des prisa?.
Toso, escupo. Cierro los ojos y apoyo las palmas de las manos en el suelo. Aun siento nauseas y el mundo aun no a terminado de estabilizarse, pero consigo ponerme en pie.
?Perfecto, ahora agacha el lomo y trota sin hacer demasiado ruido. Creo que principalmente, se sienten atraídos por el sonido?.
¿Y si son capaces de ver en la oscuridad??.
?Entonces, espero que aun seas capaz de correr durante un buen rato... o de que no tengas planes importantes para el resto de tu vida?.
Me siento enfermo y agotado. Me duelen los dientes, me arde la garganta, me torturan pinchazos a ambos costados de mi cuerpo, siento nauseas y tengo los pies como sartenes. Será mejor que consiga esconderme pronto.
?Allí, ocúltate en el zarzal?.
Supongo que esto es una venganza, pero no discuto. Las espinas se enganchan en mi ropa y en mi carne, pero aprieto los dientes y me estiro en el suelo. Decenas, quizás cientos de espinas, se clavan en mi cuerpo, pero a pesar de ello, es un alivio comenzar a recuperar el aliento.
?¿A que es duro ser un héroe. Ahora estate muy quistecito, Tu ropa está enganchada y si te mueves, delatarás tu presencia... es lo que tiene esconderse en un zarzal?.
Respiro lo mas silenciosamente posible. Unas siluetas depredadoras se aproximan. Mi mano se cierra instintivamente al borde de la empuñadura del muela.
?Quitecito, no muevas ni un músculo?.
Si me encuentran moriré aquí. En mi actual estado, no me quedan fueras para huir ni pelear. Una silueta se aproxima angustiosamente... estoy seguro de que me verá.
?No te muevas. Saben que no puedes estar lejos?.
El inconfundible llanto de un bebé llega desde alguna parte no demasiado lejana... justo delante de mi.
?Ahora, a llegado la hora de que aprendas una lección necesaria para tu correcto auto conocimiento?.
Horrorizado, veo como todas las siluetas rugen triunfalmente y se lanzan hacia el origen del llanto.
?¿Quieres ser un héroe?, ¿quieres ser un martir?, este es el momento, grita, llama su atención y muere en su lugar?.
Cierro los ojos mientras un familiar grito femenino, se une al del bebé que se que se llama Esperanza.
?¡Abre los putos ojos!. Mira la verdad cara a cara?.
Quiero gritar, pero no puedo. Aunque solo son oscuras siluetas, veo como dos infectados se pelean por lo que se que es el bebé. El cuerpo se rasga en dos y el llanto cesa. Los gritos de la madre atormentan mis oídos unos segundos mas. Cierro los ojos, mi estómago quiere librarse de su contenido, pero ya no le queda nada. Lloro. Supongo que a mis ojos aun les quedan lágrimas.
?Esto es lo que eres. No vuelvas a olvidarlo. Tienes potencial para sobrevivir, pero no eres un puto heroe?.
Te odio.
?¿A mi?. Eres tú el que tienes capacidad para escoger. Yo solo soy un observador?.
Los macabros sonidos del festín que se desarrolla ante mi, enmascaran los que yo produzco al arrastrarme fuera de la zarza. Quizás no haya lugar para la Esperanza en este mundo, pero yo aun sigo vivo y ahora sé, que haré todo lo que sea necesario para que eso continué así.
Capítulo XXVII
El que dijo aquello de que ?si el deporte es salud, que corran los enfermos? no creo que imaginase lo profética que iba a resultar esa frase.
No es que yo me considere precisamente Carl Lewis (dopado o no), pero para estar enfermos, los bastardos que me persiguen corren que se las pelan.
?¿Sabes?, esto me recuerda a la película de Indiana Jones... ya sabes, casi al principio. Cuando al prota le persiguen chorrocientos macumbos. Claro que al menos, a él le perseguían por intentar hacerse con un ídolo. Tu estás perdiendo el culo por salvarle el pellejo al tío que se supone ibas a rajar. Bien pensado, esta situación me recuerda mas a la Superchicken Big RACE. Esa carrera suicida e ilegal, que practican algunos tontopollas en el metro de Tokio ...?
No se que es peor, si el dolor de mis pies embutidos en unas botas de agua demasiado pequeñas o el cabrón paranoico dándome la murga.
¡Ya está bien!. Lo único que necesito es alejarles un par de quilómetros. Luego aprovecharé la oscuridad para esconderme y en cuanto se alejen un poco, de vuelta tranquilamente hasta el autobús.
?¿Fácil?, si sigues corriendo como lo haces te mataran. Tu pellejo no me importaría, sino fuese porque yo también vivo aquí?.
El griterío a mis espaldas es ya terroríficamente próximo. Bueno, por lo menos por un lado parece que ya oigo casi perfectamente.
?Genial, así no te perderás tus propios gritos cuando te atrapen?.
Freno un poco la carrera y arriesgo una mirada sobre mi hombro. Una muchacha de aspecto pálido y feroz, ya está a menos de diez metros de mi.
Me detengo, apunto y acciono el segundo disparador de la escopeta. La distancia es demasiado corta como para que pueda fallar, tengo una fugaz visión del cuerpo cambiando bruscamente de dirección, pero no me quedo a ver los efectos. Muchos otros vienen detrás.
Mientras vuelvo a correr, abro la escopeta y me las apaño para sacar los casquillos vacíos. Meto la mano en el bolsillo y agarro un puñado de cartuchos. Tropiezo con una piedra y trastabillo. El corazón amenaza con subírseme a la boca, los cartuchos caen de mi mano. Evito llegar a caer, por muy poco. Pero mi torpeza, provoca un aumento de los rugidos a mi espalda.
?Ya deben estar salivando?.
Supongo que ahora ya se como se siente un cervatillo perseguido por una manada de hienas. Vuelvo a rebuscar en mi bolsillo. Ya solo me quedan tres cartuchos, supongo que menos da una piedra.
?Siempre que no sea una piedra preciosa?.
Recargo la escopeta y me las arreglo para no pillarme los dedos al cerrarla. Apenas llevo un par de minutos corriendo y ya empieza a faltarme el aire. Esto no es normal, no hace tanto era capaz de correr diez quilómetros en menos de cincuenta minutos.
?De eso, hace casi diez años y quince quilos?.
Joder. Si corro mas rápido no veré ni donde piso, pero por lo que oigo a mis espaldas, me pisan los talones. Arriesgo otra mirada, esta vez no es uno, sino media docena los que están a punto de darme alcance. Es muy peligroso, pero no tengo opción, son mucho mas rápidos que yo. Me detengo y me doy la vuelta.
?Dispara al bajo viente?.
Obedezco y dispararo casi a quema ropa contra abdomen de los dos mas próximos. Los tipos aúllan como fieras heridas mientras se retuercen rabiosamente por el suelo.
?Crea confusión, haz que oigan chillidos por todas partes?.
No tengo tiempo para recargar el arma, así que con un fluido movimiento ascendente, golpeo la mandíbula de un tercer infectado que ya tengo encima. Creo que se la he partido, pero en lugar de derrumbarse, se aferra al arma, como otros tres estan encima y oigo a muchos mas por detrás, no forcejeo por recuperarla, en su lugar, le empujo contra los siguientes.
?¡Corre, corre, corre!?.
Sin el peso y el estorbo del arma (y espoleado por el miedo), corro todo lo que puedo sin preocuparme por el echo de que apenas distingo donde piso. Si ellos pueden hacerlo, yo también. Consigo ganar algunos metros de ventaja, no muchos, pero empiezo a estar realmente cansado. De no ser por los monstruos que me persiguen, me detendría ahora mismo a descansar.
?Si vuelves a pararte, será para siempre?.
El estruendo de mis espaldas es escalofriantemente próximo. ¿Cuánto debo haberme alejado?. ¿Cuánto tiempo llevo corriendo?.
?¡No mires atrás!?.
Obedezco y contengo mi impulso. Mierda, necesito sacarles la suficiente ventaja como para poder esconderme en alguna parte sin que me vean.
?Gira a la derecha?.
No se como el cabrón paranoico, puede tener idea de a donde vamos, pero después de todo, él es como un ordenador capaz de recordar los detalles que a mi se me escapan. Giro y veo que el terreno se eleva.
Mierda, pero si es cuesta arriba.
?También es pedregoso?.
Pronto capto la idea. Los infectados corren con la vista fija en mi, por lo que cuanto mas difícil sea el terreno, mas probabilidades hay de que se rompan la crisma. Lo malo, es que empiezan a arderme los pulmones y esta cuesta no parece lo mas indicado para que recupere el aire.
?El camino lateral, ¡tómalo!?.
Llamar camino a esa especie de senda, es casi como llamar crucero a una patera, pero es lo que hay.
?Con un poco de suerte, estará cerrado con una cadena, estate atento?.
Una mano me golpea, ¡estoy jodido!.
?¡Solo es una rama melón!".
Durante apenas dos segundos, estuve seguro de que todo había terminado para mi, pero el mortal sobresalto, consigue hacerme acelerar.
?Cuidado ¡salta!?.
El cabrón que puso la cadena para cerrar la senda (supongo que al paso de vehículos todo terreno) tuvo muy mala idea. La salto in extremis gracias a la adrenalina. Apenas un par de segundos después, oigo como al menos uno o dos de mis perseguidores, se la comen con patatas.
?Bienvenidos a la carrera de obstáculos de la cabra. Ahora gira a la derecha?.
Giro y me encuentro de frente con un barranco.
Pero ? jadeo -,que cojones...
?Te toca hacer la croqueta?.
Forzando la vista, a duras penas consigo distinguir el negro fondo. En circunstancias normales, ni me lo plantearía. Lo mas probable es que me parta la crisma. Me dejo caer al suelo, me hago un ovillo y ruedo lateralmente barranco abajo.
Al principio, estoy seguro de que voy a partirme la crisma. Poco a poco gano velocidad y ruedo pendiente abajo golpeándome con piedras y dios sabrá con que mas. Luego, a pesar de mantener los ojos cerrados, me vencen las nauseas y alterno los golpes con vómitos y justo cuando creo que voy a romperme el cuello, me doy cuenta de que me he parado.
?Se que a sido divertido, pero si quieres salvar el pellejo, es hora de levantarse. Ya lo repetiremos otro día?.
Lo intento, pero me caigo al suelo. Por segunda vez en esta noche, mi equilibrio me abandona. Vociferantes alaridos, me informan de que acabo de inaugurar un parque de atracciones para infectados. Espero que se abran su infecciosa cabeza?.
?Será mejor que te des prisa?.
Toso, escupo. Cierro los ojos y apoyo las palmas de las manos en el suelo. Aun siento nauseas y el mundo aun no a terminado de estabilizarse, pero consigo ponerme en pie.
?Perfecto, ahora agacha el lomo y trota sin hacer demasiado ruido. Creo que principalmente, se sienten atraídos por el sonido?.
¿Y si son capaces de ver en la oscuridad??.
?Entonces, espero que aun seas capaz de correr durante un buen rato... o de que no tengas planes importantes para el resto de tu vida?.
Me siento enfermo y agotado. Me duelen los dientes, me arde la garganta, me torturan pinchazos a ambos costados de mi cuerpo, siento nauseas y tengo los pies como sartenes. Será mejor que consiga esconderme pronto.
?Allí, ocúltate en el zarzal?.
Supongo que esto es una venganza, pero no discuto. Las espinas se enganchan en mi ropa y en mi carne, pero aprieto los dientes y me estiro en el suelo. Decenas, quizás cientos de espinas, se clavan en mi cuerpo, pero a pesar de ello, es un alivio comenzar a recuperar el aliento.
?¿A que es duro ser un héroe. Ahora estate muy quistecito, Tu ropa está enganchada y si te mueves, delatarás tu presencia... es lo que tiene esconderse en un zarzal?.
Respiro lo mas silenciosamente posible. Unas siluetas depredadoras se aproximan. Mi mano se cierra instintivamente al borde de la empuñadura del muela.
?Quitecito, no muevas ni un músculo?.
Si me encuentran moriré aquí. En mi actual estado, no me quedan fueras para huir ni pelear. Una silueta se aproxima angustiosamente... estoy seguro de que me verá.
?No te muevas. Saben que no puedes estar lejos?.
El inconfundible llanto de un bebé llega desde alguna parte no demasiado lejana... justo delante de mi.
?Ahora, a llegado la hora de que aprendas una lección necesaria para tu correcto auto conocimiento?.
Horrorizado, veo como todas las siluetas rugen triunfalmente y se lanzan hacia el origen del llanto.
?¿Quieres ser un héroe?, ¿quieres ser un martir?, este es el momento, grita, llama su atención y muere en su lugar?.
Cierro los ojos mientras un familiar grito femenino, se une al del bebé que se que se llama Esperanza.
?¡Abre los putos ojos!. Mira la verdad cara a cara?.
Quiero gritar, pero no puedo. Aunque solo son oscuras siluetas, veo como dos infectados se pelean por lo que se que es el bebé. El cuerpo se rasga en dos y el llanto cesa. Los gritos de la madre atormentan mis oídos unos segundos mas. Cierro los ojos, mi estómago quiere librarse de su contenido, pero ya no le queda nada. Lloro. Supongo que a mis ojos aun les quedan lágrimas.
?Esto es lo que eres. No vuelvas a olvidarlo. Tienes potencial para sobrevivir, pero no eres un puto heroe?.
Te odio.
?¿A mi?. Eres tú el que tienes capacidad para escoger. Yo solo soy un observador?.
Los macabros sonidos del festín que se desarrolla ante mi, enmascaran los que yo produzco al arrastrarme fuera de la zarza. Quizás no haya lugar para la Esperanza en este mundo, pero yo aun sigo vivo y ahora sé, que haré todo lo que sea necesario para que eso continué así.
"Del truyo, se termina saliendo... de la tumba no."
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tomcat_pjm
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macabro, si señor, muy macabro. Yo que pensaba que la madre moriría pero la niña no y pasado el tiempo la criaría como a su hija: una especie de Mila Jovovich psicópata 
"El perdón es entre Dios y ellos, yo solo les facilito la entrevista" El Fuego de la Venganza.
Mi seirie de terror y ciencia-ficción:
http://prisioninfernal.blogspot.com
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Korvec
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Capítulo XXVIII
Si antaño se decía que el mundo es un pañuelo, creo que el mío se a convertido en el purulento pañal de un enfermo ulceroso, que llevase meses alimentándose a base de cervezas y queso azul.
Camino despacio. Mas por cansancio que por precaución. Mis torturados pies, se encuentran dolorosamente hinchados dentro de un calzado demasiado estrecho. A cada paso, el dolor de mis extremidades inferiores, reclama mi atención, casi con la misma intensidad, como las docenas de golpes y pequeñas heridas del resto de mi cuerpo. Pero todo eso no importa. Aunque molestos esos son dolores físicos, nada de lo que no pueda recuperarme con un poco de descanso. Nada que vaya a volver para torturarme en mis pesadillas.
El cabrón paranoico, guarda silencio. Ojalá continué callado para siempre, pero no creo que tenga esa suerte. Esta noche, se a abierto una brecha entre nosotros.
Esta ha sido una noche de revelaciones. Por el mismo precio, he descubierto dos grandes verdades. La primera, cuan hijo de la gran puta puede ser el cabrón paranoico. Esa entidad psicópata que envenena mi mente, siempre sediento de vidas humanas. Como un demonio, ofrece sus servicios que han salvado mi pellejo en múltiples ocasiones. Pero sus servicios tienen poco de desinteresados.
?Eso no es nada nuevo?.
Cierto, la segunda gran revelación de la noche, no a sido otra, que mostrarme que aun no quiero morir y que soy capaz de dejar morir sin mover un solo dedo, a una madre y a su hija recién nacida, con tal de salvar mi miserable y vapuleado pellejo.
El cielo comienza a clarear. Espero que los muchachos, no me hayan dado ya por muerto. En esta ocasión me muevo por el centro del camino. Es una imprudencia, pero ya solo quiero llegar cuanto antes al autobús y dormir unas horas.
Tal como están marchando las cosas, no me sorprendería en absoluto topar de frente con la mismísima Santa Compaña. Pero me sorprendo. A escasos metros de mi y en medio del camino, veo la mochila cuyo contenido me va a venir muy bien. Sujeto a ella, se encuentra Calvorota, que continua haciendo gala de una habilidad para sobrevivir realmente notable.
?Supongo que ya no piensas matarle?.
Calvorota me mira y muestra en un primer momento signos de alarma, casi de pánico. Supongo que mi aspecto dista poco del de un muerto viviente. Luego, supongo que al ver la desgana con la que me muevo, parece animarse algo.
- No pude hacer nada por ellas ? su voz suena atropellada, como si el convencerme de ello, fuese cuestión de vida o muerte -. Fue horrible, el camino estaba despejado y al momento siguiente?
Asiento con la cabeza. Este tipejo no me gusta un pelo, pero no puedo juzgarle por intentar salvar su vida. En el mundo que se avecina, solo los tipejos hábiles en eso podrán vivir un nuevo día.
- ¿Estas bien? ? su voz casi parece mostrar genuina preocupación. Decido matarle. Pero al segundo siguiente, pienso que no merece la pena. La desgana salva su pellejo -. No tienes buen aspecto.
- Vamos.
Sigo caminando. Calvorota se sitúa a mi derecha, al parecer anda hablador.
- Sé que no hemos empezado con muy buen pie ? comienza -, y que probablemente no tengas un buen concepto de mi, pero te propongo que empecemos de nuevo ? de un par de rápidas zancadas, se coloca ante mi y me tiende su mano -, me llamo?
- Mira calvo, me importa una mierda como cojones te llames ? ¿hay ira en mi voz?, no lo creo. Me siento demasiado vació como para albergar sentimientos de tal intensidad -. Me importa aun menos quien seas y a lo que te dediques ? el rostro de mi interlocutor se torna mas ceñudo -, para mi eres Calvorota , y tu única función, servir de patas para la mochila que cargas.
El silencio, una de las músicas más bellas que existen, vuelve a deleitarme sin que nadie ose romperlo. Quizás mi suerte esté cambiando y el día que comienza, no sea tan bastardo como los dos anteriores.
La sensación de alivio que siento al llegar hasta la puerta del autobús, supera en mucho mis expectativas. Doy unos golpes a la puerta y esta se abre con su característico sonido siseante. El hedor que deja escapar la entrada, se lleva mi optimismo. El lugar apesta a muerte. Nicolai con cara de haber salido de algún tipo de trance y sosteniendo algún tipo de herramienta, se encuentra totalmente cubierto de sangre. La cabeza de Chanquete, abre su desdentada boca, como si tratase de atrapar moscas.
- Se a callado, ¡ por fin se a callado! ? la voz de Nicolai parece llena de alivio -, ¡ella me obligo!.
Subo a bordo. Calvorota vacila, la cosa no pinta bien y no se decide. Supongo que no es un tipo curioso. Veo que Nicolai a estado ocupado. Aunque no puedo distinguir de quien se trata, veo colgando como farolillos, lo que solo pueden ser cabezas. El pelirrojo, aparece corriendo y se abraza a mis piernas como un animalillo asustado. Follacamas y Anestesia, duermen apaciblemente despatarrados en la parte final.
- ¿Y el resto de los cuerpos? ? casi en el acto me arrepiento de haber formulado la pregunta -. Da igual, mañana será otro día.
?Tienes que hacer algo con ese chico?.
El cabrón paranoico tiene razón, así que me vuelvo a bajar y agarro la mochila de calvorota.
- Puedes quedarte dentro o fuera, tu elijes.
Mientras rebusco en la mochila, el calvo opta por subir? para luego bajar a toda prisa. Supongo que no le gusta la nueva decoración, a decir verdad, a mi tampoco, pero ya me ocuparé de eso por la mañana. Finamente encuentro la lata de cerveza y se la doy a Nicolai.
- Toma, un regalo por quedarte a cargo de todo.
Él mira la lata con lo que parece genuina desconfianza.
- Vamos, no está envenenada.
- ¿No estás enfadado?.
- No. Pero quiero esas cabezas fuera.
- No fue idea mia, en cuanto te marchaste, una voz nueva entró en mi mente y ?
- ¿No pudiste resistirte?.
- Ya me conoces? no se decir que no.
- Supongo que nadie es perfecto. ¿Mataste a todos los que faltan tu solo?.
- No, algunos dijeron que nos habías abandonado y se marcharon. De nuestro grupo solo Anestesia y Follacamas decidieron quedarse y el pelirrojo que no se atreve a bajar del autobús ni para cagar. Se lo hace todo en su esquina.
- Voy a acostarme un rato. Dentro de unas horas, le echaremos un vistazo al mapa y planearemos nuestro próximo movimiento.
- Ahora mismo me desharé de las cabezas. ¿Quién es el calvo?.
- Ni idea.
- Casi se me olvida ? el joven rebusca entre sus ropas y me tiende el revolver -, no lo he disparado.
Lo cojo, y lo guardo en mi pantalón. Camino por el pasillo después de sacudirme al pelirrojo (que empieza a parecer mas un perro que un ser humano) y me coloco entre dos asientos, sobre los que no parece haber goteado nada.
Aunque pensaba que me dormiría en seguida, permanezco despierto un largo rato. Primero, oigo como la macabra decoración interior, es descolgada y arrojada fuera, lo cual me produce cierto alivio.
Al terminar esta, me llegan voces del exterior. Afino el oído y deduzco que se trata de Nicolai conversando con Calvorota , que finalmente se atreve a subir al vehículo, seguido del inconfundible sonido de las puertas al cerrarse.
Esos ruidos, debieron desvelar al resto de ocupantes, por lo que no tardo en oír, lo que supongo es Follacamas masturbándose con una botella junto a los ronquidos de Anestesia.
Por fin, parece ser que voy a conseguir conciliar el sueño. Desde el exterior, me llegan algunos crujidos, pero no llegan a ser tan altos como para desvelarme. Suena parecido a un perro royendo un hueso. Nada importante o que no pueda esperar unas horas.
Si antaño se decía que el mundo es un pañuelo, creo que el mío se a convertido en el purulento pañal de un enfermo ulceroso, que llevase meses alimentándose a base de cervezas y queso azul.
Camino despacio. Mas por cansancio que por precaución. Mis torturados pies, se encuentran dolorosamente hinchados dentro de un calzado demasiado estrecho. A cada paso, el dolor de mis extremidades inferiores, reclama mi atención, casi con la misma intensidad, como las docenas de golpes y pequeñas heridas del resto de mi cuerpo. Pero todo eso no importa. Aunque molestos esos son dolores físicos, nada de lo que no pueda recuperarme con un poco de descanso. Nada que vaya a volver para torturarme en mis pesadillas.
El cabrón paranoico, guarda silencio. Ojalá continué callado para siempre, pero no creo que tenga esa suerte. Esta noche, se a abierto una brecha entre nosotros.
Esta ha sido una noche de revelaciones. Por el mismo precio, he descubierto dos grandes verdades. La primera, cuan hijo de la gran puta puede ser el cabrón paranoico. Esa entidad psicópata que envenena mi mente, siempre sediento de vidas humanas. Como un demonio, ofrece sus servicios que han salvado mi pellejo en múltiples ocasiones. Pero sus servicios tienen poco de desinteresados.
?Eso no es nada nuevo?.
Cierto, la segunda gran revelación de la noche, no a sido otra, que mostrarme que aun no quiero morir y que soy capaz de dejar morir sin mover un solo dedo, a una madre y a su hija recién nacida, con tal de salvar mi miserable y vapuleado pellejo.
El cielo comienza a clarear. Espero que los muchachos, no me hayan dado ya por muerto. En esta ocasión me muevo por el centro del camino. Es una imprudencia, pero ya solo quiero llegar cuanto antes al autobús y dormir unas horas.
Tal como están marchando las cosas, no me sorprendería en absoluto topar de frente con la mismísima Santa Compaña. Pero me sorprendo. A escasos metros de mi y en medio del camino, veo la mochila cuyo contenido me va a venir muy bien. Sujeto a ella, se encuentra Calvorota, que continua haciendo gala de una habilidad para sobrevivir realmente notable.
?Supongo que ya no piensas matarle?.
Calvorota me mira y muestra en un primer momento signos de alarma, casi de pánico. Supongo que mi aspecto dista poco del de un muerto viviente. Luego, supongo que al ver la desgana con la que me muevo, parece animarse algo.
- No pude hacer nada por ellas ? su voz suena atropellada, como si el convencerme de ello, fuese cuestión de vida o muerte -. Fue horrible, el camino estaba despejado y al momento siguiente?
Asiento con la cabeza. Este tipejo no me gusta un pelo, pero no puedo juzgarle por intentar salvar su vida. En el mundo que se avecina, solo los tipejos hábiles en eso podrán vivir un nuevo día.
- ¿Estas bien? ? su voz casi parece mostrar genuina preocupación. Decido matarle. Pero al segundo siguiente, pienso que no merece la pena. La desgana salva su pellejo -. No tienes buen aspecto.
- Vamos.
Sigo caminando. Calvorota se sitúa a mi derecha, al parecer anda hablador.
- Sé que no hemos empezado con muy buen pie ? comienza -, y que probablemente no tengas un buen concepto de mi, pero te propongo que empecemos de nuevo ? de un par de rápidas zancadas, se coloca ante mi y me tiende su mano -, me llamo?
- Mira calvo, me importa una mierda como cojones te llames ? ¿hay ira en mi voz?, no lo creo. Me siento demasiado vació como para albergar sentimientos de tal intensidad -. Me importa aun menos quien seas y a lo que te dediques ? el rostro de mi interlocutor se torna mas ceñudo -, para mi eres Calvorota , y tu única función, servir de patas para la mochila que cargas.
El silencio, una de las músicas más bellas que existen, vuelve a deleitarme sin que nadie ose romperlo. Quizás mi suerte esté cambiando y el día que comienza, no sea tan bastardo como los dos anteriores.
La sensación de alivio que siento al llegar hasta la puerta del autobús, supera en mucho mis expectativas. Doy unos golpes a la puerta y esta se abre con su característico sonido siseante. El hedor que deja escapar la entrada, se lleva mi optimismo. El lugar apesta a muerte. Nicolai con cara de haber salido de algún tipo de trance y sosteniendo algún tipo de herramienta, se encuentra totalmente cubierto de sangre. La cabeza de Chanquete, abre su desdentada boca, como si tratase de atrapar moscas.
- Se a callado, ¡ por fin se a callado! ? la voz de Nicolai parece llena de alivio -, ¡ella me obligo!.
Subo a bordo. Calvorota vacila, la cosa no pinta bien y no se decide. Supongo que no es un tipo curioso. Veo que Nicolai a estado ocupado. Aunque no puedo distinguir de quien se trata, veo colgando como farolillos, lo que solo pueden ser cabezas. El pelirrojo, aparece corriendo y se abraza a mis piernas como un animalillo asustado. Follacamas y Anestesia, duermen apaciblemente despatarrados en la parte final.
- ¿Y el resto de los cuerpos? ? casi en el acto me arrepiento de haber formulado la pregunta -. Da igual, mañana será otro día.
?Tienes que hacer algo con ese chico?.
El cabrón paranoico tiene razón, así que me vuelvo a bajar y agarro la mochila de calvorota.
- Puedes quedarte dentro o fuera, tu elijes.
Mientras rebusco en la mochila, el calvo opta por subir? para luego bajar a toda prisa. Supongo que no le gusta la nueva decoración, a decir verdad, a mi tampoco, pero ya me ocuparé de eso por la mañana. Finamente encuentro la lata de cerveza y se la doy a Nicolai.
- Toma, un regalo por quedarte a cargo de todo.
Él mira la lata con lo que parece genuina desconfianza.
- Vamos, no está envenenada.
- ¿No estás enfadado?.
- No. Pero quiero esas cabezas fuera.
- No fue idea mia, en cuanto te marchaste, una voz nueva entró en mi mente y ?
- ¿No pudiste resistirte?.
- Ya me conoces? no se decir que no.
- Supongo que nadie es perfecto. ¿Mataste a todos los que faltan tu solo?.
- No, algunos dijeron que nos habías abandonado y se marcharon. De nuestro grupo solo Anestesia y Follacamas decidieron quedarse y el pelirrojo que no se atreve a bajar del autobús ni para cagar. Se lo hace todo en su esquina.
- Voy a acostarme un rato. Dentro de unas horas, le echaremos un vistazo al mapa y planearemos nuestro próximo movimiento.
- Ahora mismo me desharé de las cabezas. ¿Quién es el calvo?.
- Ni idea.
- Casi se me olvida ? el joven rebusca entre sus ropas y me tiende el revolver -, no lo he disparado.
Lo cojo, y lo guardo en mi pantalón. Camino por el pasillo después de sacudirme al pelirrojo (que empieza a parecer mas un perro que un ser humano) y me coloco entre dos asientos, sobre los que no parece haber goteado nada.
Aunque pensaba que me dormiría en seguida, permanezco despierto un largo rato. Primero, oigo como la macabra decoración interior, es descolgada y arrojada fuera, lo cual me produce cierto alivio.
Al terminar esta, me llegan voces del exterior. Afino el oído y deduzco que se trata de Nicolai conversando con Calvorota , que finalmente se atreve a subir al vehículo, seguido del inconfundible sonido de las puertas al cerrarse.
Esos ruidos, debieron desvelar al resto de ocupantes, por lo que no tardo en oír, lo que supongo es Follacamas masturbándose con una botella junto a los ronquidos de Anestesia.
Por fin, parece ser que voy a conseguir conciliar el sueño. Desde el exterior, me llegan algunos crujidos, pero no llegan a ser tan altos como para desvelarme. Suena parecido a un perro royendo un hueso. Nada importante o que no pueda esperar unas horas.
"Del truyo, se termina saliendo... de la tumba no."
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Korvec
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Capítulo XXIX
Cuando uno es niño y sufre una mala noche, por lo general suele anhelar la salida del sol. Los fantasmas y monstruos fruto de una sobreexcitada mente infantil, difícilmente sobreviven a la luz del amanecer. Por desgracia, mi niñez anda tan lejana como mi cordura y los monstruos que aporrean el exterior del vehículo, no van a marcharse.
Bostezo y me desperezo. No se cuantas horas habré conseguido dormir, pero sin duda no han sido las suficientes. Una curiosa mezcla de dolores fruto de agujetas y dolores musculares por dormir en mala postura, se añaden a las dolencias propias de mis últimas desventuras.
Echo un vistazo a través de los cristales blindados. Una multitud de cuerpos rotos, podridos y desarrapados, golpea con infinita paciencia contra el exterior del vehículo. Algunas manos han perdido las uñas en una batalla perdida de antemano contra el cristal blindado del vehículo, pero eso no parece importarles. Miro cara a cara a uno de ellos. Sus ojos no me devuelven la mirada. No veo ni un atisbo de inteligencia en esos ojos muertos. Agito mis manos, pero sus ojos no siguen mis movimientos. El ser se limita a golpear una y otra vez. Siento un escalofrió, aunque técnicamente, son menos peligrosos que los feroces infectados, estos seres que desafían a la cordura y a la razón, con sus ojos muertos y su infinita paciencia me resultan tan repulsivos como aterradores. Parecen decir ?puedes volver a matarme, pero otro ocupará mi lugar. Puedes correr, tengo toda la eternidad para perseguirte, puedes esconderte... antes o después daré contigo?.
Absorto en mis negros pensamientos, tardo unos segundos en darme cuenta de que mis compañeros de viaje me miran expectantes. Anestesia-Fist, es el primero en romper el tenso silencio.
- Buenos días, ¡hace dos horas que me estoy miccionando!.
Le sigue Follacamas, alzando ligeramente la voz para captar nuestra atención.
- Yo estoy perdiendo peso con gran rapidez. Como cualquier deportista de élite, ahora que he vuelto a la competición, necesito cuidar mi alimentación.
Calvorota abre la boca, pero parece pensárselo y se limita a guardar silencio. El pelirrojo, se encuentra acurrucado en un asiento abrazado a sus rodillas. Sus ojos, abiertos como los de un dibujo animado nipón. Se encuentran fijos en el horror que nos sitia en el exterior. Me recuerda a un hámster hipnotizado por una serpiente. Sin duda, no es buena idea mirar durante mucho tiempo a esos seres. Nicolai, es el único que parece encontrarse animado y sonríe mientras acaricia la cabeza de Chanquete como si de un enorme gato se tratase.
- ¿Nos vamos ya?.
?Seria buena idea que aprendieras a conducir este trasto?.
Todas las miradas menos la del pelirrojo están centradas en mi. Supongo que no termino de acostumbrarme al liderazgo, aunque solo sea de esta panda de desarrapados.
?Puede que este sea buen momento para pedir explicaciones sobre el tema de las cabezas colgantes?.
Puede que sea un momento tan bueno como cualquier otro, pero a decir verdad, no se trata de un tema que me preocupe. De echo, así tengo menos problemas de que preocuparme.
?Claro y si una noche mientras duermes, decide convertir tu cabeza en un farolillo chino, aun tendrás menos?.
- Siento lo de las cabezas.
No puedo evitar un sobresalto. ¿No habré estado hablando en voz alta sin darme cuenta?.
?Es un tema lógico e incluso obvio. No hace falta ser capaz de leer la mente para saber en lo que andabas pensando?.
- Dejemos ese tema por ahora ? aunque añado -, aunque espero que no vuelva a repetirse.
- Ya no oigo esa voz ? parece sinceramente apenado -. Bueno, en realidad... no era un voz, no sabría explicar que era exactamente ? todos guardamos silencio, el joven conductor, acaba de captar toda nuestra atención -. Llevo muchos años escuchando voces dentro de mi cabeza. Eso no era como ninguna de ellas, pero era tan intenso, que acallaba a mis voces y en lugar de hablarme mediante palabras... parecía hacerlo mediante sentimientos y sensaciones... tan intensos que era doloroso tratar resistirse.
?Creo que este chico a elegido muy mal momento para dejar de medicarse?.
- Bueno ? lo cierto es que no se muy bien que decir -, pero la cuestión es que ¿ya no está en tu cabeza no?.
- No. De alguna forma, la presencia llegó cuando te marchaste y desapareció en cuanto apareciste.
?Quizás es que el demonio quiera poseerle ? el cabrón paranoico se vuelve desagradablemente sarcástico al añadir -, recuerda lo que dijo aquel pobre cabrón: ?eres un elegido de dios??.
De creer en la existencia del demonio, pensaría que es el cabrón paranoico y si realmente dios existiese, no creo que me escogiese para nada bueno... después de todo, alguien que es capaz de convertir en estatuas de sal a los habitantes de una ciudad, no creo que precisase de mis servicios.
- Bueno, dejemos ese tema por ahora ? cogiendo de nuevo la mochila, rebusco en su interior hasta que consigo dar con el mapa de carreteras -, lo primero es conseguir combustible.
Por espacio de unos diez minutos, discutimos sobre la ruta a trazar. Calvorota señala un desierto punto en la carretera, afirmando que allí se encuentra una moderna estación de servicio protegida por los militares.
Al parecer, se a optado por abandonar las pequeñas gasolineras para fortificar las grandes áreas de servicio. Por un lado, preferiría arriesgarme en una pequeña gasolinera abandonada, pero lo mas probable, es que la encontrásemos totalmente saqueada y no andamos muy sobrados de combustible. Por otro lado, en un área de servicio, nos arriesgamos a ser detenidos. Aun dispongo del ?salvoconducto? y de una gran cantidad de dinero fruto de los saqueos de Calvorota... pero ¿quiénes eran los anteriores dueños del autocar?. Estaba claro que no nos buscaban activamente, pero es de lógica pensar que habrán dado aviso a las patrullas, Puntos de control y áreas de servicio. Por mucho que cambiemos la matrícula del autocar por la de otro vehículo abandonado, con nuestras pintas, es seguro que nos reconocerían. Pero está claro, que por el momento, este vehículo es nuestra opción mas segura para desplazarnos. Es nuestra ?Enterprise? particular.
Finalmente, aprobamos un plan que podría funcionar. Si conseguimos localizar algún tipo de furgoneta. Lo único que tendremos que hacer es esconder el autobús, mientras dos de nosotros nos acercamos al área de servicio, compramos todo el combustible y provisiones que podamos cargar y regresamos con el al autocar. Incluso si encontramos otro vehículo, podemos repetir la operación un par de veces.
?Volvemos al cuento del pastor el lobo, la oveja y la col?.
En este caso, entiendo demasiado bien a lo que se refiere el cabrón paranoico. Esta claro que no puedo contar con el pelirrojo. Si dejo solo a Nicolai, dios sabe con que me encontraré a mi regreso. Elegir al calvorota, me parece tan buena idea como pagar a una furcia epiléptica para que me haga una mamada y en cuanto a Anestesia y Follacamas... sin duda no parecen peligrosos, pero... ¿puedo confiar en ellos para esta misión?.
Nicolai pone el vehículo en marcha. Sin duda se avecina otro día interesante.
Cuando uno es niño y sufre una mala noche, por lo general suele anhelar la salida del sol. Los fantasmas y monstruos fruto de una sobreexcitada mente infantil, difícilmente sobreviven a la luz del amanecer. Por desgracia, mi niñez anda tan lejana como mi cordura y los monstruos que aporrean el exterior del vehículo, no van a marcharse.
Bostezo y me desperezo. No se cuantas horas habré conseguido dormir, pero sin duda no han sido las suficientes. Una curiosa mezcla de dolores fruto de agujetas y dolores musculares por dormir en mala postura, se añaden a las dolencias propias de mis últimas desventuras.
Echo un vistazo a través de los cristales blindados. Una multitud de cuerpos rotos, podridos y desarrapados, golpea con infinita paciencia contra el exterior del vehículo. Algunas manos han perdido las uñas en una batalla perdida de antemano contra el cristal blindado del vehículo, pero eso no parece importarles. Miro cara a cara a uno de ellos. Sus ojos no me devuelven la mirada. No veo ni un atisbo de inteligencia en esos ojos muertos. Agito mis manos, pero sus ojos no siguen mis movimientos. El ser se limita a golpear una y otra vez. Siento un escalofrió, aunque técnicamente, son menos peligrosos que los feroces infectados, estos seres que desafían a la cordura y a la razón, con sus ojos muertos y su infinita paciencia me resultan tan repulsivos como aterradores. Parecen decir ?puedes volver a matarme, pero otro ocupará mi lugar. Puedes correr, tengo toda la eternidad para perseguirte, puedes esconderte... antes o después daré contigo?.
Absorto en mis negros pensamientos, tardo unos segundos en darme cuenta de que mis compañeros de viaje me miran expectantes. Anestesia-Fist, es el primero en romper el tenso silencio.
- Buenos días, ¡hace dos horas que me estoy miccionando!.
Le sigue Follacamas, alzando ligeramente la voz para captar nuestra atención.
- Yo estoy perdiendo peso con gran rapidez. Como cualquier deportista de élite, ahora que he vuelto a la competición, necesito cuidar mi alimentación.
Calvorota abre la boca, pero parece pensárselo y se limita a guardar silencio. El pelirrojo, se encuentra acurrucado en un asiento abrazado a sus rodillas. Sus ojos, abiertos como los de un dibujo animado nipón. Se encuentran fijos en el horror que nos sitia en el exterior. Me recuerda a un hámster hipnotizado por una serpiente. Sin duda, no es buena idea mirar durante mucho tiempo a esos seres. Nicolai, es el único que parece encontrarse animado y sonríe mientras acaricia la cabeza de Chanquete como si de un enorme gato se tratase.
- ¿Nos vamos ya?.
?Seria buena idea que aprendieras a conducir este trasto?.
Todas las miradas menos la del pelirrojo están centradas en mi. Supongo que no termino de acostumbrarme al liderazgo, aunque solo sea de esta panda de desarrapados.
?Puede que este sea buen momento para pedir explicaciones sobre el tema de las cabezas colgantes?.
Puede que sea un momento tan bueno como cualquier otro, pero a decir verdad, no se trata de un tema que me preocupe. De echo, así tengo menos problemas de que preocuparme.
?Claro y si una noche mientras duermes, decide convertir tu cabeza en un farolillo chino, aun tendrás menos?.
- Siento lo de las cabezas.
No puedo evitar un sobresalto. ¿No habré estado hablando en voz alta sin darme cuenta?.
?Es un tema lógico e incluso obvio. No hace falta ser capaz de leer la mente para saber en lo que andabas pensando?.
- Dejemos ese tema por ahora ? aunque añado -, aunque espero que no vuelva a repetirse.
- Ya no oigo esa voz ? parece sinceramente apenado -. Bueno, en realidad... no era un voz, no sabría explicar que era exactamente ? todos guardamos silencio, el joven conductor, acaba de captar toda nuestra atención -. Llevo muchos años escuchando voces dentro de mi cabeza. Eso no era como ninguna de ellas, pero era tan intenso, que acallaba a mis voces y en lugar de hablarme mediante palabras... parecía hacerlo mediante sentimientos y sensaciones... tan intensos que era doloroso tratar resistirse.
?Creo que este chico a elegido muy mal momento para dejar de medicarse?.
- Bueno ? lo cierto es que no se muy bien que decir -, pero la cuestión es que ¿ya no está en tu cabeza no?.
- No. De alguna forma, la presencia llegó cuando te marchaste y desapareció en cuanto apareciste.
?Quizás es que el demonio quiera poseerle ? el cabrón paranoico se vuelve desagradablemente sarcástico al añadir -, recuerda lo que dijo aquel pobre cabrón: ?eres un elegido de dios??.
De creer en la existencia del demonio, pensaría que es el cabrón paranoico y si realmente dios existiese, no creo que me escogiese para nada bueno... después de todo, alguien que es capaz de convertir en estatuas de sal a los habitantes de una ciudad, no creo que precisase de mis servicios.
- Bueno, dejemos ese tema por ahora ? cogiendo de nuevo la mochila, rebusco en su interior hasta que consigo dar con el mapa de carreteras -, lo primero es conseguir combustible.
Por espacio de unos diez minutos, discutimos sobre la ruta a trazar. Calvorota señala un desierto punto en la carretera, afirmando que allí se encuentra una moderna estación de servicio protegida por los militares.
Al parecer, se a optado por abandonar las pequeñas gasolineras para fortificar las grandes áreas de servicio. Por un lado, preferiría arriesgarme en una pequeña gasolinera abandonada, pero lo mas probable, es que la encontrásemos totalmente saqueada y no andamos muy sobrados de combustible. Por otro lado, en un área de servicio, nos arriesgamos a ser detenidos. Aun dispongo del ?salvoconducto? y de una gran cantidad de dinero fruto de los saqueos de Calvorota... pero ¿quiénes eran los anteriores dueños del autocar?. Estaba claro que no nos buscaban activamente, pero es de lógica pensar que habrán dado aviso a las patrullas, Puntos de control y áreas de servicio. Por mucho que cambiemos la matrícula del autocar por la de otro vehículo abandonado, con nuestras pintas, es seguro que nos reconocerían. Pero está claro, que por el momento, este vehículo es nuestra opción mas segura para desplazarnos. Es nuestra ?Enterprise? particular.
Finalmente, aprobamos un plan que podría funcionar. Si conseguimos localizar algún tipo de furgoneta. Lo único que tendremos que hacer es esconder el autobús, mientras dos de nosotros nos acercamos al área de servicio, compramos todo el combustible y provisiones que podamos cargar y regresamos con el al autocar. Incluso si encontramos otro vehículo, podemos repetir la operación un par de veces.
?Volvemos al cuento del pastor el lobo, la oveja y la col?.
En este caso, entiendo demasiado bien a lo que se refiere el cabrón paranoico. Esta claro que no puedo contar con el pelirrojo. Si dejo solo a Nicolai, dios sabe con que me encontraré a mi regreso. Elegir al calvorota, me parece tan buena idea como pagar a una furcia epiléptica para que me haga una mamada y en cuanto a Anestesia y Follacamas... sin duda no parecen peligrosos, pero... ¿puedo confiar en ellos para esta misión?.
Nicolai pone el vehículo en marcha. Sin duda se avecina otro día interesante.
"Del truyo, se termina saliendo... de la tumba no."
-
Korvec
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Capítulo XXX
¿Puede el mundo irse al carajo en apenas setenta y dos horas?. Aparentemente sí. Quizás no sea el mismo vehículo, pero los restos renegridos del BMR se encuentran abandonados a un lado de la carretera. Por el suelo veo algunos de los característicos casquillos de calibre cincuenta de su ametralladora pesada. Pero tampoco muchos.
?Fueron los mismos del ataque a la Guardia Civil?.
Eso carece de lógica. ¿Por qué se dedicaría alguien a asesinar a aquellos que intentan mantener el orden?.
El conductor, que supongo debe dudar entre seguir o continuar me pregunta:
- ¿Vas a bajar?.
¿Debería?. No creo que sea una buena idea, al interior del BMR no voy a poder acceder, cuando fueron atacados, los tripulantes optaron por encerrarse dentro. Supongo que sus atacantes ya lo tenían previsto y les achicharraron con cócteles molotov. Supongo que antes debieron envestirles con un vehículo grande, quizás un tractor para inmovilizarles... una muerte horrible sin duda.
?Se me ocurren pocas cosas tan aterradoras como para que prefiriesen morir así... deberías bajar?.
¿Para que?.
?Porque no se ven moros en la costa, y te interesa saber mas sobre los que hayan echo esto... quizás tu seas su siguiente víctima?.
- Abre las puertas. Voy a bajar.
Nico obedece y las puertas se abren con un siseo. Pelirrojo comienza a sollozar aterrorizado y se hace un ovillo en el suelo.
?Deberías sacrificarle como a un caballo con una pata rota?.
Calvorota y Anestesia se disponen a bajar, mientras el ?deportista de élite? decide que esta es una situación lo bastante excitante como para intentar batir algún tipo de marca y prepara su botella. Si el mundo se salva y la masturbación llega a tener consideración de deporte olímpico, sin duda tenemos una medalla asegurada.
El aire del exterior huele extraño, pero casi parece limpio al lado del viciado ambiente del interior del autocar. Tomo nota mental de buscar un lugar donde limpiarlo un poco. Me aproximo a la parte posterior del blindado.
?Inmovilizaron el vehículo por ambos lados?.
El cabrón paranoico tiene razón. Aunque el sólido blindaje no se a resentido por el impacto, veo restos de cristales y restos de pintura amarillenta. Supongo que simularían algún tipo de emergencia. Aunque también puede que les embistieran directamente. Eso aturdiría a la tripulación, luego rociarían el vehículo con combustible y aceite. Pero sigue sin tener lógica. El conductor podría intentar escapar por su trampilla. En fin, cada cual tiene sus sistemas. En la antigua Yugoslavia por ejemplo colocaban una barricada en la carretera y cuando el blindado se detenía, niños que estaban encontrados a los lados del camino, te inmovilizaban colocando minas en las ruedas.
?Cada maestrillo tiene su latiguillo?.
En fin, supongo que una explicación mas o menos lógica, podría ser que se encontraron de frente con el vehículo. Este colisionó frontalmente deteniendo al blindado y aturdiendo a su tripulación. Quizás viajasen con todas las escotillas cerradas por que la zona no es segura... una mano se cierra en mi tobillo, me sobresalto, pierdo el equilibrio y caigo al suelo de culo. De un tirón me libero y ruedo. Anestesia pone una pose remotamente a la de ?la grulla? (supongo que es lo que tiene haberse tragado mas de cincuenta veces ?Karate Kid?, Calvorota, para mi sorpresa, me agarra por detrás y me aparta.
?No te fíes, el calvo trata de ganar puntos, pero si te descuidas te traicionará... ayer mismo te encañonaba con una escopeta?.
Pero yo solo tengo ojos para el horror reptante que tenia mi pierna apresada. Su rostro es una masa de carne requemada, donde una especie de amarillentos humores es todo lo que queda de sus ojos. Su boca es un negro agujero, donde sus amarillentos dientes ponen una ligera nota de color. Tampoco le quedan orejas... aunque supongo que es imposible que veo o oiga nada, sabe que estoy aquí y trata de reptar hacia mi.
?Este al parecer logró salir y se refugió bajo el vehículo?.
En este caso el cabrón paranoico se equivoca. Aunque sus ropas se han fusionado con la piel, queda lo suficiente de ellas como para ver que lo que viste no era un traje de camuflaje o un mono ignífugo, sino algún tipo de jersey de lana de color inidentificable. Debieron arrollarle...
?Otra pieza para este macabro puzzle?.
No se porque, pero estoy seguro de que lo que ocurrió, fue que arrojaron un cóctel contra uno de los soldados del punto de control, cuando todo empezó. Este corrió a refugiarse al interior del vehículo mientras el radio tirador comenzaba a abrir fuego... el tipo incendió la munición... no es difícil adivinar el efecto de decenas de balas de calibre cincuenta rebotando por el interior de un vehículo blindado.
- Nos vamos.
Mis acompañantes no discuten. Observo el negro y requemado agujero que fue el rostro de un ser humano. Debería rematarle, pero simplemente me doy la vuelta y subo al vehículo. Nicolai me mira inquisitivamente.
- ¿Has descubierto algo?.
- Ándate con ojo si ves un vehículo pesado de color amarillo.
- ¿Cómo una cosechadora?.
Esas palabras invocan imágenes de un campo lleno de restos mutilados. Dos enormes cosechadoras de color amarillo cortan la carretera frontalmente.
?¿Crees que es buena idea decirles que no se cosecha por el asfalto??.
- ¡Joder!. ? mi estómago es invadido por una apremiante sensación de peligro -, ¡Nico mete la marcha atrás!.
El conductor obedece, pero en el fondo se que nos hemos metido de cabeza en una trampa.
?Piensa joder, una trampa solo es una trampa si no sabes donde está. ¡Haz algo que no tengan previsto!?.
- Olvida la marcha atrás. Métete por campo abierto.
Nico me mira como si estuviese aun mas loco de lo que estoy. La cabeza de Chanquete también me dedica una mirada de reojo, aunque supongo que debe pensar sobre la posibilidad de probar un batido echo a partir de mis órganos vitales.
- Pero... ¡ esto es un autobús, no un cuatro por cuatro!... la suspensión...
- ¡A la mierda con la puta suspensión!.
Supongo que no debí ser tan brusco, pero nuestro pellejo anda en juego. Por la palidez de Calvorota, estoy seguro de que él sabe mucho mas de lo que dice. Pero este no es el momento para hacer preguntas.
?Apuntalo en pendientes junto a lo de limpiar el autobus... si es que queda autobus después de esto?.
Nicolai obedece y el autobús se convierte en una traqueteante atracción de feria. Follacamas eyacula ruidosamente (supongo que estos traqueteos favorecen en gran medida sus manualidades). El pelirrojo grita y se orina encima. Damos bandazos esquivando por los pelos rocas, eucaliptos y algunas cosas mas. Nos metemos en un gigantesco charco.
?Mierda, aquí encallamos?.
Por suerte el vehículo va poco cargado y supongo que el conductor sabe lo que se hace, por lo que lo atravesamos.
- Si no encontramos ? los continuos y brutales traqueteos entrecortan la voz de Nicolai -, pronto... aunque sea un camino...
El vehículo se inclina hacia un lado hasta casi quedar a dos ruedas. Por suerte mi estómago tiene ya poco que ofrecer al mundo, pero por lo que veo, Anestesia se comió la ración de emergencia y rocía a Follacamas con una papilla rojiza (supongo que debió comerse la lata de callos). El autocar recupera la verticalidad. El pajillero dice algo sobre ?lubricación adicional?, el pelirrojo llora a moco tendido y yo sigo soltando maldiciones.
Arriesgo una mirada por el retrovisor y creo ver un par de vehículo todo terreno ganando terreno. De esos si que no vamos a poder escapar.
?Bueno quizás no sean tan malos tipos como supones?.
Claro. Después de todo, ya se lo que puedo esperarme de infectados y de fiambre animados, pero ¿qué puede esperar alguien de tipos capaces de pasar a personas por una cosechadora, de acribillar a agentes de la ley y colgarlos de un árbol. Un feo sonido procedente de los bajos del autocar, me dice que dentro de poco, voy a comprobarlo.
¿Puede el mundo irse al carajo en apenas setenta y dos horas?. Aparentemente sí. Quizás no sea el mismo vehículo, pero los restos renegridos del BMR se encuentran abandonados a un lado de la carretera. Por el suelo veo algunos de los característicos casquillos de calibre cincuenta de su ametralladora pesada. Pero tampoco muchos.
?Fueron los mismos del ataque a la Guardia Civil?.
Eso carece de lógica. ¿Por qué se dedicaría alguien a asesinar a aquellos que intentan mantener el orden?.
El conductor, que supongo debe dudar entre seguir o continuar me pregunta:
- ¿Vas a bajar?.
¿Debería?. No creo que sea una buena idea, al interior del BMR no voy a poder acceder, cuando fueron atacados, los tripulantes optaron por encerrarse dentro. Supongo que sus atacantes ya lo tenían previsto y les achicharraron con cócteles molotov. Supongo que antes debieron envestirles con un vehículo grande, quizás un tractor para inmovilizarles... una muerte horrible sin duda.
?Se me ocurren pocas cosas tan aterradoras como para que prefiriesen morir así... deberías bajar?.
¿Para que?.
?Porque no se ven moros en la costa, y te interesa saber mas sobre los que hayan echo esto... quizás tu seas su siguiente víctima?.
- Abre las puertas. Voy a bajar.
Nico obedece y las puertas se abren con un siseo. Pelirrojo comienza a sollozar aterrorizado y se hace un ovillo en el suelo.
?Deberías sacrificarle como a un caballo con una pata rota?.
Calvorota y Anestesia se disponen a bajar, mientras el ?deportista de élite? decide que esta es una situación lo bastante excitante como para intentar batir algún tipo de marca y prepara su botella. Si el mundo se salva y la masturbación llega a tener consideración de deporte olímpico, sin duda tenemos una medalla asegurada.
El aire del exterior huele extraño, pero casi parece limpio al lado del viciado ambiente del interior del autocar. Tomo nota mental de buscar un lugar donde limpiarlo un poco. Me aproximo a la parte posterior del blindado.
?Inmovilizaron el vehículo por ambos lados?.
El cabrón paranoico tiene razón. Aunque el sólido blindaje no se a resentido por el impacto, veo restos de cristales y restos de pintura amarillenta. Supongo que simularían algún tipo de emergencia. Aunque también puede que les embistieran directamente. Eso aturdiría a la tripulación, luego rociarían el vehículo con combustible y aceite. Pero sigue sin tener lógica. El conductor podría intentar escapar por su trampilla. En fin, cada cual tiene sus sistemas. En la antigua Yugoslavia por ejemplo colocaban una barricada en la carretera y cuando el blindado se detenía, niños que estaban encontrados a los lados del camino, te inmovilizaban colocando minas en las ruedas.
?Cada maestrillo tiene su latiguillo?.
En fin, supongo que una explicación mas o menos lógica, podría ser que se encontraron de frente con el vehículo. Este colisionó frontalmente deteniendo al blindado y aturdiendo a su tripulación. Quizás viajasen con todas las escotillas cerradas por que la zona no es segura... una mano se cierra en mi tobillo, me sobresalto, pierdo el equilibrio y caigo al suelo de culo. De un tirón me libero y ruedo. Anestesia pone una pose remotamente a la de ?la grulla? (supongo que es lo que tiene haberse tragado mas de cincuenta veces ?Karate Kid?, Calvorota, para mi sorpresa, me agarra por detrás y me aparta.
?No te fíes, el calvo trata de ganar puntos, pero si te descuidas te traicionará... ayer mismo te encañonaba con una escopeta?.
Pero yo solo tengo ojos para el horror reptante que tenia mi pierna apresada. Su rostro es una masa de carne requemada, donde una especie de amarillentos humores es todo lo que queda de sus ojos. Su boca es un negro agujero, donde sus amarillentos dientes ponen una ligera nota de color. Tampoco le quedan orejas... aunque supongo que es imposible que veo o oiga nada, sabe que estoy aquí y trata de reptar hacia mi.
?Este al parecer logró salir y se refugió bajo el vehículo?.
En este caso el cabrón paranoico se equivoca. Aunque sus ropas se han fusionado con la piel, queda lo suficiente de ellas como para ver que lo que viste no era un traje de camuflaje o un mono ignífugo, sino algún tipo de jersey de lana de color inidentificable. Debieron arrollarle...
?Otra pieza para este macabro puzzle?.
No se porque, pero estoy seguro de que lo que ocurrió, fue que arrojaron un cóctel contra uno de los soldados del punto de control, cuando todo empezó. Este corrió a refugiarse al interior del vehículo mientras el radio tirador comenzaba a abrir fuego... el tipo incendió la munición... no es difícil adivinar el efecto de decenas de balas de calibre cincuenta rebotando por el interior de un vehículo blindado.
- Nos vamos.
Mis acompañantes no discuten. Observo el negro y requemado agujero que fue el rostro de un ser humano. Debería rematarle, pero simplemente me doy la vuelta y subo al vehículo. Nicolai me mira inquisitivamente.
- ¿Has descubierto algo?.
- Ándate con ojo si ves un vehículo pesado de color amarillo.
- ¿Cómo una cosechadora?.
Esas palabras invocan imágenes de un campo lleno de restos mutilados. Dos enormes cosechadoras de color amarillo cortan la carretera frontalmente.
?¿Crees que es buena idea decirles que no se cosecha por el asfalto??.
- ¡Joder!. ? mi estómago es invadido por una apremiante sensación de peligro -, ¡Nico mete la marcha atrás!.
El conductor obedece, pero en el fondo se que nos hemos metido de cabeza en una trampa.
?Piensa joder, una trampa solo es una trampa si no sabes donde está. ¡Haz algo que no tengan previsto!?.
- Olvida la marcha atrás. Métete por campo abierto.
Nico me mira como si estuviese aun mas loco de lo que estoy. La cabeza de Chanquete también me dedica una mirada de reojo, aunque supongo que debe pensar sobre la posibilidad de probar un batido echo a partir de mis órganos vitales.
- Pero... ¡ esto es un autobús, no un cuatro por cuatro!... la suspensión...
- ¡A la mierda con la puta suspensión!.
Supongo que no debí ser tan brusco, pero nuestro pellejo anda en juego. Por la palidez de Calvorota, estoy seguro de que él sabe mucho mas de lo que dice. Pero este no es el momento para hacer preguntas.
?Apuntalo en pendientes junto a lo de limpiar el autobus... si es que queda autobus después de esto?.
Nicolai obedece y el autobús se convierte en una traqueteante atracción de feria. Follacamas eyacula ruidosamente (supongo que estos traqueteos favorecen en gran medida sus manualidades). El pelirrojo grita y se orina encima. Damos bandazos esquivando por los pelos rocas, eucaliptos y algunas cosas mas. Nos metemos en un gigantesco charco.
?Mierda, aquí encallamos?.
Por suerte el vehículo va poco cargado y supongo que el conductor sabe lo que se hace, por lo que lo atravesamos.
- Si no encontramos ? los continuos y brutales traqueteos entrecortan la voz de Nicolai -, pronto... aunque sea un camino...
El vehículo se inclina hacia un lado hasta casi quedar a dos ruedas. Por suerte mi estómago tiene ya poco que ofrecer al mundo, pero por lo que veo, Anestesia se comió la ración de emergencia y rocía a Follacamas con una papilla rojiza (supongo que debió comerse la lata de callos). El autocar recupera la verticalidad. El pajillero dice algo sobre ?lubricación adicional?, el pelirrojo llora a moco tendido y yo sigo soltando maldiciones.
Arriesgo una mirada por el retrovisor y creo ver un par de vehículo todo terreno ganando terreno. De esos si que no vamos a poder escapar.
?Bueno quizás no sean tan malos tipos como supones?.
Claro. Después de todo, ya se lo que puedo esperarme de infectados y de fiambre animados, pero ¿qué puede esperar alguien de tipos capaces de pasar a personas por una cosechadora, de acribillar a agentes de la ley y colgarlos de un árbol. Un feo sonido procedente de los bajos del autocar, me dice que dentro de poco, voy a comprobarlo.
"Del truyo, se termina saliendo... de la tumba no."
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Joder, esto se pone muy interesante...
"El perdón es entre Dios y ellos, yo solo les facilito la entrevista" El Fuego de la Venganza.
Mi seirie de terror y ciencia-ficción:
http://prisioninfernal.blogspot.com
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- Registrado: Lun Jun 21, 2004 9:43 [phpBB Debug] PHP Warning: in file [ROOT]/vendor/twig/twig/lib/Twig/Extension/Core.php on line 1107: count(): Parameter must be an array or an object that implements Countable
Reconozco que he empezado a leer hoy este superrelato, que me encanta, y que me ha enganchado completamente... Me quedo con una frase que dice algo así como "Cenaré en libertad o en el infierno, pero si es en el infierno, tú pagarás la primera ronda"... Lapidaria, al nivel de "Venga, vamos, alégrame el día"... Leone puro. Gracias, Korvec
au revoir!
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