El Camino de la Cabra III ?La oscura senda de la venganza?

[Korvec]

Capítulo XXVII


?Siempre es bueno el contar con un buen plan, pero es la habilidad para improvisar, la que salvará tu pellejo cuando este se vaya al carajo?

-- El Santi --



La vida y las matemáticas, tienen en común muchas más cosas de las que la gente suele pensar. Las dos cuentan con complicados problemas y con variables que correctamente utilizadas, pueden contribuir a llevarnos hasta una solución. También, ambas son capaces de producir considerables dolores de cabeza. En este momento, yo soy víctima de uno de los peores.

Marcos, apunta con el revolver a la cabeza del ser sujeto a la pared.

- ¡Estás loco! ? no tendrás esos códigos.

Tengo la sensación de estar intentando componer un puzzle con demasiadas piezas. Apenas hace un par de días, tenía un plan: llegar al instituto pasteur, localizar la pista del tipo que había desarrollado algún tipo de vacuna contra la rabia que está propagando ?el culto?, negociar un intercambio, rescatar a Marta y quizás (en el mejor de los casos) capturar a su líder. Ahora, todo ese plan me parece una descabellada fantasía. Pasé los últimos años encerrado en una institución mental y aquello era todo un remanso de paz y normalidad al lado de lo que es ahora el mundo. ¿Cambiaría algo una explosión nuclear a estas alturas?.

?Toda situación por mala que sea, siempre puede empeorar?.

Por experiencia sé que tiene razón. Mi dolor de cabeza empeora y algo húmedo me baja por la nariz, mientras Discordia se carcajea a mandíbula batiente.

- Yo no quiero esos códigos para nada ? dice entre risas.

?¡Mierda!. ¡Están aquí!?.

- Pero me aseguré ? sigue diciendo -, de que el culto supiera donde encontrarle a él.

Levanto el arma y disparo con la escopeta contra el cuerpo amarrado a la pared. El sonido de las demoníacas risas que torturaban mi cabeza, es substituido por el tronar de mi arma, que disparo una y otra vez hasta que del cuerpo, sólo queda un sanguinolento despojo. El terrible dolor de cabeza remite ligeramente.

?¡ Pastores !. Varios y cerca. Necesitas papel de aluminio?.

Deben tener el edificio completamente rodeado. En mi actual estado, no creo que pueda escapar. Pero si ellos saben que Marcos está aquí, no se marcharán con las manos vacías.

- ¿Saben que aspecto tienes? ? le pregunto al hacker.

Marcos me mira como si no entendiera nada, pero responde:

- No lo creo.

?¡Eso es una locura!?.

Si tienes una idea mejor, exponla ahora, porque dentro de unos segundos, no creo ni que pueda oírte.

?Puedes matarles a los dos, conseguir papel de aluminio y esconderte hasta que encuentren los cuerpos. Aparte, de que ese puto llorón te delatará en el acto?.

También eso lo tengo previsto.

Avanzo tambaleante hacia el aterrorizado pelirrojo que ya se da por muerto. Le propino un sonoro culatazo que le deja inconsciente y empuño la pistola.

- ¿Qué coño pretendes ahora? ? pregunta ?hoax?.

- Busca papel de aluminio ? digo por toda respuesta.

- ¿Qué?.

- Esa mierda con la que se envuelven los bocadillos.

Sin volverme para ver si soy obedecido, abro la boca del inconsciente tipo al que hace mucho tiempo que debí matar. Agarro su lengua con dos dedos y tiro hacia fuera, luego apoyo el cañón de la pistola sobre la misma y aprieto el gatillo. El bastardo despierta con la boca llenándose de sangre, emitiendo un extraño grito. No puedo decir que sienta ni una gota de compasión por él.

?Bueno, supongo que no podrá irse de la lengua después de todo. Pero te recuerdo que no puedes arriesgarte a dejarle con vida?.

Le agarro del cuello y le apoyo contra la pared. Dos gruesas lágrimas brotan de sus ojos mientras intenta vocalizar algo que no soy capaz de comprender. Con mi otra mano, apoyo el cañón de la pistola contra su entrepierna.

- Ábrete de orejas malnacido ? sus ojos se fijan entonces en los míos -, tengo más ganas de apretar el gatillo, que de que me la chupe una zorrita pelirroja. Pero así son las cosas.

El aterrorizado pelirrojo, dice algo mientras un borbotón de sangre y babas escapa de su boca.

Estoy a punto de decirle lo que le pasará si vuelve a intentar joderme, pero la voz de ?hoax? cuando dice:

- He encontrado papel de periódico, en mi pueblo envolvíamos bocadillos con...

Durante un par de segundos, mi torturada mente, acaricia la idea de dispararle. Pero me limito a decir:

- Vamos.

Y empujo al maltrecho pelirrojo hacia la salida. Supongo que debemos ofrecer una imagen patética, un tullido haciendo avanzar a un cojo.

?Si supieras conducir un camión, podrías abrirte paso con...?.

Y si supiera volar podría escapar con unos gallumbos por fuera de los pantalones y un mantel atado a la espalda, pero no sé.

Salimos de la habitación y caminamos por el pasillo. Aunque el hacker es el que técnicamente se encuentra en mejor estado de los tres, su rostro está más pálido que la cera. Mi dolor de cabeza empeora otra vez hasta niveles que rallan lo intolerable. El cadáver lento y putrefacto de lo que en algún momento fue un niño obeso, aparece y empieza a volverse lentamente en nuestra dirección. El ser abre una gran boca totalmente desprovista de dientes.

?Le quieren vivo. Les han arrancado la dentadura para asegurarse de que no le muerdan cuando le atrapen?.

- Dame el revolver.

?Hoax? vacila, pero obedece.

Mientras un segundo muerto andante, en esta ocasión un andrógino cuerpo vestido con pantalón corto y sudadera empieza a caminar en nuestra dirección, golpeo con el arma contra la cabeza del pelirrojo, que vuelve a derrumbarse inconsciente sobre el suelo. Dejo que los zombis se aproximen y en cuanto están a menos de un metro del cuerpo inconsciente apunto con el arma a la cabeza del más voluminoso.

?¡Rápido!. El pastor no puede andar lejos?.

Disparo. La bala penetra por la frente del hinchado cadáver, que se derrumba sobre el cuerpo del pelirrojo, luego disparo un par de veces más sobre el siguiente antes de dejar caer el arma cerca de la mano del inconsciente sujeto.

- ¡Aquí!.

El grito resuena demasiado cerca. Si me ve, tendré que matar al pastor. Pero entonces todos sabrán que estoy aquí y la cosa se pondrá jodida de verdad. Así que entramos en una oscura habitación lateral.

- ¿Estas loco? ? me susurra ?hoax? - ¿a que ha venido esa mierda?.

Me llevo un dedo a los labios para indicarle que guarde silencio. La pequeña habitación parece un pequeño almacén de productos de limpieza.

- ¡Lo tengo! ? dice una voz en el pasillo.

Pero unos ruidos, indican que los fiambres nos han seguido.

?A ti no?.

Eso es irrelevante. La cuestión es que tenemos que escondernos, pero el cuartucho es demasiado pequeño para eso. Vuelco el enorme cubo de basura con ruedas, esparciendo un gran montón de húmeda y maloliente basura por el suelo. No sin cierto regocijo, encuentro los restos de un enmohecido y putrefacto bocadillo, que aun conserva su envoltorio de papel de aluminio.

?¡Aleluya!".

- Metete dentro ? ordeno.

Por suerte, ?Hoax? obedece en el acto y mientras el se las apaña para agazaparse dentro, yo consigo aliviar en gran medida el lacerante dolor de cabeza, al colocarme el sucio envoltorio sobre la cabeza.

- Ahora no te muevas.

Con movimientos rápidos, vuelvo a colocar el apestoso contenido por encima del asustado hacker. Supongo, que lo suyo sería apagar la luz, pero no se me ocurrió hacerlo cuando entramos. Ahora, sería demasiado arriesgado. Como no tengo donde esconderme, me coloco junto a la puerta, un par de segundos antes de que esta se abra ocultándome.

No me preocupan los muertos vivientes, ya que ellos no pueden detectarme. Escucho pasos entrando en el cuartucho y como levantan la tapa del cubo de basura. Dudo que a un tipo acostumbrado a moverse entre cadáveres en distingo grado de putrefacción, sea muy escrupuloso, pero tampoco pienso que vaya a ponerse a escarbar en ella. Si ?hoax? mantiene la sangre fría, lo conseguiremos.

Entonces, un chillido de Marcos, me indica que el plan acaba de irse a la mierda. De una patada, aparto la hoja de la puerta. Mi cara, es lo último que ve el sobresaltado pastor, antes de que le rompa el cuello con un violento tirón.

?Supongo, que esto significa que pasamos al plan B?.

De tenerlos, podrías apostar tus cojones a que así es.

[Korvec]

Capítulo XXVIII



?El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas?

-- Benjamín Franklin --


Una de las ventajas de estar de mierda hasta el cuello, es que uno no tiene tiempo para pensar o preocuparse por nada que vaya más allá de su situación inmediata. Soy consciente, de que tengo que rescatar a Marta, aunque aun no lo he empezado siquiera a asimilar, sé que está embarazada.

?Quizás sería mejor que ese bebé no naciera. Este no es un buen mundo en el que nacer?.

Probablemente nunca lo ha sido. Pero eso, es algo de lo que podré empezar a preocuparme si salgo de esta. Marcos, totalmente cubierto de basura, bracea aparatosamente cuando el primero de los muertos vivientes, libre del control mental del fallecido pastor, avanza en su dirección, seguido por un par de olorosos compinches.

- ¡ Dispárale! ? grita moviendo los brazos de forma que me recuerda a una gallinaza.

- No tienen dientes ? le recuerdo -. Nos serán más útiles tal como están.

El tipo puede ser un cerebrito, pero el pánico no le deja pensar con claridad. Supongo que la cordura tiene sus desventajas.

?Hoax? sigue sin calmarse ni un ápice, por lo que sospecho que nunca los ha visto tan de cerca.

Mediante un considerable esfuerzo, consigo empujar hacia atrás al primero, que con un efecto tapón, me permite cerrar de nuevo la puerta del cuartucho.

- ¿Cómo carajo vamos a salir de aquí? ? ?hoax? pronuncia carajo más bien como ?caraho? -. ¡Estamos perdidos!.

Centro mi atención en el exánime cuerpo del pastor mientras respondo.

- Yo haciéndome pasar por él y tú ? Marcos me mira como si por fin se diera cuenta de que estoy como una puta cabra -. Dentro del contenedor de basura.

Me consta, que los fiambres terminarán por entrar en la habitación antes o después, así que, ignorando las protestas y sollozos de mi nuevo compañero de desventuras, empiezo a registrar el cuerpo del pastor. No puede decirse que lleve gran cosa de valor. Una pequeña radio Walkie talki, una linterna, una pequeña pistola del calibre treinta y dos, una ajada fotografía de una niña pequeña, que deduzco que acaba de quedarse huérfana a menos que cumpliese funciones meramente masturbatorias, que todo puede ser.

?¿Y que te esperabas?. Estos son tiempos de escasez?.

Aunque se me pasa por la cabeza, el darle la pequeña pistola a ?hoax?, descarto rápidamente la idea. Está demasiado aterrorizado.

?¡Dásela!. Quien sabe. Quizás haga algo útil de una vez y se vuele la cabeza?.

Es verdad, que eso simplificaría la situación. Pero quiero saber más sobre ese silo de mísiles.

?¿No pensarás??.

Sin duda se trata de un lugar seguro e inaccesible.

?Sería demasiada casualidad?.

¿Se te ocurre un lugar más seguro?.

?Aunque sepas donde la tienen. Te recuerdo que aun no tienes al científico de marras para negociar?.

Pero tengo al tipo que tiene los códigos de lanzamiento y dentro de poco, en cuanto consigan hacer hablar (es un decir) al puto pelirrojo, sabrán que está en mi poder. No. Si la situación se pone lo bastante fea, mataré a Marcos, pero el culto no debe saberlo. Como diría Robocop, vivo o muerto, el se viene con nosotros.

?A Gabriel no va a gustarle?.

Eso, es una de las cosas que más me gustan del plan.

La puerta empieza a ceder y el pastor es demasiado pequeño. Por lo que descarto el vestirme con sus ropas. Tendré que confiar en que los muertos me cubran y en la oscuridad.

?Amanecerá en menos de una hora?.

No espero estar aquí dentro de una hora.

Unas voces en la emisora, empiezan a informar del resultado de su búsqueda. Será mejor que nos pongamos en marcha. Introduzco la pequeña pistola en un bolsillo trasero de mi pantalón, cargo la escopeta con los últimos cartuchos y me la cuelgo a la espalda, sujeto la pequeña radio a mi cinturón, y con una bolsa de plástico, confecciono una especie de capucha, que debe darme un aspecto cercano, al de un pervertido ladrón de ropa interior femenina, pero que cumple con su función de mantener el papel de aluminio fijo sobre mi cabeza. Sobre él, coloco lo mejor posible el aparato de visión nocturna que por el momento mantengo apagado y a la altura de la frente. Es una lástima, no haber conseguido un modelo más moderno y con una máscara con atalaje como la que suelen utilizar el ejército con la DEDAL, que me permitiría ahorrarme la bolsa y la chapuza con las correas, pero es lo que tengo.

?Deja de lloriquear y empieza a moverte?.

Las pequeñas ruedas de plástico del contenedor de basura, se van hacia un lado y salir del cuartucho de limpieza, me cuesta más de lo que tenía previsto. Pero finalmente utilizando el contenedor de basura a modo de ariete, lo consigo. Tal y como tenía previsto, los muertos vivientes no me prestan la menor atención a mi, pero todos muestran un vivo interés por el contenedor de basura.

?Más que por el contenedor, por su contenido?.

En cualquier caso, todo parece marchar sobre ruedas, hasta que una risita familiar a mis espaldas, hace que se me ericen los pelos de la nuca.

?¡Mierda!. ¡Esa pequeña hija de puta siempre dando por el culo!?.

Con cierto temor y la absoluta certeza, de saber que no va a gustarme un pelo lo que voy a ver, me doy la vuelta y con creciente horror, veo que Sonia, acaba de liberar al Gordinflón que estaba sobre una mesa de operaciones, en la que estaban drenando la sangre del cuerpo de Nicolai.

?¡Joder!?.

El monstruoso ser, avanza en mi dirección. Sus movimientos son lentos y pesados, pero en absoluto torpes o descoordinados. Le han soldado una especie de cruce entre plancha y máscara sobre la cara, de forma que no puede verme y supongo, que tampoco morderme, pero sus brazos bien parecen capaces de ponerme en un aprieto y si no puedo volarle la cabeza, creo que tendré serios problemas para frenarle.

?Ese bicho, debe pesar cerca de doscientos quilos?.

Algunos fiambres se vuelven lentamente en su dirección y empiezo a alimentar la esperanza de que le frenaran lo suficiente, hasta que pueda llegar hasta la puerta del garaje, pero abandono esa esperanza en cuanto veo como los cuerpos son apartados como muñecos de trapo.

?¡Joder!. ¡Dispara!?.

- ¡Que está pasando! ? grita ?hoax? sin atreverse a asomarse para comprobarlo.

Empuño la pistola de nueve milímetros, apunto deliberadamente bajo y disparo con rapidez, hasta agotar el cargador. Ello provoca, que la elevación del arma disperse las balas entre su estómago su pecho. Los disparos le frenan, pero no le detienen.

?¡ La escopeta!. ¡ Dispárale a las piernas!?.

Me descuelgo la escopeta y cuando la distancia que nos separa es de media docena de metros, abro fuego contra sus rodillas. Aunque los disparos cercenan las extremidades inferiores, dejando hueso y músculo al descubierto. Pero eso al ser no parece importarle demasiado y continua arrastrándose en mi dirección. Aunque mi intención, era dispararle a la nuca o a malas decapitarle de uno o dos disparos en el cuello en cuanto se acerque, veo con horror, como el que diseño esta bastarda aberración previó esa posibilidad y el blindaje también cubre esa parte de su anatomía. Durante aproximadamente una fracción de segundo, pienso en lo que debió de sufrir el pobre desgraciado, mientras ?el chatarrero?, practicaba aquellas soldaduras sobre su piel. Aunque quizás el suero que le inyectó obtenido a partir de la sangre de Nicolai, le hiciera insensible al dolor. Pero al ver como esos brazos como jamones, reptan en mi dirección, empiezo a empujar el contenedor, atropellando prácticamente a varios fiambres que intentan acceder a su asustado contenido.

?¡Mas rápido!?.

Para mi desgracia, varios de los muertos vivientes, caen al suelo al ser embestidos por el contenedor y las ruedas se atascan en el cuerpo del primero. Una cosa es empujar, pero está claro que no podrá seguir avanzando sobre los cuerpos.

- ¡Mierda!.

?Tendréis que abriros paso hacia el exterior?.

Otro plan perfecto, que acaba de irse a la mierda por la vía rápida.

- ¡Sal ! ? le grito a ?hoax? mientras acciono la corredera de la escopeta.

- ¡Y una mierda!.

?¡Joder!?.

Como al frente no puedo seguir y apenas falta un par de metros para que la aberración reptante llegue hasta nosotros, levanto la escopeta dispuesto a volarle los brazos, pero varios cuerpos animados, se interponen al ver otra posible fuente de comida, más accesible que la que se encuentra en el contenedor.

?La puerta de la derecha?.

A mi derecha, veo una extraña puerta metálica. ¿Qué es este sitio?. ¿Algún tipo de laboratorio?. Tiro hacia atrás del contenedor para desatascarlo y con un esfuerzo considerable, empujo hasta encararlo hacia esa puerta. Pulso un botón verde y se apartan dos hojas de metal. Soy consciente, de que por el walki una voz pregunta que son todos esos disparos y del húmedo sonido de carne y huesos siendo echos papilla a un escaso par de metros a mi espalda.

?Si le abandonas podemos salvarnos?.

- ¡ Y una mierda! ? gruño más que grito -. Le necesito.

Finalmente el container cruza por entre las hojas, me doy la vuelta. Uno de los brazos de la bastarda criatura se encuentra entre las hojas. Pulso el botón del panel y las dos hojas metálicas se cierran con un chasquido, mientras aplastan hasta seccionar el pálido miembro.

- ¿¡Que está pasando!?? ? pregunta la voz del aterrorizado hacker desde el interior del contenedor.

?Sal a verlo si tienes cojones?.

Eso me gustaría saber a mi. Miro a mi alrededor y veo el conocido símbolo internacional de peligro biológico, que ya había visto en el camión. También veo unos trajes blancos, remotamente parecidos a los que usan los astronautas.

?Bueno. Supongo que esto responde a tu pregunta?.

Sí y también explica el origen del camión que utilizaba ?el chatarrero?. Esto es algún tipo de instalación farmacéutica y esta debe de ser la zona donde se investigan virus de alta peligrosidad.

?No es probable que esta zona tenga otra salida al exterior?.

Bueno, yo no escojo las cartas, pero tengo que jugar con las que me tocan y están empezando a ocurrírseme un montón de interesantes posibilidades.

[Korvec]

Capítulo IXXX

?Es una cosa bastante repugnante el éxito.
Su falsa semejanza con el mérito engaña a los hombres?

-- Victor Hugo --


Las situaciones complejas, son como un puzzle y antes de intentar resolverlo, lo mejor será echarle un vistazo a las piezas que lo forman.

Gracias a la pequeña emisora requisada al fiambre del cultista, sé que han descubierto que alguien anda por el lugar, lo cual es malo, aunque teniendo en cuenta, que también han tenido encontronazos con algunos de los experimentos de ?el chatarrero? y sospecho que con Marta, no creo que sospechen que soy yo el que anda por aquí. Por suerte, no han cambiado de frecuencia, por lo que deduzco que aun no han encontrado el cadáver y por lo tanto, no sospechan que espió sus comunicaciones.

?Sí, pero te recuerdo que falta menos de media hora para que amanezca y que andan buscando a alguien armado?.

Sí, supongo que el sonido de los disparos, les guiará hasta el mutilado ser que acaba de perder un brazo en la puerta metálica. Esta instalación es grande, pero no hace falta ser un lumbreras para descubrir donde estamos, por lo que lo mejor será asegurar la puerta de entrada.


Abro la tapa superior del contenedor y me encuentro con el asustado rostro de Marcos.

- ¡Abajo rápido!.

Aunque vacila durante un fugaz segundo, finalmente opta por obedecer. Su vista, no tarda en detenerse sobre el antebrazo amputado por la puerta.

- Nos encontrarán de un momento a otro ? le informo -. Será mejor que te asegures, de que no puedan abrir esa puerta.

- Necesito herramientas ? se queja él.

- No puede ser tan difícil, en esta zona se manipulan agentes biológicos, sin duda debe haber algún mecanismo de aislamiento de seguridad. ¡Encuéntralo!.

?¿No confías demasiado en ese elemento?".

No me fío un pelo. Pero hará lo que le digo por la cuenta que le trae.

No tardo en percatarme, que mi plan de ponernos sendos trajes de protección y utilizar el contenido de aquel laboratorio como arma, no va a funcionar. Antes de abandonar el laboratorio, destruyeron todas las muestras en un incinerador.

?Tampoco te hubiera servido. Aunque hubieras encontrado alguna modalidad super letal de ántrax, con eso hubieras acabado con los pastores, pero los fiambres sin control, se hubieran lanzado en masa contra el tipo de los códigos y te recuerdo, que le necesitas vivo para utilizarle como moneda de cambio?.

Unas luces rojas, se activan en la sala, mientras una molesta sirena empieza a tronar. Vuelvo mi atención hacia ?hoax? que señala un botón de alarma. Supongo, que ya ha cumplido con su parte.

?Ahora el problema, es como salir de aquí?.

Levanto la vista hacia los conductos de ventilación.

?No podrás. Recuerda que este es un laboratorio que manipula material biológico de alta peligrosidad. Eso estará plagado de filtros?.

Mierda. Estamos en una ratonera con una única salida. Lo que traducido al cristiano, significa que estamos acorralados. Miro hacia la puerta. Parece realmente sólida y supongo que abrirla, les llevará algún tiempo, aunque finalmente terminarán por hacerlo.

Marcos, se acerca hasta mi lado.

- ¿Cuál es el plan?.

?Buena pregunta?.

Eso me gustaría saber a mi. Pero como de momento no se me ocurre nada. Lo mejor será aprovechar para aclarar un par de dudas.

- ¿Cómo es que tienes los códigos de lanzamiento de los misiles? ? le pregunto -. Creía que la misión era recuperar el control del silo.

?Hoax? me mira con desafió, pero termina bajando la vista y respondiendo en voz baja.

- Sabemos que el líder de estos dementes, se encuentra en Francia.

?Eso era fácil de predecir?.

Puede ser, pero no responde a mi pregunta.

- ¿Y eso que tiene que ver con el tema de los códigos de lanzamiento?.

El hacker, levanta el rostro, sostiene mi mirada unos segundos y finalmente explica:

- Si terminamos con él, podría significar el principio del fin de esta pesadilla. Pero si Estados Unidos no puede lanzar un arma nuclear contra un pais aliado como Francia.

Eso encaja bastante más y explica el uso de mercenarios.

- Así que si simplemente parece ? digo -, que los cultistas tomaron el control de una instalación de misiles y consiguieron los códigos de lanzamiento, no habría consecuencias políticas.


- ¡Exacto!.

?Que gran verdad la frase de que cuanto más cambian las cosas, más siguen igual... o algo así?.


- ¡ Menuda gilipollez!.

?Hoax? me mira como si no comprendiera mis palabras.

- El líder no puede morir ? le explico -, si destruís su cuerpo, simplemente ocupará otro. No es un ser físico.

Ahora es el hacker, el que me mira a mi como si estuviera como una cabra.

?Es que lo estás?.

Cierto, pero esto es verdad.

- Ya le han matado varias veces ? continuo explicando -, quizás penséis que otra persona ha ido ocupando su puesto, pero siempre es el mismo. Con eso, sólo empeorarías la situación.


El tipo se derrumba en el suelo.

- Entonces no tenemos salida.

Ignoro, si se refiere a nuestra situación actual o al mundo en general. Supongo que la respuesta es similar en ambos casos.

- Siempre hay una forma ? respondo.

Las luces rojas, vuelven a ser substituidas por la luz blanca de los fluorescentes. A pesar de que no creo que sean buenas noticias, siento cierto alivio cuando por fin enmudece la alarma.

?Deben haber encontrado la forma de dar por finalizada la alarma?.

Tomo unos tubos de contención de muestras vacíos, tomo un sobre de Almax de mi bolsillo, esparzo el contenido en el interior de los tubos, vuelvo a taparlos y les pego unas etiquetas en las que escribo con letras lo más grande posibles nombres como ÁNTRAX III?, ?EBOLA?, ?TIFUS?.

?¿Un farol??.

¿Se te ocurre algo mejor?.

?La verdad es que sí?.

Al igual que en otras ocasiones, el plan del cabrón paranoico, se forma casi instantáneamente en mi mente. Ciertamente, se trata de un plan arriesgado, pero es mejor que el mío.

?Con tu actual aspecto, fijo que cuela?.

Supongo que tiene razón. Aunque el estómago lleva un tiempo sin molestarme demasiado y la fiebre causada por la infección ha remitido casi por completo, mi aspecto no debe ser demasiado saludable.

- ¿Qué vamos a hacer? ? pregunta ?hoax?.

- Vuelve al contenedor.

Sin pararme a ver si soy obedecido, rompo un par de viales marcados como ?EBOLA II? cerca de la puerta, para que sea lo primero que vean al atravesarla. Luego, tomo uno de los afilados cristales y me abro un corte en la yema de dos dedos de la mano izquierda. Succiono llenándome la boca de mi propia sangre y luego me mancho bajo la nariz, y bajo los lacrimales.

Luego me tiendo en el suelo y espero.

El tiempo trascurre. Empiezo a pensar que no va a venir nadie, pero finalmente, la puerta se abre con su característico sonido deslizante. Espero hasta oir un par de pasos y entonces expulsando la sangre y babas que tenía almacenadas en la boca exclamo:

- A... ayudad... me.

- ¡Atrás rápido! ? grita alguien que no alcanzo a ver desde la puerta ? ¡ salgamos de aquí!.

?Y el oscar a la mejor interpretación...?.

Parece que el plan ha funcionado. Mientras escupo, oigo la metálica voz de la emisora, que habla de un fuego purificador.

?¡Mierda!?.

Sí, supongo que ha llegado la hora de salir de aquí.

?Ya ha amanecido?.

Eso complicará las cosas. Me llego hasta la puerta, para ver como está el pasillo de concurrido, pero esta no se abre.

?La han bloqueado por fuera. Era de prever?.

Pues me temo, que esto no lo tenía previsto.

[Korvec]

Capítulo XXX


?Pedimos milagros, como si no fuese el milagro más evidente el que los pidamos?

-- Miguel de Unamuno --


Las frías hojas metálicas de la puerta, parecen tan dispuestas a abrirse como las piernas de una monja de clausura.

Por lo poco que entiendo de francés, deduzco que los cultistas van a hacer saltar por los aires toda esta instalación de un momento a otro. Eso no me preocuparía en absoluto, de no ser porque yo aun estoy atrapado dentro. Vuelvo a pulsar el botón de apertura de puertas, con el mismo e infructuoso resultado.

?No van a abrirse desde dentro. Una vez desatada la alarma de cuarentena, las puertas sólo pueden abrirse desde el exterior como medida de seguridad?.

¡Si lo sabías porque no me lo advertiste!. En lugar del agonizante numerito del agente tóxico, podría haber intentando buscarme la vida de otra forma. ¡Ahora estamos aun más jodidos que antes !.

?Puedes hacer que abran las puertas?.

No veo como.

?Ellos no te buscan a ti, puedes entregarles al hacker?.

La certeza de que esto es lo que el cabrón paranoico planeaba desde el principio, me pilla por sorpresa.

?Es lo mejor?.

Siempre he sabido, que no podía fiarme de él y no es la primera vez que me siento traicionado por él pero en esta ocasión, no alcanzo a comprender el motivo.

?Pensabas desviarte del plan. ¿Acaso crees que Gabriel lo permitirá??.

- ¡Que le jodan! ? grito en voz alta.

?Escucha. No tendrás dos oportunidades de cazar al líder y sin la ayuda de Gabriel, escapará?.

Tambien tengo la certeza de dos cosas: la primera, es que el cabrón paranoico sabe sobre este tema mucho más de lo que me está dejando entrever y segunda, que quiere acabar con el líder de ?el culto? a cualquier precio. La sensación de ser un mero peón, perdido en una esquina de una gran partida de ajedrez, es ahora más intensa que nunca. Me guste o no, me están manipulando, conduciéndome hacia donde quieren independientemente de lo que yo deduzca.

?No te queda mucho tiempo?.

- Hijo de puta.

Pero las cosas están así. La puerta no va a abrirse desde el interior. Así que me dirijo a ?Hoax? que me mira con suspicacia.

- ¿Se te ocurre como abrir esas puertas? ? le pregunto.

El tipejo examina el panel de mandos y niega con la cabeza.

- Con herramientas quizás ? responde -, pero el sistema las bloquea. Sin anular la alarma del ordenador central...

Miro a mi alrededor. Supongo, que Mac Gyver, utilizaría los tanques de oxigeno de los trajes de protección para volar las puertas o para fabricarse un soldador. Acaricio la idea de intentar volarlas, pero de sobra sé, que son demasiado sólidas. Necesitaría explosivo plástico o una lanza térmica.

?El tiempo pasa?.

Mierda. Supongo que no tengo otra opción. Pero esto no va a quedar así.

?Claro que no?.

Entrego la emisora de radio a ?Hoax?.

- Está en la frecuencia de los cultistas.

El hombre mira al aparato como si le ofreciese una serpiente venosa.

- ¿Y que carajo quieres que haga con eso?.

- Decirles donde estás.

- ¡¿Pero que mierda dices ?!.

- Si prefieres morir achicharrado aquí dentro ? aparto el aparato teatralmente el aparato de sus manos? por mi bien.

El hacker me mira con una mezcla de odio e incredulidad.

- Supongo que por lo menos tendrás un plan ? pregunta.

- Por supuesto ?miento descaradamente.

El hombre toma la emisora cuando vuelvo a ofrecérsela y con un francés bastante mejor que el mío, pronto comunica su situación a los cultistas.

?Será mejor que te escondas?.

Introduciendo los últimos dos cartuchos que me quedaban por los bolsillos en la escopeta, soy yo ahora yo el que entra en el contenedor de basuras.

- Asegúrate de que la puerta quede abierta ? le recuerdo -, o no podré rescatarte.

Intercambiamos la típica mirada de desconfianza, como lo que somos: dos tipos que no se gustan un pelo y que ya se han traicionado mutuamente, pero a los que no les queda más remedio que confiar el uno en el otro.

Me agacho y no tengo esperar demasiado para oir el inconfundible sonido, de las puertas metálicas al abrirse.

?Me encanta que los planes salgan bien?.

Una idea, se filtra en mi cabeza. ¡ El tipo al que me cargue era un pastor!.

?Mierda?.

¡ Y no estaba operado!, su cabeza no mostraba cicatriz alguna!.

?¡No lo hagas joder!. Tu cabeza no lo soportará?.

Oigo como uno de los sectarios dice:

- Había otro tipo agonizando por aquí...

De un manotazo, me arranco el apestoso papel de aluminio de la cabeza. Mi nariz empieza a sangrar. De ser posible, que varios taladros te atraviesen el cráneo sin llegar a matarte, la sensación de dolor, debe de ser muy similar a la que ahora tortura mi cabeza. El cabrón paranoico, parece gritar algo dentro de mi cabeza, pero no consigo entenderlo. Me levanto y emergiendo de entre las inmundicias, me encuentro con media docena de cultistas armados, cerca de la puerta. Todos menos dos de ellos, parecen sorprendidos, como si no terminarán de entender que están haciendo aquí.

- ¡Quietos! ? creo que grito, pero el zumbido en mi cabeza es tan potente, que no consigo ni oír mi propia voz.

Uno de los dos tipos hace amago de levantar el arma en mi dirección, disparo y su estómago parece reventar. El resto parecen vacilar y ?hoax? aprovecha para desarmar a uno de los cultistas que le registraban. El otro tipo, que no parece desorientado o ha sido operado o no es un pastor, pero en cualquier caso, me está diciendo algo que no alcanzo a oír. Soy consciente de que tengo que volver a ponerme el papel de aluminio en la cabeza, pero si lo hago ahora, los pastores me atacarán. Tengo que apañármelas para aguantar.

El tipejo, sigue diciendo cosas que no soy capaz de entender, levanto la escopeta y le vuelo la cabeza. Todos, incluyendo a ?hoax?, me miran perplejos. Les grito (o eso creo) que tiren las armas al suelo. Puede que entiendan o el castellano, o simplemente, lo deducen por mis gestos, pero el caso, es que obedecen y yo me las apaño para salir del contenedor. Del suelo, tomo un fusil de asalto AK-47 del suelo. Algunos pastores, tienen cargadores extras, pero estoy empezando a marearme y no voy a acercarme, así que me limito a indicarles que se agrupen en una esquina. Los tipos, que parecen más sorprendidos que asustados obedecen. Durante un par de segundos, estoy a punto de dispararles, pero no puedo soportar más tiempo el dolor, así que seguido por Marcos, atravieso la puerta lo más rápido posible.

El alivio en cuanto vuelvo a cubrir mi cabeza con el papel de aluminio es tan grande como brusco y pierdo el equilibrio. Tropiezo con uno de los cuerpos que pueblan el suelo, pero apoyándome en una pared, evito caer al suelo.


?Genial, ni siquiera pensaste en quitarles las emisoras. ¡Ahora todos sabrán que estás aquí!?.

- ¿Por qué le disparaste a ese tipo? ? pregunta ?Hoax?.

- Hablaba demasiado.

Por la radio, unas atropelladas voces en francés, me hacen arrepentirme de haber dejado con vida al resto de pastores. Como el cabrón paranoico profetizó, ahora todos saben que yo estoy aquí.

[Korvec]

Capítulo XXXI


?Sólo cerrando las puertas detrás de uno se abren ventanas hacia el porvenir?

-- Françoise Sagan --


No hace tanto tiempo, la fama solía ser algo positivo y deseado. Algo, por lo que incluso algunos estaban dispuestos a pagar con sudor. Pero cuando la mayor agrupación de chalados, malnacidos, tarados y bastardos pierde el culo por arrancarte tu agujereado pellejo, lo que uno desearía, es ser lo más pequeño e insignificante posible.

- ¿¡Porque te buscan esos pendejos!? ? pregunta mi histérico compañero -. ¡¿Quién coño eres tú?!.

Aun no del todo recuperado, después de la proximidad de media docena de pastores, en medio de un edificio que debe estar rodeado de muertos vivientes, me sueno la nariz, con la sensación de que mis movimientos son mas lentos de lo que deberían ser, como si me moviera bajo el agua.

?No podías atenerte al plan. Tenias que joderla ¿verdad??.

La emisora, escupe atropellados mensajes en francés.

- Nadie ? acierto a responder ?, yo no soy nadie.

?Espero que no tengas planes para los próximo quince minutos, porque dudo que vivas tanto tiempo?.

- El tipo al que te cargaste ? continua mi exaltado compañero -, dijo que por fin habían dado contigo. ¿Por qué coño te andan buscando?.

- Mantenemos distintos puntos de vista sobre un tema.

Varios fiambres, sin control, deambulan por los pasillos cual ovejas descarriadas, pero me limito a apartarlos a empujones o culatazos, ya que me consta que no tienen dientes y en cualquier caso, no detectan mi presencia.

- ¿Qué puntos de vista? ? insiste ?hoax?.

- Sobre mi pellejo.

Varias voces en francés, siguen hablando atropelladamente por la radio y poco a poco, voy haciéndome una idea de la situación. Al parecer, entre los tipos que encerré, se encuentra el que tiene el detonador de los explosivos. Desde el exterior, le ordenan que detone los explosivos inmediatamente y de ser un fanático lo haría. Pero al haber interrumpido su conexión mental, varios de los encerrados están confusos y no lo tienen claro.

?Eso te dará algo de tiempo. Pero más que un buen plan, vas a necesitar un milagro para salir de aquí. Te recuerdo, que ya ha amanecido y que las salidas estarán estrechamente vigiladas?.

Aunque no pueden morderle, ?hoax? pronto es atrapado por una cuadrilla de fiambres descontrolados.

- ¡Ayúdame joder! ? grita aterrorizado.

?No nos sobra el tiempo?.

Cierto, pero le necesito con vida si quiero mantener alguna posibilidad de negociar.

?¡No puedo creer que aun pienses en eso!?.

Son muchas las cosas que ahora me rondan por la cabeza. Utilizando la sólida culata de madera del fúsil de asalto de diseño soviético, abro unas cuantas cabezas. En lugar de mostrarme gratitud, el hacker me señala con el dedo y pregunta a gritos:

- ¡¿Por qué no te atacan también a ti !?.

?No es tan tonto como parece?.

Desde luego, no estoy dispuesto a explicarle el motivo. En lugar de responder, me limito a seguir avanzando, hasta que llego a la habitación, en la que el chatarrero invocó a discordia. Recojo las dos jeringas llenas, que aun quedan por el suelo, bajo los despojos del cuerpo.

?¿Para que diablos quieres eso??.

- ¿Para que coño quieres eso? ? pregunta también el hacker -. ¿No pensarás chutártelo?.

La verdad, es que no tengo ni idea, pero tengo el presentimiento, de que lo voy a necesitar en un futuro. Como cuando en una película, ves que te muestran algo y sabes que en algún momento será crucial.

?Vamos, que no tienes ni idea de que es o de para que sirve, pero crees que en el futuro te servirá de algo?.

Eso no es del todo cierto. Supongo que de alguna forma, sirvió para invocar o para preparar ese cuerpo para que fuese ... poseído por discordia.

?¿Y eso de que va a servirnos en medio de este berenjenal?.

Aun no lo sé.

Por la radio, finalmente parece aclararse y entiendo, que han enviado a alguien para liberar a los pastores, pero que los fiambres descontrolados les están dando problemas.

En una esquina, veo lo que no tardo en reconocer como una carga de explosivo plástico. Me aproximo a ella dispuesto a desactivarla, cuando una idea, empieza a cobrar forma en mi mente.

?Podría funcionar?.

Agarro la carga explosiva y le quito el detonador. El inconfundible hedor a sardina podrida, me indica que se trata de C-4.

- ¡Que coño quieres hacer con eso! ? pregunta el histérico Marcos, con unos ojos que amenazan con salírsele de las órbitas.

- Nuestra puerta de salida ? respondo -, pero necesito direccionar la explosión.

- ¿Direccionar?.

- ¡Busca una botella o un frasco! ? ordeno -, necesitamos un recipiente en forma de embudo.

El tipejo me mira con incredulidad, pero empieza a rebuscar por la habitación. No querría tener que volver a salir al pasillo, pero quizás no tenga otro remedio, ya que sospecho que la pared de esta habitación no da al exterior.

?No creo que tengas tiempo de volver hasta el parking. Aunque tienes plástico suficiente para echar abajo varias paredes, el problema es como detonarlas?.

Cierto. El explosivo plástico, se detona mediante electricidad. El detonador del que dispongo, se activa mediante un mando que no está a mi alcance.

- ¿Servirá esto?.

?Hoax? me tiende una pequeña botella de coca-cola que acaba de rescatar de un cubo de basura. La tomo y la golpeo por su parte posterior. Corto con el cuchillo, menos de la tercera parte del maloliente bloque de explosivo y vigilando para no cortarme los dedos, con los cortantes bordes, lo amoldo al interior de la botella. Dejo sobre una mesa el resto de explosivo sobrante y coloco la carga frente a la pared que espero esté próxima al exterior.

- Esto debería direccionar la carga en un chorro hacia la pared como una lanza térmica a lo bestia ? explico -, pero nunca lo he hecho con tanta cantidad ni con un explosivo tan potente.

Mi interlocutor, asiente con la cabeza, pero deduzco por su expresión, que no ha entendido lo que quiero decir con ello.

- Tendremos que salir de la habitación ? aclaro.

Ahora veo de nuevo la característica expresión de asombro/horror.

- Además ? continuo -.para detonarla necesitaremos pasarle electricidad.

- ¿No basta con improvisar una mecha? ? pregunta.

Eso sólo funciona en las películas ? sigo explicando pacientemente a pesar de que el tiempo se nos termina -, si fuera dinamita sí, pero esto es explosivo plástico, por lo que tendremos que hacer un circuito con la iluminación de emergencia.

Pero la iluminación de emergencia no responde al interruptor, por lo que ello implica, que tendremos que cortar el cable, conectarlo a la carga y luego volverlo a empalmar desde el exterior.

Un par de disparos, truenan en el pasillo.

?¡Tienes que contenerlos o no te dará tiempo!. Esos tarados seguro que vuelan el chiringuito en cuanto lleguen hasta el detonador?.

- Joder ? exclamo con frustración.

No me gusta un pelo, pero una vez más, me va a tocar dividir tareas y confiar en mi nuevo compañero de desdichas si quiero salir de esta.

- ¡Hay que frenarles o todo esto volará por los aires!. Tendrás que hacer la voladura.

?Hoax? me mira horrorizado.

- ¡Que coño dices pendejo!. ¡No se nada de explosivos maldito huevon!.

- Es muy fácil ? miento -, sólo tienes que cortar el cable de la corriente en el pasillo, luego lo arrancas de la pared en el interior, lo aplicas a la carga, sales de nuevo al pasillo y lo empalmas.


- ¡Ni de coña!.

- Ten cuidado no vayas a electrocutarte al hacer el empalme ? le advierto por si las moscas -, busca unos guantes de goma o improvisa.

- ¡No pienso hacerlo!.

- Entonces moriremos.

Sin más salgo al pasillo y me encuentro con un pálido y hinchado fiambre, que mantiene una inexpresiva expresión en su agusanado rostro.

?¿De verdad crees que lo hará??.

Más le vale.

Abro un par de cráneos a culatazos, para despejar el pasillo más que para abrirme paso, ya que el sonido de los diaparos, está atrayendo a la mayoría de ?ovejos descarriados?.

Doy un suspiro de alivio, cuando llego hasta el pasillo donde se encuentra la puerta del laboratorio y lo veo aun atestado de fiambres.

?Si te cargas el mecanismo de apertura, podrás ganar mucho más tiempo?.

¡Mierda!. ¿Cómo no lo pensé antes?. Pero en cuanto doy dos pasos por el pasillo, se desencadena un violento tiroteo y me veo obligado a retroceder. Los cuerpos son atravesados por las balas que rebotan letalmente por las paredes.

?Demasiado tarde?.

Me agacho y asomo el fusil de asalto por el borde del pasillo. No es demasiado largo, menos de cincuenta metros, pero los cuerpos que aun siguen en pie a pesar de haber sido alcanzados incluso parcialmente desmembrados, me dificulta la visión.

?Espero que el hacker esté cumpliendo con su parte... y de que tenga las luces suficientes, como para sacar el resto de C-4 que dejaste sobre la mesa, de la habitación?.

- ¡Joder! ? exclamo.

?Hoax? está tan acojonado, que no creo que se acuerde ni de eso. A punto estoy de darme la vuelta y echar a correr de regreso hacia la habitación. Pero entonces veo con claridad como los tipos armados irrumpiendo en el pasillo y abro fuego. Presiono el disparador media docena de veces y abato a dos hombres que quedan tendidos en el suelo. Disparo ahora contra un tercero que intentan arrastrar a uno de los caídos fuera del pasillo. El resto retroceden. De momento, controlo el acceso al pasillo, pero sólo dispongo de este cargador y soy consciente de que no podré mantener esta posición durante mucho tiempo.

Una tremenda explosión, mucho mayor de lo que tenía prevista, retumba por las paredes. De una forma o otra, parece que ?hoax? ha cumplido con su parte.

[Korvec]

Capítulo XXXII


?La libertad más difícil de conservar es la de equivocarse?

-- Morris West--


Las paredes parecen temblar por la violentísima explosión. Las luces parpadean, hasta que finalmente, todo queda a oscuras en silencio. Salvo que el generador se haya quedado seco, la única posibilidad que se me ocurre, es que este haya sido dañado por la explosión.

?Que importa eso. ¡Aprovecha la ventaja!?.

Vuelvo a bajar y encender la máscara de visión nocturna. Las verdosas imágenes parecen ahora mucho más apagadas. Supongo que las pilas deben estar apagándose, pero sin duda veo mucho más que los tipos que se encuentran al otro lado del corredor.

?Si no funciona la electricidad, tendrán que abrir la puerta manualmente?.

Eso implica el encontrar y usar la pequeña y durísima palanca. Lo que me concede un par de minutos de ventaja en el peor de los casos.

Me encamino a toda velocidad, hacia la habitación donde coloqué el potente explosivo. Pero en cuanto llego hasta el pasillo, veo que la cosa no pinta ni pizca de bien. Allí donde debería encontrarse la puerta y la mayor parte de la pared de la habitación donde coloqué la carga, es ahora un amasijo de escombros.

?Cuando exploten el resto de bombas, será mejor estar lejos de aquí?.

¿Pero donde está Marcos?.

Busco entre los escombros y no tardo en encontrar un brazo al que la visión nocturna, confiere un color verdoso. Aparto unos cuantos escombros y encuentro su rostro. No tienes buen aspecto. Sangra por los oídos y las fosas nasales, pero por lo menos aun respira.

?No tienes tiempo para esto. Este lugar va a volar por los aires de un momento a otro?.

Le agarro por las axilas y tiro hacia atrás. Por suerte, el cuerpo no está atrapado y consigo liberarlo. Por desgracia, sigue inconsciente.

?¡Déjale atrás!. No puedes cargar con él?.

El cabrón paranoico tiene razón en parte. No puedo cargar con él hasta que sepa hacia donde. Así, que me interno en el gran boquete que se encuentra donde antes había una pared y veo que en efecto, la voladura ha hecho su efecto, echando abajo toda la pared donde coloqué la carga. Atravieso ese espacio caminando nuevamente entre escombros y cascotes. No tardo en descubrir la razón del apagón. Al otro lado de la antaño gruesa pared, se encuentra la sala del generador. Veo una gruesa puerta metálica que supongo debe conducir a otro pasillo. Pero al no haber electricidad, no tendré tiempo para accionar su apertura manualmente. De todos modos, camino en su dirección, cuando noto claramente un cambio en la composición del suelo y un sonido metálico. Bajo mi vista y me encuentro con la inconfundible tapa circular del sistema de alcantarillado.

?¿Crees que habrá cocodrilos allá abajo??.

Probablemente, se encuentre hasta el jodido ?monstruo del Leganes?, pero siempre es mejor probar suerte allí abajo, que quedarse aquí esperando a que esto salte por los aires.

Pero aun tengo que sacar esta tapa y eso es más fácil de hacer que de decir. Miro a los lados, buscando cualquier cosa que pueda encajar por el pequeño orificio de la tapadera metálica y usar para hacer palanca.

?Apuesto a que ni Pinocho ni Rocco tendrían este problema?.

Lo intento primero con la pata de una silla, pero es demasiado gruesa y no entra por el agujero. Abro y rebusco en el interior de una gran caja de herramientas. Tomo un destornillador de generosas dimensiones, que se dobla hasta quedar inservible, pero me permite levantar un par de centímetros la tapa. Lo suficiente como para poder introducir la mano bajo la tapa, que se encuentra ligeramente incrustada y que resulta ser más pesada de lo que creía.

Como las gafas de visión nocturna, están a punto de quedarse sin batería, cogo una de las grandes linternas que veo junto a la caja de herramientas y la enciendo. Apago la visión nocturna y dirijo el haz de luz hacia el agujero. Una pequeña escalera metálica, que se interna en la maloliente oscuridad.

El fusil de asalto, no cuenta con correa de transporte. Así que lo dejo al lado de la escalerilla, antes de retroceder en busca de ?hoax?.

?¡¿Pero que coño haces?!. ¡No podrás bajarle por la escalerilla!?.

Sujetando la gran linterna bajo la axila, me las apaño como buenamente puedo para coger el cuerpo, que aun permanece inconsciente y me las apaño para arrastrarle, mientras por la emisora, varios gritos en gabacho no me hacen presagiar nada bueno.

?¡Van a volar el chiringuito!. ¡No pierdas el puto tiempo!?.

Sudando y casi sin respiración, llego junto a la entrada.

- Espero que caigas en blando ? digo al inconsciente hacker.

Oigo el inconfundible sonido de algo cayendo al agua. Repito la operación con el fusil de asalto. Apago la linterna y después de introducirla bajo mis pantalones, me cojo a los lados de la barandilla y frenando con los pies, me deslizo hacia abajo.

Choco contra el suelo en medio de la más absoluta oscuridad.
Tomo y enciendo de nuevo la linterna. Me encuentro en medio de un pasillo de apenas medio metro de amplitud, junto al que discurre un grueso caudal de agua. En él veo flotar boca abajo el cuerpo de Marcos.

Estirando el brazo, atrapo el cuerpo y lo saco del maloliente agua. Aunque está empapado, sigue inconsciente y eso, supongo que no es buena señal. Pero mientras no encuentren su cuerpo, puedo hacer creer al culto que le tengo en mi poder. Dirijo el haz de luz de nuevo hacia el líquido caudal, pero no veo ni rastro del arma y no me apetece lo más mínimo meterme a buscarla, por lo que la doy por perdida. Aun conservo la pistola de nueve milímetros, aunque sin munición y la pequeña pistola del calibre treinta y dos que le quité al cultista.

El mundo parece volver a temblar, cuando se produce la monstruosa explosión. Caigo al suelo y la linterna se escapa de mis manos, aunque por suerte, consigo atraparla antes de que ruede hasta el agua. Del techo cae lo que parece una lluvia de polvo y Marcos que supongo debe de haberse despertado por fin, deja escapar un terrible grito.

Tomo de nuevo la linterna y inclinándome a su lado, trato de calmarle. El hombre no parece reconocerme y manotea aterrorizado, haciendo caso omiso de mis intentos por tranquilizarle.

?No puede oírte. Ese pobre bastardo se ha quedado sin tímpanos?.

Poco a poco, ?hoax? abandona sus débiles manoteos. Se acurruca en posición fetal y empieza a gemir débilmente. Creo que llamando a su madre.

?Este cabrón está realmente jodido. Debiste dejar que se ahogara?.

Lo mejor será empezar a moverse, pero ¿hacia donde?. Creo que distingo una leve claridad a un lado de este canal, pero lo más prudente, será explorarlo antes de ponerme a cargar con Marcos, así que confiando en que el tipo no haga estupideces, y dirigiendo la linterna hacia el resbaladizo suelo, empiezo a caminar en dirección al leve resplandor.

?El agua baja en la otra dirección. Quizás sería mejor caminar siguiendo la corriente?.

Ignoro al cabrón paranoico. Me consta que no puedo confiar en él si quiero mantener a Marcos con vida. La luz de la linterna, parece hacerse más débil por momentos, la agito desesperadamente temiendo quedarme a oscuras aquí abajo y la luz parece volver a ganar intensidad, pero está claro que no va a aguantar mucho más.

?¿No te parece raro que esto no esté lleno de ratas??.

Se las habrán comido los cocodrilos.

Una desagradable sensación que nada tiene que ver con el hambre, empieza a torturar mi estómago.

- Mierda ? digo en voz alta para oír mi voz -, ahora me tomaría un almax.

Aunque he caminado un centenar de metros, sigo sin ver el menor atisbo de una salida por este lado.

Como no me atrevo a alejarme mucho más, me detengo y me vuelvo para regresar. Aunque no he oído el menor sonido a mi espalda, juraría que he visto una oscura silueta moverse al otro lado del canal.

?¿La pequeña bastarda??.

Puede ser, esa pequeña chupoptera es peor que una gonorrea mal curada, pero por otro lado, sé que la oscuridad, los nervios y la falta de sueño, suelen jugar malas pasadas.

Dirijo el cada vez más débil haz de la linterna al otro extremo del canal. Pero no veo nada. Bajo el haz de luz y entonces me parece ver unas húmedas pisadas al otro lado del canal, pero la distancia es demasiado larga y la luz demasiado tenue, por lo que también es posible que se trate de simples manchas de humedad.

?Para salir de dudas, tendrías que saltar el canal?.

Sería un salto de un par de metros. Pero en mi actual estado, lo más probable es que terminase en el maloliente canal.

- Sólo son imaginaciones mías.

El inconfundible sonido de algo del tamaño aproximado de un cuerpo humano, cayendo al agua, a unos cien metros, la distancia a la que calculo dejé a Marcos, me sobresalta.

- ¡Joder!.

?¿Se habrá caído??.

Esa es una posibilidad. Pero mientras corro lo más rápido que me atrevo sobre este resbaladizo suelo, pienso en otras mucho más inquietantes.

[Korvec]

Capítulo XXXIII


?El hombre solitario es una bestia o un dios?

-- Aristóteles --

Mi maltrecho cuerpo conspira contra mi mente y a pesar de que mi intención es correr, tengo que conformarme con un trote cochinero, que amenaza con devorar las escasas fuerzas que aun conservo.

?Corres en la dirección equivocada?.

Ignoro al cabrón paranoico y continua avanzando. Siento un gran alivio, cuando la linterna revela que Marcos continua echo un ovillo, en el mismo lugar donde le deje. Entonces dirijo la linterna hacia el canal. No veo nada sospechoso en ella, pero la agonizante luz de la linterna, revela salpicaduras de agua.

?Algo está en el agua. ¿Te habrán seguido??.

Dirijo la linterna hacia la parte superior, pero no llego a distinguir gran cosa. El sonido de cuerpos cayendo al agua, vuelve a sonar algo más adelante.

?A lo mejor es un oloroso concurso de zambullidas?.

Dirijo la linterna hacia delante y ilumino el pálido he hinchado cuerpo de un grupo de muertos vivientes, que avanza torpemente en nuestra dirección.

?Misterio resuelto?.

- Supongo que sí.

Pero en realidad, sigo convencido de que vi algo mucho más ágil que ellos, moviéndose furtivamente entre las sombras y tampoco explica, el porque no veo ni una sola rata por las inmediaciones.

?Lo que importa ahora, es que no creo que la salida ande lejos, si estos han conseguido llegar hasta aquí?.

Otro de los muertos vivientes, tropieza en el resbaladizo suelo y cae en el canal. No veo que salga a flote, lo cual es raro, ya que supongo que deben estar hinchados por los gases internos.

?Estan rotos. Los cadáveres flotan mientras los tejidos mantienen los gases en el interior?.

Supongo que el echo de que no sean buenos nadadores, facilita las cosas, pero sigo teniendo el problema de cómo llevarme a Marcos.

La luz de la linterna parpadea, recordándome, que no va a durar mucho más. La agito como si de un bote de ketchup, consiguiendo que el resplandor aumente muy ligeramente.

?Asumelo. No podrás sacarle de aquí?.

No. Ahora mismo, él es mi mejor y única baza para negociar con los cultistas. ¡Asúmelo tu!.

?Debes ceñirte al plan de Gabriel?.

¡ A la mierda con él y a la mierda con su puto plan!. No perderé el tiempo siguiendo la pista de un tipo que puede que lleve días muerto. Marta no tiene demasiado tiempo.

?Olvidas otro detalles importante?.

Tengo la absoluta certeza, de que sea cual sea, ese detalle no va a gustarme un pelo. Pero también sé que necesito saberlo.

- ¿Qué puto detalle? ? pregunto en voz alta, mientras la luz vuelve a parpadear y los cadáveres animados continúan aproximándose lenta pero implacablemente hacia Marcos.

?La mantienen con vida porque te temen. Pero ahora, todos pensarán que has muerto en esta explosión?.

- Mierda.

?Si no das pronto señales de vida. Tu cuchi cuchi y su hijo, que hasta puede que sea tuyo, probablemente terminen sirviendo de kevav humanos para alguna comuna?.


- No se atreverán hasta tener confirmación de mi muerte.

Pero a pesar de mis palabras, un terrible dolor de estómago me hace doblarme mientras un sabor amargo y salado, me sube por la garganta.

?Tranquilo aun tienes tiempo. Tal como están las cosas hoy día, las noticias no vuelan precisamente?.

Mi dolor de estómago, desciende hasta niveles tolerables, mientras me digo que es cierto. El rumor sobre la noticia de mi muerte, aun tardará un par de días y si no encuentran mi cuerpo, puede que no terminen de creerlo.

Pero de algún oscuro y masoquista lugar de mi mente, llega la idea, de que estos tipos, pueden contar con emisoras de radio y de que la noticia, puede estar ya circulando de comuna en comuna, hacia la madriguera donde se oculte el líder.

?No pienses en eso. ¡Ahora tienes que concéntrate en salir de esta?.

Los cuerpos animados, están ahora a apenas un par de metros de distancia. No parecen reparar en mi presencia, por lo que podría librarme sin problemas de los primeros pero... miro a Marcos y me parece ahora un mero estorbo. Tengo que salir de aquí cuanto antes y no tengo fuerzas para cargar con él o arrastrarle.

?No es culpa tuya. Hiciste lo que pudiste?.

Procedente probablemente, del mismo autodestructivo rincón de mi mente, me llega ahora con sorprendente nitidez, el sonido de los gritos de una madre, que suplica mientras su hija es devorada ante sus hojos. Recuerdo incluso que se llamaba Esperanza y que yo no moví un dedo por salvarlas.

?Mierda?.

Vergüenza, asco, rabia. Muchas son las sensaciones que se combinan con el dolor.

?No había nada que pudieras haber echo por salvarlas?.

La linterna resbala de mi mano, cae al suelo y se apaga.

Durante un par de segundos, decido cargar frontalmente contra los cuerpos que avanzan en la oscuridad. Pero el momento pasa y no lo hago.

?Sólo tienes que apoyar la mano en la pared y caminar hacia delante?.

Lo hago. Apoyo la mano en la pared. Marcos gime a mi espaldas.

?Ya está más muerto que vivo?.

- Esta vez no.

A ciegas, empujo hacia delante dos cuerpos que me dejan una húmeda sensación en las manos.

?¡No hagas estupideces!?.

Retrocedo un paso y empujo el cuerpo de Marcos, haciéndole rodar sobre el suelo hasta que este cae en el canal.

?¡Pero que coño!. ¡Ni se te ocurra!?.

Me tiro al apestoso canal. El agua está desagradablemente fría y tiene una profundidad mucho mayor de lo que había supuesto, ya que en ningún momento he llegado a tocar el fondo con los pies. A mis oídos llega el sonido de unos débiles chapoteos. Por lo que después de haber sido testigo de las nulas habilidades natatorias de los muertos vivientes, supongo que debe tratarse de Marcos.

Nado en dirección al sonido y pronto mis manos golpean lo que sospecho que es una cabeza. El tipo forcejea, así que como no me apetece desperdiciar mis fuerzas, le rodeo colocándome tras él y aunque con más complicaciones de las habituales, por culpa de la oscuridad reinante, consigo pasarle el brazo bajo el cuello.

?No tienes ni idea de lo que acabas de hacer tonto del culo?.

Acabo de encontrar una alternativa a tus planes.

?¿Recuerdas lo que ocurrió con el reloj que te regalaron por tu comunión??.

Mientras dejo que la corriente me arrastre, mi mente retrocede hasta la lejana época de mi niñez, en la que me regalaron mi primer reloj de pulsera. Un reloj que me hizo muchísima ilusión, pero que por desgracia no duró mucho. Ahora los hacen resistentes al agua, pero aquel, se estropeó sin remedio, el priemer día de playa, cuando con las prisas, fui a darme un baño y olvidé quitármelo.

?¿Acaso crees que el dispositivo que te hace invisible a los fiambres es estanco?".

- Mierda.

Con creciente horror, comprendo que aparte de las gafas de visión nocturna, acabo de cargarme mi mayor baza en estos tiempos. A partir de ahora, dejaré de ser invisible para los muertos vivientes. Pero supongo, que más se perdió en Cuba.

[Gregtork]

¿Qué les habrá pasado a nuestros héroes?. ¿Se los habrñan comido las ratas o devorado los no-muertos y por eso no pueden escribir sus hazañas?. ¿Quizá están portando la figura de algún santo o martir por los pueblos de España y aun no se han percatado de que la Semana Santa ya ha terminado?. Si alguien sabe de ellos, por favor que comenté que tal están...

Ejem... Korvec.

[Korvec]

[Korvec]

Capítulo XXXIV


?Para que nada nos separe que nada nos una?

-- Pablo Neruda --


La cosa podría estar peor, pero no mucho peor. El echo de que no me importen un montón de cosas que deberían inquietarme, es una señal de lo mal que están las cosas. El cacho de carne que cuando podía expresarse de un modo coherente se hacia llamar ?Hoax?, hace rato que volvió a sumirse en la inconsciencia. Supongo que hace rato que me habría ahogado de no ser porque entre las inmundicias que arrastra esta especie de fétido riachuelo, conseguí encontrar un neumático al que me agarro con mi brazo libre. La fiebre ha vuelto a subirme y he debido de perder el conocimiento ya que ahora me encuentro en el exterior, pero no recuerdo el momento en el que salí del túnel.

El sol no se encuentra aun muy alto, pero ilumina lo suficiente como para mostrar, a un lado, lo que parece un vertedero de residuos y al otro, unos desolados campos.

?Tienes que acercarte a tierra. Si sigues dejándote llevar por la corriente, terminarás ahogándote?.

Miro la orilla, apenas un par de metros me separan de ella, pero el nadar hasta ella me produce una terrible pereza. Aunque quizás si consigo secarme un poco, no tendré tanto frio.

?Si no lo haces, morirás ahogado o de hipotermia. ¡Patea!?.

Soy consciente de que es verdad, pero es como si hubiera olvidado como hacerlo, el paisaje continua deslizándose ante mis ojos, sin que sea capaz de moverme. El agua parece estar cada vez más fría, pero es hasta cierto punto agradable el dejarse llevar por ella. Mis párpados empiezan a cerrase.


- ¿Sabes?. La historia está llena de pobres estúpidos, que perdieron todo lo que tenían por un coño.

Mierda.

Me encuentro en medio de lo que parece un gigantesco desierto de arena roja. Ante mi se encuentra Lawrence de Arabia, aunque reconozco la inconfundible voz de Gabriel.

- Son muchos ? continua él -, los casos conocidos en literatura, cine y revistas del corazón. Pero no me esperaba esto de ti.

Soy consciente de que no estoy realmente aquí, sino en el mejor de los casos, amarrado a una rueda en un puerco riachuelo, al que desembocan varios puercos sistemas de alcantarillado. Pero Gabriel parece bastante cabreado y sé por experiencia, de lo que es capaz este tipo.

- Me engañaste ? acierto a decir.

Gabriel, se muestra ahora claramente sorprendido.

- ¿Yo?. Yo no miento. ¡Teníamos un trato!. Se supone que estabas de acuerdo en hacer todo lo necesario, para terminar con el líder y su culto.

- ¡ Me hiciste creer que ella estaba muerta!.

- Dejé que lo creyeras ? me corrige -. Esto no es un club en el que puedas borrarte cuando deja de interesarte. ¿Sabes todo lo que está en juego?. Aun en el mejor de los casos, no creas que esto va a terminar con un gran rótulo de The End y contigo y tu cuchi-cuchi abrazados con una gran puesta de sol de fondo.

Soy consciente de que dice la verdad. Gabriel puede ser muchas cosas. Es obvio, que me ha manipulado y probablemente también a otros a su antojo. Pero nunca me ha mentido.

- ¿Sabes lo que ocurrirá? ? prosigue él -. Si ese tipo al que te empeñas en mantener con vida, cae en las manos del culto.

Que los miembros de ?el culto? tendrán en su poder los códigos de lanzamiento de algunas cabezas nucleares.

- Es bastante peor que eso ? dice el arcángel como si leyera mis pensamientos -. No se trata de que la usen aquí para acabar contigo. ¿Qué ocurriría si la utilizaran contra otro país con capacidad nuclear?.

- En el peor de los casos ? razono ? podría producirse algún tipo de represalia.

- ¡Idiota! ? ahora Lawrence de Arabia -, parece más cabreado que un mandril de cojones azules -. Eso sería en el caso de que aun funcionara la diplomacia y de que el resto de silos de misiles, estuvieran controlados por humanos, pero el culto tiene el control de varios silos más.

Sigo sin comprender.

- ¿Y a que espera para usarlos?.
- No tienen los códigos de lanzamiento, pero existe un sistema de seguridad que si han conseguido activar. Un sistema defensivo, que lanzará ataques en respuesta contra una serie de objetivos prefijados por todo el mundo, en el caso de producirse un ataque nuclear.

Ahora lo veo claro.

- Sin los códigos es como si tuvieran muchos litros de gasolina, pero ni una sola cerilla para prenderla.

- Pero si consiguen lanzar un solo misil ? digo mientras me hago una clara idea del resultado.

- Podrán producir una reacción en cadena que extermine toda forma de vida de este puerco planeta.

Pero eso no tiene sentido. ¿De que le sirve a nadie convertir el planeta en una árida roca?.

- Eso no beneficia a nadie ? razono -, nada sobreviviría a eso.

Gabriel, mucho más calmado, pone cara de hacer una gran revelación.

- Somos varios los que nos ... alimentamos de este mundo. La fe nos hace poderosos y aunque en ocasiones hemos tenido que competir por ella, siempre mantenemos un cierto equilibrio.

A mi cabeza vienen todas las luchas religiosas, a veces incluso dentro de las mismas sectas de una misma religión.

- Los humanos no sois tan distintos a nosotros ? dice el arcángel -. Nos inventamos a los dioses para alimentarnos de vuestra fe. Es cierto, os hemos engañado, pero vosotros estabais deseando creer.

Esta revelación, la certeza de saber que dios no existe, quizás enloquecería a otra persona, pero por un lado, sin caer del todo en el ateismo, nunca he sido demasiado religioso y por otro... hace tiempo que ya estoy loco... o eso decían los tipos de las batas blancas y la camisa fuerza.

- Nosotros os dimos el concepto ? continua el arcángel -, pero no fuimos nosotros los que inventamos a la santa inquisición ni a los terroristas islámicos. Los humanos os las apañáis perfectamente para pervertir y interpretar a vuestro gusto.


- Supongo que no estarás aquí para charlar sobre estafas y religión ? acierto a decir.

El tipo vestido como Lawrence de Arabia, asiente con la cabeza, se hace a un lado teatralmente y entonces veo, que tras el se encontraba una mujer que tardo unos segundos en reconocer. Se trata de Joan Collins, concretamente su personaje de Alexis, un personaje de una añeja serie, de la que alguna vez había visto de rondón algún cacho durante mi niñez. De todos modos, sé que se trata de discordia.

- Hemos tenido nuestras desavenencias ? dice la mujer ?, nuestras posiciones son y serán distintas, pero si dejamos que gane el recién llegado, no quedará nada para nadie.

Veo que la desesperación hace extraños compañeros de cama. Pero hay algo que aun no acierto a comprender.

- Entonces, por lo que he entendido ? digo mientras me fijo en el generoso escote de la Collins -, os alimentáis de la fe de los seres humanos, pero el culto quiere acabar con todo. ¿Qué saca él de todo esto?.

Los dos actores intercambian una mirada y yo estoy seguro de que se preguntan si contarme la verdad y soy consciente de que lo más probable es que no lo hagan. Es lógico. Después de todo, no soy más que un peón en su juego, al que han manipulado a su antojo. Primero secuestro a Marta para ver hasta donde estaba dispuesto a llegar para salvarla, luego me hizo creer que había muerto a manos del culto, para convertirme en un tipo sediento de venganza al que todo lo importa un carajo y ahora que he descubierto que ella vive, la utilizarán como moneda de cambio.

- El no es uno de nosotros ? dice finalmente Alexis o discordia o quien rayos sea -... es un recién llegado y no quiere compartir el pastel.

Me está mintiendo. De alguna forma, sé que no me está contando la verdad así que exploto:

- ¡¿Qué pastel?! ? grito -. ¡Ya basta de tantas mierdas y mentiras! ? tomo aire antes de volver a gritar con todas mis fuerzas - . ¡Quiero la puta verdad!.

Después de mi estallido, se produce un tenso silencio que dura un par de minutos. Finalmente Gabriel asiente y dice:

- Fue uno de los nuestros ? aparta la vista momentáneamente al decir ? y quiere venganza.

Ahora sé, que me están diciendo la verdad. Pero eso no me ayuda a comprender en absoluto de que va esto.

- ¿Venganza?.

El arcángel asiente con la cabeza antes de proseguir.

- Antes de llegar a la tierra, nos repartimos otro mundo y el predicaba una religión de paz amor y respeto... mientras nosotros empecemos una lucha por el poder que...

- Si tuvisteis que mudaros adivino que terminó con la vida en el planeta.

La pareja enmudece y entonces me llega la comprensión. Eso explica el ateismo, la destrucción de las creencias de aquel sacerdote, la furia del cultista al afirmar que dios no existía... o no como yo pensaba. Su objetivo no es terminar con toda la vida en el planeta, sino terminar con ... ¿qué son?. ¿dioses, ángeles?. Probablemente la palabra que mejor les defina es parásitos.

- Estáis demasiado débiles para huir ? digo sin dirigirme a nadie en concreto -, por lo que si mata la fe de los hombres llevándoles a la desesperanza, os deja sin fuerzas y si luego extermina hasta al último ser humano...

Por la expresión de ?Lawrence? y ?Alexis?, veo que no les ha gustado un ápice el que haya descubierto finalmente de que va toda esta mierda. Así que después de todo, esta es su puta guerra.

- Es nuestra guerra, pero también acabará con vosotros ? me recuerda discordia.

- Puede que merezca la pena ? respondo -, si hay más vida inteligente, estará mejor sin vosotros.

Gabriel, sonríe sádicamente y sé que ahora es cuando me hará una oferta que no podré rechazar.

- ¿Entonces no te importa la vida de Marta y de tu hijo?.

- Sabes que sí.

Ya está. El precio es ese y ambos lo hemos aceptado.

- Sólo tendrás una oportunidad.

Por supuesto, sólo puedo hacerme matar como un gilipollas una única vez.

- Tendremos que improvisar dice ? Alexis/discordia -, pero todos los elementos están dispuestos. El tipo de los códigos servirá como cebo y el fijador también está ya en tu poder.

- ¿El fijador?.

- La jeringuilla.

Tengo el lejano recuerdo, de ?el chatarrero? inyectando algo a un cuerpo en el que se manifestó discordia. Por algún motivo, recuerdo que cogí una de ellas. Pero aun no comprendo para que puede servir.

- No podemos entrar en cualquier persona ? explica discordia -, ese producto, nos permite entrar en cualquier cuerpo... aunque a cambio, no nos permite abandonarlo, hasta que este es destruido.

- Con eso podemos apresar al líder ? razono yo-, pero escapará en cuanto le matemos...

- Recuerda lo que te dije en la cinta que dejé en Disneylandia.

Lo hago, en esta vida hay cosas peores que la muerte.

- Asegurate de recuperar el fijador cuando despiertes ? dice Gabriel.

¿Recuperar?. Por lo que recuerdo sigue en mi poder.
El paisaje empieza a difuminarse, lo que supongo significa, que la entrevista ha finalizado.

- Il s'est éveillé ? dice una voz, en un punto inconcreto por encima de mi cara.

Abro los ojos y veo a un tipo de piel oscura y aspecto rapaz, que andaba rebuscando entre mis ropas. Aunque me siento lento y mareado, consigo atrapar su mano con la mía y el tipejo da un grito muy poco viril. Se suelta de un tirón y se aparta de mi. Intento incorporarme, pero el suelo parece girar a mi alrededor y soy incapaz de hacerlo.

Una voz ronca y profunda dice algo que suena parecido a ?Calmetoi garçon? a mis espaldas. Desde el suelo, consigo volverme y veo a un enorme hombre calvo de piel oscura, que se encuentra comiendo lo que parece un muslo de pollo, mientras sostiene una lata de refresco en la otra mano. A su lado, un par de rapaces jovenzuelos, registran las ropas de Marcos, al que también han sacado del agua.

?Está claro que acabas de salir de salir del fuego, la cuestión, es averiguar si ahora has caído en las brasas?.

[Korvec]

Capítulo XXXV


?El que se ocupa demasiado en hacer el bien no tiene tiempo de ser bueno.?

-- Rabindranath Tagore--


La buena noticia, es que no estoy en manos de el culto. La mala, es que lo estaré, si mis nuevos ?amigos?, descubren que pueden sacar algún beneficio. Como dice Alí, nada personal sólo ?busines?.

Alí, es el tipo grande y calvo. Es el único que habla castellano, ya que pasó varios años en España, donde consiguió los papeles trabajando en la construcción. Pero tuvo que poner tierra de por medio, después de algún asunto turbio sobre el que he preferido no preguntar y se mudó a la vecina Francia. El nervioso y delgado joven que me registró, me es presentado como Lui, aunque recuperando mi vieja costumbre de poner motes a todo el mundo, le he bautizado como ?ratilla?. Mari (aunque por como lo pronuncia Ali, suena más como ?Magí?) es una chica pequeña delgada y nerviosa, que hace las funciones de enfermera con Carlos. No habla mucho, ni en francés ni en ningún otro idioma y me recuerda a una versión yonki postnuclear de la protagonista de ?Amelie?. Por último, manteniéndose a una distancia más que prudente, hay un niño al que se refieren como ?l?enfant?. Supongo que no son amigos de los nombres largos o complejos. El pequeño al que calculo una edad inconcreta entre los diez y los trece años, me mira con unos ojos azules tan expresivos como los de un tiburón. Entre sus manos sostiene una escopeta de cañones recortados que no creo que me cambiase ni por una videoconsola de última generación (aun suponiendo que tuviera donde y a que enchufarla). No me cabe la menor duda, de que va camino de convertirse en un psicópata de primera.

?La nueva generación que heredará el mundo?.

Por lo que parece, Marcos está jodido de verdad. Anda con delirios en inglés y castellano por suerte sobre su intrascendente infancia. El pobre cabrón, tiene los tímpanos reventados lo que no sólo le dejará sordo sino que le afectará al equilibrio. En un derroche de generosidad, Ali ha compartido sus escasas provisiones y medicamentos conmigo, aunque creo que se trata de un gesto más cercano a la inversión que a la filantropía.

Le he contado una bonita y creíble historia sobre dos desertores del ejército Español, que se han refugiado en la vecina Francia para evitar una ejecución sumarísima. Mi historia, cuenta con casi todos los elementos: penalidades, acción, asesinato y inmigración clandestina. Alí me deja creer que se la ha tragado, pero sé perfectamente que no lo ha hecho.

?Prefiere tenerte tranquilo y controlado, hasta saber a quien puede vender tu pellejo?.

Aunque vuelvo a sentirme algo mejor y hasta soy capaz de levantarme y caminar. Tengo claro que estoy continuamente bajo vigilancia.

Cuando inicio un corto paseo por los alrededores, soy consciente de que varios pares de ojos siguen mis movimientos. Nos encontramos junto a lo que parece una fábrica abandonada. Las paredes de ladrillos pintarrajeados por numerosos grafitis, me trae fugaces recuerdos de mi ciudad natal. El sonido de unos pesados pasos a mi espalda, me indica que me he alejado todo lo que van a permitir hasta que ?tensen la cuerda?. Alí, se aproxima caminando distraídamente y me ofrece una lata de coca-cola.

- Tenemos poco agua ? dice mientras atrapo la lata que me arroja -, pero hace poco dimos con un camión accidentado lleno de esta porquería.

A pesar de que está calentorra, degusto con auténtico placer la bebida refrescante de extractos. Una de las cosas que más voy a echar de menos, teniendo en cuenta, que dudo que exista alguna planta en funcionamiento.

?Ten cuidado con el azúcar. Te recuerdo que tu higiene bucal se está viendo resentida y puede ser complicado encontrar un dentista hoy en día?.

Mientras doy un largo sorbo al refresco, Alí comenta inicia una conversación con visos de interrogatorio.

- Tu amigo no parece español ? comenta Alí -, en sus delirios utiliza mayormente el inglés.

- Ha viajado lo suyo.

Como quien no quiere la cosa, me fijo en la pistola de nueve milímetros que Alí lleva al cinto. Pero descarto intentar hacerme con ella.

?Puede que no tengas otra ocasión?.

- Ya veo ? responde Alí.

Los dos continuamos caminamos en silencio por las inmediaciones de la fábrica. Mi interlocutor, parece esperar que añada algo más pero me limito a reconocer el terreno. Finalmente, el hombretón me coloca una mano sobre el hombro y mirándome directamente a los ojos, me pregunta.

- Dime sólo una cosa ? el tipo me muestra la jeringuilla con la substancia que se supone puede apresar al líder dentro del cuerpo que ocupa -. ¿Qué es esto?.

?Cuidado con lo que le dices?.

El cabrón paranoico nunca parece estar cuando Gabriel entra en mis sueños, pero curiosamente, siempre parece al corriente de lo que en estos acontece. Pero ahora tengo asuntos más importantes de los que preocuparme. La mejor mentira, es la que está confeccionada con verdades.

- No lo sé con seguridad ? admito -, pero existe la posibilidad de que pueda contribuir a mejorar las cosas.

Alí entrecierra los ojos.

- ¿En que sentido puede contribuir a ello?. ¿Qué es lo que se supone que puede hacer esto?.

?No se te ocurra decirle que es un nuevo y revolucionario crecepelo?.

- Es una muestra de tejidos ? miento -, que en las manos apropiadas, puede ayudar a la hora de desarrollar una cura contra esa especie de rabia.

Los labios de mi interlocutor se curvan en un amago de sonrisa.

- Entonces ¿esa era vuestra misión?.

Mi silencio es interpretado como una afirmación. El tipo farfulla entre dientes algo en francés cuyo significado se me escapa, pero no es difícil hacerme una idea de que es lo que está pasando ahora mismo por su mente: se está preguntando quien estará dispuesto a pagar mas por ello si lo que queda del gobierno para intentar desarrollar la hipotética cura o los cultistas para frenar el proceso.

Para mi sorpresa, el hombre me devuelve la jeringa.

- Quédatela.

Al ver la cara de sorpresa que sin duda se me queda, el tipo añade.

- Considéralo mi buena obra del año. He tenido que hacer mucha mierda para seguir vivo desde que empezó todo esto y tengo por seguro, que tendré que hacer mucha más antes de ver el final si es que alguien llega a verlo algún día.

?Ahora sabes como se sintió Frodo cuando Faramir no le quitó el anillo?.

- Supongo que no eres tan malo después de todo.

Los dos reímos. Pero la risa muere rápidamente en la boca de Alí, que poniéndose serio de un modo repentino añade con una voz preñada de amargura:

- Tampoco te engañes. Si te la doy, no es sólo por tener tranquila la poca conciencia que pueda quedarme, sino porque pienso que eso no vale absolutamente nada.

Nuevamente, mi silencio es interpretado como una invitación a seguir hablando.

- Los cultistas me matarían y me la quitarían y en cuanto a las ciudades ? la expresión de su rostro, me hace suponer que salió ?escaldado? de alguna de ellas -, no pienso volver a acercarme a una. La sociedad se está pudriendo en su propio jugo.

Supongo que con un poco de suerte, también me devolverán la pequeña pistola que le arrebaté al cultista y mi cuchillo, ya que tanto las gafas de visión nocturna como el colgante que me hacía invisible a los muertos vivientes, se han estropeado por las horas transcurridas dentro del agua. Pero como no quiero tentar a la suerte antes de tiempo, creo que será mejor esperar al momento de la emotiva despedida.

- Pasaremos la noche aquí ? dice Ali como si adivinará mis pensamientos -, podéis quedaros esta noche, pero no nos sobran las provisiones. Mañana por la mañana, nosotros tomaremos nuestro camino.

- Mi amigo no estará en condiciones de caminar tan pronto.

- Ese, no es mi problema. Yo cuido de los míos.

Sin decir nada más, el hombretón se vuelve y regresa al improvisado campamento.

?Puedes darte con un canto en los dientes?.

Está empezando a oscurecer otra vez. Será mejor que intente dormir algo.

El niño de la escopeta, parece estar haciendo la primero guardia y soy consciente, de cómo me mira de reojo con el dedo en el disparador de su arma cuando paso cerca de él. Marcos está ahora solo en su improvisada cama sobre unos cartones. Como si hubieran optado por desentenderse por completo de nosotros en cuanto han descubierto que no valemos más que la ropa que llevamos puesta. Cada cual se las apaña para construirse un refugio de circunstancias para pasar la noche. Nadie enciende fuego para no delatar nuestra posición limitándose a confeccionar una especie de improvisados techados con material impermeable.

?Ratilla?, masca sonoramente un reseco salchichón. Mari se acerca al refugio de Alí y ambos desaparecen bajo el pequeño toldo impermeable.

?Ya se sabe que cuando el frío aprieta...?.

?Hoax? tiembla. La temperatura ha descendido un par de grados mientras el sol termina de desaparecer por el horizonte. Me tiendo junto al hacker y nos cubro con algunos plásticos y cartones que he encontrado por los alrededores. No es que sea una manta, pero menos es nada.

En menos de una hora, la oscuridad que nos rodea es casi total. La temperatura desciende aun más y apenas soy capaz de dormir a saltos. Me sobresalto, cuando ?Ratonil? abandona su refugio ruidosamente para relevar al joven centinela. No han pasado ni quince segundos, cuando un grito casi femenino, hace saltar todas las alarmas. Alí, vestido con unos calzoncillos largos y sus botas que deduzco la experiencia le ha enseñado a no quitarse durante la noche, emerge de su refugio con una pistola de nueve milímetros en una mano y un machete de generoso tamaño en la otra. A corta distancia, le sigue Mari también calzada pero vestida únicamente con un tanga de color oscuro. Sus pequeños y pálidos pechos botan arriba y abajo, mientras corre empuñando un revolver de cañón corto, en pos de su calvo amante.

?Esto no pinta bien?.

Salgo de mi improvisado lecho y me aproximo a la zona del drama. Los dos hombres intercambian rápidas frases en francés, mientras la muchacha abraza al pálido niño.

Me acerco más. La muchacha me señala con el dedo y me apunta con el revolver, pero Alí le agarra la mano antes de que pueda dispararme. El cuerpo del niño, mantiene exactamente la misma postura que tenía cuando pasé a su lado. Incluso mantiene el dedo en el disparador del arma. La lividez de su cuerpo, me indica que ha muerto desangrado y tengo una idea muy clara de quien es la responsable de ello. Pero no veo la menor herida en su garganta.

?¿Crees que es posible que estos mendrugos piensen que ha muerto de frío?. En cualquier caso, muéstrate sorprendido. Si sospechan que sabes de que va esto, podemos tener problemas?.

Mari escupe en mi dirección y vuelve a abrazar al pequeño. En ese momento, veo un hilillo de sangre, que escapa de su boca.

- ¡Mierda! ? exclamo -. ¡ Apartaté de él!.

Los dos hombres me miran entre sobresaltados y sorprendidos, pero la muchacha no me hace le menor caso y yo veo como el pequeño, abre unos ojos fríos como el hielo. Mari, grita cuando el pequeño al que abrazaba, cierra sus dientes alrededor de su pecho.

?Debió arrancarle la lengua y quizás él llegó a morderle. Pero ¿cómo lo hizo para que no pudiera ni disparar la escopeta??.

Eso ahora poco me importa. Alí propina una patada a la cabeza del niño y consigue separarlo de la muchacha antes de decapitarle con un movimiento de machete, nacido sin duda de la práctica en estos menesteres.

El hombretón, suelta el ensangrentado arma y dice algo en francés a ?ratilla? que se marcha a la carrera en dirección al campamento, mientras intenta contener la fea herida que Mari tiene ahora en el pecho izquierdo. Ella aun está consciente y le habla suavemente en francés.

?Este puede ser un buen momento para hacerse con la escopeta. Dentro de poco llegará el momento de las explicaciones y las cosas pueden ponerse feas?.

Las cosas ya están muy feas, pero ciertamente, difícil lo tienen para mejorar.

[Korvec]

Capítulo XXXVI


?La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas?

-- Confucio --


La noche aun es joven, lo que aumenta reduce considerablemente, mis posibilidades de volver a ver la luz del sol. Aunque después de practicarle una cura de emergencia, Alí ha conseguido contener la hemorragia en el destrozado pecho de Mari, la herida no tiene ni pizca de buena cara.

?Ratilla? camina nerviosamente en círculos, mientras repite algo que suena parecido a: ?lont mordue?. No me es difícil suponer el significado de esas palabras y todos sabemos que esto sólo puede terminar de una forma.

Me acerco al pequeño cuerpo decapitado y aunque tengo que romperle un par de dedos, tomo su escopeta de cañones recortados. La abro y compruebo que aun está cargada.

?No es algo tan raro. Con colocar los dedos o algo tras el disparador, evitas que este pueda retroceder. Puede que el crío se durmiera?.

Para mi sorpresa, a ninguno de los dos hombres parece importarles que registre el pequeño cuerpo del difunto. Encuentro media docena de cartuchos en un bolsillo, una navaja multiusos y lo más sorprendente. Colgando de lo poco que queda de su cuello, encuentro el colgante que yo llevaba hasta hace poco. Pero por lo que veo, han tirado la el aparatejo que me hacía invisible a los muertos vivientes y en su lugar veo como han encajado una pequeña fotografía de tamaño carné, probablemente tomada en un fotomatón. Tardo unos segundos en reconocer al decapitado muchacho y a la agonizante Mari. Los dos jóvenes alegres y llenos de vida que miran sonrientes desde un pasado que ahora me parece realmente lejano.

En el abandonado campamento, Marcos grita de un modo horroroso. Alí, lo ignora y continua acariciando el cabello de la agonizante joven mientras le susurra palabras a las que ella asiente débilmente con la cabeza. ?Ratilla?, con ojos como platos, me señala con un dedo acusador mientras vomita una retahíla de palabras de las que supongo por lo menos la mitad, son palabrotas. Pero a pesar de todo, me sigue cuando yo camino con grandes zancadas hacia el origen de los alaridos.

?¿Se habrá quedado con hambre la pequeña bastarda??.

Llego junto al amasijo de cartones bajo el que dejé a ?Hoax? sin saber muy bien lo que voy a encontrarme. La verdad sea dicha, no me sorprendería encontrarlo comido por las ratas. Por lo que pueda encontrarme debajo, aparto las improvisadas mantas con el cañón de la escopeta. Para mi sorpresa, no encuentro nada fuera de lo normal.

?Mírale la boca. Puede haber repetido la jugada?.

El hacker no está pálido, pero por si las moscas, le agarro de la barbilla y le abro la boca. No veo nada raro, pero sin una linterna, tampoco lo podría asegurar. Marcos parece despertar repentinamente para ponerse a gritar:

- ¡ Sus ojos!. ¡ He visto sus ojos!.

Le sujeto dispuesto a inmovilizarle, pero tan repentinamente como despertó, ?hoax? vuelve a sumirse en la inconsciencia.

?Hazle un favor a este pobre cabrón y acaba con su sufrimiento de una vez. Después de todo, si el culto no encuentra su cuerpo (en el muy dudoso caso de que sepan que aspecto tiene), podrás hacerles creer que sigue en tu poder?.

Ni hablar. He tenido que tragar demasiada mierda y que renunciar a demasiadas cosas para mantener más o menos de una pieza el pellejo de este friki cabrón. No le dejaré atrás hasta que no tenga otra opción o cumplido su cometido.

Examino cuidadosamente los alrededores sin encontrar el menor indicio. Pero sé perfectamente, que la pequeña chupóptera no anda lejos de mi. Por alguna retorcida razón, no me ataca directamente, quizás no se atreva o se le haya presentado la ocasión, aunque más bien pienso que se divierte como un gato particularmente sádico y juguetón acosando a un ratón.

Comprendo que todo ha terminado para Mari, cuando veo a Alí cubrir ambos cuerpos con una vieja manta.

?Ándate con ojo. El tipo acaba de perder el refugio para su viejo cipote y estará sediento de venganza?.

Mientras ?ratilla? sigue caminando nerviosamente arriba y abajo, Alí parece calmado. Con un tono de voz calmado y razonable me comenta:

- Eran hermanos.

?La familia que casca unida, permanece unida?.

Como no se me ocurre nada apropiado que responder, permanezco en silencio.

- Veo que te has apropiado de la escopeta.

?Eso le pasa por no hacer testamento?.

Agarrando el arma por el cañón se la ofrezco, pero una vez más, el hombretón me sorprende al rechazarla con un movimiento negativo de cabeza. Entonces me mira directamente a los ojos y pregunta.

- ¿Sabes quien es el responsable de esto?.

- Lo sospecho.

- ¿Te persigue?.

- Sí ? asiento.

?Ahora es cuando se cabreará?.

Alí ríe con amargura.

- Yo quería dejar que os pudrierais en el río ? confiesa -, para mi sólo erais dos cuerpos más flotando entre la inmundicia, pero ella pensó que podíais llevar algo de valor encima. Tu amigo dijo algo y entonces...

El hombre deja la frase en suspenso. Supongo que tampoco es muy difícil suponer el resto.

?La moraleja es clara. Preocuparse del pellejo ajeno, es la forma más rápida de perder el propio?.

- Lamento lo ocurrido.

- Nosotros nos marchamos ? responde Alí -. Si se te ocurre seguirnos te dispararé.

?No quiere que nuestra mierda vuelva a salpicarle?.

Los dos hombres, recogen y reparten los elementos que consideran más necesarios del equipaje de los integrantes fallecidos de su grupo. En cuanto terminan, se marchan sin mediar palabra y sin mirar atrás.

Entre el material que los dos hombres dejan atrás, se encuentra una mochila que probablemente perteneciese a la joven muchacha en la que introduzco una pequeña manta de emergencia, una linterna sin pilas, un pequeño neceser con elementos de aseo personal, un impermeable verde, una cantimplora metálica casi vacía y una lata de callos, que ?ratilla? no pudo introducir de ninguna forma en su mochila y que Alí miró con asco

?Probablemente sea musulman?.

No me extraña, aunque estos son malos tiempos para ser religioso.

Una vez introducido todo en ella, la mochila, queda prácticamente vacía pero de todos modos, descarto algunas prendas de calzado y vestir demasiado pequeñas para Marcos o para mi, un paquete de compresas y una pequeña baraja de cartas. Encuentro un pequeño diario personal, con tapas de color rosáceo, durante un par de segundos, me siento tentado de abrirlo, pero finalmente, opto por dejarlo junto al colgante de la foto sobre la manta que cubre el cuerpo de los hermanos fallecidos.

?Menudo desperdicio. Esa manta podría venirte bien. Ellos ya ni sienten ni padecen y igualmente, serán pasto de gusanos y alimañas?.

Desde un punto de vista práctico, el cabrón paranoico tiene toda la razón, pero por algún motivo, soy incapaz de coger la manta y enfrentarme a la muerta mirada de los que yacen bajo ella.

?¿Respeto a la muerte o mala conciencia??.

La diferencia es irrelevante. ¿Qué hora debe ser?. Supongo que media noche como muy tarde. Aunque me siento cansado, no tengo ni pizca de sueño. En parte, por el echo de que he pasado la mayor parte del día durmiendo y parte, por los últimos e inquietantes acontecimientos. Tengo aun mucho por hacer, pero no tengo muy claro por donde empezar.

?Si vas a llevarte al cebo, necesitarás algo para trasladarlo. No es probable que vaya a poder caminar en una buena temporada?.

Cierto, ese es sin duda el problema más inmediato. Aunque la fiebre ya ha remitido totalmente y me encuentro razonablemente bien. Aun tardaré en recuperar mis fuerzas, por lo que queda descartado el cargar con él. Tengo que encontrar o improvisar una silla de ruedas, una carretilla o algo por el estilo.

?El único edificio que hay por aquí son esas ruinosas fábricas que parecen a punto de caerse a cachos. Pero sin una linterna, no creo que sea buena idea explorarla. Aparte, de que para hacerlo tendrás que abandonar al hacker y ten por seguro, que la pequeña hija de puta te estará vigilando ahora mismo?.

Rebusco durante un par de horas por los alrededores, sin atreverme a alejarme demasiado del herido. Escombros, cartones, bolsas, electrodomésticos rotos, una taza de WC, un par de ruedas gastadas, oxidadas latas de aceite lubricante... pero lo único que encuentro medianamente aprovechable, es un puerco y podrido colchón, y un par de metros de alambre, un roto teléfono y unas enormes y sucias cortinas.

No tardo demasiado en tender a ?hoax? sobre ese colchón, que tiene todo el aspecto de haber servido para que vayas generaciones de ratas lo utilicen para parir a sus crías. Luego cubro el cuerpo con la manta de emergencia que guardaba en la mochila. Arranco el elástico cable que conecta el aurícular con el aparato telefónico y con un par alambres, lo convierto en un ?pulpo? que coloco sobre la manta para evitar que esta salga volando por el efecto del viento.

?Si hubieras tenido más estudios podrías haber sido un puto macgiver?.

Estiro las cortinas y arrastro el colchón hasta colocarlo sobre ellas. Con el alambre, improviso una especie de grandes grapas, con las que fijo lo mejor posible el colchón sobre las cortinas.

?Debe ser la camilla más cutre y maloliente que he visto improvisar nunca?.

Entonces no debes haber visto muchas.

Me coloco la mochila a la espalda. Con un cordel, de aspecto entre cutre y ridículo, me cuelgo la escopeta recortada del cuello. Agarro el extremo de las cortinas y tirando con suavidad, voy arrastrando el ?invento?, que se desplaza dejando un rastro de restos de tela. Será mejor que encuentre algún trasto con ruedas en la ruinosa fábrica, porque así no llegaré mucho más lejos.

Tardo poco más de un cuarto en estar frente a la oscura silueta, de la ruinosa fábrica, que se me antoja como algo más próximo a una amenazante fortaleza.

?Ándate con ojo. ¿No te parece raro que Alí y su panda prefiriesen acampar en la intemperie junto a ese vertedero que dentro de ese edificio??.

En su momento, pensé que el motivo era el miedo a un derrumbamiento. Pero bien pensado, cuando caminé por sus inmediaciones, tampoco me dio la impresión de estar a punto de venirse abajo.

?¿Vas a esperar aquí a que amanezca??.

Caen un par de gotas.

- Parece que va a llover ? digo en voz alta, olvidando que el cabrón paranoico está dentro de mi cabeza.

?Un techo es un techo?.

Muy cierto, con un esfuerzo, vuelvo a tirar de la cortina encaminándonos hacia la entrada del edificio. Por algún motivo, acude a mi mente un viejo lema militar que reza ?never in a house?, refiriéndose en lo poco aconsejable que suele ser el refugiarse en una casa, que tiende a convertirse en una ratonera en cuanto el enemigo te localiza. Pero después de todo, no he visto la menor señal de vida.

?El que no la hayas visto, no significa que no esté?.

Es cierto, pero empieza a formarse una llovizna y como dijo el cabrón paranoico, un techo es un techo.

[Korvec]

Capítulo XXXVII


?Si esta es vuestra forma de amar, os ruego que me odiéis?

-- Molière --

Llego a la entrada del edificio, mientras la llovizna se transforma en una tormenta con todas las de la ley. Un relámpago, ilumina fugazmente las paredes. No he sido capaz de ver todo lo que había escrito en ellas, pero si he visto que la palabra ?outre? en grandes letras rojas, es con diferencia la predominante.

?No les gustan las visitas?.

Ni a mi mojarme y cargar con un hacker medio muerto, pero los dos tendremos que aguantarnos.

Como esto está oscuro como la boca de un lobo, quiero moverme lo menos posible. Así que empujo el puerco colchón un par de metros hasta el interior y después de apoyarlo contra la pared, me siento en la oscuridad a su lado.

Aunque me consta, que los edificios y sobretodo los viejos, nunca están en silencio, el relajante sonido de la lluvia, parece ser el único sonido. Lo que debe ser bueno.

La oscuridad vuelve a iluminarse brevemente con el azulado destello de otro relámpago. Tengo la fugaz visión, de un suelo de cemento, varias columnas metálicas y colgando del techo... unos pequeños vultos que no he acertado a identificar.

?Parecian bebés?.

Resuena el sonido del trueno.

?Estaban atados del techo por el cordón umbilical?.

Podía ser cualquier cosa.

Un escalofrío recorre mi espalda. A mi lado, Marcos farfulla algo que no acierto a comprender.

Por entre el sonido de la lluvia, estoy casi seguro, de haber oido algo parecido al llanto de un bebé.

?Si te das prisa, aun puedes salvar a ese?.

- Sólo es un puto gato ? digo ahora en voz alta.

?¡Silencio!. ¡Si te descubren estas perdido!".

¡Ya está bien!. Deja de joder. Sabes tan bien como yo, que esto está en las afueras. No hay ninguna jodida ciudad cerca. ¿Qué intentas hacerme creer?, ¿qué algún tipo de demente se dedica a robar recién nacidos y pierde el tiempo en traerlos hasta aquí?.

?¿Ya has olvidado la leyenda urbana del taller chino??.

Hago memoria a una de las descabelladas historias, que en ocasiones se contaban en las sesiones de terapia del doctor Santos. ¿Fue el asesino del hacha el que la explico?. No lo recuerdo. La cosa trataba de un gran taller de confección, que se nutria de trabajadoras chinas en régimen de esclavitud, que trabajaban en condiciones inhumanas, para pagar su pasaje a Europa.

?Pero no sólo se dedicaban a la confección?.

Sí, la historia mencionaba, que las más guapas, eran repetidamente violadas y obligadas a prostituirse.

?Y ...?.

Y también que había una sala donde una vieja bruja, practicaba abortos ilegales. En lugar de deshacerse de los fetos, los sometía a un proceso químico, para conservarlos y luego utilizarlos en extraños rituales.

El gato maúlla con más fuerza aún. Ni entonces ni ahora, me creí una sola palabra de la parte final de esa estúpida leyenda urbana. He oído cientos de historias similares, en otras incluso se menciona que los fetos terminan ?reciclados? en restaurantes chinos, pero no son más que bulos dirigidos contra los inmigrantes, como cuando en estados unidos se dijo que se había encontrado orina en la cerveza mexicana.

?¿Entonces no vas a comprobarlo??.

¿Desde cuando te importa el pellejo de alguien?. ¿Crees que he olvidado como utilizaste a Esperanza para salvar nuestro pellejo.

?Aquello fue una lección necesaria. En cuanto a lo de ahora... simplemente, creo que es buena idea que te mantengas despierto hasta que puedas ver?.

A mi pesar, reconozco que la treta de el cabrón paranoico a funcionado a la perfección. El sonido de la lluvia, me estaba adormeciendo y a pesar de saber que esa historia, no es más que un puerco cuento chino, vuelvo a estar más despierto que un búho.

Mis pupilas que ya se deben haber dilatado todo lo posible, empiezan a permitirme distinguir siluetas en la oscuridad. Me pongo en pie y me aproximo a la zona, donde varias cosas colgaban del techo.

Se produce un nuevo relámpago. La nave industrial queda iluminada durante apenas un fugaz segundo pero es suficiente.

- ¡Mierda!.

?No es la primera vez que vemos esto. ¡Deviste reconocerlo antes!?.

No son fetos colgando del techo, es algo mucho peor y como de costumbre, el cabrón paranoico tiene toda la razón. Son cabezas amputadas colgando del techo. Todas ellas miraban en mi dirección con sus ojos muertos.

?Será mejor largarse?.

Con un sobresalto, recuerdo que ahora soy detectado por los muertos vivientes... y que parecen comunicarse mentalmente entre sí.

?Saben que estás aquí?.

Tentado estoy durante un par de segundos, de empezar a dispararles con la escopeta de cañones recortados, pero no voy sobrado de munición y el daño ya está echo en cualquier caso. Además, no he visto ningún fiambre por la zona. Puede que no haya demasiados por la zona y se mueven muy despacio.

?No seas idiota. Recuerda cuando salvaste el culo por los pelos en aquella puerca ciudad. Se mueven con lentitud, pero son muy efectivos cercando a su presa?.

Me acerco a la puerta. La lluvia forma una densa cortina, que conspira junto a la negra oscuridad para limitar mi campo de visión a unos pocos metros en los que no veo nada, oigo el inconfundible gemido de los muertos.

?Están cerca y estás débil y agotado. Solo puedes conseguirlo, pero no llegarás muy lejos cargando con ese puerco colchón?.

Tengo la sensación de estar viviendo de nuevo la misma situación: ellos vienen y yo escapo por los pelos.

?Tienes que moverte?.

- Esta vez no.

La buena noticia, es que apenas siento una ligera molestia en la cabeza. Lo que implica que no hay ningún pastor cerca. Sólo son un montón de descerebrados sin nadie inteligente que les dirija.

?¿Y como piensas acabar con ellos?, ¿pidiéndoles amablemente que se pongan en línea para aprovechar la munición??.

El río no está lejos y no saben nadar.

El problema, es que para poner mi plan en marcha, tendré que abandonar a ?hoax? y también saben donde está él. Tengo que esconderle. Si tuviera luz, eso no sería complicado. Tiene que haber por aquí alguna oficina, despacho o incluso un miserable cuartucho para las escobas.

Regreso al interior y con las palmas de la mano sobre la pared, me muevo buscando alguna puerta. Recorro varios metros de muro sin encontrar nada.

?La oficina posiblemente esté en la planta de arriba?.

La idea de cargar por unas oscuras escaleras a Carlos, no me parece demasiado atrayente. Pero el tiempo pasa y mis opciones se reducen.

Transcurre otro par de minutos, hasta que doy con lo que parece un pequeño montacargas, que no creo que funciones, pero que por lo menos tiene una pesada puerta metálica.

?Puede servir, por un tiempo. Pero aunque la atranques, esa puertecilla no aguantará mucho tiempo?.

Cierto, pero el tiempo se acaba y puede que el baño, ya no tenga ni puerta a estas alturas.

Tropiezo un par de veces, mientras arrastro el colchón. Como no la puerta es demasiado pequeña, tengo que sacar al hacker del mismo, lo que me hace perder más tiempo, al quitarle toda la impedimenta que le mantenía fijado.

?Creo que están entrando?.

En efecto. También yo oigo el inconfundible sonido de alguien que avanza arrastrando los pies.

?Han cerrado el cerco?.

- ¡Pues me abriré paso!.

Atranco la puerta del montacargas con lo que parece el palo de una escoba, que soy consciente que no aguantará demasiado. Pero el tiempo se ha terminado.

Se me eriza el vello de los brazos, cuando oigo varios gemidos cerca de la puerta. He tardado demasiado tiempo. No será fácil salir aquí.

Algo se mueve a gran velocidad. Oigo lo que parece el ruido de una lucha encarnizada y varios sonidos húmedos que no me atrevo a aventurar porque son producidos.

Un nuevo relámpago ilumina la nave. Tengo una fugaz visión de una escalofriante niña pálida, vestida de harapos y rodeada de cuerpos rotos. El sonido de su risa, se aleja en la noche.

?¡Aprovecha para salir!?.

Mientras corro, con la recortada firmemente agarrada entre mis manos, soy consciente de que esa pequeña bastarda, acaba de salvarme el culo. Pero ¿Por qué lo habrá echo?.

?Puede que quiera matarte ella misma y que aun no sea el momento escogido?.

Puede ser. Está lo bastante desquiciada para ello.

?También puede que lo haya echo sólo por diversión?.

Supongo que no es imposible.

?O por último, puede que sienta una especie de oscuro afecto por ti?.

Me cuesta decidir, cual de las tres opciones me resulta menos escalofriante. Pero este no es el mejor momento para pensar en ello.

Salgo al exterior. El tiempo no parece que vaya a mejorar y aunque puedo ver algo más que en el interior de la ratonera que acabo de abandonar, no estoy del todo seguro de cual es el rumbo que debo tomar para llegar al río.

?Es por la derecha?.

Empiezo a trotar en esa dirección. Disparo contra una silueta que me cierra el paso y el disparo truena como un cañonazo en la noche.

?Bueno, ya has llamado su atención. Ahora veremos si eres capaz de llegar al río de una pieza?.

Esa, es la parte fácil del plan. Lo que de verdad me preocupa, es lo que encontraré en la fábrica cuando regrese.

[Korvec]

Capítulo XXXVIII

?Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti?

-- San Agustín --


El plan era sencillo, pero subestimé a mi adversario. Esperaba que si avanzaba haciendo ruido hacia el río, la mayor parte de los muertos vivientes me seguirían. Pero no he tenido en cuenta, que muchos ni siquiera tienen ya oídos o ojos funcionales y que no es eso lo que les atrae. Así que en contra de lo previsto, aunque un nutrido grupo viene en mi dirección, el grueso ha desaparecido en dirección a la fábrica, terminando con toda posibilidad de rescate por mi parte.

?Míralo por el lado bueno. No creo que del hacker quede gran cosa, por lo que podrás tirarte el farol, haciendo creer al culto que lo tienes en tu poder?.

Sé que un farol no funcionara. ¡Que diablos!. A duras penas puedo imaginar como me las apañaré teniéndole a él en mi poder. ¡Tengo que sacarle de allí como sea!.

?¡Claro!. ¿Qué tal si tocas una puta flauta y te diriges hacia el río como el puto flautista de Hamelin??.

Con creciente angustia, me doy cuenta, de que aunque son menos los que me siguen, me rodearan si no me concentro. Aunque ya debería haberme acostumbrado a su presencia, la cercanía de esos seres sigue poniéndome los pelos de punta y más ahora, que vuelven a detectarme.

Disparo el segundo cañón contra una silueta que me cierra el paso, mientras retrocedo de regreso a la fábrica. Pero por más que estrujo mi mente, no se me ocurre ninguna forma de sacar de aquí a ?Hoax? en su estado.

?Busca algo que flota y utiliza el río para alejarte. No dejan de llegar y si no te das prisa, completarán el cerco y te atraparan?.

Soy consciente de ello, pero he perdido demasiado conservando el pellejo de ese pequeño bastardo y algo me dice, que es una pieza fundamental en este macabro puzzle. No puedo permitirme perderle.

Abro la escopeta, extraigo los cartuchos vacíos y la recargo. Estoy empezando a hacerme a la idea, de que no me queda más remedio de marcharme. Después de todo, de nada servirá morir aquí.

?¡Fíjate en ese fiambre!?.

- ¿Pero que cojones?.

Uno de los cuerpos que avanza tambaleantemente en mi dirección, tiene montado sobre el hombro, lo que parece una webcam y una pequeña antena. El dispositivo emite un ligero zumbido, mientras la cámara gira en mi dirección para enfocarme.
De alguna parte bajo la cámara, suena una voz distorsionada voz, que tardo en reconocer.

- Me ha costado encontrarte ? dice la metálica voz -, ¿dónde está la doctora Marta?.

?¿Te has fijado que ni tu conoces su apellido ni ella siquiera tu nombre??.

A pesar de la metálica distorsión, sé que ?calvorota? es el que se encuentra al otro lado de ?la línea. Lo que me da una idea.

- Está en el interior de ese edificio ? aunque no puedo verla, señalo en dirección hacia la fábrica.

La webcam, gira en la dirección que le señalo. Mientras la metálica voz dice:

- Aguantad, os envió un helicóptero.

?Por lo que recuerdo, ese tipo quería sacarte el cerebro y guardarlo en un bote?.

Tampoco a mi me entusiasma la idea de volver a las garras de ?los otros? y menos, después de la carnicería que organicemos en nuestra fuga. Pero estoy con la mierda al cuello.

?Puedes desaparecer del lugar y dejar que ellos se encarguen de rescatar al hacker?.

No. Voy a necesitarles para acabar con ?el líder?. Si Gabriel y Discordia han decidido olvidar momentáneamente sus diferencias para acabar con ?el líder?, también ?calvorota? y yo tendremos que llegar a algún tipo de acuerdo.


?Eso será si aun estás vivo para cuando llegue ese helicóptero?.

Cierto. Aunque el fiambre de la webcam, carece de dentadura y no tengo que preocuparme demasiado por él, la oscuridad y la lluvia limitan en gran medida mi visión y lo que veo, es cada vez más descorazonador. De todas partes y direcciones, parecen aparecer gimientes y tambaleantes siluetas.

?Has permanecido demasiado tiempo quieto. El cerco se ha cerrado?.

El cabrón paranoico tiene razón. Ahora ni el llegar hasta el río es una opción, todo depende de lo cerca que esté ese helicóptero, porque mi única opción, se limita a aguantar hasta que llegue el rescate.

A pesar de que hace tiempo que los muertos vivientes no son una novedad, dudo que nunca consiga acostumbrarme a su visión. No es por esos ojos muertos, ni sus rostros sin expresión. Ni siquiera, por el horror de sus cuerpos rotos y mutilados, sino por el echo de ser algo totalmente contranatura. Esos seres, representan una violación de las reglas básicas de la vida y de la muerte. Una abominación que no debería existir.

Disparo de nuevo los dos cañones del arma. El recargar no es una opción, golpeo con los cañones, con la culata, con los codos. Los cuerpos se amontonan por el resbaladizo y embarrado suelo, pero siempre aparece otro cuerpo para ocupar le lugar del caído y mi espacio va reduciéndose cada vez más. Mis músculos y mis pulmones arden por el esfuerzo. No aguantaré mucho más.

?¡No te atrevas a rendirte!?.

No se cuanto tiempo habrá transcurrido ¿un minuto, diez?. Está claro que ese helicóptero no llegará a tiempo... al menos para mi. Una mano helada, me agarra por detrás, muevo el tronco y golpeo con el codo. Veo un niño vestido con los sucios restos de un pijama de ositos, una pálida muchacha de sucio cabello pelirrojo, un enorme tipo en pelota picada, que avanza arrastrando los pies, algo (imposible saber si había sido hombre o mujer) vestido con restos de algún tipo de uniforme azul, un jovenzuelo delgaducho con un solo brazo y vestido con pantalón corto y relates de una camiseta deportiva... veo también los restos de su aparato digestivo, por una monstruosa herida... que no parece molestarle en absoluto para avanzar en mi dirección.

?¡Muévete, muévete!?.

Lo hago, pero cada vez me muevo con mayor lentitud, mientras su número es cada vez mayor.

Por fin, oigo el inconfundible sonido de un helicóptero y cometo el garrafal error, de levantar la vista al cielo. Apenas aparto la vista un par de segundos. El tiempo suficiente para tropezar con un cuerpo caido. Mientras caigo de espaldas, soy consciente de que acabo de cagarla.


Un foco ilumina los alrededores y el fuego de varias armas automáticas y de una ametralladora multitubo, se une al estruendo del helicóptero. Los cuerpos son despedazados por doquier, por las balas que llueven desde el cielo como si la ira del mismísimo dios, hubiera lanzado fuego y azufre contra los cuerpos muertos, que se niegan a descansar en paz.

?¡Levántate joder!?.

Lo intento, pero dos cuerpos se lanzan sobre mi y sé que no pueden dispararles sin alcanzarme también a mi. Propino un brutal cabezazo al primer cuerpo y pateo al segundo, pero algo me agarra por detrás.

?¡Mierda!?.

Como si sucediera a cámara lenta, veo como una cabeza se acerca hasta mi brazo derecho. Una dentadura realmente putrida, se hunde en mi carne, antes de que casi le arranque la cabeza de un puñetazo propinado con el brazo izquierdo.

?Se acabo?.

La herida es superficial, pero sé que el tamaño no importa. Estoy infectado.

?¡Tienes que cortarte el brazo!?.

La certeza de que no voy a poder esquivar a la muerte durante mucho más tiempo, me proporciona en un primer momento una especie de calma fria, que violentamente, es substituida por una ira irracional. Hago volar los cuerpos como si fueran muñecos de trapo, mientras las armas automáticas siegan extremidades y revientan cabezas a mi alrededor.

Los fogonazos de las armas y los focos, iluminan los alrededores de la fábrica antes de que unas oscuras siluetas, desciendan del aparato.

?Han bajado seis hombres?.

Supongo que arriba quedará como mínimo un piloto y copiloto y un artillero. Eso hace un total de nueve hombres.

Mientras los tipos, se dedican supongo, a limpiar la fábrica, el helicóptero se sitúa sobre la explanada que se encuentra entre la fábrica y la zona en la que acampamos ayer y inicia su descenso.

Un cuerpo al que las balas han segado sus extremidades inferiores, abanza en mi dirección impulsándose con los brazos. Pateo su cabeza con rabia, pero soy consciente de que acabar con él no va a cambiar el echo de que estoy infectado.

?tranquilo. Puede que ellos hayan descubierto un antídoto. Recuerda que Gabriel nos habló de un tipo en el instituto pasteur?.

Sí. Supongo que ahora tengo una buena motivación para dar con ese tipo.

[Korvec]

Capítulo XXXIX

?La filosofía es una meditación de la muerte?.

-- Erasmo de Rotterdam--


Mientras avanzo hacía en dirección hacia el helicóptero con las manos donde el artillero pueda verlas, me sorprende el echo de que no siento la menor inquietud. El saber que estoy muerto, es mano de santo contra el estrés.

?Aun no estás muerto y aun tienes cuentas pendientes?.

Eso es cierto y no pienso dejar esta valle de lágrimas, hasta haberlas saldado.

Mentiría si dijera que me sorprende encontrarme con ?acusica? junto al aparato.

- Tienes suerte de que mis órdenes, sean traerte con vida ? el tipo me mira con una expresión, que no deja lugar a dudas sobre cuanto le gustaría presionar el disparador de su arma.

- Sí ? respondo -, yo tampoco me alegro de ver que sigues con vida.

- Será mejor que ella esté bien.

- De eso mismo quería hablarte.

Su mirada se endurece. Supongo que debe estar temiéndose lo peor, así que se lleva la mano a la pequeña emisora de radio que cuelga de su chaleco antibalas y pregunta sobre el estado del objetivo secundario.

?Si ella es el secundario, tú eres el principal. Deberás sentirte halagado?.

Una voz metálica, responde.

- Aquí Alfa dos, hemos encontrado un civil herido. Pero su identidad no se corresponde con el objetivo secundario.

?Acusica? me fulmina con la mirada.

- ¿Dónde está la doctora?.

- Está viva.

El tipo me encañona con el arma a la cabeza y visiblemente mosqueado pregunta con un tono de voz más duro que el miembro viril de un actor porno.

- ¿Dónde?.

Antes de que tenga ocasión de responder, ambos oímos la voz procedente de la emisora que pregunta:

- ¿Interrogo que hacemos con el civil?.

?Esta cabreado. Supongo que eso es malo para el cyberpajillero?.

- Le necesitaremos para recuperar a Marta.

?Acusica? no mueve el arma ni un milímetro, pero si veo un cambio en su expresión.

- ¿Cómo?.

?Buena pregunta?.

- Mediante un intercambio ? comento con calma -, les ofreceremos cambiarla a ella por ese tipo y por mi.

Ahora la expresión de ?acusica?, si es la viva imagen del desconcierto. El hombre baja el arma y entonces, parece darse cuenta por vez primera, de la herida con aspecto de mordedura.

- ¿Te han mordido?.

- Sólo un poco.

- ¡Joder!.

La voz en la radio, cada vez más angustiada, vuelve a solicitar instrucciones.

- Traedlo ? ordena finalmente.

Subo al helicóptero en pos de ?acusica?. Veo los fogonazos de varios disparos, cada vez más cerca indicándonos, que los hombres están regresando. El Piloto grita que será mejor que nos demos prisa. El artillero, tiene que detener el fuego, por el riesgo de alcanzar por error a los hombres que se aproximan.

?Es increíble. ¿de donde saldrán tantos?. Con su velocidad es imposible que vengan de lejos y esta zona tampoco debería estar tan densamente poblada?.

Quien sabe. Quizás haya un cementerio o una ciudad arrasada próxima. Lo que está claro, es que no salen de la nada.

?No están sucios de tierra ni van amortajados. No provienen de un cementerio?.

Los hombres llegan por fin hasta las inmediaciones del helicóptero. Suben a ?Hoax? al que han trasladado en una camilla plegable de aluminio y sin mediar palabra, ocupan sus asientos a bordo del helicóptero. El aparato se inclina ligeramente hacia delante y siento una ligera sensación de vértigo cuando ascendemos.

En cuanto el aparato está estabilizado, ?acusica? pregunta.

- ¿Algún herido?.

Todos los hombres mueven negativamente la cabeza. Entonces dirigiéndose a otro tipo pregunta.

- ¿Cómo está?.

- Estable por el momento.

?Acusica? asiente y le indica señalándome:

- Le han infectado.

El tipo, abre su grueso botiquín. Extrae un inyectable de color gris y sin mediar palabra, me lo inyecta cerca de la mordedura.

- ¿Tenéis el antídoto? ? pregunto esperanzado.

El hombre mueve negativamente la cabeza.

- Este cóctel, lo frena pero aun no podemos eliminarlo.

- ¿Durante cuanto tiempo lo frena? ? pregunto.

El hombre mira en dirección a su jefe que asiente con la cabeza.

- Depende de varios factores ? responde al fin -, pero no más de setenta y dos horas.

?Tienes tres días?.

- Suficiente ? digo sin dirigirme a nadie en particular.

El copiloto del helicóptero, le grita a ?acusica? que tiene una comunicación por la frecuencia reservada. El hombre se acerca a la cabina y el sonido de las aspas, impide que pueda oír ni una sola palabra de su conversación.

?Probablemente, le estarán preguntando como ha ido la cosa?.

Por algún motivo, supongo que relacionado con las aspas del helicóptero y lo que acaban de inyectarme, me cuesta distinguir las palabras del cabrón paranoico dentro de mi cabeza. Como si fuera una radio que no estuviera todo lo bien sintonizada que debiera.

Al cabo de menos de un minuto, el líder de esta tropa, vuelve a acercarse hacia mi con una sonriente expresión que no me gusta un pelo.

- Tenemos ciertos problemas de seguridad ? me dice ?acusica? -, así que será mejor que no veas hacia donde nos dirigimos esta vez.

- ¿Vais a vendarme los ojos o algo así?.

A pesar de moverse con sorprendente rapidez, me da la sensación de que la culata del arma, se acerca a mi cara a cámara lenta.

- Algo así


La voz del cabrón paranoico me llega tan apagada, que soy incapaz de entender lo que dice. Mi visión se oscurece y siento la conocida sensación de vértigo que precede a la inconsciencia.