MICROFICCIONES

[Darth Xer0]

Prólogo:
Esbozar formas breves de literatura es un ejercicio de lo más interesante. "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" decía Gracián. No estoy tan seguro de la primera proposición; de la segunda un poco más. Así, me he planteado abrir este hilo para publicar en él una serie de relatos breves que estoy escribiendo. Cómo escribió Borges: "Agotadora empresa es desarrollar en quinientas páginas un argumento cuya exposición cabría perfectamente en unas pocas líneas".

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EL ASESINO

- ¿A qué debo el honor de su visita? - dijo el Conde.
- A esto - respondió el Cónsul, sacando una cimitarra dorada, brillante como el sol.

Tres días pasaron hasta que los criados encontraron el cadáver. Nadie lo podía creer y, para evitar todo tipo de problemas, tomaron el cuerpo y lo arrojaron al profundo foso, que no por poco se parecía al infierno.

- Vaya - dijo uno de los criados - Volvieron los crímenes.
- Sí - respondió otro - parece que el Conde no se quita esa perniciosa costumbre.

[Nyko]

claro y breve,me ha gustado la sorpresa final

[Darth Xer0]

Tengo algunos que se ajustan a la temática del portal. En cuanto pueda los publico.

[Darth Xer0]

EL MÁRTIR

El sujeto caminaba incansablemente por los oscuros pasillos de luz. Puertas metálicas desfilaban ad infinitum a su lado. Llegó por fin a una, en la que se detuvo. Cerró los ojos, tomó el pomo con fiereza sutil, abrió la puerta y se diluyó en el interior de la habitación.

Los cables circundaban todo su cuerpo. Las máquinas lo había atrapado, y ahora él era un esclavo inconsciente cuyos pensamientos se restringían a pequeñísimos destellos eléctricos en lo abismal de su cerebro. Sus ojos inertes, blancos, demostraban que estaba muerto. Su alma se había extinguido, pero valdría la pena.
La habitación resultaba ser la cámara principal de las máquinas, el Gran Cerebro, donde el destino se decidía en millones de fórmulas matemáticas. Y a pesar de que él ya no pertenecía a la raza humana, había hecho mucho por ella: la bomba que llevaba en el interior de su cuerpo había comenzado la cuenta regresiva, y se aproximaba cada vez más al número cero.

[Darth Xer0]

EL ESCRITOR DE MILAGROS

El muchacho era sumiso, callado e introvertido a más no poder. Sus hábitos se limitaban al estudio de las artes secretas de la taumaturgia y a la escritura creativa.
Esa tarde había estado escribiendo durante horas. La pluma discurría sobre el pergamino de manera fluida, dibujando líneas viboreantes como serpientes que componían una obra que nunca sería. El muchacho detuvo su escritura en un momento. Luego comprendió que no comprendía lo que había escrito. Si bien hablaba perfectamente el latín, era incapaz de poder descifrar las enigmáticas sentencias que se hallaban en el soporte. Intentó leerlo una, dos tres, cuatro veces. En el quinto intento, sucedió.

Las palabras se hicieron sonidos, los sonidos se hicieron aire y el aire se hizo magia. Un destello refulgente incendió el pergamino, pero éste no se consumía. Ardía infinitamente, como si fuera eterno, como si todos los pergaminos del mundo se encarnaran en él. El muchacho se asustó. Intentó apagar el fuego, pero temió él mismo quemarse. Su mano izquierda rozó las llamas, que resultaron ser frías. El fuego era frío y contradecía la esencia misma del fuego, corrompía su naturaleza.
Impulsivamente el muchacho tomó otro pergamino y comenzó a escribir sin saber qué era lo que escribía. La escribiente pulsión (que era una posesión) acabó al cabo de unos minutos. Leyó las palabras herméticas y las palabras otra vez se hicieron sonidos; y el sonido, aire; y el aire magia. Y el fuego frío se extinguió, y junto con él el joven escritor.

[Darth Xer0]

EL APRENDIZ

? Deja eso ? dijo el Maestro, severamente ? sin la debida precaución podrías terminar muerto.
El chico jugaba con la piedra en su mano. Era una piedra diferente a todo, porque brillaba intensamente, pero sin brillo. Era tibia al tacto y algo irregular. Era perfecta.
? ¿Qué es lo que hace, Maestro?
? Milagros, niño. Esa Piedra hace milagros.
? ¿Qué clase de milagros?
? Transforma lo posible en imposible. Transforma los metales viles en la Sangre del Sol.
? ¿Y la Sangre es valiosa?
? Mucho. En esa Piedra se concentra la Fortuna.
El muchacho seguía inspeccionando la piedra en cada uno de sus vértices. Se sentía maravillado.
? Te he dicho que la dejaras niño. Vamos, déjala. Muchos hombres murieron por conseguirla. Siglos pasaron hasta poder dar con ella. Esa Piedra merece algo de respeto.
El chico se dio cuenta de que deseaba la Piedra, de que amaba a la Piedra. Su obsesión, ahora, era poseerla. Pero algo se interponía entre él y ella.
? Maestro, ¿Usted moriría por la Piedra?
? Hijo, yo ya he muerto por ella. Mira lo amarillento de mi piel, mira las arrugas en mis manos y en mi cara. Mira lo blanco de mis ojos. Mira lo agitado de mi respiración. Mira mi calvicie. Hijo, la Piedra mata, pero mata despacio. Años y años de experimentos con sustancias infernales provocan daños irreparables en los organismos vivos. Pero ver la Piedra vale la pena ¡Que me importa si muero!
Las palabras sonaron en lo profundo de la conciencia de chico: «¡Que me importa si muero!» Era un signo, y él estaba atento a los signos.

? ¡Que has hecho, muchacho! ? gimió el Maestro cayendo, desesperado, en el momento en que su aprendiz sacaba de su vientre el cuchillo ensangrentado.

***

[Darth Xer0]

LA PACIENCIA DE LOS CREYENTES

El disco que se hallaba frente al muchacho giraba incesantemente de manera milimétrica. «Recuerda, cuando los doce círculos concéntricos se hallen en perfecta armonía, deberás presionar el conjunto de círculos. Si no descubre la armonía las consecuencias son nefastas».
El problema del joven era precisamente la proposición fundamental del enunciado: debía descifrar los secretos de la armonía de los discos.
Lo primero que se le ocurrío fue aplicar el sistema astrológico: de ser así a Aries debía pertenecerle el menor de los discos y a Piscis el de mayor circunferencia. Su hipótesis lo puso feliz, porque de seguro su maestro estaría orgulloso de su inteligencia.Sólo le restaba esperar a que se conjugaran las letras de los discos. Esperó hasta aburrrise, esperó hasta que los estragos del tiempo ya no hacían de él una persona sino un ser deforme y arruinado. Pero por fin los discos se dispusieron en su orden cósmico perfecto. La presión de la palma de su mano no se hizo esperar, como así tampoco el caos que desencadenó su vehemente espera.

[Darth Xer0]

[tomcat_pjm]

[Darth Xer0]

[darkerr]

Tu prosa me parece muy buena, y tus relatos estan muy interesantes y hasta diria que se salen de lo común, te felicito, sigue escribiendo, vas camino a una gran obra

[Darth Xer0]

[Darth Xer0]

EL HERMÉTICO IDIOMA DEL SEÑOR LOCKE

Todos quienes lo conocían, coincidían en que el señor Leopold Locke era, cuando menos, extravagante. No porque consumiera cantidades industriales de azúcar diluida en agua tibia, ni porque acostumbrase a comer exclusivamente zanahorias. Todo eso podía pasar por algo normal: lo que realmente sorprendía a sus interlocutores era el idioma que dicho sujeto manejaba.

Por supuesto, podía manejar a la perfección el inglés londinense que reinaba en su tierra. Pero a él le gustaba utilizar su peculiar y desconocido dialecto. Cuando iba a comprar su ración diaria de zanahorias, repetía: Hoik l´pest wha´ckit ib molpt pwe´st. El verdulero ya sabía que esa sentencia significaba que debía embolsar y cobrar un kilo de zanahorias. Funcionaba más que nada como una respuesta condicionada: frase incomprensible igual a un kilo de zanahorias. Casi como los perros de Pavlov.

Así pasaba sus días el señor Locke, entre zanahorias y el diario matutino. Cuando alguna noticia le parecía desproporcionada, exhalaba un melancólico y violento: ¡Oiy ghop´ta rwmbk, le´f ki-plá! A las personas les parecía muy divertido, simpático, incluso inocente. Nadie sabía de qué trabajaba, qué había estudiado o si tenía familia. Cada vez que le preguntaban, él respondía con una hermética frase, que ninguno podía entender. Los secretos de aquella gramática foránea no podían ser descifrados.

Vino a modificarse toda esta situación, cuando el señor Locke presenció un asalto, en un oscuro callejón. El agresor estaba asediando a un joven, un arma se erguía en su mano, amenazante. Locke quiso pedir ayuda, y gritó al primer oficial de policía que encontró: ¡Huer mog´iy, af retwc opopjarf tke´sxeg! El policía no le hizo caso, y siguió su ronda. Para cuando eso sucedió, el muchacho ya había sido besado por el ardiente deseo de una bala mortal.

El chico muerto resultó ser, para mal del señor Locke, el hijo de un importante funcionario. Éste conoció el caso y condenó la actitud de Locke; porque a sabiendas de que la vida de una persona estaba en juego, utilizó ?su infantil y ocioso idioma? para comunicarse, siendo consciente de las peligrosas consecuencias.

El discurso del funcionario fue tan adhesivo, que la gente del barrio del señor Locke dejó atrás toda simpatía por él, conformó una turba iracunda y sin piedad, y maquinalmente le dio caza y muerte.


Esta historia habría tenido, tal vez, poca importancia, si no hubiese sido por el hecho de que un tiempo después una feroz raza alienígena atacó la tierra. Los desconocidos visitantes trataron, en un principio, de llegar a un acuerdo. El problema es que nadie comprendía las sentencias de los extraterrestres. Éstos, furiosos por la estupidez humana, comenzaron a dominar la Tierra.

A alguien se le ocurrió que el idioma de los agresores no era del todo desconocido. De hecho, algunas frases ya habían sido escuchadas en boca de un estrambótico sujeto comedor se zanahorias. Pero claro, ahora estaba muerto. La sociedad irracional había matado a su único traductor. La incomprensión había condenado el destino del mundo.

[Darth Xer0]

EL SILENCIO DE DIOS

En el principio era el Verbo,
y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Juan, 1: 1

Existe una única palabra que rige el destino del mundo. Una única palabra que conduce la mecánica invisible del Universo. Una única palabra que dota de sentido a todas las cosas. Una única palabra que permite diferenciar lo eterno de lo mortal. Una única palabra que tiene el poder para acabar con toda la Creación. Una única palabra en la cual se resuelven y dirimen los arcanos de la existencia, de la vida y de la muerte.
Existe, también, un único Ser que conoce esa palabra: ese Ser soy Yo. Me bastaría pronunciarla para que el cosmos absoluto se diluyera en partículas de nada. Paradójicamente, no puedo pronunciar la Palabra: hacerlo supondría poner fin a mi existencia.

[Darth Xer0]

LA REGRESIÓN

Mientras viaja en motocicleta, un hombre -confundido en la turbiedad anácronica de una difusa nube temporal- tiene la sensación de que es un general de los ejércitos de Carlomagno. Siente muy pesada la mano derecha, acaso porque en ella sostiene trágicamente una espada ensangrentada.
No se da cuenta tampoco de que el caballo azabache que cabalga bajo sus piernas lo lleva hacia una muerte inevitable.